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Unseen por Satommy

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Notas del capitulo:

Perdón ;___; soy una mala persona y una mala escritora orz
En verdad lamento mi demora y si alguien lee esto :'D mis más sinceras disculpas.
En especial a Hikaa que me buscó hasta en el ask ;3; créeme cuando digo que
si he seguido el fic ha sido por ti... y... espero que te guste asdasdads

He seguido la historia y está uno o dos capítulos más que este. A diferencia del anterior, este contiene más páginas y se ve más información del trama[?] He conseguido que mi inspiración vuelva así que daré todo de mí para terminarlo :'3 Gracias ante todo y perdón si hay algún error ortográfico o alguna incoherencia, no tengo mucho conocimiento básico de Corea-Seúl orz

“La ilusión llega en un parpadeo, no lo notas, pero ahí está.”

 

Eran ya dos días, dos días en los que alguien le hablaba y su vida no se veía tan miserable. No es que la soledad de su infancia le hubiera sido mala compañera en esos años, en realidad había sido hasta reconfortante saberse solo cuando todos los demás vivían rodeados de mentiras y de personas tan doble cara que no sabían en quién confiar, ¿quién más que él lo iba a saber? Taemin era callado, sí, pero no era ciego ni mucho menos sordo y su posición de “invisible” era tal vez su mejor atributo. Nadie se acordaba que existía así que quienes hablaban de sus secretos a su alrededor, nunca tomaban el cuidado suficiente para resguardarse de él.

Era beneficioso, saber tanto del resto que le ignoraba.

Una contradicción, si tomaba en cuenta que muchas veces había querido morir porque nadie volteaba a siquiera verlo.

La punzada en el vientre le vino de golpe y tuvo que cubrirse hasta la cabeza con las sábanas, como si estas fueran a protegerlo de todos los males del mundo, o tal vez siquiera del acoso del instituto. En su cama, ahora como estaba, otra vez se veía embargado por la duda de por qué nadie jamás le hablaba o por qué nunca lo invitaban a participar en sus grupos de trabajo. Si era todo un “nerd”, ¿por qué no tener al más inteligente de su parte? Entendía que lo molestaran, pero no por qué llegar al grado de fingir que no existía. Eso llegaba a un nivel de maldad que no comprendía en su interior.

Todos actuaban tan bien en su papel de odiarlo que el malestar que le provocaba el recuerdo arremetían contra su pobre alma herida hasta lo más profundo, teniendo como resultado las lágrimas tediosas que ahora humedecían sus puros inocentes ojos negros. Quería llorar, moría por llorar y levantarse como muchas otras noches para buscar un espejo y tocar su reflejo, para recordarse a sí mismo que él existía, que tenía un rostro y un cuerpo.

Que era visible. Que era humano.

Quería levantarse de la cama y ver su rostro lloroso para que él mismo se convenciera que “Lee Taemin” tenía una cara para mostrar y emociones desbordantes, muchas de ellas llenas de dolor que justificaban esas gotas saladas que ahora limpiaba con frenesí, ¿por qué además de ser patético era débil? Su dolor le hacía llorar pero él sabía que no debía hacerlo. Los hombres no lloraban, y él era uno.

 

El joven se acurrucó contra la almohada y respiró como si el aire se le fuera a acabar en cualquier momento, calmando el ataque de ansiedad que de repente estaba surtiendo efecto en su anatomía, ¿cómo es que podía ser tan bipolar? Si es que momentos antes se regocijaba por el hecho que Minho le hablara como si fuera alguien a su altura, ¿por qué tenía que recordar con tanta facilidad la realidad en la que vivía?

 

Algo le susurraba en el oído que las cosas no estaban bien, que la razón “humana” de Choi por ser cercano a él era tan falsa como un billete de tres dólares pero su obstinación era más grande y su deseo por ser aceptado podía cegarlo al punto de olvidarse lo que significaba la desconfianza, de olvidarse de lo que alguna vez fue víctima por culpa de Minho. Además, en su ensimismamiento, creía con fe ciega que no había nada que temer, después de todo, sabía todo lo que ocurría en el instituto, ¿cómo no se iba a enterar si había algún fin malvado detrás?

 

Lentamente la desconfianza e inseguridad se fueron diluyendo para darle paso a una extraña sensación de calma y alivio. Se sentía feliz de tan sólo recordar al pelinegro, se sentía tranquilo que ahora tuviera a quién contarle sobre sus malos ratos o sobre si había descubierto algo divertido en el internet.

 

Taemin sonrió pensando en lo bueno que era que alguien estuviera ahí para ti y cerró sus ojos para que la imagen del otro se posicionara como rey dominante por sobre lo demás en su mente. El sueño lo fue abrazando y él se relajó, recordando como un disco rayado los momentos que hasta ahora había compartido con el otro.

 

Una noche más en la que Lee tendría a Choi en sus sueños.

 

----

 

El ruido del comedor escolar a su alrededor hubiera bastado para tenerlo atento o siquiera distraído pero no podía prestarle atención cuando sus pensamientos estaban rondando alrededor de su plan maestro. Dándole detalles y recreando situaciones mentales para saber qué hacer o qué no hacer en cada posible escenario, puliendo al máximo cada mínima acción.

 

Minho tenía planeado detalle a detalle cada cosa por hacer en aquella semana, el consejo de Taesun de ir a ayudar a su hermano ya hace dos días atrás le había abierto la puerta a la confianza del menor y ahora lo estaba aprovechando al máximo. Si bien no había pasado casi nada de tiempo, las reglas de juego se habían interpuesto tácitamente y todo marchaba perfectamente. Taemin era la abeja que caía rendida a la miel de la reina –o rey, en este caso–, tan iluso y tonto que estaba empezando a sospechar, que las dos semanas eran un tiempo exagerado y que en una podría cumplir con su reto. Pero Minho no quería arriesgarse, por más que la idea de tener a Hyunah bajo su cuerpo fuera demasiado tentadora como para abstenerse, pero era consciente que un movimiento en falso y su plan se iba al demonio.

 

Taemin era tonto, iluso y torpe, pero no idiota. No del todo en cualquier caso, y aunque ahora tuviera en ventaja su confianza, no sabía qué tan sólida era esta.

 

El castaño no le hablaba en público, tampoco lo buscaba o siquiera lo miraba cuando se cruzaban en el baño sin algún espectador presente pero al salir de clases, el pelinegro sabía que si caminaba lo suficiente, encontraría al menor sentado en aquella banca donde hablaron por primera vez, con ese rostro lleno de emoción como si hubiera esperado todo el día para verlo y contarle alguna sandez nueva que había descubierto o para maldecir a quien le hubiera golpeado esa vez.

 

Minho se preguntaba seriamente si es que el otro no sufriría algún tipo de problema mental. No podía ser normal su comportamiento cambiante, más aún, nadie se juntaba con él y tal vez ese era el motivo, ¿verdad? Era tan raro, tan extraño que en dos días no había podido leer el tipo de persona que era.

 

No, mentía, sí había podido leerlo.

 

Era alguien que se mostraba fuerte, pero no era más que un niño.

 

O hasta ahí, era su resumen de dos días tratándolo a escondidas sin mayores contratiempos y tenía la seguridad de que todo iba viento en popa, no lo dudaba, el procedimiento de acercamiento al pelicastaño no difería mucho de cómo se debía acercar a una mujer.

El primer paso era fingir que te interesaba lo que tenía para decir. Tenías que sentarte a escuchar cada una de las palabras que saliera de sus labios y dar opiniones, responder y dar consejos, aunque bien bastaba una sonrisa y un asentimiento con la cabeza, agregando un “¿y qué más?” o un “¿de verdad?” de rato en rato bastaba para que la conversación siga fluyendo. En su experiencia, con aquel método podías encamarte con varias mujeres sin llegar en realidad a una cita real y sin decir mucho sobre uno mismo. A veces, tan sólo bastaba con que supieran tu nombre y que fueras un buen actor con respecto a brindarles atención.

 

No, Choi no entendía por qué a las mujeres les gustaba la atención.

 

Pero Taemin era distinto y lo sabía, por eso, siendo ese el tercer día en el que se encontrarían después de clases para hablar, había decidido que era tiempo de llevarlo a otros lugares, no como una cita, sino como una experiencia única que antes no hubiera tenido oportunidad de experimentar por no tener amigos.

 

-Choi a planeta tierra, ¿hola? – Jonghyun movió la diestra por delante de sus ojos concentrados en la comida, haciéndolo sobresaltar - ¿Se puede saber qué te pasa?

 

-Déjalo Jonghi, seguro está pensando en mi hermanito – la voz de Taesun fue fría, a un punto que la atención del par se posó en un segundo sobre él - ¿Qué? Oh vamos, es sólo una broma – se encogió de hombros y tomó de la pequeña caja de leche que tenía sobre su bandeja – Pero debes admitir hyung, que desde que te fuiste tras él tu cabeza está más llena de aire que de costumbre

 

-Deja de llamarme “Jonghi” – carraspeó el otro, controlándose de no darle un golpe - ¿Puedo preguntar de nuevo, por qué lo odias?

 

-No lo odio – el mayor de los Lee frunció el ceño - ¿Qué les hace pensar eso?

 

-Taesun – Minho miró a Jonghyun que se encogía de hombros y luego al otro, riéndose entre dientes – Nadie que quiera a su hermano, me diría que me lo folle para después dejarlo

 

-Si bueno, no has conocido a muchos hermanos, ¿o sí, Choi?

 

-Aun así, tu comportamiento a momentos es irracional, ¿tus padres no te regañan cuando te ven tratarlo mal o algo? ¿Taemin no se queja?

 

-Eh, cuidado Minho, que al parecer tu mejor amigo está enamorado del nerd de mi hermano – sonrió ante la mueca de asco de Jonghyun – Sinceramente, me trae sin cuidado lo que le pase y en mi casa, las cosas son muy claras: Taemin y yo, no nos hablamos, es algo que todos ya han aceptado, ¿de cuándo acá mi vida familiar es tema de conversación?

 

-No, sinceramente nunca lo pensé. Cada que hemos ido a tu casa, tus padres se comportan amables con nosotros – Minho cogió el pan que hace mucho ya estaba esperando en su bandeja, dándole una mordida y mirando de reojo al rincón más alejado donde estaba Taemin – No se me cruzaba por la cabeza que ellos te dejaban tratar mal a…

 

-Ya, vale, me da lo mismo… Los veo en clase

 

Kim y Choi se quedaron con la cara contrariada, ninguno de los dos entendiendo bien qué acababa de pasar pero tampoco dándole mayor importancia. Entre el grupo de populares, Taesun era de los rangos más bajos mientras ellos se encontraban en la cima. A veces, en momentos como ese donde Lee se comportaba como un completo imbécil, el otro par se miraba un rato y confirmaban en silencio que seguían siendo los mejores amigos y que después de todo, el agregado no tenía por qué afectarles.

 

-Jjong – llamó Choi mientras seguía comiendo, eligiendo bien sus palabras antes de preguntar - ¿Te interesa Taemin?

 

-Hyung, tu cerebro se está pudriendo tanto como el de Taesun – cortó el otro con una sonrisa divertida – No me interesa para nada pero nunca he entendido el odio entre esos hermanos, y eso siempre lo has sabido. Vamos, ¡no es natural que alguien odie así a su propia sangre! Ni siquiera Siwon te odió o te quiso hacer algo cuando su enamorada lo dejó por tu culpa

 

-¡No fue mi culpa! – aclaró a toda velocidad, atorándose en el proceso y sonrojándose con torpeza – Pero va, te entiendo – hizo una mueca y miró al otro por un momento - ¿Crees que Taesun oculta algo?

 

-No lo sé y no me puede importar menos, pero si tienes la oportunidad de sonsacárselo a Taemin, yo no lo dudaría – sonrió con satisfacción – Un chisme siempre es un buen chisme

 

-¿Qué? ¿Acaso yo soy el único que es un hombre normal acá? Taesun y tú se comportan tanto como unas mujeres locas desquiciadas que…

 

-Señor varonil – ignoró sin problemas a su amigo, tomando la bandeja para dejarla a un lado y así poder apoyar los codos sobre la mesa. La expresión de Jjong se tornó seria de pronto y Choi supo que las bromas ya habían terminado - ¿Qué vas a hacer para convencerlo? No me opongo a lo que quieras hacer, si fuera tú haría lo mismo con tal de tener a Hyunah a mis pies, pero ¿lo has pensado? Taemin no tiene amigos, confía en ti

 

-No pienso echarme para atrás – confirmó con incomodidad, entendiendo el comportamiento de su mejor amigo que si bien a veces era de un idiota con todas sus letras, no cambiaba ni un poco su buen corazón. Por algo es que le podía confiar hasta su vida – Hoy lo llevaré a los videojuegos o a alguna tontería así, quiero que me tome más en serio

 

-Minho – Jonghyun suspiró, mirando también de reojo a donde Lee estaba sentado con la cabeza gacha, escuchando las burlas a su alrededor – Recuerda que él también puede llegar a sentir

 

-Como tú mismo dijiste, no me puede importar menos

 

----

 

El viento sopló contra su delgado cuerpo, provocando que la pequeña falda que traía puesta se elevara varios centímetros por encima, dejando entrever la supuesta ropa interior que traía debajo. Hyunah no era de mostrarse como una chica fácil, pero cuando algo le gustaba lo tomaba sin pedir permiso. Así había pasado con cada uno de los novios que había tenido, siempre había sido ella la que se había acercado y siempre la que había terminado la relación. Por eso, cuando Minho fue el que se acercó a buscarla con esa aura de autosuficiencia, algo en ella se activó y el rechazo fue inmediato. No es que no fuera atractivo o no pudiera tratarla como sabía que lo merecía, pero el chico se veía tan ansioso de tenerla y tan decidido que le causaba molestia.

 

Quería bajarle siquiera un poquito los humos, por muy poco que fuera. Algo era mejor que nada.

 

Con su mirada intranquila, giró hacia la derecha y a la izquierda, para observar a su alrededor ahí detrás del edificio principal, justo en la parte más alejada del campus, expectante por la llegada de alguien. Estaba tratando de sacar a flote algún tipo de movimiento que su presa hubiera realizado en sus recuerdos de esos días, pero Choi se veía tan distante de Taemin como siempre, ¿es que acaso se había arrepentido? Un “imposible”, salió de sus propios labios e infló sus mejillas como si fuera una niña pequeña haciendo un berrinche, incapaz de poder darle nombre a la sensación extraña que ahora le recorría de pies a cabeza.

 

¿Impotencia? ¿Rencor?

 

El viento volvió a soplar y esta vez suspiró, recostando la espalda contra la pared.

 

-¿Esperaste por mucho tiempo? – la voz del joven que apareció de la nada la asustó, haciendo sonreír al recién llegado – Pensé que te alegrarías de verme

 

-Cállate, Taesun – susurró Hyuna, caminando hasta el otro que tenía un pequeño sobre en la mano, sus ojos brillando apenas lo vieron - ¿Lo tienes?

 

-Claro que sí, siempre lo tengo – el otro tuvo un gesto de asco, pero le tendió el paquete y se recostó contra la pared ahora él, mirando hacia el campo de fútbol con un gesto sombrío – No sé qué le ves

 

-¿Tú no? – sonrió con sarcasmo – Tu hermano… es un desperdicio, no puedo creer que me rechazara – la joven abrió el empaque con cuidado, sacando un pequeño grupo de fotos donde Taemin estaba realizando todo tipo de actividades: desde lavar la loza hasta su tarea. Cada una tomada dentro de la residencia Lee – Un completo idiota… ¡Ah! ¡Conseguiste una de él llorando! – la risa coqueta de la chica voló con el viento, girando en su sitio con una emoción indescriptible – ¡Oppa, gracias! Se ve tan lindo en estas… ¿Cómo es que nadie se da cuenta? – se mordió el labio inferior y luego desvió la mirada – Bueno, eso en parte me conviene

 

-Hyunah – el otro perdió los estribos en un abrir y cerrar de ojos, arrancando de las manos con manicure de la chica las fotos, tentándose de romperlas por la mitad pero en cambio la empujó suavemente, arrinconándola contra el muro de la escuela - ¿Qué acaso yo no soy mejor que él? Vamos, todo el mundo lo dice, yo estoy mejor que el idiota de Taemin

 

Tal como apareció el aire juvenil y tierno de la joven, se fue. Su rostro emocionado y aniñado de recibir un tesoro como aquel, no tardó en transformarse en el de alguien fría, digna de portar la corona de la reina del instituto. Nadie le podía hablar así, ni mucho menos, propasarse cuando ella no había dado el permiso.

 

Ugh, Taesun había cometido un error.

 

Sus ojos verdes –de lentillas– enfocaron al mayor con un brillo perverso, desconcentrándolo del momento para lograr que aflojara su agarre. Esperó unos segundos y deslizó la mano izquierda a su rostro, acariciando con suma delicadeza su mejilla mientras que con la otra, tomaba las fotos y tiraba de ellas hasta lograr que la soltase. Cuando el otro liberó su “tesoro”, Hyunah presionó las uñas contra su nívea piel y sonrió de lado.

 

-Por favor Taesun, no hagas que te arruine ese tan “bonito rostro” que dice tener, ¿si? – miró al otro que retrocedía y ella ya con el espacio suficiente, se acomodó el uniforme – No eres nadie como para imponerte a mí, deberías de saberlo

 

-Oh vale, ¿no soy nada? Tu obsesión por mi hermano es patética – apretó los puños y se contuvo de no golpear la pared. La herida que eso le produciría, sería difícil de explicar - ¿Por qué a Choi si lo dejas, eh?

 

-No le dejo nada – contestó con brusquedad, volteando tan rápido que su cabello ondeó como una hermosa sábana de seda negra – Él es sólo un peldaño más en esto

 

-Si mal no tengo entendido – continuó, sujetando a la joven de la muñeca para que no marchara - ¿No has acordado con él que si llegaba a enamorar a Taemin, saldrías con él?

 

-Sí, pero no dije cuanto tiempo – tiró de su brazo y se liberó de la sujeción, volteando a ver a Taesun a los ojos – Supongo que no le has dicho nada, ¿no?

 

-No mi lady, no le he dicho nada – su sarcasmo fue palpable pero la joven lo dejó pasar - ¿Minho te ha dicho algo a ti?

 

-La verdad no, tampoco me interesa… Sólo no puedo esperar a que le rompa el corazón, cuando eso pase, Taeminnie necesitará un hombro donde llorar y ahí estaré yo para recibirlo

 

Taesun fue testigo con asco, del gesto cursi que la muchacha hacía, abrazando al aire como si fuera su hermano y dando vueltas como si estuvieran conectados como dos almas gemelas. La escuchó reír una vez más antes de que se fuera, admirando las fotos con emoción.

 

Dolía ver como su amor platónico desde la escuela media moría por alguien que no era él, pero al igual que Hyunah, él también ya había tomado cartas en el asunto para poder tener su oportunidad con ella.

 

----

 

Taemin estaba nervioso, por algún motivo desconocido, su vientre le estaba apretando y no podía mantenerse quieto en su lugar. La gente que pasaba a su lado por el parque lo veía con extrañeza y, ¿cómo no? Si el menor se levantaba y sentaba en su sitio unas diez veces por minuto, atento a cualquier joven que se pareciera a su “amigo”.

 

“Amigo.”

 

La palabra le supo a chocolate derretido y sonrió muy amplio, sentándose una vez más en la banca para mirar hacia el cielo. Recién eran las 3 de la tarde y el atardecer apenas se estaba haciendo presente con un color ligeramente rojizo entre las nubes, dándole calma a su tan emocionado ser. El día de ayer, cuando con Minho se hubieron quedado hablando hasta las tantas de la madrugada, el mayor le había prometido llevarlo a un lugar sorpresa para que se divirtiera y sin darse cuenta hasta ese momento, al parecer, lo había estado esperando con ansias.

 

Nunca había salido con alguien fuera de clases a hacer lo que los jóvenes normales hacían, ¿cómo debía actuar? El sentarse en esa banca a fumar un cigarrillo no era tan malo y aunque al inicio se atoraba, en dos días ya podía incluso hacer aros al aire. Sí, estaba matando sus pulmones pero la compañía valía la pena. Pero esa forma de ser era tan simple y básica, era sencillo hacerse al cool pero ahora tendría que hablar y moverse… ¿Qué pasaba si caminaba como un nerd? ¿La gente a su alrededor miraría mal a Minho por juntarse con alguien como él?

Un temblor le bajó por la espina dorsal y apretó las manos, estirándolas al segundo para tomarse las gafas y quitárselas, mirando al frente para sólo encontrarse con manchas de paisaje.

 

-¿Por qué nunca te quitas esas cosas? Podrían ayudarte a ser menos odiado

 

-Yo no tengo por qué agradarle a todo el mundo – dijo tranquilo, colocándose los lentes otra vez, sólo que ahora para verlo a él - ¿Qué tal?

 

-Bien, ¿qué, no me vas a preguntar por qué me he demorado? ¿Qué tal si te dejaba plantado?

 

-No y no sé, nunca he pensado de más en esas cosas…

 

El pelinegro observó al detalle al más joven pero se encogió de hombros, no dándole real importancia al asunto.

 

-Vale, entonces, ¿vamos? – Taemin asintió pero no se movió un centímetro - ¿Quieres una invitación por escrito?

 

-¿Qué te pasa? – el menor se levantó con pocas ganas, caminando hasta el lado del más alto - ¿Por qué la agresividad?

 

-No es mi culpa que seas una tortuga con reuma – le dio una palmada fuerte en la espalda y lo obligó a caminar unos pasos hasta la acera. Miró de reojo a Taemin y sonrió de lado al ver cómo su boca se abría hasta formar una “o” con sus labios - ¿Nunca habías subido una BMW X6? – le abrió la puerta de atrás, riéndose con suficiencia

 

-No todos somos unos millonarios engreídos, Choi

 

-Pues, lástima para esos pobres mortales, Lee

 

Los cómodos asientos de cuero le dejaron en silencio, mientras el “gran Choi Minho” tomaba su lugar a su lado. Era incómodo, sí, y más cuando el chofer volteaba de vez en cuando a mirarlo. ¿Era tan raro que alguien como él se juntara con alguien como su jefe? El malestar empezó a acentuarse cuando de pronto fue consciente que había subido a un carro con un casi desconocido. De lo que estaba mirando por la ventana giró bruscamente hacia el alto, causándose un dolor extraño en el cuello pero lo ignoró, mirándolo fijamente.

 

-¿A dónde me llevas?

 

-Tranquilo Lee, no pienso secuestrarte… Aunque tu familia no es pobre, ¿pagarían por ti? Creo que mejor negocio sería Taesun

 

-Choi… - el menor se frotó el cuello al sentir el dolor un poco más punzante – Yo no soy mi hermano, si te diviertes más saliendo con él, ¿por qué insistes en hablar conmigo?

 

-No he insistido

 

El pelinegro no dijo nada más, sabía que si decía algo podía arruinarlo todo gracias a una de sus más grandes características: No sabía cuándo callarse la boca. Prefirió irse a lo seguro y se giró hacia el otro que lo miraba con un gesto de desagrado, acariciando con suavidad ahí donde el músculo del cuello del menor se había agarrotado por el mal movimiento.

 

-Ten cuidado, te puede dar tortícolis si no tienes cuidado.

 

-Vaya, es una sorpresa que Choi sepa qué significa “tortícolis” – Taemin le sonrió y supo que al menor, ya se le había pasado el mal humor.

 

El recorrido restante, se la pasaron en silencio, el menor no dijo ya nada más y sólo se relajó bajo la caricia que el alto le proporcionaba, haciéndole sentirse más a gusto y olvidándose del dolor que había tenido. Poco a poco, según pasaban las calles, el paisaje se le iba haciendo conocido hasta que sus ojos brillaron en realización.

 

Era imposible, pero así era.

 

¿Sería muy afeminado saltar de emoción?

 

Se contuvo como pudo pero miró con ilusión a las puertas de la estación de teleféricos cuando el carro se fue acercando más y más hasta estacionarse al frente de la entrada. Taemin contuvo el aliento y al bajar de la camioneta, miró hacia arriba del cerro donde se alzaba imperiosa la antena de comunicaciones de Seúl. Era la primera vez que venía con alguien que no fuera su familia, y de ello también, ya muchos años atrás, ¿habría cambiado en algo? Con una sonrisa amplia que acentuaba la inocencia de su ser, caminó como dando pequeños saltos a la puerta, adelantándose a Minho que le daba indicaciones a su chofer.

 

El comportamiento del menor lo tomó de sorpresa, se había esperado una buena reacción pero ello se llevaba con creces el premio al idiota del año. Taemin se veía adorable, no lo negaba, ¿pero cómo el cerebrito no podía unir cabos? Era imposible que alguien como él invitara a un simple amigo a un lugar como ese. No sólo por la distancia que había del centro hasta ahí, o la gasolina que le costaba a su pobre bolsillo. Sino porque el costo del teleférico más la comida que le invitaría arriba, sumando tal vez alguna tontería que el otro quisiera, el resultado obvio era que tenía otras intenciones.

 

Otras intenciones en tres días.

 

Si, tal vez había metido la pata pero Taemin se veía tan inmerso en su propia emoción que Choi no tenía duda que no se percataría de nada, sino que simplemente se dejaría llevar y cuando más hundido esté, mejor para él.

 

Cuando Minho se acercó a él por detrás con los tickets ya adquiridos, el castaño lo miró con desconcierto, como habiendo esperado él pagar también su parte pero como el otro sonreía y no quería arruinar su buen humor, mantuvo silencio y lo siguió por detrás hasta la fila que dirigía al andén de salida del teleférico.

 

-¿Vienes seguido acá, Choi? – preguntó curioso, subiendo al cubículo extraño que pendía de esos cables tan gruesos. Por un segundo, temió por su vida.

 

-Claro que no – subió detrás del menor y con disimulo le pagó al hombre que manejaba el carrito, no dejando subir a nadie más después de ellos – Está lejos de mi casa y de todo lo que me interesa, salvo algunas excepciones, prefiero la ciudad

 

-No me sorprende que al niño rico le guste más ir de compras – Taemin rió muy despacio y se acercó al vidrio, mirando hacia la ciudad que se abría paso como un manto de edificios a sus pies - ¿Qué te gusta hacer?

 

-Comprar, Lee, comprar – contestó con desdén, moviendo la mano de lado a lado

 

-Lo pregunto en serio Minho… ¿Qué te gusta hacer? – miró al mayor y luego a la ventana – De todas las personas que se juntan contigo, tengo la certeza de que sólo es Jonghyun hyung el que te conoce mejor. O sea, el que conoce a tu verdadero yo

 

-¿Crees que hay otra persona además de mí?

 

-No creo que seas un pedante engreído enfermizo las 24 horas del día – declaró, mirándolo con cierto miedo de que se ofendiera, pero el rostro del otro no cambió así que siguió hablando – Eres más que eso, sólo que tu popularidad te hace creer lo contrario

 

Minho mantuvo silencio un buen rato, segundos eternos en los que Lee se abstuvo de girar a verlo porque le daba miedo de recibir un golpe en la cara. Pero a cambio, sólo escuchó una risa leve, que casi triste.

 

-A las personas no les interesa ver más allá de lo que ven desde fuera, tú eres la prueba clara de ello. Ahora, si me permites Lee, ¿podrías callarte? Mi vida social no te involucra ni mucho menos, mis hobbies

 

Taemin palideció y la sonrisa que en algún momento adornó su rostro, se borró permanentemente.

 

Choi Minho, la había jodido toda.

Notas finales:

P.D.: En verdad lo siento ;3; y gracias por leer asdasd


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