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Guantes Blancos por 5kn_akatsuki

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Notas del fanfic:

Hola!

Este fanfic lo hicieron por mi cumpleaños <3 es mi regalo de navidad~ naah pura pyonga xD 

No es de mi autoría, yo no lo escribí es de Zemon_kv pero ya saben, las contraceñas perdidas -.- y como es mi betareader, me lo regaló y dijo que lo publicara en mi cuenta.

Así que aquí estamos jeje.

Notas del capitulo:

Editado

Y es el fanfic que prometió hacer ayer, sólo que hasta hoy lo publicamos. 

Es para mayores de 18, si eres menor de edad leelo bajo tu propio riesgo o dale "atras". Respeta la categoria por favor. 

Los mayores de 18 a leer!

-En un momento, Señor.-contestó amablemente Minho mientras servía té verde en dos vasos de porcelana fina y delicada.

-Y una cosa más.- dijo la Señora de la casa antes de salir por su ostentosa puerta, miró a su empleado que la miraba esperando la siguiente orden. –Ordena la habitación de mi hijo, cuando regrese del instituto quiero que ya esté limpia.- finalizó para girarse y salir su residencia.

Minho asintió y regresó a su labor con las tazas de té, el señor de la casa estaba en su despacho leyendo el periódico del día, y le había ordenado llevarle una taza de té para una mejor lectura. Tomó la bandeja de plata con sus manos firmes tras los guantes blancos que usaba para comprobar que hacía muy bien su trabajo y para demostrar que no había polvo en ningún lado.

Los guantes empezaban el día siendo blancos y así terminaban.

Nunca se los quitaba. De menos no cuando estaba en su papel de sirviente.

Con la bandeja en su mano izquierda llamó a la puerta del despacho y tras conseguir una aprobatoria entró, saludó como lo hacía siempre que miraba al jefe y llevó la bandeja al escritorio, retiró la taza de té junto con la tetera para dejarlo cerca del señor, también le puso dos cubitos de azúcar y agitó el liquido suavemente con una pequeña cuchara.

-Puedes retirarte, gracias.- dijo el señor al bajar su periódico y encontrarse con su té en orden.

-Es un placer.- contestó Minho haciendo una reverencia con la bandeja en sus manos, girándose sobre sus talones para salir de la habitación. Bajó a paso tranquilo las escaleras hasta llegar a la cocina y dejó la bandeja. Se dirigió al almacén en donde guardaban las cosas para la limpieza y tomó un sacudidor de plumas para salir.

Últimamente el hijo de la familia dejaba su habitación hecha un asco, sabía que encontraría comida de hace días, ropa por todos lados sucia como limpia, zapatos y tenis sin pares, hasta había encontrado apuntes de la escuela tirados por todos lados. Sabía que ocuparía más que ese sacudidor de plumas pero iría por partes y quedaría perfectamente limpio para cuando el hijo o la señora llegaran.

Entró a la habitación girando la perilla de la puerta, sin embargo presionó los ojos al sentir húmedo su guante blanco, la soltó después de haber abierto y entrado un paso, miró su mano cubierta de la tela antes blanca.

Ahora justo en el centro tenía una manchita café. Buscó con la mirada algo para limpiarse encontrando un paquete de pañuelos abierto del cual retiró uno y lo frotó contra su guante, esparciendo la mancha pero haciéndola más tenue. Quería saber qué fue eso que había manchado su impecable guante y antes de siquiera acercarlo el aroma dulce llegó a su nariz.

-Nutella.- susurró recordando al Joven Amo correr escaleras arriba con un frasco y un paquete galletas.

Frunció el entrecejo molesto, pero se relajó tronando los huesos de su cuello, tomó el sacudidor para adentrarse por completo en la habitación y al hacerlo empezó a levantar la ropa que estaba en el suelo, el olor a sudor que desprendían algunas prendas le indicaban cuáles estaban limpias y cuáles no.

Separó la ropa, la sucia la dejó en el cesto que el Joven Amo usaba para aventar bolas de papel, la limpia la dobló o colgó en los ganchos del closet. Procedió con la limpieza de la cama, quitó el edredón que le cubría del frio, quitó la almohada y las sabanas, sacudió el colchón para volver a poner las sabanas azul claro.

Las extendió sin dejar alguna arruga que opacara su perfección. Alzó una ceja al ver una mancha peculiar cerca del centro de la cama, pasó su índice enfundado en el guante antes blanco para darse cuenta de que la mancha hacia que la tela estuviera dura.

Retiró las sabanas y las dejó en el cesto de ropa sucia, fue a uno de los cajones del Joven Amo del cual sacó otro juego de sabanas que acomodó y perfeccionó como el anterior, sólo que esté sí estaba limpio. Después de sacudir la almohada la acomodó en su lugar y procedió a poner el edredón para terminar con la cama. Acomodó su cabello con gracia para admirar el buen trabajo que había hecho; faltaba levantar la basura y acomodar los libros del Joven Amo.

Se paró para ir a recoger los libros que estaban tirados, algunos tenían subrayados algunos párrafos, otros tenían notas y todo eso lo respetó sólo cerrándolos y ordenándolos por fecha de publicación sobre el escritorio, pero entonces pensó que por publicación no sería de ayuda, optó por orden alfabético, sonrió al terminar.

Acomodó incluso los lápices de colores que tenía esparcidos por el largo de la mesa, acomodándolos de mayor a menor pues se notaba que el chico usaba más los brillantes como el amarillo (el lápiz más pequeño) que los oscuros como el negro (que estaba completo).

Al finalizar el acomodo del escritorio siguió con la siguiente tarea, juntar la basura del suelo y buscar posibles restos de comida. Empezó juntando la más obvia como pañuelos arrugados hasta que tuvo que acostarse sobre el suelo para jalar una caja de pizza que yacía bajo su cama. Detrás de esa caja había más basura así que después de rodar los ojos fastidiado se empezó a adentrar bajo la cama.

La mayor parte era envoltorio de comida chatarra, caramelos, chicles y hasta frituras. Justo antes de salir tuvo un percance en el que sus hombros chocaron contra la base de la cama, conservó la cama y se giró para quedar boca arriba lo que no fue buena idea para poder salir.

Pero, antes de comenzar a reprenderse por eso notó que habían letras entre la parrilla que sostenía el colchón.

Agudizó su mirada para leer el titulo de la revista.

Sonrió autosuficiente.

Ni él mismo supo cómo se había salido de debajo de la cama tan rápido, ni cómo fue que levantó el colchón pero ya tenía la revista en sus manos. No era una revista pornográfica, no era una revista de ciencia, no era ni siquiera una de política.

Era una revista BDSM en la que se enseñaban las Reglas de Aluminio y al parecer al Joven Amo le gustaron porque las mismas notas que había en sus libros estaban pegadas en las hojas de la revista.

Las Reglas de Aluminio y sus reglas eran similares.

Pero antes de empezar a divagar en su imaginación se dispuso a dejar la revista sobre los libros que antes había acomodado, ya entraría el Joven Amo y le podría decir su hallazgo y de paso, recordarle que debajo de la cama no es el lugar para dejar la basura.

Tras pasar el sacudidor por las fotografías que tenía colgadas en su pared y los trofeos que se había ganado por su esfuerzo, salió de la habitación.

Bajó las escaleras lento como le gustaba hacerlo hasta entrar a la cocina en donde se sirvió un vaso con agua y un par de cubitos de hielo. Tomó el vaso con la mano derecha y recordó que tenía una mancha en sus guantes que debía que quitar.

Después de beber un trago del refrescante líquido la puerta principal se abrió dejando ver al Joven Amo.

-Ya llegué.- avisó quitándose la mochila para dejarla caer sobre el sofá mientras corría hacia su habitación.

-No suba las escaleras corriendo, Joven Amo, su padre está en su despacho.- informó Minho antes de que se le perdiera de la vista.

-¡Gracias!- recibió por respuesta. Entonces asintió mientras volvía a beber de su vaso con agua.

Después de terminarlo y de mascar uno de los cubitos de hielo, tomó el vaso para con el otro restante en su interior y subir las escaleras. Fue caminando hacia el despacho del Señor, dejó el vaso con el hielo afuera en el pasillo sobre una mesita que soportaba un florero para aromar a esa parte de la casa.

Llamó a la puerta e informó que era él, luego de recibir una afirmativa entró sólo para saber que no necesitaba nada más por el momento, que el té estuvo delicioso y que esperara a que su esposa llegara para que le ayudara con las bolsas que traería.

Minho asintió y se retiró del despacho, al salir tomó el vaso con el hielito que ya estaba más derretido pero aun aguantaba para lo que tenía en mente. Caminó directo a la habitación del Joven Amo en donde después de llamar a la puerta y de recibir una afirmativa, entró.

-Perdón por dejar mi habitación tan sucia.- dijo recostado en su cama, con los ojos cerrados y los audífonos puestos. Estaba cansado después de un día de escuela, más prácticas.

El hielito rebotando contra el interior del vaso se le hizo familiar que abrió los ojos de golpe, de la misma manera se sentó en la cama y jaló los cables de los auriculares.

-Minho.- susurró mirando como no había dejado de agita el vaso con el hielo golpeando su interior. –Mi papá aun está en casa, ¿no puedes esperar?- preguntó captando el mensaje, pero el hielo golpeó con más insistencia el cristal del vaso. Taemin mordió su labio inferior nervioso, pero al ver que el empleado estaba serio asintió suspirando.

Se hincó en la cama para desatar su hebilla y posteriormente el botón del pantalón. Escuchó el seguro de la puerta al tiempo que se bajaba sus prendas para dejar expuesta su piel.

-Si nos descubren no abogaré para salvarte.- susurró empezando a inclinarse para recargarse sobre sus codos y dejar caer su cabeza contra su almohada.

-Entonces perderé el empleo y te quedarás solo.- contestó Minho acercándose a la cama, subiéndose sobre ella para quedar hincado detrás del cuerpo del Joven Amo, justo entre sus bien formadas nalgas.

-¿Me obligarás a salirme de casa?- preguntó Taemin sintiendo las manos del alto en su piel, pero esos estúpidos guantes estaban ahí, interfiriendo con el tacto.

-No, esa será tu decisión.- contestó masajeando el trasero del menor, este cerró sus ojos para disfrutar pero frunció el entrecejo al sentir el liquido frio en la división de sus nalgas, este mismo liquido hizo que contrajera sus músculos anales, cerrándose con fuerza.

-Idiota.- susurró sonriendo. Supo desde el momento en el que le vio con el traje negro que usaba la servidumbre de su casa, que ese nuevo empleado sería especial, tenía algo diferente. Tenía cara de ser alguien de poder, no un empelado domestico.

Sin embargo lo era, y era el suyo. Quien limpiaba su casa, lavaba los platos, acomodaba la ropa y barría su jardín. Tras un par de meses comenzó a seducirlo, si el empleado no era homosexual él lo haría o de menos le daría una probadita de lo que se estaba perdiendo. Fue difícil hacer caer a Choi por su ética laboral, pero esa tarde lluviosa en la que se quedó atrapado en el cobertizo del jardín, mojado y temblando; el empleado dejó de darle la vuelta al llegar bajo ese techito con toallas secas porque él las había protegido contra su pecho.

Pero no fue hasta que el empleado le dio el suéter que usaba bajo el saco negro para que se cubriera del frio, que sintió podría ocurrir algo romántico entre ambos, pero fueron sus palabras “Te protegeré, joven Amo” las que hicieron su corazón acelerarse mientras que “No eches esto a perder” le causaron risa después de su primer beso en el cuarto de lavado y un “Eres mío” le jugó doble, ¡era Lee Taemin! no era ni de su madre y ahora el empleaducho lo reclamaba como suyo… pero al mismo tiempo quería que así fuera. Lo único que le entregó aquella noche fue un golpe al hombro.

Le gustaba ponerlo a prueba por eso entraba a casa con los tenis sucios después de pasar por un charco de lodo, le gustaba ponerlo celoso por eso invitaba a sus pretendientes a casa, le gustaba ponerlo cachondo mientras comía paletas de helado en meriendas con sus padres, pero lo que recientemente le había gustado, era sacar a flote el lado posesivo de Minho.

Sabía que estaba mal no sólo porque era también un hombre, sino porque la posesión delata una mala parte de la personalidad ajena. Pero no negaría que le encantaban esos besos agresivos que le plantaba después de que se despedía de beso de alguna de sus amigas.

Y si le sumaba el hecho de que se supone él era el Amo y se dejaba dominar por el empleado, tenía el paquete entero para excitarse de sólo pensarlo.

-¿Deje muy sucio hoy?- preguntó Taemin sintiendo la lengua del empleado secar el agua que antes había en entre sus nalgas. Movió su cadera para incluso abrir más sus piernas y darle más acceso al empleado.

-La Sra. está muy molesta porque dejaste sucia tu pieza.- susurró Minho para volver a degustar del anillo muscular de su Joven Amo. Le excitaba sentir las grietas que se contraían cada cuanto y se expandían para dejarle introducir su lengua.

-Que se joda.- gimió Taemin y al tiempo frunció el entrecejo al sentir que Minho había introducido el pequeño hielito. El calor del cuerpo hizo que se derritiera tan rápido que serviría de lubricante.

-Hay alguien más que se va a joder.- dijo Minho dándole una última lamida al cuerpo de Taemin para levantarse y salir de la cama.

-¿El viejo?- preguntó estirando su mano para comenzar a tocarse en donde antes estaba la lengua de Minho, delineaba su contorno e intentaba introducirse un dedo.

-¿Qué es esto, por qué y desde cuándo lo tienes?- le mostró la revista que había encontrado debajo de su colchón.

-Qué te importa.- contestó Taemin introduciendo uno de sus dedos en su cuerpo, cerrando sus ojos dejándose llevar por la sensación. Minho se sintió levemente ofendido pero decidió ignorar esa respuesta mientras sacaba una varita de bambú.

Miró por unos hipnotizantes segundos cómo el Joven Amo estaba dilatando su ano con sus dedos, hasta que decidió que era suficiente y le propinó el primer golpe con la barita en sus muslos, tomando por sorpresa a Taemin quien retiró sus dedos de prisa para tocar su zona lastimada, pero no pudo hacerlo porque otro golpe más fue a dar a su mano.

-¡Minho!- gritó de dolor el Joven Amo tras otro golpe más.

-Guarda silencio que el Sr. Lee está en su despacho.- la barita de bambú quedó descansando sobre su piel rojiza. –Levántate y sígueme.- ordenó el empleado obteniendo por respuesta inmediata a Taemin bajando de la cama. –No te quites el pantalón.- indicó caminando hacia el sofá que Taemin tenía dentro de su habitación sobre el cual se sentó Minho y palmeó sus piernas. –Aquí va tu vientre.-

Taemin asintió y lleno de vergüenza se acomodó como Minho le había indicado, cual niño pequeño esperando el castigo.

-Te daré veinte y por cada grito, jadeo o gemido aumentaré una más. Dejaste tu habitación sucia y desacomodada, no cambiaste las sábanas de la otra noche, comes dulces y chatarra que no le hará ningún bien a  tu salud sin olvidar esa revista masoquista.- comenzó a tentar el área que maltrataría segundos más tarde, pero los guantes impedían que Taemin sintiera el tacto por completo.

-Tú tienes la culpa de más de la mitad.- contestó Taemin recibiendo el primer azote contra su piel, soltando un grito de dolor.

-Cuenta para mí.- ordenó Minho, el menor pasó saliva nervioso y ansioso a la vez.

-D-dos.- susurró presionando sus ojos para reprimir el punzante dolor que le provocaban esas nalgadas. –¡Tres!-

La lluvia de azotes contra su piel no se hizo esperar, el pequeño estaba gritando y no hacía nada para contenerse lo mejor sería terminar con todo de una vez para proseguir con el castigo. Pero la sensación de la piel suave de Taemin bajo sus guantes no era suficiente así que se retiró el guante sucio, lo dobló, jaló el cabello de Taemin para que elevara la mirada, una desorbitada por el dolor.

-Abre la boca.- ordenó el empleado haciendo que la quijada de Taemin se separara lentamente, cuando fue suficiente introdujo el guante en su cavidad bucal. –Muérdelo todo lo que quieras, pero no grites.- asintió lento para dejar caer de nuevo su cabeza.

Cada nalgada era más fuerte que la anterior, su miembro comenzaba a palpitar, su saliva no dejaba de producirse y al tiempo, sus gritos era reprimidos por ese trozo de tela que ya estaba más que húmedo.

La piel de Taemin estaba roja de tantos golpes que habían recibido, pero no era suficiente castigo para Minho. Sacó una liga de hule de uno de los bolsillos de su saco pero se dio cuenta de que Taemin aun tenía puesto el pantalón entonces no sería fácil deslizarla por su pierna hasta estar a la altura que quería, por lo que le quitó un tenis y el pantalón de la derecha, entonces sí pudo ponerle la liga y comenzar a deslizarla por su piel.

No le importaba que le jalara los vellitos porque él ya le había dicho a Taemin que le gustaban sus piernas lampiñas, su culpa por no depilarse. La liga quedó debajo de sus nalgas, la tomó, estiró y soltó.

-¡Mnng!- hasta ese momento no había notado que el cuerpo de menor había dejado de moverse, era como si se tratara de una muñeca. Jaló la liga de nuevo para soltarla y estrellarse contra la piel del menor.

La sonrisa de Minho denotaba autoridad, los gritos de Taemin denotaban clemencia.

Jaló la liga separándola al límite de la misma, abrió sus dedos y esta fue a dar contra la piel del menor, haciendo que presentara un poderoso espasmo por el dolor que le causaba. Se divirtió con la liga, le gustaba el sonido de la piel de Taemin siendo azotada y sentía llegar al orgasmo al ver su cara expresando el dolor que estaba sintiendo.

Tras soltar la liga de nuevo la dejó en el muslo del menor, este suspiró aliviado pero no duró mucho porque la varita de bambú volvió a caer sobre su cuerpo, en sus nalgas. Una y otra vez tiñendo nuevamente de rojo su piel.

Minho se dio un segundo para admirar el rostro empapado de Taemin. Pero lo único que le preocupó fue que su guante estaba mojado, estiró su mano dejando de darle golpecitos con la varita para retirar su guante.

-Párate.- ordenó. Taemin asintió temblando, sus brazos fueron a las piernas de Minho para poder levantarse y una vez hecho, el dolor le pasó factura.

El empleado tomó los hombros de Taemin para conducirlo a la cama y ahí dejarlo caer, tenía otra cosa qué hacer y era buscar un preservativo o algo que sirviera para lo que tenía en mente. Por su parte el Joven Amo estaba recostado sobre su vientre, sabía que si se sentaba le dolería, no tenía idea de qué diría a la hora de la comida cuando tenga que sentarse en la mesa con sus padres.

Estaba pensando en una buena excusa hasta que sintió la mano desnuda de Minho sobre su piel, sobre sus nalgas de nuevo.

-Sa-sabía que tenías manos… suaves.- susurró para cerrar los ojos y de nuevo, disfrutar de ese tacto.

-Mi guante está sucio. No puedo tocarte con algo así.- contestó Minho deslizando su mano por la piel rojiza. –Te lo prestaré, puedes regresármelo cuando esté limpio.- separó las nalgas de Taemin para mirar su dilatado ano. Él ni siquiera le había tocado de manera sensual y pasional para haberle dilatado, hasta el momento había tenido un tacto rudo pero el Joven Amo estaba dilatándose, seguramente no sería el último encuentro de esa naturaleza.

Probablemente Taemin tenía la revista para fantasear con ella, con que Minho le haría ese tipo de cosas.

Taemin presentó un escalofrió al sentir el material del preservativo y algo suave dentro. No era el miembro de Minho porque eso era por lejos suave, desde la primera vez que le tocó había sido duro y firme, incluso cuando le metía mano mientras sacudía o regaba las flores de su madre.

Minho miró con detenimiento como el cuerpo de Taemin comenzaba a ceder, tragándose el preservativo con el guante en su interior hasta que sólo el borde del condón quedó fuera.

-Podría penetrarte y hundir más mi marca en ti, pero no lo haré.- acarició a ese buen trasero por haberse comido el guante y luego bajó de la cama. –Porque tienes que comer.- su erguido miembro se perfiló contra los labios de Taemin, quien abrió la boca para restregar su lengua contra la extensión ajena.

Se acercó más sobre la cama para introducirse ese miembro palpitante dentro de su boca. Marcó un vaivén rápido, pero Minho le detuvo. Tomó el cabello negro del menor entre sus dedos para imponerle el ritmo que quería disfrutar. Uno en donde la lengua de Taemin sintiera las venitas y al tiempo, memorizara su sabor salado amargoso.

Los labios del menor recorrían el pene de Minho, presionaba para hacerlo jadear y succionó el glande para extraer el semen del empleado sin éxito alguno. Mordió la separación del glande con el resto del tronco repetidas veces.

Escucharon la campanilla que le indicaba a Minho lo solicitaban, por un lado estaba su sentido y ética de trabajo y por otro el niño que le había robado el aliento desde que lo vio caerse de la patineta.

Se mordió el labio teniendo el debate interno más corto de su vida y salió de la boca del menor.

-Tu madre me llama.- susurró con la voz ronca por el momento de éxtasis.

-¿Y qué vas a hacer?- preguntó Taemin limpiándose las comisuras del labio.

-Iré a ayudarle con sus bolsas.- contestó Minho secándose el sudor de su frente.

-¿Y yo qué haré?-

-Alístate para la comida.- contestó autoritario. –Pero no te retires mi guante.-

-¿Quieres que baje a comer con él dentro? ¿Estás loco?- ¡Ni siquiera se podía sentar!

-Sí.- contestó acomodándose el sacó. –Después de comer lávalo, sécalo y entrégamelo hoy en la noche en el mismo lugar en el que te lo di.- tomó la perilla de la puerta y la abrió.

-Pero…-

-Es para que aprendas a no dejar manchada la perilla.- contestó saliendo de la habitación de Taemin, mirando hacia el pasillo por si alguien más lo miraba ahí. –Me gustan mis guantes limpios.-

-Si no la manchaba no hubiera sentido tu mano.- lo miró desde la cama.

-¿Y la habitación?- preguntó escuchando de nuevo la campanilla sonar.

-No tiene ningún motivo en especial, estoy en periodo de exámenes es lógico que tenga mi habitación así.- le restó importancia mientras se levantaba con las piernas temblándole.

-¿Por qué no habías cambiando las sabanas?- aun estaba ahí la mancha de su semen.

-Porque cada que la veo recuerdo ese momento en el que tú y yo éramos uno.- contestó sonriéndole feliz pero con un toque a picardía. –Además me excita mucho.- y sólo habían pasado un par de días, quizá diez.

-¡Minho!- era la voz de la Señora.

-¡Está conmigo, mamá!- gritó Taemin con todo lo que sus pulmones le permitieron. –¡Espera cinco minutos, por favor!-

-No puedo hacer esperar a la Señora.-

-Pero yo sí.- contestó Taemin. –No sacaré el guante  si tú te tomas eso.- apuntó a un frasquito que contenía pastillas.

-¿Dulces?- preguntó Minho caminando hacia el frasco y tomarlo entre sus manos.

-Sí, toma uno y ve a ayudar a mi mamá.- abrió el frasco y dejó caer uno en su mano, sin pensarlo se lo llevó a la boca para degustarlo. –Ellos van a salir a una cena familiar pero yo no iré porque tengo examen mañana y me quedaré a estudiar tu anatomía. No me hagas esperar por favor, no sé cuánto tiempo podré retener tu guante.- susurró en un tono sugerente que empezó a elevar la temperatura del cuerpo de Minho, el sudor que había secado volvió a brotar.

-En cuanto termine mis deberes vendré a verte.- contestó aflojándose la corbata. –Ese no era un simple dulce.- afirmó mirando la divertida mirada de Taemin.

-No.- contestó sonriendo. –Era un afrodisiaco. Ahora ve a ayudar a mi mamá, es una orden.- 

Notas finales:

Conti?

Tiene potencial para ser minimo un fic de 8 capítulos o 5 pero se quedará como One-Shot y el resto va a imaginacion del lector porque Zemon_kv no tiene tanto tiempo libre, yo pod´ria hacer la conti total y nustro estilo de escritura no es tan diferente, pero respeto su decision como autor para dejarlo en one-shot.

Esperamos que les haya gustado <3

Gracias por leer~


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