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Unseen por Satommy

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Notas del capitulo:

Me demoré la vida... Lo sé XD lo peor es que no fue escribiendo,
sino porque no me venían las ideas a la cabeza y porque me tuve que
ocupar de otras cosas muy out que nada tienen que ver[?]

Como les dije, he hecho una adaptación de un fic que tengo:

Snowy Rainbow

Por mientras yo me demoro con este fic :c pásense y denle amor~~
Aasdasd para quienes aún leen este fic raro[?] Por fin ya todo va
tomando el rumbo que quería :'DD Así que espero no demorar más.

Espero les guste uwu Comentarios, reviews, críticas~ todo es bienvenidod84;

“Tu mejor amigo no sólo te da el hombro para llorar,

sino también la espalda para hacerte recapacitar.”

 

Jjong cerró los ojos, el timbre de salida acababa de sonar pero él yacía en la puerta de entrada, recostado contra el muro junto a la reja, esperando a que el culpable de su ensimismamiento se dignase a aparecer. Aún el labio reventado le estaba pulsando por el golpe que Minho le había proporcionado en la mañana, pero ya no tenía la rabia burbujeante en su estómago, sólo tenía la desazón llenándole cada una de sus arterias, haciéndolo sentirse débil y desprotegido.

 

Eran las siete de la mañana y él ya estaba con su equipo deportivo, al igual que Choi que lo acompañaba al campo de fútbol. No era algo muy conocido por sus demás compañeros pero cada inicio de semana ambos se juntaban temprano para un pequeño partido en el cual era normal la apuesta de algo tonto. Un helado o un video porno. Salvo pocas excepciones, habían realizado aquella tradición por algo de tres años; un tiempo de caridad que utilizaban para compartir secretos y para poder expresarse sin la incomodidad de un silencio o un tiempo de espera. El hablar mientras se pasaban la pelota o se la quitaban, era su mejor método de expresarse pero aquel día algo estaba mal.

 

Lo piensa cuando Minho lo empuja apropósito apenas empiezan a jugar y lo confirma cuando lo ve corriendo con tanto entusiasmo a patearle la pantorrilla.

 

No la pelota, si no a él.

 

No lo quiso confrontar, tal vez era parte de su nueva táctica o había pasado algo nuevo con Hyunah y seguro se estaría desquitando con él, de alguna forma lo quería comprender y justificar, pero en las duchas, cuando ya estaba colocándose el uniforme al saber que la hora de entrada estaba cerca, ninguna palabra había sido intercambiada –nada relevante por lo menos–  y la tensión entre ellos estaba aflorando. Sin qué ni por qué. Y Jonghyun fue el que quiso romper el silencio, el que terminó de abrocharse los botones de la camisa y buscó apoyo contra los casilleros para ver al alto. Era su oportunidad para mantener la calma entre ellos, porque esta era la última semana de plazo y si Taemin no perdonaba al alto, las cosas no podrían resultar bien con la futura novia –fácil– del menor.

 

–¿Hablaste con Taemin? ¿Arreglaron sus problemas?

 

–¿Por qué preguntas? ¿Te ha dicho algo?

 

Minho no se giró a verlo, siguió a lo suyo con su camisa y luego con la corbata.

Su agresividad era palpable, pero se mordió el labio y prosiguió. No era la primera vez que el pelinegro se comportaba de esa forma cuando quería ocultar lo que le fastidiaba. Una mala costumbre adquirida con los años, cuando la creencia del más “apto” –entendido como el más “popular”– le controlaba mentalmente y le hacía guardarse sus comentarios o pensamientos, sólo sacando lo peor de sí mismo.

 

–No, ni siquiera tengo su número de móvil

 

–Pensé que después de ayer, ya lo tenías

 

Quiso golpearlo, su mirada y su sonrisa al decirle ello eran de total desdén, como si se estuviera burlando de algo así. Pero lo que más le molestó, fue el veneno que esas palabras suponían y el resentimiento que ocultaba detrás de ellas. Choi podía aparentar lo que quisiera, pero él lo conocía demasiado bien. Más que bien. Para su muy mala suerte.

 

–No soy yo el que anda detrás de él – frunció los labios, hartándose ya pronto con ese comportamiento – –Hoy estás con humor de perros, Minho, ¿qué demonios te ha pasado? ¿Hyunah te ha dado alguna condición más para abrirse de piernas?

 

–¿Y a ti qué? ¿Ahora a ella también te le vas a acercar? Ya tienes al nerd de Taemin, no jodas

 

–¿Qué? – Jjong sonrió de lado al recordar aquel mismo comportamiento cuando eran niños, cuando a él le habían comprado ese nuevo juguete de moda y a Minho no. Los celos del menor, siempre lo habían divertido - ¿Ahora me vas a prohibir que le hable? No te jodo, pero me lo joderé a él. Y bien rico. Si logro meterlo a mi cama antes que tú, no va a ser mi problema.

 

Había sido una broma. De muy mal gusto pero una broma a fin de cuentas. Sin embargo, la reacción instantánea del pelinegro tomó forma de un golpe directo a su quijada, reventándole el labio y despertando en él una furia que hace mucho había controlado y dominado. No lo pensó y contratacó con un puño en el estómago del alto, empujándolo más allá, haciéndolo golpear contra una de las bancas de los vestuarios.

 

Sacudió la mano con la que lo había golpeado, recordando de pronto los abdominales marcados que poseía su mejor amigo. Una sonrisa y la satisfacción en su rostro se hizo notar. Choi no era de acero y su puño había podido más que esos malditos músculos que tenían embobados a la mitad de los estudiantes de su instituto. Minho se tambaleó unos segundos y se acercó a él otra vez, dándole una fuerte patada en la canilla y haciéndole tropezar con fuerza contra los casilleros.

 

Un golpe que le hizo enfurecer y reincorporarse en santiamén.

 

Se puso en posición para pelear, a la espera del nuevo ataque no dudo en responder más agresivo que momentos antes con otro golpe en el vientre. Era una pelea estúpida, era consciente de eso, pero no se iba a dejar vencer por un idiota que tenía la cabeza llena de aire y ojos que se salían de sus órbitas de manera antinatural.

 

No iba a retroceder y no lo hizo.

 

No cuando salieron al pasillo a seguir golpeándose, no cuando Minho miró hacia atrás y salió corriendo, mucho menos cuando Taemin cayó al piso quejándose de dolor ni cuando las palabras más estúpidas salieron del alto al preguntarle por si le afectaba algo del menor.

 

Pero cuando iba a volver a reaccionar, a estamparle un buen golpe en la nariz hasta rompérsela porque el imbécil de Choi no podía no darse cuenta de sus estúpidos celos, apareció la madre de todas sus pesadillas.

 

Madre porque el tipo era tan gay, que era más femenino que una mujer.

 

Kim Kibum había cambiado de físico, pero su piel seguía siendo tan pálida y su ropa tan extravagante que era imposible confundirlo con alguien más. Y por si en algún segundo tuvo la duda que la persona que aparecía ahí como hada madrina del nerd del instituto, no era quien creía que era, su voz se lo confirmó, porque a Jonghyun, muchas veces lo había llamado “sweetheart”.

 

Porque habían sido novios.

 

Porque ambos habían perdido la virginidad juntos.

 

Y porque Kim Kibum, aún tenía algo de su corazón con él.

 

El sonido de unos zapatos deteniéndose delante de él le hizo recapacitar, volviendo en sí con un par de parpadeos rápidos y tratando de volver al presente antes que el recuerdo de un pasado que creía olvidado, lo terminase por sumergir en sus oscuras aguas. El calzado negro bien lustrado fue lo primero que su vista captó a los segundos que le tomó reaccionar, elevando de a pocos la mirada hasta darse cuenta de pronto que la persona que estaba ahí de pie, había convertido el uniforme formal de la institución en un diseño digno de un desfile de modas.

 

Kibum a veces era, demasiado gay.

 

Ambos se quedaron mirando en silencio. Largos segundos que a Jonghyun se le hacían interminables y que sólo lo asfixiaban al momento de querer decirle algo. No sabía por dónde empezar, si por preguntar por las mentiras que le había contado o por el motivo de haber ido a matricularse ahí. Si bien lo recordaba, él le había contado a Key dónde se supone que estudiaba en uno de sus emails antes de perder contacto y estaba seguro que el menor tenía una memoria envidiable.

 

No era posible que lo hubiese olvidado. No él, no Kibum.

 

El movimiento incómodo de dos personas atrás le llamó la atención, encontrándose con Taemin que se mordía los labios nerviosamente y con el otro tipo que aún no tenía idea de quién era.  Onew, si es que había escuchado bien su nombre en la mañana. Ambos parecían estar esperando algo en especial pero los pasó por alto, volviendo pronto su vista a Kibum, que evaluaba con paciencia si decir o no palabra alguna.

 

Delineó su figura de pies a cabeza una vez más, ignorando el hecho que alguno de los presentes pudiera darse cuenta del significado de aquella observación, y centró la atención en esos carnosos labios que alguna vez hubiera probado, mintiéndose a sí mismo que los observaba por si es que en algún momento daba indicio de modular algo y no porque deseara saber cuánto habían cambiado en ese tiempo, de saber si es que sabían o no distinto.

 

Hyung… No creo que Jonghyun haya tenido la culpa de algo. Ya te lo expliqué, ¿verdad Jinki? Creo que todo se salió de control cuando…

 

El castaño interrumpió el hilar de sus pensamientos, mirando de reojo al alto que estaba cerca de él y luego al rubio que servía de algún tipo de escudo. Un escudo delgado y gracioso que no podría tener una sola oportunidad de pelear con él, con Jonghyun. Al parecer, Lee era demasiado idiota como para pensar con lógica.

 

Taeminnie – el rubio giró a verlo con una pequeña sonrisa – Adelántate con Onew, yo los alcanzo luego

 

Jjong no comprendió bien la mirada que compartieron los dos mayores, ignorando las palabras suaves de Taemin que reclamaba por quedarse un poco más de tiempo, sólo supo que los celos empezaban a carcomerle. De una manera salvaje, que tuvo que controlar apretando los puños.

 

Nunca había sabido que Key era cariñoso con otras personas, además de él.

 

¿Con cuántas exactamente era así?

 

----

 

El celular de Minho timbró por una última vez, recibiendo un mensaje que le terminó por alegrar el día y sólo se dejó caer sobre la mesa de la biblioteca, sonriendo como un niño pequeño que acababa de recibir un dulce. Su dulce favorito, debía decir. Hace pocos minutos que el timbre de salida había anunciado el fin del ciclo escolar y él no había intentado una sola vez escapar de detención por dos motivos: aún no le apetecía hacer frente a todos los ojos que lo mirarían interrogantes por haber golpeado a su mejor amigo sin razón aparente y porque, se había entretenido excusándose con Hyunah por su comportamiento ilógico durante todo el día. Sí, era consciente que el error cometido en el pasillo solo por la estúpida impulsividad de su persona, no tenía justificante que valiera para haber tenido derecho alguno en golpear a Jonghyun, pero como el mayor no había dicho ya alguna cosa y no parecía molesto, prefirió dejar el agua correr y no pedir perdón en caso que eso pudiera despertar un enojo ya superado.

 

Además, no tenía ganas de disculparse.

 

La sola imagen de Taemin sentado en su cama junto a Jonghyun, le producía un fastidio en el vientre que llegaba a pesarle como una roca. El pensar en esas sábanas estúpidas de súper héroes revueltas por algún acto pecaminoso le exasperaba. No, no podía darle un nombre real a la sensación, más que egoísmo puro pues era él quien había cedido parte de su dignidad como “rey” del instituto para hablarle a aquel decrépito nerd. Era él quien le había dado un poco de felicidad a su vida y hasta lo había llevado a pasear –a medias– como para que ahora Jjong quisiera simplemente apoderarse de su apuesta y de su lugar junto a Lee.

 

No era algo que pudiera pasar por alto, por muy mejor amigo suyo que fuese.

 

Era competitivo y era posesivo, cuando sus ojos se posaban en un objetivo no dejaba que nadie se interpusiera en el camino. Y no tenía excepción alguna, nunca lo había permitido y no lo iba a permitir ahora.

 

MinMin

 

La voz cantarina de Hyunah le hizo elevar el rostro, teniendo una marca roja en la frente que hizo reír a la joven y a él le hizo morir de vergüenza al sospechar el porqué de aquella risa. A veces olvidaba que la imagen lo era todo pero no la cuidaba lo suficiente como para poder actuar tranquilo ante el mundo. Pero él era Minho y realmente, nada podía hacerlo quedar mal.

Alejó un poco la silla en la cual estaba sentado y palmeó su pierna derecha, invitando a pelicastaña a tomar asiento ahí, pero ella pasó de la invitación con una agitación de cabello y tomó lugar encima de la mesa, frente a él y entre sus piernas.

El pelinegro pasó saliva un poco incómodo pero la dejó estar, acercándose hasta apoyar las palmas de las manos a cada lado de las caderas de la joven que lo veía divertida.

 

Me dijeron por ahí que peleaste con Jjong – sonrió amplio, inclinándose hacia él – Y que declaraste a “Minnie” como tu propiedad privada.

 

Sí, Choi podía admitir –muy dentro suyo– que el apodo que el rubio extravagante le había dado al irrelevante de Taemin era de alguna forma, “tierno”. Y había tolerado que se lo dijera porque era su mejor amigo –según Taesung, motivo por el cual tampoco le había dado más vueltas al asunto de por qué un ser extraño junto con otro sonriente habían auxiliado al menor–, y porque le quedaba bien. Pero la forma tan melosa y casi diabética en la que lo pronunciaba Hyunah era simplemente, detestable.

 

Nadie debería tener el derecho de llamarlo “Minnie” tan cariñosamente.

 

No sin su permiso, por lo menos. El irrelevante aquel, era de su jurisdicción.

 

Su rostro debió cambiar sin percatarse pues pronto sintió como unos dedos lo empujaban hacia atrás, haciendo que la joven con las piernas juntas, las cruzara con descaro en frente suyo y lo mirara casi con odio. Sus labios con brillo rosa se fruncieron en un puchero de decepción y su ceño tan llano, se marcara por dos pequeños surcos graciosos.

 

¿Qué? ¿Acaso una semana ha bastado para que te encariñaras con el engendro?

 

¿Me lo dices a mí, nena? ¿Quién es la que lo llama de esa forma tan cariñosa, eh?

 

Hm, se me apeteció – cortó con una sonrisa inocente que no convenció a Choi pero que sí logró seducirlo – Entonces, ¿doy por sentado que todo va de mal en peor y que no completarás tu apuesta?

 

Minho se quedó perplejo con el cambio de tema tan radical. Pensó que el regaño por ofenderse a causa de ese maldito apodo, sobre alguien que no debía interesarle, sería más extenso pero al parecer la joven estaba mucho más interesada en la apuesta. Y un demonio, él también lo estaba. Posando las manos cada vez más cerca de su cuerpo, empezando a jugar con la tela de la falda, se acercó. Su mentón encontró un lugar tranquilo en la cima de la rodilla que estaba elevada, admirando a la joven que parecía tan sensual desde su posición. Hyunah era completamente hermosa.

 

Él era el rey y definitivamente, la quería a ella de reina.

 

No tienes por qué dudar, para el fin de semana estará rendido a mis pies.

 

¿Cómo puedes estar tan seguro? – la voz de la joven sonó tan fría que el joven se incomodó, confundido. Ella no siempre mostraba aquel lado, no a él – Con la llegada de sus amiguitos, dudo que ahora Taemin quiera de tu protección. Además, con la humillación que le has hecho hoy en la mañana… ¿En verdad lo crees tan idiota al nerd? Es nerd, Minho~ Es indudablemente, inteligente.

 

¿No confías un poco en mí? Nadie podría resistirse a…

 

Hay personas como yo, a quienes tu físico ni tu palabrería, nos atrae del todo~ – lo calló con una sonrisa socarrona en el rostro, inclinándose hasta el rostro compungido del alto – Vamos Minho, ¿es que ya te rendiste? Hace falta un poquito más de esfuerzo.

 

Terminó de hablar aún con la sonrisita que se fingía inocente y deslizó su cuerpo apenas hacia delante, dejando que sus labios encontrasen los ajenos por una fracción de segundo. Para Hyunah, los hombres eran como los perros, debías amaestrarlos y de vez en cuando, darles premios para que se siguieran comportando a merced de lo que una quería. Choi podía ser el rey de aquel lugar, podía tener sus secuaces y sus seguidores leales pero no tenía algo que Taemin sí tenía.

 

Pureza y un gran corazón.

 

Estaba segura, que si en algún punto alguien osaba romper con aquel purismo y esa maldita integridad, en vez de hacerlo cambiar a una mala persona, haría que Lee se retrajera muchísimo más. Sería ya no el invisible, sino el que a sí mismo se escondía. El que temería más a las personas y el que ya no querría acercarse a nadie más.

 

Sólo así, ella lo tendría para sí sola.

 

Era algo extremo querer que una persona te perteneciera en su totalidad, mas el egoísmo de su alma podía mucho más que la razón. Imaginar al castaño con su timidez increíble, escondiéndose detrás de ella en la calle o confiándole cosas que a nadie más porque nadie en su vida lo hubiera tratado bien, le llenaban de vigor. Lo tendría, como titiritero a su títere. Porque Lee Taemin terminaría tan destruido y tan asustado del mundo que cuando ella le diese su mano para levantarse, se convertirá en el único punto de sustento que tuviese, dando por sentado que el amor que generaría el menor por ella, no tendría alcance ni comparación a ningún otro.

 

La idealización de esa relación, siempre le quitaba el aire de los pulmones.

 

Le hacía desearlo más y más.

 

Al separarse de Minho, observó divertida como éste se relamía los labios con una acción tan lujuriosa que meditó por un momento en mandar al demonio todo lo que tenía planeado y sólo divertirse con el pelinegro. Pero las fotos de Taemin en la intimidad de su hogar le enfocaron de nuevo la perspectiva, alejándose de un salto de aquel que parecía se incorporaría para comérsela enterita.

 

Minho bufó, pero la dejó marchar.

 

Sólo espera, Hyunah, para el lunes de la próxima semana su humillación pública ya será un hecho

 

La joven sólo sacudió la mano como entendimiento y él se quedó ahí sentado, aún, con la cabeza palpitándole por la reciente impotencia que sentía. Quería a Hyunah debajo suyo, de una vez y por todas, pero no iba ni quería forzarla. Era escurridiza y sabía bien cómo manejarse en ese mundo donde todos hablaban mal de todos y cada uno buscaba su beneficio propio. Era como él, sólo que sin pene y mucho más metódica. Con un suspiro que no dudó, le cortó la respiración de lo largo que fue, empezó a maquinar con total rapidez cuál sería su siguiente paso.

 

Ya no tenía opción a seguir yendo lento, ya no podía ser paciente ni actuar caballeroso; ahora sólo podía ir directo al grano y hacer lo que estuviera al alcance de sus manos. ¿Coquetear a Taemin? Ya no más, ahora era tiempo de simplemente romperle los esquemas y ponerlo loco por él. Poner su mundo de cabeza y tenerlo arrodillado a sus pies de una forma que nunca más quisiera elevar la mirada para observarlo.

 

Ni Kibum, ni Jonghyun iban a poder detenerlo.

 

Porque él era Choi Minho y había estado tonteando demasiado tiempo. Ya era hora de ponerse serio.

 

----

 

Taemin miró de reojo por la ventana de aquel vehículo que los estaba trasladando, no hace mucho que habían partido de la escuela dejando a Key atrás y eso le dejaba un enorme hueco en el estómago. Quería pasar tiempo con él, conversar sobre sus aventuras y sus amistades, siempre por algún motivo, las historias del rubio le daban vitalidad a él y le hacían sentirse menos excluido de la sociedad de lo que era. Estaba sumido en sus pensamientos cuando la mano amable del mayor que estaba sentado a su lado le llamó la atención. Una sonrisa amable se presentó ante él, haciéndole devolverle el gesto de la misma forma, olvidando de inmediato la tristeza que ya se estaba deslizando a su alma al recordar lo poco divertida que era su vida social.

 

No has cambiado nada, Minnie. Han pasado muchos años desde que te vi la última vez pero sigues idéntico.

 

-¿Años? Jinki hyung… – su rostro confundido divirtió al otro castaño alto que sólo negó ante su mirada – ¿Nos conocemos de antes?

 

–Eras muy pequeño para recordarlo, o tal vez es porque nunca nos presentaron de alguna forma hasta hoy – sintió la mirada expectante de esos ojos pardos en los suyos y rió animado – Soy, por así decirlo, el guardaespaldas personal de Key. Me entrenaron desde que era un crío y siempre he estado cerca del joven, sabes bien que él no es alguien fácil de tratar y hay quienes le tienen mucho resentimiento.

 

–Kibum hyung sólo gana ese odio por lo mucho que le gusta su trabajo – susurró, coincidiendo con la mentalidad del otro – ¿O sea que siempre lo estás cuidando? ¿Siempre estás con él? ¿Por qué nunca antes te había visto?

 

–Calma, Tae – el otro joven que parecía nunca dejar de sonreír, lo volvió a detener entre sus palabras – Sí, siempre he estado cuidándolo y siempre he estado con él. Si antes no me habías visto es porque el joven prefería tener un perfil bajo… Odiaba llamar la atención cuando estaba con uno de sus pocos amigos cercanos o reales, ¿recuerdas que incluso trató de mentirte sobre su familia? Es sólo, su manera de autoprotección. Odia que lo prejuzguen.

 

–A él, sólo le gusta ser él. Hm… Hyung, ¿puedo preguntar, por de improviso vinieron acá? Hace mucho tiempo que no sabía nada de Key y luego simplemente, aparecen.

 

–Tuvo problemas con una sucursal que abrieron en Inglaterra. No sé los detalles en realidad, sólo sé que llegó el punto al que se desconectó de todo por estrés – notó la mirada preocupada del pelicastaño y le sonrió – No hay nada ya que esté afectando a Kibum, por eso es que se ha podido dar el lujo de venir a cuidarte él personalmente… No eres bueno mintiendo, Taemin, ni siquiera en las cartas.

 

El menor se sonrojó con tanta fuerza que se giró otra vez hacia la ventana, cortando así cualquier tipo de comunicación que pudiera volver a presentarse entre ellos. No es que hubiera querido mentir a su mejor amigo, sólo que le daba vergüenza admitir lo patético que era y lo terrible que era ser él viviendo en aquel mundo. Tampoco quería hacer que pasara exactamente eso, que viniera a verlo a su lado del planeta para que lo cuidara tal cual niño. Él ya era remotamente mayor, no le gustaba sentirse débil ni desprotegido porque simplemente no sabía manejar el acoso escolar.

 

–Por cierto, Key me dijo que te entregase esto. Es un regalo de su parte.

 

Taemin giró sorprendido, olvidando su vergüenza de hace sólo unos segundos para que sus ojos se encontraran de pronto con una pequeña caja azul marino con un lazo blanco. No era grande, tal vez del tamaño de una tarjeta de crédito pero sí era un poco ancha, más de lo que se hubiera esperado para una caja que contenía alguna joya. Además, tampoco pesaba. Con una sonrisa tímida y más tranquila, tomó el presente y le quitó el lazo para poder abrirlo; dentro del pequeño recipiente, se quedó observando en shock lo que siempre se había negado a usar porque… Porque sí. Porque no sentía que eso le fuera a alivianar el martirio de su vida y porque no quería simplemente tener que gastar dinero en eso; porque lloraba tan seguido que de seguro el uso de los lentes de contacto terminarían por dejarlo ciego en vez de ser un beneficio. Él amaba sus lentes, eran algo así como otra parte de su cuerpo y el reemplazarlos por algo tan minúsculo que no le daban algún beneficio, le hacían sentirse entre frustrado y triste. Porque Key siempre pensaría que sí o sí, debía trabajar con su físico.

 

Onew lo observó con total atención, encontrándose sin ninguna dificultad con el semblante serio y alicaído del castaño. Con sus manos, muy despacio, le acarició el cabello para hacerle tranquilizar.

 

–Key dijo que te enojarías apenas lo vieras – rió al notar como el otro hacía de pronto un puchero que lo dejaba en clara evidencia – Quiso que te explicara que sí, efectivamente tu físico es importante y es lo único en lo que jamás te has enfocado. Que ya eres muy bonito por dentro pero que te falta ser bonito por fuera también.

 

Mucha información para sus oídos y su pobre cerebro que tenía suficiente con todo lo que pensaran de él en su instituto. Demasiado cariño y mucho halago recibido de la nada y por nada. No, no había estado preparado para eso y ahora el menor estaba rojo de la vergüenza, rojo a tal punto que hasta las orejas se le habían coloreado de carmín porque nadie le había hablado como si él fuera un ser humano hace demasiado tiempo.

 

No, mentía.

 

Hace poco el dios griego de la escuela le había hablado y le había hecho sentir menos miserable de lo que siempre se sentía. Lo había ayudado, le había dado la mano, había tratado de hacerlo sonreír e incluso le había invitado un cigarrillo. Su primer cigarro, su primer amigo, incluso su primera salida fallida y su primera pelea porque el otro era tal vez demasiado idiota y él demasiado sensible. De repente, la imagen viva de Minho peleando con Jonghyun en el pasillo se le cruzó por la mente, junto con esas estúpidas palabras de posesividad y esa herida que el alto se había hecho en la discusión.

 

Maldito fuera Minho y su estúpido poder de control que tenía ese efecto en él.

 

–Hyung, haga que paren el carro – el menor se removió incómodo, mirando a la cajita que aún tenía en las manos – Si lo hace, le prometo que empezaré a usar las lentillas de ahora mismo en adelante. Sé que Key debe haberle dicho algo como que hiciera cualquier cosa para que me las pusiera… Lo haré, lo prometo, pero pare el auto.

 

El mayor frunció el ceño confundido, eso había sido fácil. Kibum había dicho exactamente eso: que no dejara libre a Taemin hasta que éste usara las lentillas y ahí lo tenía, aceptando el trato con una condición a cambio, algo que a su vez interfería con otra de sus órdenes directas: Llevar al menor al departamento en el cuál se estaban quedando. Mas, sin opción a reclamar o a interponerse en la decisión del más bajo, mandó a detener el auto al chofer que siempre actuaba como algo más de utilería ahí dentro. Onew estaba seguro que el rubio no se enojaría, estaría más que feliz siempre y cuando supiera que el castaño había accedido a usar la utilería.

 

–Gracias…

 

Lee sonrió más amplio que nunca en su vida, quitándose los lentes que siempre tenía puestos y dejándolos a un lado del asiento. Se desinfectó las manos con un jabón líquido que le pasó el otro, oliendo el agradable olor a lavanda antes de poder abrir los frasquitos que contenían aquellas lentillas que estaban destinados a él. Ni siquiera preguntaría cómo Key había conseguido sus medidas, eso era un dato tan irrelevante como él mismo y sabía que esa confidencialidad con su oculista, no era difícil de obtener para su mejor amigo.

 

Con dificultad y maldiciendo por lo bajo, se colocó los objetos ante su visión y sin girarse a ver a Onew, bajó corriendo del vehículo.

 

No quería que lo viera así, no quería que observara algo que él no sentía como sí mismo.

 

----

 

Minho llevaba sentado exactamente unos 45 minutos en aquella banca. Lo sabía, porque había estado revisando la hora en la pantalla de su celular continuamente y porque siempre se fumaba un cigarrillo en alrededor de 15 minutos. Ya iban tres, bien calados y hasta el fondo y no sabía cuánto tiempo más iba a poder soportar esperando.

 

No había un motivo para esperar, lo sabía, pero algo le decía que no se moviera de ahí.

 

Se colocó otro nuevo tubillo de tabaco entre los labios, buscando el encendedor para prenderlo y dar una fuerte calada que prendió la puntita negra en un punto rojo fuego, apagándose otra vez al separarse de la boca del alto que exhalaba el humor con fastidio. Mataría a Lee, por hacerlo sentir como se sentía. Sólo que lo haría después de haber encandilado a Hyunah, pero de que lo haría lo haría. Recién en ese momento donde todos los puntos de su vida estaban en su lugar –por decirlo a medias–, volvía a pensar con enojo en las palabras de Jonghyun y en cómo, podían haber más idiotas por ahí que podían tomarse el descaro querer llevar abajo su plan. Sí, entendía que se estaba encaprichando demasiado, sólo que ya no sabía si era con el castaño o la castaña. Si porque alguien podía acercarse a Taemin o por si Hyunah se podía escapar de sus manos.

 

–Vas a morir pronto

 

Espetó alguien delante suyo y él lo ignoró. Porque estaba lejos, porque su mente prefería enfocarse en el cuerpo del castaño que había golpeado en la mañana y en las piernas de la joven que había tenido a centímetros de sus manos. Pero cuando una mano le quitó el cigarrillo, entornó la mirada furioso para tan sólo encontrarse con un chiquillo.

 

Un muy bonito chiquillo.

 

Con ojos pardos, cabello castaño desordenado y muy menudo.

 

Usaba el uniforme de su instituto pero él estaba seguro que en su vida lo había visto, de ser así, ya lo hubiera hecho suyo. Siquiera una docena de veces.

El desconocido le dio una probada al cigarrillo recién usurpado y le dio una gran aspiración, empezando a toser con torpeza porque no estaba aún acostumbrado al humo y porque no sabía fumar, después de todo.

Minho lo reconoció, porque hace una semana había presenciado la misma visión en la misma persona, sólo que quien estaba delante parecía alguien tan distinto sin esos lentes de fondo de botella y sin su cabello tan ordenado. El castaño estaba despeinado, con su cabello alborotado como si hubiera corrido una maratón. Las gotitas de sudor que resbalaban por su frente, podían confirmar su teoría y su ego se acrecentó cuando daba por sentado que había corrido tan sólo por buscarlo a él.

 

-¿Por qué has cambiado de sabor? El otro mentolado sabía mejor – siguió tosiendo Taemin, bajo la mirada contrariada del pelinegro – ¿Qué?

 

–Te ves bien sin tus lentes, Lee – dijo sin más, sonriendo ladino para observar más atentamente a su presa – Y sin ser tan inmaculadamente nerd como todos los días.

 

El menor bufó ofendido pero decidió ignorarlo, porque Choi era así, un idiota sin cerebro pero que a pesar de todo, le caía bien. Con una inspiración que trató de recobrar el aire para sus pulmones agotados, se acercó al alto, palpando en sus bolsillos hasta que encontró lo que buscaba. Sentía la mirada de Minho en él, pero lo ignoró con simpleza, porque ahí frente a él estaba esa herida que Jonghyun le había hecho y que por alguna razón, la culpa le hacía estragos en el estómago. Minho era demasiado perfecto –para su pesar– y aquella herida ensuciaba todo su perfecto perfil.

 

El pelinegro lo sintió inclinarse, quedándose estático para observar qué rayos era lo que hacía el menor, pero grande fue su sorpresa cuando fue testigo de cómo de pronto, una bendita era colocada en aquella pequeña herida ya cerrada. Una herida hecha por su capricho y su tozudez. Había esperado algo más osado, tal vez alguna palabra que correspondiera a su pseudo declaración improvisada e impulsiva de la mañana, mas tan sólo tenía ahí a un irrelevante queriendo ser amable con su persona. Una persona que lo había empujado y casi golpeado en la cara frente a todo el cuerpo estudiantil.

 

Y una mierda.

 

El perfume del menor se coló por sus fosas nasales, sintiendo como en su interior ardía entre el deseo y la necesidad de una maldita vez marcarlo como suyo para que todo pudiera seguir su curso, para que él ya no tuviera que tolerar a Lee Taemin con ninguna de sus acciones y para que él, siendo quien era, pudiera tener de novia a la mujer más deliciosa del instituto.

Con el brazo izquierdo cogió la pequeñísima cintura del cuerpo ajeno y lo atrajo más hacia sí mismo. Tenía esos ojos pardos mirándolo entre cuestionante e incómodo pero no se inmutó. Sonrió ladino y con la mano libre lo tomó con brusquedad de la corbata, jalando hacia abajo con tanta fuerza que el rostro de Taemin fue de lleno contra el suyo, uniendo sus labios en un toque tan extraño que dejó atontado al menor y que al mayor sólo incentivó.

 

Forzó su lengua entre esos labios nerviosos e inexpertos, besándolo con dureza y posesividad pero sin ser correspondido. Era como besar su mano, nada divertido y sin un sabor peculiar.

 

Minho alejó el cuerpo del menor con fastidio, frunciendo el ceño con obvia decepción. Nadie en su sano juicio y en su perfecta vida le había rechazado. Nadie.

 

–¿Qué te pasa? ¿Jamás has besado a nadie en tu vida?

 

Taemin negó, su cuerpo de pronto estaba empezando a temblar.

 

–¿Entonces qué? Si ya has besado a alguien más antes tú…

 

–Minho… Y-yo no soy gay.

 

El pelinegro no supo qué lo enojó más: si es que Taemin no hubiera negado que su primer beso ya había sido dado o si es que de hecho, acababa de darle el avión sin dudarlo.

Notas finales:

¿Y~~~? ¿Que tal? ¿Les gustó?


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