Los rayos naranjas y dorados del sol se entremezclaban pintando el horizonte, aquella cálida luz conseguía bañar completamente todo el interior de aquella vieja cabaña perdida en la profundidad del bosque, a pesar de que se trataba de un refugio donde tener intimidad las puertas permanecían abiertas de par en par.
El ruido de los arboles que se movían por el viento se mezclaban con los sonoros gemidos de una pareja que secretamente hacia gala de todo su amor. El mayor de ellos permanecía recostado sobre una delgada colchoneta, su piel estaba erizada a causa del frio y la excitación, su cuerpo se estremecía consiguiendo acoplarse al vaivén de su pareja que lo recorría centímetro a centímetro lleno de lujuria. A pesar de que el tiempo había pasado el menor de ellos aun no podía evitar sonrojarse con cada una de las miradas que compartía con su pareja y es que a pesar de todo el vuelco que daba su corazón al toparse con aquellas orbes oscuras seguía siento tan fascinante como cada beso que le daba, tan delicada como cada caricia y tan perverso como cada arrebato de pasión. El rojo en el cielo comenzaba a apagarse dando paso a un cielo estrellado tan maravilloso que difícilmente podría apreciarse en medio del tumulto de Tokio. El calor llenaba cada vez más ambos cuerpos que no dejaban de fusionarse una y otra vez pareciendo incansables.
Habían pasado ya 15 años desde aquel día en que decidieron continuar sus vidas por senderos diferentes pero no muy alejados, a pesar del tiempo aquel amor profundo seguía vivo y lleno de intensidad en el interior de ambos. Muchas habían sido las ocasiones en que después del "Adiós" habían intentado retomar las cosas sin tener mucho éxito, muchos habían sido los fracasos que en diferentes ocasiones los hicieron creer que todo entre ambos estaba completamente perdido. Así como había sido complicado aceptarlo era más difícil para el mas joven sobrellevar la separación, por lo que incontables ocasiones pidió una oportunidad más a su amante dejando de lado su orgullo y obteniendo siempre una negativa, que cada vez parecía menos convincente y más cercana a un "SI".
- ¿Recuerdas nuestro primer beso? - la voz de Ranma estaba pintada por un ligero matiz de nostalgia.
- Claro. Como podría olvidarlo, aquel día yo esperaba un gran combate pero … lo que obtuve solo hizo que quisiera matarte - la respuesta no era la esperada pero sin duda era la adecuada.
- ¿De verdad fue tan terrible?-
- Por supuesto que no. Al contrarío me molesto que me hubiese parecido perfecto - respondió con ese toque de sinceridad y vergüenza.
- Tonto-
Y el intercambio de caricias continúo más ferviente aún.
- Pero … - el chico de la trenza dudo un momento antes de continuar - Antes de eso, hubo otro beso que me inquieto mucho más…-
- ¿He? …- A Ryoga le sorprendía mucho que su pareja tuviera tan presente el que había sido realmente "el primer beso", lo que lo atormentaba aun más sabiendo que la causa de su separación había sido quizá más dolorosa para su amado que para él - No pienses en eso - le pidió besándolo nuevamente.
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El sol comenzó a llenar de luz la pequeña habitación que constituía su pequeña guarida, el primero en levantarse fuer Ryoga quién se encargo de despertar a su querido Ranma cubriéndolo de tiernos besos. Los ojos azules del menor se abrieron cuidadosamente llenando su interior de alegría al encontrarse con la persona que más amaba en todo el mundo a su lado.
- No puedo creer que ya amaneció -
- Créelo. Además ya tenemos que regresar a casa - le recordó tranquilamente.
- No quiero - contesto con un tono bastante infantil - quiero quedarme aquí para siempre -
- ¡No digas tonterías Ranma! Debemos regresar…- repuso con enfado.
Como siempre habían llevado consigo muy pocas cosas por lo que alistarse para partir había sido realmente rápido y sencillo, en menos de media hora ambos se encontraban caminando en dirección a la carretera principal donde tomarían el transporte de vuelta a Tokio. A mitad de camino una fina brisa comenzó a caer humedeciendo sus rostros y sus cuerpos, Ryoga levanto la mirada hacia el cielo e instintivamente tomo la mano del otro chico que iba apenas un paso delante de él, lo jalo y beso instantáneamente sobre los labios, al deshacer el beso ambos comenzaron a reír y de inmediato continuaron con su camino.
Hacia algunos años por azares del destino ambos tuvieron que participar en un gran torneo de artes marciales que tenia como cede un lujoso hotel en china, como se encontraban dentro de los deportistas más prometedores de todo Japón, junto con Kuno Tatehuaki (representante en la rama de Kendo) y su hermana Kodachi (en Gimnasia de combate), una asociación deportiva había absorbido los gastos de transporte, hospedaje y comida. Aprovechando la fortuna ambos habían vuelto a los estanques de Yusenko consiguiendo poner fin a la maldición que los había marcado gran parte de sus vidas. Por lo que al volver a la normalidad uno de los placeres que habían adquirido con el paso del tiempo era el de un dulce beso debajo de la lluvia, que de alguna forma era un recordatorio de como había comenzado todo entre ellos.
Durante el camino de vuelta a casa ambos permanecieron extrañamente en silencio sujetándose fuertemente de las manos y viendo como el camino se quedaba atrás. Al llegar a Tokio caminaron tranquilamente por las calles que se encontraban casi vacías, se detuvieron un instante a la mitad del parque en el que habían tenido su primer cita, con Ranma en el cuerpo de una linda chica y usando un lindo vestido de su entonces prometida Akane. Conforme avanzaban el camino los llevaba a un sin numero de sitios que tenían tatuados recuerdos lindos y dolorosos para ambos, aquello era tal vez una de las cosas que más gustaban a Ryoga, todas las historias que estaban marcadas en cada una de aquellas calles que siempre se encargaban de recordarle lo difíciles que fueron las cosas que permitieron que ambos vivieran felizmente de la forma en que lo hacían.
Ranma caminaba un paso delante de Ryoga, por lo que al detenerse de golpe llamo mucho la atención del chico Hibiki. El más joven observaba con detenimiento una gran placa de madera sobre la entrada principal que decía con Kanjis oscuros "Dojo Tendo", la melancolía rápidamente pinto su rostro, ante esto el mayor se acerco precipitadamente y pego su cuerpo a la espalda girando su rostro y obligándolo a recibir un fugaz beso que ayudo a calmar sus nervios al toparse con aquel lugar. Al separarse ambos se quedaron viendo directamente a los ojos como queriendo hablar pero sin tener el valor suficiente para hacerlo.
Mientras estaban de pie completamente sumergidos en su propio mundo una pequeña niña de cabellos azules oscuros que cubrían prácticamente toda su espalda hasta llegar a sus caderas y que tendría unos 8 años salió corriendo del interior de la casa y corrió directamente a los brazos de Ranma.
- ¡Papá que bueno que llegaste! - Grito con una vocecilla tintineante, este la recibió con los brazos abiertos y la cargo sin ninguna dificultad.
- Satsuki también te extrañe mucho - le dijo mientras depositaba un tierno beso sobre su frente. La niña se bajo de un brinco y lo tomo por la mano mientras prácticamente lo arrastraba al interior de la casa. Ryoga observo aquella escena sin ninguna sorpresa y los siguió muy de cerca - Mamá dijo que seguramente no llegarías para la cena - se quejo.
- Satsuki no digas eso. Ya sabes que si tu papá esta conmigo… yo me encargare de que siempre llegue a tiempo - intervino Ryoga jugando con el cabello de la pequeña.
- Si lo se - respondió sonriendo con gran inocencia.
- No cabe duda que esta pequeña es tu vivo reflejo - comento divertido el mayor.
- Claro ¿Qué esperabas si es mi hija? - repuso un poco avergonzado.
- Solo que… le falta el cabello rojo … jeje -
- ¿Qué dices? !Cállate Ryoga!- el rubor inundo por completo el rostro enfadado de Ranma.
- Lo siento. Era una broma pero… me recuerda mucho a como lucias en ese entonces -
Los tres entraron y al cruzar la puerta Akane los recibió con una amplia sonrisa, besó fugazmente a su marido y le quito de los brazos a su hija.
- Satsuki papá debe venir muy cansado del fin de semana de entrenamiento. Déjalo descansar- reprendió a la pequeña y la bajo al piso - ¿Y como les fue? ¿No habrás sido muy rudo con Ryoga verdad Ranma? - El aludido compartió una mirada de complicidad con el chico a sus espaldas y volvió sus ojos a su esposa.
- Claro que no. Solo lo necesario -
Al entrar al comedor se encontraron con una gran mesa llena de diferentes platillos que lucían realmente deliciosos y con toda la familia sentada alrededor. Shoun y Henma estaban cerca de la puerta que daba al estanque jugando una partida de GO! El Maestro Happosai veía en el televisor un programa de ejercicios con chicas en traje de baño. Nabiki ayudaba a Kasumi a traer dos grandes charolas con más comida a la mesa, mientras que sus respectivos esposos Kuno y el Dr. Tofu brindaban con sake alegremente, a un lado de ellos Ukyo permanecía sentada con un pequeño niño de unos 10 años que lloraba recostado sobre sus rodillas, en cuanto vieron a los dos señores entrar ambos se pusieron de pie, el niño corrió a los brazos de Ryoga y continuo llorando mientras que Ukyo se acerco a él y lo beso con ternura mientras le susurraba al oído.
- Kohaku se callo de nuevo y no quiere parar de llorar "papá" - Ryoga se agacho y abrazo a su pequeño hijo que era completamente su imagen y le susurro al oído.
- Kohaku tienes que ser fuerte… además Satsuki te esta viendo - con estas palabras el pequeño pego un brinco de los brazos de su padre, se seco las lagrimas y corrió hasta donde la pequeña Satsuki estaba observándolo, la tomo de la mano y salieron corriendo al patio muy contentos.
Ver correr a los dos pequeños tomados de las manos inevitablemente los llevo a recordar aquella tarde que Ryoga arrastro a Ranko hacia un lugar tranquilo en el que poder hablar, parecían ser el reflejo que aquella pareja que en el pasado fueron. Instintivamente cruzaron miradas y no pudieron evitar el sonrojarse mientras aquellos recuerdos de su pasado los invadían provocándoles nostalgia, todo aquello los había conducido a aquella vida que llevaban actualmente en la que debían vivir su amor en secreto, de la forma que nunca quisieron pero que sin embargo resulto ser la mejor manera para ambos.
Después de 15 años parecía una completa fantasía que ambos pudieran formar parte de una misma "familia" en la que se sentían realmente felices y dichosos por la vida que llevaban, por las personas que los rodeaban y los llenaban de ese calor fraternal. Pero sobre todo por que a pesar de todo ambos podían estar juntos de la forma más sencilla y funcional posible. Ninguno se arrepentía del rumbo que había tomado su vida pues tenían lo que siempre habían querido y se tenían el uno al otro.
- No entiendo por que practican tanto - comentaba enfadada Akane.
- Déjalos. Nunca van a cambiar ¿Verdad Ryoga?- le reprendía Ukyo con un toque de burla.
- No lo creo. Además la próxima semana iremos de nuevo a entrenar ¿Verdad Ranma?-
- Claro. Y te demostrare quien soy en realidad… Ryoga -
FIN (Ahora si)