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El Viaje para Encontrarte por ZuminoeRiriko

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Notas del capitulo:

Perdooooon!!!!

En serio lo siento~~~~

Quería acortar el capitulo, pero simplemente no pude, bueno... en si no supe donde cortarlo y se quedo como esta ahora....

^^U

Espero no les moleste lo largo que quedo....

TT-TT si no pues ni modo...

¿Qué pensaría el hermano menor?

Dejaron de mirar a su jefe, para posarla en el de ojos color pardo.

El cual tenía la mirada ensombrecida… con una expresión que expresaba muy poco. No sabían interpretar las facciones del menor… hasta que escucharon un susurro…

-Edward Elric…un perro de los militares…- había llamado a su hermano por su nombre completo…

Con ese susurro… todo había quedado aclarado…

El menor también sufría… todos posaron su vista de nuevo en la pantalla y… ahí estaba… Edward… quien no se había movido de su lugar y no dejaba ver su rostro por su flequillo dorado que ocultaba su mirar… sin embargo…

De sus mejillas caían finas lágrimas, que eran acompañadas de un sutil temblor… Ed estaba llorando…

Y no solo él… su hermanito también lo hacía, junto a su amado Cielo…

-Chicos…- decía el castañito- creó que nos están buscando- decía con una bella y tierna sonrisa, limpiándose las lágrimas.

Todos asintieron.

Tsuna dirigió su mirada a Alphonse, quien aún no salía de su shock inicial. Hasta que sintió, como una cálida mano se posaba en su hombro, tomándolo con dulzura y amor.

-…Al-kun… tú hermano te necesita…- decía Nagi de forma tierna, mientras varías lágrimas caían de su bello ojo color índigo…

Y no solo ella, Shamal, Coronello, Hayato, Dino, Lambo, Bianchi, Ryohei e Ipin habían sido traicionados por sus ojos, quienes no pudieron más, derramando así, pequeñas y furtivas gotitas saladas de sus iris preciosos.

Nadie podría culparlos de llorar en nombre del alquimista, pues todo lo que habían escuchado, era sumamente cruel, nadie se merecía eso…

-Si…- dijo el menor asintiendo.

Luego de eso, todos salieron con parsimonia, pensando en todo lo que había dicho el joven alquimista.

Pero… no había nadie que pensara más en eso… que Al…

Caminaron durante cinco minutos, hasta que en una vez que doblaron el pasillo, se encontraron con las personas, que eran las provocantes que un miembro de la familia llorara.

Por un segundo quisieron saltarles encima y golpearlos por lastimar a la pareja de su cielo, sin embargo, no lo hicieron. Puesto que, querían saber, que era lo que les dirían a ellos.

-¿Terminaron de hablar?- preguntaba como si nada el Hitman.

-Así es. Pero ahora nos gustaría hablar con ustedes, ¿si no les molesta?- Respondía Roy con una sonrisa amable.

“Hipócrita” era lo que pasaba por la mente de todos.

-Por mí no hay problema, pero, ¿Dónde está MI NOVIO?- preguntaba el cielo resaltando las dos últimas palabras.

Logrando con eso, ganarse una mirada de completo odio de parte de los tres personajes frente a él.

En ocasiones y cuando se lo proponía, el Cielo también podía ser infierno…

Los guardianes solo dejaron entre ver, una imperceptible sonrisa de satisfacción ante la actitud de su Cielo, no por nada era el jefe de una familia mafiosa.

-Bueno, entonces vayamos a la oficina-kora.

-Sí. Ahí platicaremos de forma más tranquila- acotaba Tsuna.

Y de esa forma, todos se dirigieron a la oficina del mismo.

_ Con Ed _

El alquimista estatal aún no se movía de la silla en la que reposaba.

Estaba recargado en el respaldar de la silla, con las piernas cruzadas, los brazos de igual forma sobre su pecho, su mirada oculta y derramando lagrimas sin parar.

Seguía igual como hace 7 minutos, que era el tiempo en el que sus pesadillas habían ido a romperle sus sueños.

“Si claro… como si no hubieran estado rotos desde el inicio…” pensaba con cierta ironía el joven alquimista. Mientras una sonrisa burlesca dedicada a si mismo se cruzaba por su boca.

/// POV de Ed ///

Mis sueños… ¿he?...

Bueno… por algo son sueños. Los sueños no se pueden lograr… nadie gana nada solo soñado…

Para eso es que uno se traza metas y objetivos…

Pero justo ahora… yo ya no tengo muchas opciones…

Al me odiara… por todo lo que le he ocultado… y también… porque yo mate a Nina…

Tsuna me dejara… ya no podré conocer a mis hijos…

El resto…. El resto me tendrá lo más alejado de Tsuna y mis niños…

No puedo creerlo… o mejor dicho… no quiero creerlo…

Intente huir se mi pasado… y al final, este pudo alcanzarme cuando más le temía…

¿Y ahora que haré?

Sé que les di varias expectativas a esos malditos, de lo que haría cuando Tsuna y Al me dejaran… pero ahora…

Se ven tan lejanas…

Pero… al menos tengo el consuelo… de que todo lo que he hecho, no ha sido en vano.

Si bien, no hay nada que justifique mis actos, al menos los resultados fueron positivos.

Amestris no fue tomada por los homúnculos, ninguna persona inocente murió por la fabricación de la piedra filosofal… bueno… yo mate a unos cuantos para hacer una, pero todos ellos eran presos por delitos graves.

Personas que violan mujeres, pederastas y demás, no son necesarios en el mundo. Muchos de ellos pronto iban a ser liberados, así que básicamente les hice el favor a varias personas.

Aunque… eso aún no justifica nada de lo que he hecho…

No creo que haya algo que pueda hacer que todos mis delitos se alivien un poco…

Todo fue por Al…

Mentira…

Todo lo hice por mí. Por la culpa que no me dejaba conciliar el sueño todas las noches. Por el dolor de saber que mi hermanito sufría por mi culpa. Por miedo a perderlo. Todo lo que hice fue por algo… pero nunca por Al… solo por mi propio bienestar…

No soporto este sentir… mi corazón me quema… es una terrible condena que no puedo evitar…

Pero… ¿Qué importa si hay dolor?

Tanto tiempo viendo solo por mi… es el turno de Al… es su turno de ser feliz.

Y Tsuna… Mi niño… Mi vida… Mi único Amor… perdóname… no… no me perdones… no lo merezco… solo olvídame… pues no soportaría estar grabado en tu corazón de la peor forma posible…

Lo mismo contigo mi hermanito… ambos olvídenme… pues solo hay dos formas en las que una persona se queda grabada en tu corazón permanentemente…

La primera y más pura… es por el amor… uno nunca olvida a quienes ama… y yo nunca los olvidare a ustedes…

La segunda… es por el odio… una persona nunca olvida a quienes desprecio o los despreciaron, a la persona que les hizo daño, les mintió, los utilizo… los humillo de la peor forma…

Sé que no estaré grabado en su corazón con amor…

Pero… tampoco quiero estar en su ser de la forma más cruel y vil…

Por eso… si no es mucho pedir, solo olvídenme…

Yo…

Detuve mis pensamientos…

¿Qué era eso que escuchaba?

Ha si… eran pasos…

Metí mi mano derecha al bolsillo de mi pantalón y saque mi reloj.

Eran las 15 horas, 42 minutos con 17 segundos… ya debieron de terminar de hablar…

Y ahora, solo falta que den el veredicto.

Escucho los pasos más cercas. Son tranquilos y firmes… pero noto la duda en ellos… sé quién es…

La puerta se abre, no levanto la mirada… mis suposiciones son acertadas al escuchar la forma en la que me llama, casi al borde del llanto. Supongo que enterarse de esta manera, también fue un duro golpe.

-Edward Elric…- me llama la Teniente con duda.

Levanto mi rostro y la miro.

Tiene los ojos rojos e hinchados… al final he roto la imagen que ella tenía de mi… al igual que con ellos dos…

-¿Pasa algo Teniente Hawkeye?- le pregunto como si nada.

Pero mis ojos y mejillas con los caminos de aquellas gotitas saladas, me delatan…

Ella me mira… no pronuncia nada y sus ojos tratan de verse duros. Pero por la forma en la que apretó sus puños en cuanto la llame y por como muerde sus labios hasta sangrar…

Sé que está sufriendo…

Pero la duda ahora es… ¿por qué?... tal vez ella ya vio la reacción de mis dos seres amados y me tiene lastima… ella ya sabe lo que me espera… por eso sufre… si… es por eso… a pesar de que la Teniente siempre ha sido un hueso duro de roer… ella es muy amable… porque ella también ha sufrido sin desearlo…

-Sí. El Fürer necesita de tu presencia en la oficina del Décimo Vongola.

Me responde. Su voz suena firma como siempre, pero noto sus palabras ensayadas.

Sin embargo, no digo nada.

Me limito a hacer un asentimiento con la cabeza y levantarme de mi lugar.

Ella se da la vuelta y camina frente a mí, yo aprovecho eso para limpiarme el rostro. Borrando con mi alquimia y de forma silenciosa, todo rastro de mi llanto.

Caminamos durante un buen rato en un ambiente lleno de mutismo… hasta que por fin… luego de unos eternos diez minutos…. Llegamos… Pudimos haber llegado en solo cuatro o cinco, pero la ni la Teniente ni yo, queríamos llegar.

Mire esa puerta de roble la cual pertenecía a un lugar que yo conocía muy bien desde que me uní a la familia de mí… de Tsuna.

Supongo que ya no podré decir que es mío.

La Teniente tomo con duda la perilla de la puerta, y luego me miro con duda, aunque… más que eso… es como si me estuviera preguntando un “¿estás listo?” con la mirada. Como cuando íbamos a unas cuantas misiones que nos encargaba Bradley. Y en las cuales, yo siempre le respondía con un asentimiento que quería decir “Nací listo”.

Pero en esta ocasión no fue así… esta ves a su pregunta de: “¿Estás listo?”, le respondí con un encogimiento de hombros, dándole como respuesta un “Imposible”.

Ella me sonrió, animándome a continuar. Sin duda la Teniente era muy amable. No me sorprende que Winry se enamorara de ella.

Le sonreí yo también… claro… que fue automáticamente. No sé qué demonios quería decir con ello, pero… ahora ya no importaba… todo estaba por desmoronarse.

La Teniente abrió rápidamente la puerta, para que así pudiéramos evitarnos ese lapso en el que hasta nos daba respirar.

Una vez la puerta se abrió de par en par, lo primero que vi, fueron los guardianes de Tsuna. Estos tenían una expresión dura, más no mostré miedo en mis facciones, por más que la realidad fuera lo contrario.

Me vi tentado a buscar a los dos niños que amaba con todo mí ser.

Pero el horror de ver en sus rostros angelicales una mueca de desdén, me impidió hacerlo.

Entre con normalidad en la habitación.

Con los ojos cerrados me dirigí a una esquina, apartado de todos y me recargue en esta.

Sentí que todas las miradas se posaban sobre mí, al igual que escuche una leve risilla.

Maldito Codicia… reconocería su estúpido timbre de voz donde sea, el maldito se estaba burlando de mí.

-Bueno. Les he dicho a todos ellos de lo que hablamos mientras estábamos a solas. “No agregue ni quite nada”. ¿Algo que tengas que agregar Acero?

Me dijo, por la forma en la que dijo “No agregue ni quite nada”, solo me deja saber que no les conto toda la verdad… o bien, le sumaron cosas que no ocurrieron. Pero no importa.

Lo más seguro es que se guardaron la parte en la que dije que todo era por Al. De ser así, entonces no me puedo quejar, ya que no están tan erróneos, aparte que Al se sentiría mal de saber toda la verdad.

De modo que me mantuve inmutable.

-Ed, te están hablando- me decía de forma burlona Ling.

-Elric… ¿No hay nada que quieras decir para justificar todos los actos atroces que has hecho en nombre de tu curiosidad de alquimista?, recuerda que el que calla otorga.

Lo sabía, pensé.

Así que habían dicho que todo lo malo que he hecho, ha sido por mera y absurda curiosidad.

No está mal… suena creíble…

-Hermano… ¿Es cierto que todo lo has hecho por querer saber más de la alquimia?

Por primera vez abrí los ojos y lo busque. Mi lindo hermanito estaba a lado del que era mi amado… ambos lloraban…

Lo siento…

/// POV de Al ///

Mi hermano mayor me mira.

Siento que más lagrimas caen de mis ojos con solo ver esa expresión dura y fría. Que sé por demás…que es fingida…

Aunque él no lo demuestre en su rostro y sus ojos no derraman lágrimas, puedo ver que llora… llora con el alma…

Pasan dos minutos, no creo que responda a mi pregunta.

Pero tengo que saber… tengo que saberlo… sé que todas las estupideces de Mustang son mentira, porque lo escuche de los labios de mi hermano hace menos de una hora…

Pero quiero saber… ¿qué tan dispuesto estas para hacerte daño por mi culpa?

-¿Es cierto que todo fue por curiosidad?, ¿Qué tu ayudaste a Tocker a hacer a Nina y al verte descubierto la mataste?, ¿Qué tu ayudaste a los homúnculos a hacer una piedra para su Padre?, ¿Qué tu ocasionaste lo de Lior?, ¿Qué quisiste abandonarme a mi suerte muchas veces?, ¿Y que cuando pase por la puerta fuiste feliz al librarte de mí?, ¿Y que ahora solo juegas con todos nosotros?

Solté pregunta, tras pregunta.

Todos los amigos de Tsuna me miraron con comprensión y reproche.

Todos sabían la razón por la que le preguntaba todo eso a mi hermano, pero no les agradaba la idea de que lo forzara a contestar preguntas tan crueles. Y más porque todos sabían que él iba a decir…

-Así es.

Fue la afirmativa que me dio con ese rostro que no expresaba nada… hermano… ahora me has mentido 1,025 veces…

Lo miré con dolor, y él solo volteo la mirada.

-¡¿Por qué haces esto?!- no lo soporte.

Tenía qua sacar lo que contenía desde hace una hora.

/// Fin del POV ///

Todos se quedaron viendo a Al.

Unos ya sabían que encerraba ese ¿por qué?, todos excepto unos.

-Está más que claro Alphonse. Tú hermano te lo ha dicho de…- empezaba a decir el alquimista de fuego.

Pero fue hábilmente cortado (literalmente) por un pequeño pilar que roso su mejilla, haciéndolo sangrar.

-¡¡CALLATE!!, ¡Ya estoy harto de mentiras!- gritaba sulfurando el menor.

Los mafiosos solo se hicieron a un lado, concentrándose en una esquina para dejar que el resto, arreglara sus problemas. Además claro, que su Cielo corría peligro si se ponían a pelear.

Ante lo dicho y hecho por el menor, Roy se levantó de su lugar y se paró en medio de la oficina. Y Al, de la misma forma, hizo lo mismo quedándose cara a cara, siendo separados por al menos tres metros el uno del otro.

-Yo no te estoy mintiendo Alphonse. Lo acabas de escuchar de tu hermano- le respondía molesto el azabache. Conteniéndose las ganas de saltarle al menor o carbonizarlo, por haber osado lastimarlo.

-¡Por eso digo que estoy harto de mentiras!, ¡YO LO SE!, ¡En la habitación en la que estaban nosotros podíamos ver y escuchar todo!

Gritaba molesto el menor, mientras lágrimas de rabia caían de sus ojos.

Ling, Cicatriz y Ed se tensaron ante la declaración del menor.

-Vaya… es de mala educación espiar Al-kun…- decía un sonriente Ling.

-Kufufufu, yo diría que mentirle al pequeño con que su hermano es de lo peor, es una cosa más grave- decía una burlona niebla.

-Es cierto que mentimos con algo. Pero eso no quita el hecho de todo lo que Elric ha hecho. Se merece ser tratado de esa manera, al final, los militares valen menos que la basura- respondía ahora Cicatriz.

-¡¡¿COMO PUEDES DECIR ESO?!!, ¡TU DIJISTE QUE AMABAS A ED!, ¡¡¿ENTONCES COMO PUEDES SER TAN CRUEL?!!!- gritaba ahora el pequeño Cielo.

Estaba enojado, ¡no!, ¡Furioso!, ¡Colérico!

¡No podía creerlo!

Esas personas decían amar a SU amado, y lo pisoteaban más que al propio suelo.

No lo iba a permitir, no, no lo iba a permitir.

Encendió sus llamas y estuvo a punto de lanzarse al tipo frente a él pero…

-¡TSUNA NO LO HAGAS LOS BEBES!- escucho el grito aterrado de su pareja.

Volteo a verlo con las llamas aun encendidas y lo que vio lo dejo mudo.

Ahí estaba Ed, con un rostro por demás horrorizado y bañado en lágrimas por el miedo.

¿Y cómo no estarlo?, sabía que al bastardo de Mustang ganas no le faltaban para acabar con el único pedazo de cielo que había probado.

Y encima, no solo a su cielo, se llevaba otros dos firmamentos con él.

Tsuna al notar eso, solo pudo sentirse mal, pues estaba por poner en riesgo la vida de sus hijos, por lo cual, apago sus llamas.

-Lo siento mi amor…- le respondía apenado el menor.

Ed al ver que su amado había dejado su pose de pelea, volvió a respirar y su corazón latió de nuevo, y un tanto acelerado al darse cuenta de la forma en la que Tsuna lo había llamado.

¿Eso quería decir que su niño aún era SU niño?

Eso esperaba y deseaba con todo su corazón, pero al recordar lo que habían pasado hace más o menos un minuto, si pequeño órgano bombeador de sangre, estuvo por un segundo, a punto de desmayarse al ver como el ex –coronel estaba a punto de chasquear los dedos.


Y no solo él, los demás mafiosos también, que aunque aún no conocían la forma de pelea del tipo frente a ellos, habían sentido que su cielo corría peligro. Por lo cual, cada uno de puso más a delante para bloquear cualquier ataque dirigido al menor.

-Vaya, vaya… ¿por qué lo detuviste Acero?, él quería pelear, debiste dejarlo- decía el azabache con una sonrisa de autosuficiencia.

-¡¡ERES UN MALDITO!!, ¡Tsuna esta embarazado!, ¡¿Qué pasaba si lo matabas?!

Gritaba colérico el oji-dorado, transmutando su mano y colocándose enfrente de Al, para hacer una barricada con su cuerpo entre la amenaza y los que amaba.

Cicatriz y Ling al notar que el regreso del joven alquimista iba a ser por la mala, se colocaron detrás Roy. Si bien el bastardo no les caía bien, tenían que hacer lo necesario para llevarse al joven alquimista.

-¿Qué pasaba Acero?, jajaja, pues ya sabes. Simplemente SE MUERE CON TODO Y BEBES- le respondía con una mueca de desdén.

-Antes de que te atrevas a hacer eso yo te mato…- decía el alquimista siseante, mientras su cara se mostraba tétrica y sus ojos denotaban su profunda ira.

-Muy buenas palabras Elric. ¿Qué te parece una apuesta?- decía el Ishbalano.

-Ho vaya… ¿un tipo creyente apostando?- se mofaba el príncipe, logrando con eso, ganarse una mirada de odio puro por el tipo junto a él.

-¿De qué tipo y qué gano?- preguntaba el joven alquimista.

Edward siempre había sido una persona pragmática, por lo cual, estar discutiendo tanto rato por un mismo tema no era algo que le agradara.

Y no solo él, el resto también estaban queriendo llegar a darle un final a toda esa maldita situación.

Todos centraron su vista en el de piel morena, esperando a que se dignara a hablar.

Cosa que les fastidia en sobre manera, pues este solo guardaba silencio, como queriendo que la tensión en el ambiente se perdurara más.

-Habla ya- decía más que molesto el de Xing. Proyectando los pensamientos de los demás, quienes se encontraban más que hastiados de su aire de misterio.

-Lo que haremos será esto. Una pelea.

-¿Una pelea?- repetía un más calmado Al, quien ya había salido de su momento de desahogo.

-Nosotros contra ti Acero y otras dos personas más que elijas- decía mirando a los mafiosos, que solo se mostraban contentos ante esa regla.

Ya estaban saboreando el sentir de los huesos romperse de los bastardos frente a ellos.

-Quien logre derrotarte- proseguía en moreno- de nosotros tres, se queda contigo y si te derrotamos todos, luego nos arreglamos nosotros- terminaba de decir el de ojos rojos.

-Me gusta la idea- decía Roy.

-Estoy de acuerdo- decía también Ling.

-¿Y yo que gano?- preguntaba el alquimista interesado.

-¿Qué es lo que deseas?- le respondía el Ishbalano.

Ed se lo pensó por unos segundos, para luego dictar sus demandas.

-En primera, no pueden atacar física, verbal ni emocionalmente a NADIE de este mundo y en segunda, se irán de aquí y no volverán- decía el alquimista dorado.

-No me parece justo Ed- decía el homúnculo haciendo un pequeño puchero con los labios. Provocando que Ed enarcara una ceja, al no comprender de lo que hablaba.

-Concuerdo. Acero, nos estas pidiendo dos cosas, cuando nosotros solo queremos una, o mejor dicho a ti- decía el alquimista de fuego mostrando su insatisfacción, cruzándose de brazos y tamborileando sus dedos sobre este.

-Tienes razón. Entonces, ¿Qué te parece esto?, ustedes contra mí y nadie más. ¿Te gusta?- respondía con una sonrisa creída.

Los tres tipos frente a él sonrieron satisfechos, pero…

-¡¿DE QUE MIERDA HABLAS ESTUPIDO ALQUIMISTA?!- gritaba molesta la tormenta.

-¡ESTOY CON CABEZA DE PULP, YO PELEARE AL EXTREMO!- gritaba de la misma forma Ryohei.

Y no solo él, también Al, Lambo, Dino y Coronello.

-¡HERMANO NO PUEDES HACER ESTO, YO TAMBIEN LUCHARE!

-¡LAMBO PROTEGERA A OTTO-SAN!

-¡YO TAMBI…N!

-¡Y YO-KORA!

El resto solo guardo silencio, al ver como el alquimista de ojos como el sol, solo ignoraba a sus compañeros.

-Me parece justo- decía Cicatriz con los ojos cerrados.

-A mí también me agrada la idea- decía hora Ling, el cual casi brincaba de la emoción de poder hacer suyo a peli-dorado.

-Entonces la pelea será mañana, te encargamos el lugar Acero, nosotros no conocemos este mundo. Así que de momento, hasta luego. Teniente, vámonos.

-Sí, Señor- le respondía la rubia, a la par que abría la puerta del despacho y salía de la oficina junto a los acompañantes de su superior.

Una vez que las visitas se hubieran ido, Ed solo esperaba de pie en el mismo lugar de hace unos minutos…

Esperando el momento en que…

-¡Imbécil!- le grito Hayato a la par que le soltaba un fuerte golpe, que lo mando a irse de boca contra el suelo.

Ed se levantó con lentitud y los ojos cerrados, aún faltaba que…

-¡El más grande de todos!- decía ahora Al, propinándole una patada en el estómago a su hermano mayor, que lo mando ahora a sentarse en el suelo por el golpe.

Ed volvió a levantarse y se ganó… un puñetazo en la cara por parte de la nube, un zape que lo mando al suelo por parte de Shamal, dos patadas en el estómago a cuenta de Mukuro, un golpe en la boca por parte de Ryohei, tres patadas en el aire por parte de Byakuran, un corte en el brazo sano por parte de Takeshi, dos bofetadas por parte de Chrome y Bianchi, y cuatro chicles pegados en el cabello por parte de Lambo…

Le estaban “dando duro”, pero no en el sentido que a todos nos gusta.

A Ed ya le estaban doliendo los golpes, y todavía le faltaban las últimas dos peores partes.

Las cuales, no se hicieron esperar.

Se levantó del suelo después de recibir todos esos golpes, para luego casi morirse de un paro cardiaco, cuando 8 balas rosaron muy MUY cercas esa parte MUY importante para él.

Al parecer al Hitman le bastaba con matarlo del susto, porque si lo hiciera físicamente, su alumno lo odiaría.

“Ahora lo peor” pensaba el alquimista al ver como su amado Tsuna se acercaba a él, con las manos ocultas en su espalda.

Se agacho un poco para no darle dificultades a su amado si es que quería golpearlo en la cara, y cerró los ojos a la vez, no quería ver un gesto de reproche en esa carita que tanto le encantaba.

Sintió como su niño se agachaba y dejaba algo metálico en el suelo.

“¿Un tubo?” se preguntó con temor. Solo esperaba que no le pegara a su “amiguito” con eso.

Espero pacientemente para recibir la agresión por parte de su niño, pero solo pudo sentir como el menor hacía presión en sus labios, regalándole un dulce beso… y después… algo que le dio frio y ardor.

Abrió los ojos y pudo ver la carita tierna y sonriente de su amado, el cual derramaba lágrimas, a la vez que sostenía un pequeño algodón con sus deditos y lo pegaba a su labio superior. El cual se encontraba roto, gracias a varios.

Miro al suelo y noto que el sonido metálico que antes había escuchado, era un botiquín de primeros auxilios.

Luego de hacer terminado desinfectar y tratar el rostro de su amado, Tsuna prosiguió con el resto del cuerpo. Tomándose su tiempo y cuidado de curar a su adorado, y no lastimarlo más.

Luego de 43 tortuosos minutos para el alquimista, en el que todo estuvo en absoluto silencio. Tsuna termino de tratar sus heridas.

Al instante de eso, el pequeño alquimista salió a relucir.

-Hermano… sé que todo eso lo hiciste por mí… y lo siento… perdóname por dejarte toda la carga. Fui egoísta al querer recuperar mi cuerpo sin notar todo lo que hacías por mí. Tú no merecías todo eso… lo siento y perdóname por golpearte… es que… me sentí impotente al saber que me habías ocultado todo eso… incluso lo de Nina… debiste sufrir mucho… apuesto que… con todo lo que hiciste… tú tampoco podías dormir en esos días…

Decía totalmente arrepentido el menor, mientras varias lágrimas caían de sus ojos y su amado Nagi lo abrazaba por la espalda.

-Está bien Al yo…- decía el mayor, pero su hermano lo interrumpió.

-¡¡NO!!, ¡No está bien!, ¡Ni por haber cometido el tabú o nada!, ¡NO LO MERECIAS!- grito en menor mientras titiritaba y apretaba los puños hasta dejar sus nudillos blancos- ¡Eso no es equivalencia de intercambio!

Terminaba de gritar el menor, para darse la vuelta y abrazar a su novia en busca de consuelo, un consuelo que encontró en todo el sentido de la palabra.

Mientras Nagi acariciaba suavemente la cabellera de su amado, Ed pensó una respuesta para su hermanito.

-Al… ¿Recuerdas que una vez me dijiste esto?- decía el mayor, llamando la atención del menor, quien soltó un momento a su chica para ver a su hermano- “El mundo no es perfecto y la ley está incompleta, el intercambio equivalente no abarca todo lo que ocurre aquí, pero todavía quiero creer en un principio: Que todas las cosas llegan a un precio, que hay un flujo y reflujo, un ciclo. Que el dolor que hemos pasado tendrá una recompensa y que todo el que sea perseverante tendrá algo hermoso a cambio, aunque no sea lo esperado”… ¿lo recuerdas?...

Preguntaba el mayor recibiendo un asentimiento de su hermano menor. El cual lo miraba con extrañeza, ya que no entendía a qué quería ir su hermano con eso.

Ed solo sonrió para sus adentros y se dispuso a resolverle la duda a su hermanito.

-Pues… es lo mismo que paso aquí Al… le ley no está completa y no abarca todo… tú lo dijiste. A veces en la vida, las cosas no salen como uno quiere. A veces son mejor o peor. En mi caso fue mejor Al… no sabes cuánto me alivia saber ahora que la ley de equivalencia de intercambio reside inconclusa…que las personas que no siempre son forzadas a pagar un precio para obtener algo de valor a cambio… porque incluso si viviese mil vidas… nunca podría pagarle lo suficiente a Tsuna por el regalo que me está dando…

Terminaba de decir el mayor, para ver con profundo amor a su niño y luego a su enorme estómago.

Tsuna solo sonrió y abrazo a su amado en silencio, el cual acepto gustoso.

Al solo miro la escena frente a él con confusión.

-¿No me odias?- preguntaba el menor.

-Te Amo, eres mi único hermano menor- le respondía el mayor.

Sin embargo, el pequeño insistía.

-¿No te arrepientes?

-Para nada.

-¿No te habría gustado otra vida?

-Soy feliz así.

-¿Eres feliz?

-De aquí hasta el fin del universo.

-¿No te duele el pasado?

-Ya no. Tengo un hermoso futuro, que antes creía perdido.

Respondía el mayor con una sonrisa a todas las preguntas de su hermanito, contagiándosela a la vez al mismo y al resto de los ocupantes de la habitación.

-Pero no tendrás futuro si te mueres mañana hermano- decía ahora ya más preocupado.

-En eso Al tiene razón. No debiste hacer eso idiota-kora

-No tuve de otra, si ustedes peleaban los iban a matar, y eso es algo que no puedo permitir- decía el mayor muy decidido.

-Tsk… maldito… no nos subestimes- decía una molesta nube.

-Ave-kun tiene razón, podemos fácilmente con ellos- decía ahora la niebla.

-No, no pueden- insistía el alquimista, logrando que con eso todos lo vieran enojados, por lo cual, se apresuró a decir- Todos ustedes son fuertes, lo sé. Pero para usar sus ataques, deben acercarse, cosa que es muy mala con Mustang, el crea llamas que alcanzan la exterminar todo en un radio de 600 metros e igual es alquimista. Ling es capaz de endurecer su cuerpo y nada es capaz de atravesarlo. Cicatriz tiene la misma habilidad que yo tengo de descomponer cosas. Ustedes estarían en desventaja y más porque los atacaran a matar.

Decía claramente preocupado el alquimista, pues no deseaba que sus nuevos y verdaderos amigos resultaran lastimados, y menos por su culpa.

Hasta él estaba sintiendo un poco de miedo al saber que se enfrentaría a esos monstruos… vaya que la pelea de mañana sería una pelea de fenómenos.

-¿Y tú podrás ganar?- preguntaba Reborn escondiendo la mirada bajo su fedora.

-Por supuesto- decía muy “seguro”, la verdad era que no estaba muy convencido, pero si dudaba ahora, lo más seguro es que ellos lo mataran.

-¿Otto-san no morirás?- preguntaba tímidamente Lambo, ya que según él era quien había “atacado” peor al alquimista, pegándole la goma de marcar Súper Cherry con sabor a cereza en el pelo.

-Para nada- le respondía tranquilo y con una sonrisa el mayor.

“No creo que sean necrófilos” se decía a si mismo muy convencido de no morir. Al final, para follar era que lo querían, ¿no?

¿Muerto para que les servía?

-Bien. Ya es tarde, así que lleva a Dame-Tsuna a dormir, yo arreglare el lugar en el que pelearan mañana. Así que todos, ya pueden retirarse- ordenaba el hitman.

Los mafiosos y alquimistas miraron por la ventana y… efectivamente… la luna ya estaba en su punto más alto.

Ninguno se había dado cuenta de que las horas habían pasado tan rápido. Aunque, claro, con todo el drama de ese día, era obvio que no se dieran cuenta.

De modo que todos obedecieron, se fueron uno a uno, con sus respectivas parejas.

Ed tomo en brazos a su niño y se lo llevo a la habitación que ambos compartían.

Para luego desvestirlo, bañarlo, cambiarlo y arroparlo en la cama, todo en absoluto mutismo.

Mutismo que ya estaba poniendo de nervios al mayor.

Luego de que ambos se recostaron, pasaron 7 minutos hasta que el mayor se decidió a preguntar.

-Tsuna… ¿pasa algo?...- preguntaba el mayor muy angustiado.

Si bien, ya sabía que su pregunta era por demás estúpida. Con todo lo que se había enterado el menor ese día, no le impresionaba que se estuviera cuestionando seriamente su relación.

El pequeño giro su rostro para ver cara a cara a su amado.

Su expresión se notaba seria.

Y sus ojos juiciosos.

Eso ya estaba asustando de más al mayor.

-Solo pensaba…- le respondía con un tono tranquilo el menor y asustando más al mayor.

-¿Y qué pensabas?- preguntaba tanteando el terreno.

El Cielo solo sonrió.

-Pienso en la suerte que tengo de tenerte como mi pareja. De la suerte que tengo de que seas el padre de mis hijos. De la suerte de que seas de la familia. De la suerte de haberte conocido… De lo afortunado que soy… pienso en todo eso…- le respondía con serenidad el menor, mientras que acercaba una de sus manos a la mejilla del dueño de su corazón y la acariciaba con ternura.

Dejando de ese modo, completamente anonado al mayor.

-No Tsuna…- decía después de haber salido del trance el mayor- yo no soy…

-Shhh…- lo callaba el menor, colocando uno de sus deditos en los labios del mayor- No digas nada. Eso fue el pasado y ya no importa. Sé que no lo podrás olvidar y no te pido que lo olvides. Solo ve el ahora y el futuro. No pienses más en el pasado… si bien, todo lo que hiciste no se puede justificar, tuviste una razón…una razón que solo tú entenderás en su totalidad y mientras tú la entiendas y no te arrepientas de ella, no hay nada que debas lamentarte.

-Tsuna…- pronunciaba con amor el alquimista el nombre del joven capo.

Tsunayoshi solo sonrió, quitando su dedo de la boca de su amado y tomándolo con ambas manos por las mejillas, acercándolo un poco a él, para darle un tierno y apasionado beso.

Que el mayor recibió más que contento.

Una vez que el beso hubo acabado, Tsuna miro con ojos profundos al de ojos dorados, y se inclinó un poco, solo hasta alcanzar su oído u de forma sensual le susurro:

-Mi amor… hazme tuyo toda la noche… por favor… hoy quiero sentirte…

Ed se sorprendió ante el pedido de su amado, ya que no lo habían hecho en casi nueve meses. Pero tampoco rechazo la invitación, pues según él, eso era de mala educación. Y su amada madre lo había educado muy bien.

El alquimista de un rápido movimiento, cambio las posiciones, quedando ahora el encima de su niño, pero teniendo mucho cuidado de no lastimar a sus bebes.

-A la orden…- le respondía el oji-dorado, atacando con gula esos labios que tanto le encantaban y… que le respondían con tanta pasión esa noche.

Sin duda hoy tendría su remuneración por los días de la bipolaridad.

* * * * * * * * * * * * * A la Mañana Siguiente * * * * * * * * * * * * * * * * * *

11:47 am.

Todos se encontraban en la oficina de Tsuna.

Hayato y Takeshi parados al lado derecho de la puerta.

Dino y Kyoya del otro lado de la misma.

Mukuro, Byakuran, Chrome y Alphonse, sentados en el sillón derecho.

Ryohei, Lambo e Ipin, en el otro sillón, justo frente a ellos.

Shamal y Bianchi, miraban por la ventana que estaba junto al escritorio de Tsuna.

Tsuna se encontrada detrás de su escritorio, y a cada uno de sus lados, estaba Reborn y Coronello. Sin faltar claro, su amado Ed, quien se encontraba parado detrás del Cielo. Desde donde le daba pequeños mimos al pequeño, que anoche no había dormido nada.

Todos estaban ahí, y estaban esperando a que los “invitados” llegaran.

-¡Se están tardando!- gritaba más que molesta la tormenta.

-Ma ma, pronto llegaran. Calma mi tormentita- decía de forma melosa la lluvia.

-¡No!, ¡Nada de tormentita ¿Qué no ves que….?!- el de pelo plateado guardo silencio de golpe, llamando la atención de todos ante eso.

-¿Pasa algo mi tormentita?- pregunto preocupada la lluvia ante el cambio repentino de su amado. Pero solo consiguió que este lo mirara así: -_-

-¿Tormentita?- pronunciaba el de ojos esmeralda, observándolo como si fuera un bicho raro- … ¿Qué esperas que te diga con eso friki del béisbol?, ¿mi lluviecita?, ¡NO ME JODAS!, solo los idiotas melosos le hablan así a sus parejas, y yo no soy ningún idiota- regañaba la tormenta a su novio, causando que este se encogiera de hombros y unos cuantos rieran.

-Oh, ¿En serio?- decía Ed metiéndose en la pelea de pareja, mostrando a la vez, una sonrisa de autosuficiencia.

Hayato volteo a verlo e inflando el pecho, dijo con mucho orgullo:

-¡Por supuesto!, eso es de imbéciles.

-Pues qué curioso- decía el alquimista mientras abrazaba a su Cielo por la espalda y dándole un tierno besito en sus cabellos castaños, ocasionando que el menor se sonrojara- Porque TU JEFE en ocasiones me suele decir: Mi vida, Mi amor, Mi alquiamor, Mi…

-¡HIEEE!, ¡Ed, no les digas eso!- decía abochornado el menor, mientras estiraba sus bracitos para taparle la boca a su amado, el cual estaba diciendo cosas que otros no debían de saber.

Claro, que luego de lo dicho por su pareja, las risas no se hicieron esperar.

-Jajajajaja, ¿Mi alquiamor?- preguntaba un sonriente Alphonse.

-Ya sabes Al, para Tsuna soy su “Alquimista del Amor”- le respondía el mayor, guiñándole un ojo a su amado, quien lo veía con reproche al soltar la lengua.

Todos rieron ante eso, pero las risas fueron cortadas ante el grito de la tormenta.

-¡¡LO SIENTO DECIMO, NO FUE MI INTENCION!!, es… es solo… que a mi… eso no se me da… y pues… yo solo… que se callara… quería que… silencio… paz @.@....- la joven tormenta se estaba haciendo un torbellino ante la intención de aclarar sus ideas.

Causando con eso, que nuevas risas estallaran.

Pero que de nuevo, fueron cortadas… pero no por otra cómica escena de los mafiosos, sino más bien… por un toque en la puerta y la voz del joven mayordomo Demetrio diciendo:

-Deccimo-sama, el señor Roy Mustang y sus acompañantes, están aquí.

-Que pasen- decía la voz profunda de Reborn.

Acto seguido a la orden del hitman. La puerta se abrió, dejando ver, a las mismas personas de ayer.

-Muy buenos días, espero que anoche hayan dormido bien- decía Roy con una sonrisa… una sonrisa que fue borrada al ver como habían varias marcas y mordidas en el cuello de “SU” alquimista.

Y no solo él lo noto, también Ling y Cicatriz. Los cuales, solo pudieron emitir un aura amenazadora por la imagen ante ellos.

Los mafiosos y alquimistas solo sonrieron al ver que habían jodido a los bastardos visitantes, pero para Tsuna no era suficiente.

El menor empujo un poco su silla hacía atrás y miro a su amado con malicia. Cosa que le encantaba ver al joven alquimista.

-Ed…- pronunciaba tiernamente el pequeño.

-¿Si mi amor?- preguntaba este con una sonrisa.

-¿Puedes abrir más tú camisa y agacharte?- Ed solo sonrió anchamente, para luego acatar el pedido de su amado. Mientras que los demás sonreían divertidos y unos cuantos, muy furiosos.

-¿Así mi Cielo?- preguntaba el mayor, dejando ver sus bien formados pectorales. Los cuales estaban llenos de rasguños, mordidas y chupetones.

-Si~…- le respondía tranquilamente el menor. Tomando a la vez, a su amado de la gabardina y acercándolo un poco más hacía él, esta que su cuello estuvo completamente a su alcance.

Una vez ahí, lo lamio con sensualidad, hasta llegar a la parte de la barbilla, la cual mordió juguetonamente y luego regreso al cuello, en donde beso, chupo y mordió hasta sacarle sangre a SU Ed.

El joven alquimista solo aceptaba muy gustoso las atenciones de su amado.

Una vez que Tsuna había cumplido su objetivo. Beso tiernamente los labios de SU amado y lo soltó con una enorme sonrisa.

-Listo, era todo. Ya la puedes abrochar- decía de forma tierna el menor y muy satisfecho de haber cumplido su cometido.

El cual era: “Presumir-Que-Ed-Es-Mío”

Ed, más que gustoso, hizo lo que su amado le decía. Para luego ver frente a él, como sus “queridos amigos” estaban rojos de la ira por el atrevimiento del Cielo.

El joven alquimista no dijo nada y solo les sonrió de forma burlona. Que logro fastidiar más a los visitantes.

-Bien, ya que se han terminado las demostraciones de varias noches de pasión- decía de forma burlona el hitman y con una sonrisa maliciosa, que todos los de la familia compartían- es hora de ir al punto.

-¿Y dónde será el lugar en el que gane a mi Ed?- preguntaba Ling con ganas de joder al Cielo.

Pero este solo le sonrió de forma “Tierna”, moviendo un poco el cuello de su camisa para mostrar numerosas marcas, dejadas por la persona por la que todos esos extraños peleaban.

“Maldito…” era lo único que podía pasar por la mente de aquellos tres hombres, que tenían la cara desfigurada por la cólera, ocasionada por el pequeño Cielo.

Los amigos del joven capo solo rieron para sus adentros, pues jamás habían visto a su jefe se esa forma tan osada. Sin duda, y como ya lo habían dicho varias veces, el Cielo también podía ser el Infierno.

-Nufufufu, retomando el tema~… -decía un alegre Byakuran.

-La pelea por el amor de “Ricitos de oro”, será en la Isla en la que se llevó la pelea con las Pilares Fúnebres en el futuro.

Explicaba el de la fedora, obteniendo un asentimiento por parte de todos por su buena decisión. Bueno, la menos los mafiosos, porque los del otro universo, no habían entendido nada de lo antes dicho.

-Nufufufu, ya claro eso. Nos vamos- decía el oji-violeta.

Sacando a la vez un pequeño control de su vestimenta blanca y accionando un pequeño aparato.

Después de eso, una luz ilumino todo el lugar.

Al instante en que la luz desapareció, los de un universo diferente apreciaron el lugar en el que se encontraban.

Era una sala espaciosa, pintada con tonos pasteles, con sillones por todos lados de coloro blanco y varias pantallas sobre unas ventanas, ventanas que dejaban ver claramente un bosque, una selva, playa y una zona más rocosa.

“Lo planearon bien” pensaba el alquimista de Acero y el de Fuego, al ver que el lugar contaba con todo tipo de minerales que ambos podían usar.

-Las reglas son sencillas-Kora.

-¿Reglas?, ayer habíamos aclarado bien las cosas, ¿no?, Acero.

-Cierto- le respondió el peli-dorado con algo de duda, ante lo dicho por el militar.

-Tienen razón, pero esto es algo que los beneficia tanto a ustedes como nosotros- decía ahora Al.

-¿Cuál es la idea?- preguntaba ahora Ling, un tanto exasperado de que ya quería reclamar a su nueva princesa.

-Simple. Quien caiga inconsciente será sacado y descalificado de la pelea. No es necesario que se lleguen a matar. Y más porque dudo que ustedes necesiten a Ed muerto, o más manco de lo que ya está- respondía el Hitman.

-Yo no estoy manco…- siseaba un poco molesto el alquimista.

Pero su furia fue calmada por un beso de su Cielo, el cual tenía tres objetivos.

1. Joder a las visitas.
2. Calmar a su amado.
3. Rete-joder a las visitas.

Una vez tranquila esa parte, los mafiosos seguían dialogando con los militares hasta que por fin se llegó a dos acuerdos más.

1. Nadie mataba.
2. Si Ed perdía, Tsuna debía abortar a los bebes.

Todos se vieron amenazados ante esto, ya que el fracaso de Ed significaba perder más de lo que ganaban.

Pero para sorpresa de todos, Tsuna acepto todo con una sonrisa, alegando que “Ed no perderá, confió en él” dejando al mayor con una pesada carga sobre sus hombros.

Sin embargo, no se echó para atrás ni alego nada, en definitiva, no iba a decepcionar a su amado, y más si la vida de sus amores estaba en peligro.

-Bien, entonces. Comiencen- decía Byakuran sin su típica sonrisa burlona. Pues esta se le había borrado al pensar que no conocería a sus sobrinos.

Otra luz rodeo a los dos alquimistas, Ishbalano y príncipe.

Mandándolos directo al campo de batalla, en el cual, apenas y notaron en donde se encontraban, las explosiones y ataques no se hicieron esperar.

La familia Vongola veía en las pantallas la feroz batalla que se llevaba a cabo, unos cuantos mirando con asombro los monitores y unos muy poco encogiéndose del miedo (Lambo, Ipin, Al).

Sin duda la pelea era de monstruos.

Ya que podían ver, como Roy carbonizaba completamente todo a su alcance, dejando solo cenizas de lo que antes eran árboles y plantas. Hubo varias ocasiones en las que las llamas estuvieron a punto de alcanzar al alquimista, pero este había sido lo suficientemente rápido para esquivarlas o refugiarse en algo hecho por él.

Claro que Cicatriz también era una bestia, había dejado a varios con un mal sabor de boca. Pues de los animales que se encontraban en la isla, los tomaba y destruía con su habilidad para cegar al alquimista con la sangre o distraerlo. Cosa que logro en varias ocasiones, pero no había pasado de cortarle un poco el pelo y destruirle una parte de su gabardina.

Ling, era el que más llamaba la atención de todos. Pues de la nada se había convertido en un monstruo de color carbón. Al cual, ni porque las explosiones del Fürer lo alcanzaran, recibía el menor daño, y aunque Cicatriz le había volado en varias ocasiones la cabeza, esta le volvía a crecer.

Eso sin duda era preocupante.

Pero les alegraba ver que Ed tampoco se quedaba atrás.

Pues este atacaba, contratacaba y se defendía de una forma increíble. Formando domos, lugares para esconderse, diversas armas, uno que otro muñeco para despistar y demás. Incluso era capaz de dañar a Ling.

¿Cómo?

De momento lo ignoraban pero pronto le preguntarían.

Ya habían pasado 53 minutos de la batalla, casi una hora.

Y los cuatro ya se encontraban bastante cansados.

Cicatriz sangraba de varias partes de su cuerpo, al igual que Roy.

Ling solo se mostraba cansado, pues por su forma en la que estaba, no podía apreciarse muy bien su cuerpo.

Ed… Bueno… Ed era el más afectado, su coleta había sido cortada a la mitad, su pierna derecha estaba a medio deshacer, su tórax tenía varias quemaduras, su bello rostro estaba cortado, el labio roto y el brazo del metal igual que la pierna. Solo faltaba poco para que ambas piezas de acero de desprendieran de su cuerpo.

Pero el alquimista de Acero no cedía.

Así se estuviera cayendo en pedazos no se daría el lujo de perder. Y más ahora que estaba apostando todo.

_ En el Campo de Batalla _

Ed estaba frente a frente con sus enemigos, todos guardando distancia de los otros.

Mirándose unos a otros, esperando el momento para atacar a su presa.

-¿Por qué no te rindes Acero?, no podrás contra nosotros- se burlaba Roy. Buscando que con eso, el joven alquimista perdiera la compostura.

Pero…

Ed no dijo nada y mantenía una pose de pelea, para el asombro de todos. Pues el joven alquimista, era conocido por su forma explosiva de ser.

-Anda… que te tratare bien- decía de la misma forma Ling.

Pero Ed no se inmuto.

-Elric… deja esto y ven conmigo. Te aseguro que ninguno tocara a tus hijos.

Al ver que el de ojos-dorados no tenía la intención de dialogar, se lanzaron a atacarlo de nuevo.

Roy creo una nueva explosión, pero Ed se logró cubrir.

Casi al instante de haber esquivado las llamas, Ling se tiró a atacarlo, al mismo tiempo que lo hacía Cicatriz, por lo cual, Ed se paró en dos manos e hizo un torbellino con sus piernas, propinándole fuertes patadas en la cara a sus agresores.

Una vez que los mandara a volar unos cuantos metros atrás, se escondió detrás de unos arbustos.

Los cuales fueron hábilmente quemados sin lastimarlo.


“Joder… piensa en algo…” se decía el oji-dorado. Pues no hallaba la forma de ganarles a esos bastardos, al menos no con la rapidez que deseaba, antes de que no pudiera pelear por caerse en pedazos.

Salió de su escondite y empezó a correr en busca de un lugar en el cual poder descansar, pero uno a uno los árboles que lo rodeaban, iban desapareciendo.

Miro por un momento a sus espaldas, y pudo ver a Cicatriz y Ling pisándole los talones.

Cosa que lo asusto, pero no tanto por ser alcanzado, sino por el hecho, de que no podía ver por ningún lado a Roy, el más peligroso de sus enemigos.

Miro a todas direcciones, pero… nada…

Sin embargo, noto como el suelo se iba agrietando más y más…

Eso quería decir…

Con su alquimia creó unas escaleras que daban a una de los peñascos en la zona rocosa, a la cual logro llegar, antes de que todo se viniera en pedazos.

Ya que, como lo supuso. Roy se había tomado su tiempo para crear un fuerte terremoto, que por poco partió la isla a la mitad, logrando con eso, liberar azufre de las placas tectónicas, causando así, una gran explosión, aún más gigantesca que las anteriores.

Para la suerte de Ed, es que se había dado cuenta de todo antes de que fuera demasiado tarde.

Busco con la mirada a Cicatriz y Ling.

Los encontró al punto de caerse a un abismo, solo podían sostenerse se unos cuantos peñascos de la enorme grieta para salvar su vida.

Pero las rocas se iban rompiendo, y por lo heridos que estaban el homúnculo e Ishbalano, estaba claro, que ninguno resistiría más.


En ese momento algo se ablando en su corazón y decidió ayudarlos, al final, en el pasado habían sido compañeros de guerra.

Con la alquimia y alcaestria, creó un pequeño suelo debajo de ellos.

Y una vez que estos lo pisaron… se desmayaron… al parecer no aguantaban más.

-Qué acto tan noble Acero, pero deberías preocuparte más por ti- decía Roy junto a él.

Ed, un tanto sorprendido, se lanzó del risco por reflejo, al ver como Mustang chasqueaba los dedos, por suerte, en su caída libre, el fuego no lo alcanzo.

Mientras caía se dio la vuelta, y noto que estaba por caer en el mar. No se había dado cuenta, pero resulta que habían pasado de estar en el centro de la isla, a los bordes. Que haciendo cálculos, eran como 8 kilómetros lo que habían corrido.

“Mierda… no pienses eso ahora… tengo que librarme de esto ya…” pensaba el joven alquimista mientras veía como su cuerpo se aproximaba al agua, y… a la vez… una fuerte llamarada de fuego se acercaba a él.

“Piensa, piensa…” se decía, mientras que la velocidad y la gravedad peleaban por ver quien ganaba en mandar al joven alquimista, ya sea al crematorio o un lindo día en la playa.

-¡Lo tengo!- grito de emoción, mientras que su cuerpo era sumergido en el mar.

Al parecer la gravedad había ganado.

_ En la Sala con los Demás _

Todos estaban realmente preocupados, si bien, ya había dos enemigos menos. Los cuales, hace un rato habían sido transportados a la habitación y mandados a la enfermería para ser curados.

Cosa que a nadie le gusto, pero dado que era una orden de su Cielo, nadie se opuso y les dieron tratamiento médico a aquellos dos bastardos.

¡Pero eso ahora nada igual!

Todos estaban con el corazón en la garganta, al ver como el alquimista dorado se había lanzado de aquel barranco sin siquiera mirar atrás.

Y más aún, cuando no pudieron ver lo que paso después. Ya que la última imagen que habían visto de Ed en la pantalla, era de este, a punto de caer al agua o, a punto de ser quemado vivo.

Al parecer el bastardo hijo de puta de Roy Mustang, no había entendido la parte de NO-MATAR.

Cosa que les preocupaba, o tal vez, lo que les preocupaba, era que aún no pudieran ver a ninguno de los dos. Pues el mar, despedía mucho vapor, como si este estuviera hirviendo. Cosa que los ponía los nervios de punta, ya que era probable, que Roy se estuviera haciendo un caldo con el alquimista.

Todos, estaban pensado en todos los posibles resultados de todo eso, sin embargo, ninguno les agradaba. E iban a seguir haciéndolo, de no ser, porque unos pasos en dirección a ellos los pusieron alerta.

Toda la familia se encontraba sentada en un enorme y largo sillón, en el que fácilmente entraban todos, sin necesidad de estar como sardinas.

Por lo cual, apenas al oír los pasos, todos giraron a ver a quien pertenecían. Y ahí lo que encontraron…

-Teniente…- susurraba quedito el menor de los Elric, mirando con un poco de desconfianza a la rubia de ojos chocolate frente a él.

Pero la duda se disipo al ver como este le sonreía con dulzura, al igual que lo hacía en el pasado.


-Por favor Al… no me mires así…- decía la rubia con una expresión dolida, mientras su sonrisa se borraba poco a poco, cosa que hizo sentir mal al menor.

-Lo siento Teniente yo…- decía Alphonse, levantándose de su lugar e intentando hacer un saludo al estilo militar, pero este se quedó a la mitad, ya que sintió como la rubia lo abrazaba con fuerza.

-No Al… yo lo siento…esto no debía de suceder así…- le decía la militar, soltando un poco al joven de ojos pardo, para poder verlo a la cara.

-¿Teniente?- preguntaba un tanto desconcertado y sonrojado el menor.

Provocando claro, con eso los celos de una niebla, que no veía con buen ojo lo que pasaba frente a ella. Causándole un poco de gracia a su maestro.

-Alphonse… hoy solo sor Riza, ¿está bien?- decía la mujer acariciando con ternura la mejilla del menor y obteniendo un asentimiento del mismo ante lo antes dicho- Al…- pronunciaba de nuevo el nombre con mucho amor la mujer, provocando que la cara del menor se tornara más que roja.

-¿Teni…?, ¿Riza?- decía el menor corrigiéndose.

Ante el llamado la mujer sonrió, lo beso en la frente y luego lo soltó.

-¿Sabes Al?, tú y Ed se han vuelto muy guapos- alagaba la mujer, abochornando más al menor y haciendo enojar más a cierta chica- No sabes cuánto quería verte con tu cuerpo…

-Muchas gracias… Riza…- decía el menor abrazando de nuevo a la mujer, que cuando era niño, él y su hermano, los protegía.

-Al, tengo algo para ti- le decía la mujer, buscando algo entre sus vestiduras militares.

-¿Para mí?- preguntaba confuso el menor, mientras se señalaba.

-Bueno, en realidad es para ti y Ed- le respondía la mujer con una sonrisa. Sacando del bolsillo interno de su saco, una caja mediana. La cual, extendió para que el menor la tomara.

El menor observo la caja con duda, para luego tomarla en sus manos. Una vez que el menor la tuvo y se dispuso a abrirla, sus ojos se llenaron de lágrimas.

-Riza…- era lo único que pudo pronunciar el menor. Para luego lanzarse a abrazar a la mayor.

La rubia acepto gustosa el afecto, para luego mirarlo con amor.

-Este, iba a ser el regalo de ustedes dos cuando volvieran…- explicaba la mayor, causando que el menor la soltara y entristeciera- pero dado que no será así. Este será ahora, el regalo por su felicidad- terminaba de decir la mayor.

Asombrando un poco a los mafiosos y joven alquimista.

-Entonces… ¿usted está de acuerdo con que nos quedemos aquí?- preguntaba el menor con duda e ilusión en sus ojos.

-¿Cómo oponerme?- decía la mayor, dirigiéndole la misma mirada de ternura a Tsuna y Chrome- Estaría loca si me opusiera a una familia tan bella y hermosa como la que ahora tienen- decía ahora mirando a todos los mafiosos.

-Teniente… muchas gracias…- decía muy alegre el menor.

-Para nada…- decía la mayor, ahora con un semblante triste- Yo no he hecho nada. Lo que te traje es un simple regalo. Pero de ahí en más… no he hecho nada por ustedes… ni siquiera pude hacer que mi superior declinara con la decisión de traerlos por la fuerza… y ahora… se encuentra casi matándose con Ed…

-¡Pero no es tú culpa!- decía de nuevo el menor, sonando ahora ya más seguro.

-¿Sabes Al?, desde que ustedes eran pequeños. Siempre los he admirado- decía la mayor con una sonrisa, girando su vista a la pantalla, en la cual, aun no se podía divisar nada.

-¿Admirarnos?- preguntaba el menor sin entender.

-Si… veras… aunque tú no estuvieras del todo enterado del tipo de misiones que tú hermano cumplía. Si te toco cruzarte con algunas muy fuertes y para Ed aún más. Pero como lo habrás notado, para servir a la nación, debemos distanciarnos de los compromisos emocionales. La primera vez que los vi hacer el examen de alquimista, pensé “Son unos niños, no los aprobaran”, sin embargo, tú hermano se graduó con honores. Cuando los dos empezaron a servir al gobierno, pensé “Son niños, no duraran ni dos días”, sin embargo, duraron varios años cumpliendo las misiones encomendadas. Cuando ambos hablaban de recuperar sus cuerpos y hacer todo lo necesario para recuperarlo, pensé “Son niños, no podrían arrebatarle la vida a un perro, sin arrepentirse después”, sin embargo, se la arrebataron a más que un animal. Por proteger sus vidas y las de sus seres amados…

La Teniente guardo silencio por un momento, mirando a la nada. Atesorando cada uno de esos instantes en su vida.

Los demás solo guardaron silencio, esperando a que prosiguiera.

-La verdad… ustedes me han sorprendido demasiado- continuaba la mayor- hace 9 años, cuando tú hermano transmutó su brazo por tu alma... cuando tomó la decisión de alistarse en el ejército... cuando resistió el dolor de las operaciones, que hubiera hecho gritar a un adulto, sólo para que le colocara los implantes autómatas... cuando se atrevió a soportar con el dolor el solo sin pedir consuelo a nadie… cuando tú… a pesar de sufrir todas las noches, eras tierno, alegre, animado… conservando a un tú alma de niño, y ternura que no se manchó a pesar de todo lo que sufriste… “¿quién iba a pensar que esos cuerpecillos contendrían tanta fuerza?”… era lo que pensaba y aun pienso…por eso es que los admiro… porque nunca perdieron la esperanza de un futuro mejor… y ahora… los admiro más… porque consiguieron ese futuro que tanto anhelaban- terminaba de decir la mayor.

Los mafiosos escuchaban todo con atención, dejando entre ver una pequeña sonrisa ante las palabras de la mujer frente a ellos.

Al, simplemente dejo escapar una sonrisa de felicidad. La Teniente… siempre había sido muy amable con ellos…

-Gracias Riza… no sabes lo feliz que nos haces, a mí y a mi hermano con todo lo que dices. Pensábamos que al igual que los demás, nos odiaba por querer dejar todo en el pasado- decía el menor con un tono melancólico y cabizbajo.

-¡Para nada!- decía muy animaba la mujer- Si para mí, que estos dos niños lindos sean felices, es más importante que cualquier otra cosa. Además, el Fürer no los odian, tampoco los otros tres. Solo están un poco dolidos de que la persona que amaban les fuera robada- comentaba entre risitas la mayor.

Contagiando a la vez, al menor.

-Si jajaja, supongo que eso tiene sentido jajaja- decía Al tomándose del estómago.

Después Riza paso la vista a Tsuna, y le regalo una radiante sonrisa mientras se acercaba a él.

Una vez frente al menor, se arrodillo para quedar cara a cara con el castaño.

-Veo que es cierto que un hombre puede embarazarse…- comentaba la mujer, mirando ahora la gigantesca panza del menor, la cual, miraba con infinita ternura y amor.

Tsuna al notar eso, solo sonrió.

-Así es. ¿Le gustaría sentirlos?- le preguntaba mientras extendía su palma.

La Teniente, un poco dudosa, acepto.

Una vez que Tsuna tuvo la mano de la rubia, se la coloco en el vientre.

En cuanto paso esto, Riza sonrió anchamente, pues apenas al hacer contacto con el cuerpo del menor, los pequeños habían soltado una patadita, como si reconocieran que la mujer era buena.

La mujer dejo el estómago del menor, y luego lo miro.

Tsuna también lo hizo, y le regalo una de esas bellas sonrisas que tenía, acompañadas de esos ojos miel que hipnotizaban a todos.

La Teniente, sin poder evitarlo, se levantó y tomo a Tsuna por las mejillas, para luego regalarle un beso lleno de dulzura en la frente. Ocasionando, que el menor se sonrojara en sobremanera, pues nunca había recibido besos que no fueran de sus padres, o, de su amado.

-Por favor…- decía la mujer luego de separarse un poco- Cuida de ese chico, es muy problemático, arrojado, creído en ocasiones, muy arisco y no muy sincero. Pero tiene un corazón de oro al igual que sus ojos. Será un buen padre y pareja también.

-Claro que lo haré- le respondía el menor con una sonrisa que logro calmar los nervios de la mayor, ya que se sentía como una mamá dejando que sus hijos volaran del nido.

Aunque claro, estos habían volado desde antes.

Después poso su vista en la pequeña Chrome, la cual intento esconderse detrás de su maestro, por la vergüenza que le causaba que esa mujer extraña la mirara con un cariño desconocido.

Riza solo sonrió ante aquella reacción.

-Escogiste a una bella niña Al- decía la mujer, avergonzando a la pareja.

-Si… lo sé…- decía este un poco abochornado, pero con una sonrisa tierna.

-Cuídala… tiene una cara tierna, su actitud es inocente y en sus ojos destella la pureza. No creo que encuentres una mujer como esa en otro lugar, así que, si cuando eras niño tuviste una de esas platicas con el soldado Havoc, de cómo ligar, espero las olvides- decía con una sonrisa juguetona.

Ocasionando que el menor se tirara a reír.

-Jajajajaja, ¡por supuesto!, nunca llevaría a mi Nagi a una cita en la que tengamos que practicar tiro al blanco con cerdos o invitarla a salir al desierto para probar mi capacidad de supervivencia alimentándome de serpientes y escorpiones.

-Jajajajaja, Ciertamente. No me sorprende que nunca consiguiera novia- decía la mujer rubia, muy animada.

Los mafiosos solo se quedaron con la mente en blanco, al imaginarse que había alguien más tonto que Kusakabe para ligar.

-Bueno Al, ¿Crees que tú y otros puedan ir por Cicatriz y Ling?, creo que la pelea ya finalizo y es mejor que nos vayamos antes de que ellos despierten- decía la rubia, levantándose de su lugar y mirando la pantalla.

Todos imitaron su gesto, observando que, efectivamente.

Ed había terminado la pelea.

En el monitor se podía ver claramente como llovía, y que en el suelo, estaba el alquimista de Fuego inconsciente. Mientras que Ed estaba sentado en la espalda del anterior, con una cara así: ¬¬ y sosteniendo un pequeño cartel de madera que decía: “Gane hace 13 minutos, ¿me dejaran en la lluvia?”

Los mafiosos solo sonrieron burlones ante esto, y decidieron que dejarían un poco más de tiempo al joven de ojos dorados ahí, mientras que Coronello, Al y Ryohei, iban por los otros dos bastardos.

Una vez que toda la preocupación se fue, cada uno se levantó de su lugar, para ir a la cocina a prepararse algo, pelear o simplemente caminar en el lugar, de lo entumidos que estaban, por estar más de una hora sentados.

Una vez que todos se hubieron marchado de la sala, a excepción de Riza, Reborn y Tsuna, la primera se acercó de nuevo al menor.

-Décimo- lo llamaba la mujer con seriedad.

Ocasionando que el menor la mirara con duda y el azabache con fedora, se mostrara desconfiado ante el tono empleado.

-Está bien si es solo Tsuna- le decía con una sonrisa el menor. Ocasionando que la mayor se relajara.

-Tsuna… me gustaría darte algo a ti también- decía la mayor buscando algo entre sus ropas, mientras que Tsuna y Reborn la miraban con duda.

Una vez que la mujer encontrara lo que buscaba, lo saco de sus bolsillos y se lo mostro con satisfacción.

El menor miro con curiosidad que la mujer le entregaba, la tomo en sus manos, y se dio cuenta de que entraba perfectamente bien en su puño.

Luego de eso tuvo la intención de abrirla, pero su intuición le dijo que no era el momento. Por lo cual, la guardo en su pantalón.

Para luego darle un cálido “Gracias” a la mujer y sonreír. Ella lo imito y se separó al ver como todos regresaban, entre ellos, un alquimista de Acero que se encontraba muy enojado por ser dejado en la lluvia.

Después de eso, la mujer le dijo lo mismo que le dijo los demás a Ed, para luego abrazarlo y besar su frente como una madre.

Trajeron a los tres idiotas y ya estaban preparando el círculo de transmutación para su regreso, una vez este fue terminado, Riza lo activo.

Quien, para sorpresa de los menores, había aprendido un poco de alquimia, y no solo eso, sino que era novia de la amiga de la infancia de ambos alquimistas.

Claro que ellos no dijeron nada malo ante la noticia, de hecho, les alegraba que la mayor aceptara los sentimientos de la joven Rockbell.

Ya sin más, se despidieron y la rubia se fue.

Luego los mafiosos volvieron a la mansión, en donde pasaron a comer, llamar a los mecánicos para hacer nuevas prótesis para el alquimista de Acero y de paso… festejar.

¿Por qué no?, la partida de madre hacía unos bastardos merecía una fiesta.

Y de ese modo…

El pasado doloroso de los alquimistas se quedó en lo que era… un simple pasado.

Ahora, solo les restaba su presente y futuro, el cual…

Cada día se veía más lleno de vida…

Continuara…
Notas finales:

jeje ^^U

De nuevo perdon por lo extenso que estaba... pero les juro que no encontre un momento oportuno en el cual cortarle...

 

TT-TT


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