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Y se fue el amor por lizergchan

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Disclaimer: Los personajes de Sherlock Holmes no me pertenecen, sino a su autor Sir Arthur Conan Doyle.  La serie “Sherlock” pertenece a la BBC. Este fic lo hice sólo y únicamente como diversión.

Personajes: Sherlock, John Watson y otros.

Aclaraciones y Advertencia: Este fic contiene Slash, angustia y lo que se me vaya ocurriendo, kesesesese.

 

 

 

Resumen: Sherlock despertó solo en la cama, como había estado sucediendo en los últimos meses. Después del sexo —si es que llegaba a suceder—, John se levantaba nada más terminar, se daba un baño y se iba a su antigua habitación, dejando al detective con el corazón roto y sintiéndose como una vulgar ramera.

 

 

Beta:Lily Black Watson.

 

OoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoO

 

 

Y se fue el amor

 

 

 

Capítulo 2.-En esta soledad

 

 

Sherlock descendió del avión privado; abajo lo esperaba un hombre que era sin duda una belleza latina, moreno, de cabellos castaños y ojos chocolate. Usaba un pantalón de mezclilla y una camisa azul con blanco, unos lentes de armazón delgado y a la moda, tenía algunos pelos de gatos de diferente color en diferentes partes de su ropa, además de un leve arañazo en la mano izquierda.

 

—Sr. Holmes, es un placer y un honor conocerlo —dijo con marcado acento, mientras le estrechaba la mano —. Soy el Doctor Antonio de la Rosa.

 

Sherlock asintió con la cabeza, realmente no sentía deseos de hablar con nadie, pero ese hombre era el único al que podía recurrir por su… condición.

 

—Debo admitir que estoy fascinado con lo que su hermano me contó. No hay muchos casos como el suyo, apenas uno por cada millón —Sherlock sabía que su condición era rara, pero no pensó que lo fuese tanto. —Tratar un embarazo en un varón, puede ser… diferente; la naturaleza no nos dotó de lo necesario para concebir, pero con los cuidados adecuados, no correrá ningún peligro.

 

Sherlock fue conducido por el médico hasta su vehículo y de ahí hasta el lugar donde pasarían los próximos meses, antes de volar a Cuba o algún otro sitio que Antonio considerara apropiado para el nacimiento.

 

 

 

 

John siempre dio por sentado muchas cosas, como su capacidad de aguantar las excentricidades de su compañero… el mejor hombre del mundo, aquel que le demostró (sin saberlo), lo que era el verdadero amor. La gente solía decir que era un santo por vivir con Sherlock y no haber intentado asesinarlo, pero lo había hecho, de la forma más cruel, le había roto el corazón, ¿todo para qué?, ¿valió la pena sacrificar algo tan puro… tan único, por un idílico sueño de tener un hijo? ¡Por supuesto que no!

 

Sherlock, no se lo merecía, él era como un niño temeroso de ser lastimado, su único error había sido entregarle el corazón a la persona equivocada.

Sherlock era como un gatito herido, que difícilmente volvería a confiar en una persona, y él, había vuelto a lastimar a ese pobre animalito que posiblemente no volvería a abrirse a nadie.

 

—Soy un imbécil —se recriminó John mientras se servía lo que quedaba de una botella de whisky.

 

Por eso es que comenzó a beber, para olvidar lo estúpido que fue; sabía que la solución a sus problemas no se encontraban al fondo de una botella, pero al menos, le daba un poco de sosiego.

 

Ahora comprendía a su hermana.

 

 

El cuerpo le quemaba, ansioso por sentir nuevamente la suave y perfecta piel de Sherlock; las prostitutas calmaban un poco sus ansías, pero nunca era suficiente, nada lo era. Las peleas, por otro lado, parecían darle un mayor descanso, pero justo era eso, lo que lo metía en muchos problemas.

 

Se removió en el duro catre, el cuerpo le dolía, pero no tanto como la cabeza, que parecía estar a punto de estallarle.

El sonido chirriante de la pesada puerta de metal, hizo que se quejara y tuviera que cubrirse los ojos para protegerlos de la luz que se filtraba.

—Watson, ya te puedes ir —le dijo el guardia. John volvió a gemir en protesta, pero hizo lo que el hombre le indicó.

 

 

 

 

La casa del Dr. Antonio era grande y elegante, tenía unos cuantos sirvientes que se encargaban de mantener todo en orden; tenía un laboratorio, donde realizaba diversas investigaciones, además de un consultorio para recibir a sus más exclusivos pacientes, sin embargo, esta sería la primera vez que uno de ellos viviría con él.

 

Sherlock observó su habitación sin interés, era amplia, con grandes ventanales que daban al jardín y a la piscina, tenía su propio baño con tina e hidromasaje, ese lugar no tenía nada que envidiarle a ningún hotel de lujo.

 

El detective se sentó en la suave cama matrimonial, que a sus ojos era inmensa y fría. Cerró los ojos, luchando por no llorar, el mundo había perdido su color, pero, al menos, le quedaba un poco de esperanza; inconscientemente acarició el pequeño bulto que comenzaba a formarse en su vientre.

 Cuando supo lo que crecía dentro de él, pensó en sacarlo, no era capaz de cuidar de sí mismo, menos en el estado en el que la pérdida de John lo tenía. ¿Qué podría hacer con  una creatura que dependería totalmente de sus cuidados?

 Fueron días difíciles, pero, finalmente y con ayuda de Molly y Mycroft (por absurdo que suene), logró aceptar. En un principio pensó en dar el producto en adopción, a una familia que le diera el amor que creía no ser capaz de darle, pero ahora… ya no estaba tan seguro.

 

 

Decidió darse un baño, antes de reunirse con el Dr. De la Rosa, para comenzar con los primeros análisis y asegurarse que su bebé se encontraba bien, o eso esperaba.

 Recordó con arrepentimiento los días y semanas que pasó sin probar bocado, los golpes que intencionalmente dejó que los criminales le dieran en el estómago, pero nada logró hacer que abortara, su niño, su hijo era fuete, quería nacer y rogaba a todas las divinidades (si es que existían), porque estuviera bien y sano.

 

Salió del baño, secándose el cabello y con sólo una toalla en la cintura; se detuvo al pie de la cama, entrecerró los ojos. Había un gato negro con un collar azul, acostado sobre las almohadas.

 

Sherlock se sentó en la cama, bastante lejos del minino y procedió a vestirse, cuando terminó se dio cuenta que el felino lo miraba desde su posición. Lentamente, el gato se fue acercando, hasta que el detective estuvo a su alcance, comenzó a maullar con entusiasmo y a ronronear mientras se frotaba en su brazo.

 

Sherlock miró la plaquita que colgaba del collar: Ben. Le acarició la cabeza y detrás de las orejas, el gato ronroneó más en respuesta.

 

Después de un rato, Sherlock se cansó del felino y decidió ir en busca del Dr. De la Rosa, quien ya lo esperaba en su consultorio.

 

—Veo que le ha agradado a Ben, Sr. Holmes —dijo Antonio con una sonrisa.

—Sherlock —el medico asintió con la cabeza; era lo más apropiado, después de todo, ambos vivirán juntos durante un tiempo, lo mejor era dejar las formalidades a un lado.

—Te haré un par de exámenes para saber el desarrollo del bebé —Sherlock asintió, ansioso por saber el estado de su hijo —. También debemos monitorear su estado mental. El cuerpo masculino (aun de aquellos que pueden quedar encinto), por lo mismo, aunque aceptarás el embarazo, tu siquis puede no estar de acuerdo y llegar a causarte problemas psicológicos leves o graves.

 

Sherlock se mantuvo en silencio; en cuanto conoció a Antonio supo que el hombre tenía relaciones cercanas con hombres en su misma condición y no sólo pacientes.

 

— ¿Quién fue? —Antonio miró la fotografía de un joven de quince años cargando a un niño de ocho, que se encontraba en su escritorio, los ojos se le llenaron de lágrimas.

—Mi hermano tenía 19 años cuando se suicidó —hizo una pausa para aclararse la garganta —. Nuestros padres no aceptaban del todo que fuese gay, pero, cuando se embarazó… las cosas fueran peor, mi padre le decía que era un monstro, que Dios lo había castigado por ser un sodomita y mi madre se culpaba —cerró los ojos, aún después de tantos años, le costaba hablar del tema —. Un día, cuando regresé de la escuela, lo encontré en su habitación, se había cortado las venas… tenía cuatro meses de gravidez.

 

Hubo una pausa, Sherlock no sabía si debía disculparse por sacar el tema o dejar el asunto al aire.

—En esa época, había muy poca o nula información de casos como los de mi hermano, por eso decidí convertirme en médico y hacer cuanto pudiera.

—Y ahora eres mundialmente reconocido —dijo Sherlock y Antonio sonrió.

 

Sherlock descubrió que Antonio era una persona simple (a pesar de los grandes lujos en los que vivía), le permitía usar su laboratorio e incluso realizaban experimentos juntos —nada peligroso para el embarazo, claro está—. El corazón de Holmes estaba tranquilo, su hijo le daba sosiego, pero, aun el recuerdo de la traición y el dolor gobernaban su corazón, algo que jamás desaparecería, porque él, sólo podía amar a una persona, pero John era feliz en otros brazos y debía aceptarlo.

 

 

 

 

Continuará…

 

 

 

 

Este capítulo no me quedo tan “córtate las venas con galletitas de animalito”, pero espero que les guste.

 

Y no, no se preocupen que el sexy doctor latino no irá tras los huesitos de Sherlock (no le va a tirar los tejos), pero sí lo hará cierto detective amante de golpear doctores ex militares XD

 

 

¡En fin! Nos vemos en la siguiente.


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