Medicina Vongola
4.- Medicina defectuosa
Laboratorios Vongola.
Trate de imaginarme muchas posibilidades pero ninguna se acercaba tanto a lo que en verdad pasaba. Mi mente quedo en shock, mi joven yo estaba nada más y nada menos que… embarazado.
- ¿No es genial?
- ¡Estoy tan feliz! – sus lágrimas brotaban de sus ojos y rápidamente trataba de limpiarlas con el dorso de la mano – Kyoya estaría tan feliz – dijo con indudable tristeza
- Te aseguro que pronto estarás con el – asintió con una sonrisa amarga
- No es genial Tsunayoshi-kun – me preguntó mi demonio con una sonrisa maquiavélica y tuve que asentir casi por la fuerza.
Era increíble, en otro universo yo soy un doncel con la capacidad de tener hijos y…. por alguna razón… me siento tan celoso.
Miré a mi joven yo que era felicitado por los demás que se encontraban en el laboratorio, Reborn, Byakuran, Gokudera-kun y otros más que estaban relacionados en la investigación de este fenómeno así como Verde.
- Decimo – me hablo el pequeño – yo no sé qué decir frente a usted, yo estoy muy feliz, pero usted…
-No debería de importarte eso – le sonreí – te felicito, estas esperando el hijo de quien amas – sonrió con lágrimas en los ojos y entonces me abrazó con gratitud.
- Gracias – acaricie su cabello y tuve que forzarme a sonreír.
Es cierto que yo y Kyoya estamos muy enamorados en ese universo paralelo. Para mí es algo asombroso casi imposible de imaginar, pero no me desagrada, en cambio ¿Qué pensara Hibari-san de esa posibilidad?
Por alguna razón trato de imaginarlo y mi pecho se oprime al ver que sin duda le daría asco. Es injusto, totalmente injusto ¿porque no soy yo ese niño?
Salgo del laboratorio para dirigirme a la mansión, todo fingiendo que tengo mucho trabajo en mi oficina aunque en realidad estoy más libre que nunca.
Llego a casa y me dirijo a la oficina. Me acuesto en el sofá y trato de dormir un rato, estoy cansado y mi cabeza duele. Recostado en ese lugar, me acuerdo de mi sueño erótico con Hibari-san, era vergonzoso en ese entonces pero ahora desearía volver a repetir todo eso.
Me levanto rápidamente y abro los ojos sorprendido de tan buena idea.
A hurtadillas me dirijo al almacén, estoy casi seguro de que ahí deberían tener esa pastilla. Logro distinguirla entre un montón de medicinas y la escondo en mi bolsillo para luego salir corriendo del lugar. Que dios me perdone porque he robado.
Llego a mi oficina y cierro el lugar con pasador. Me siento en mi sofá, ya se lo que pasara así que estoy un poco nervioso pero emocionado. La tomo entre mis dedos y puedo ver lo roja que es, si no mal recuerdo era esta ya que parece un dulce.
(N/A: No lo es, la verdadera pastilla era roja con líneas blancas)
Trago saliva y la dirijo a mi boca, me pregunto qué clase de sueño tendré esta vez y luego la meto en mi boca.
El sabor era ligeramente diferente, pero al mismo tiempo me recordó casi los mismos sabores que esa vez, así que sin preocuparme mucho la seguí tragando.
- Rico – me digo a mi mismo sonriente.
Espero un pequeño tiempo para sentir sueño como la última vez, pero en vez de eso me siento un poco raro.
El dolor de cabeza, desaparece y mi cuerpo comienza a relajarse. No recuerdo si esto fue lo que sentí, pero creo que es un efecto antes de que me duerma.
De pronto me siento con mucho calor – ufff – me desato la corbata y abro dos de los botones de mi camisa pero el calor es persistente, me quito el saco y prendo el ventilador, pero el calor es tan grande que comienzo a sudar mucho.
Me siento como en un sauna y entonces recuerdo lo que me había dicho Byakuran esa vez, esa pastilla tenía afrodisiaco.
Vuelvo a mi sofá y me acuesto pero el ambiente sigue siendo tan caluroso. Comienzo a jadear, me tapo la boca tratando de controlar los sonidos pero me siento tan sofocado al hacerlo.
El afrodisiaco se vuelve más intenso y razono que quizás la última vez me había dormido a causa de mi cansancio y estrés; y por ello el afrodisiaco solo me había provocado sueños húmedos.
- ¡Ah! – mis pantalones comienzan a apretarme y mi cuerpo comienza a temblar tanto que me empieza a dar miedo.
Me muerdo los labios, y trato de controlarme, de ninguna manera puedo salir de aquí con estos síntomas. Entonces no me queda más que…
Bajo el cierre lentamente y en todo momento miro la puerta. No se escucha nada pero no debo confiarme ya que hay una gran cantidad de locos en esta mansión que podrían tirarla de una patada.
Indeciso metí mi mano a mis pantalones y al roce inevitablemente gemí como loco. Era imposible hacer lo que tenía en mente en esa posición; así que me quite los pantalones y me acosté en el sofá, poniéndome los cojines en la cabeza para ver lo que hacía.
Estaba a punto de estallar, la vista de mi miembro no decía más que eso. Mi cuerpo quemaba cada vez más y más, así que tragándome el orgullo, comencé a masturbarme lentamente. De arriba abajo y jugando con mi punta, dos movimientos repetitivos que me provocaban gemidos que no trataba de ahogar.
Mi mano de pronto se hizo pegajosa, entendí que me había corrido pero esa necesidad por más, me estaba torturando, además de que mi miembro seguía levantándose sin que yo se lo pidiera. Por un momento pensé en pedir ayuda, pero después no podría ver a la cara a nadie más, sobre todo porque me pedirían una explicación ¿Cómo puedo decir que lo hice porque quería volver a estar en ese sueño? Llore de frustración, no había nada en este mundo que pudiera controlar lo que esa droga me hacía.
Creo que me estoy lastimando pero no importa, mi cuerpo pide más.
- ¡Ah! ¡Hibari-san! – me sorprendí a mí mismo diciendo el nombre de alguien mientras hacía algo más que vergonzoso.
Trate de detenerme, pero realmente quería que Hibari-san estuviera ahí, tocándome y haciendo que el efecto de la droga se hiciera a un lado a comparación de sus habilidades, o por lo menos eso fue lo que parecía en mi sueño.
Rindiéndome por completo cierro los ojos y comienzo a llamar Hibari-san a plena voz.
Me lo puedo imaginar, su mano me enloquece, su respiración en mi cuello me provoca sensaciones indescriptibles, puedo sentirlo cerca de mí, lo huelo, su piel y sus manos que se han de sentir tan bien como en mi sueño tocan mis pezones que yo mismo pellizco.
- Hibari-san ¡ahh! – gimo y puedo escucharlo reírse, abro y cierro las piernas con locura, su mano se mueve muy rápido. Incremento mis movimientos. Gimo y lloro del mas infinito placer que comienzo a sentir.
Debo estar volviéndome loco al imaginarme que me lo está haciendo
- ¡Oh! Hiba… ri-san – la mano con la que masajeaba mis pezones comienza a descender y toca ese pequeño espacio tan prohibido para un hombre, pero lo dejo continuar.
Me muerdo los labios al sentir sus dedos - mis dedos- que quieren entrar. Me remuevo como loco y lo siento, el primer dedo comienza a expandir ese espacio, me derrito en el sofá
- !Nh! Hib… ahí… ¡ah! ¡No! – lo imagino riéndose nuevamente y sin importarle lo mete por completo.
- ¡Ah! – mi miembro quiere correrse pero voluntariamente lo aprieto para evitarlo, no cuando estoy gozando con Hibari-san.
“¿Te gusta?”. Imagino su voz y asiento con lágrimas en los ojos.
- ¡Sí! – siento otro dedo malicioso que quiere abrirse paso y lo dejo entrar. ¡Oh por dios! ¿Qué es esto? Me muevo rápidamente dentro de mí, mis dedos me destruyen pero a la vez me brindan del mejor placer que he sentido.
Nunca antes me había masturbado de esta manera y se siente realmente bien ¿o será por el efecto de la droga?
- ¡Ahí! ¡Así! ¡Ahh! Hibari…. – mis caderas y pelvis comienzan a temblar y yo sin aguantarlo me corro manchando mi mano, pecho y un poco la camisa parcialmente abierta que me había dejado.
Caigo rendido en mi sofá pero el efecto de la droga no desaparece ¿Qué más debo hacer?
Miro a mí alrededor, buscando algo que me ayude y veo un objeto metálico, una pequeña estatuilla parecida a una gota. Lloro, no quiero hacerlo, pero me acerco a paso lento hacia él, lo tomo entre mis manos y me doy asco. Lo arrojo lejos de mí y me tiro al suelo suplicando mentalmente que alguien me ayude.
- Hibari-san, perdóname – digo mientras mis lágrimas me ahogan y de nuevo me acerco a ese objeto.
Lo alieno a mi entrada y lo meto poco a poco, duele, pero me duele más la conciencia.
Arriba y abajo, arriba y abajo, agilizo mis movimientos cuando dejo de sentir dolor y al moverme tan rítmicamente, alcanzo el orgasmo y me detengo, de pronto el sueño de aquella vez aparece y caigo dormido al suelo sin más.
Abro los ojos y me levanto rápidamente, estoy en mi habitación. Suspiro y recuerdo lo que hice. Veo que estoy vestido con uno de mis pijamas y huelo a shampoo. Comienzo a llorar de vergüenza y preocupación ¿Quién pudo haber hecho todo esto?
Pero comienzo a llorar más al darme cuenta de algo, la razón por la que hice todo esto, es sin duda porque me he enamorado de un fantasma de Hibari-san.
Escucho que alguien está en mi baño. Me muero de vergüenza, sea quien sea, debió verme en ese estado tan sucio. Quiero salir corriendo y que me trague la tierra.
Escucho la puerta abrirse y veo que de ella sale alguien muy conocido para mí.
Ahogo un grito en mi garganta y me recargo en la cabecera temblando. El hombre que salió de mi baño es nada más y nada menos que…
- ¿Ya despertaste – su voz fría y serena me ataca. – herbívoro?
CONTINUARA….