Medicina Vongola
2.- La nueva medicina.
Todavía me duele el cuerpo. Hibari-san se molestó muchísimo cuando de la nada me confesé. Gracias a dios logre escapar antes de que me matara.
“Odio que traten de burlarse de mi” eso fue lo que dijo.
Me siento al borde de mi cama y respiro cansado. No entiendo lo que le sucedía a mi cabeza en ese momento ¿Por qué rayos me confesé?
Me detuve a pesar un poco.
Quizás la propia medicina me hizo ver a Hibari-san más guapo e irresistible que nunca, esto lo digo avergonzado pero eso fue lo que vi. Por primera vez en mucho tiempo mi corazón nuevamente se había movido con tan solo ver a alguien.
Me sacudo los cabellos y trato de olvidar lo que paso, el sueño y lo que hice, todo debe quedar en un pasado imaginario.
- Buenos días Tsunayoshi-kun – mi demonio entra por mi habitación sin haber tocado antes.
- ¿Tu eres el culpable? – me levanto señalándolo y luego caigo sobre la alfombra al sentir el dolor en mis huesos. – Itte..
- Vaya.. ¿Porque estas tan adolorido? – me preocupa con su singular sonrisa que nunca se borra.
- ¡Hibari-san me dio de palos por tu culpa! – me levanto de nuevo
- ¿Mi culpa? – camina hacia el interior de la habitación y se lanza a la cama como un niño, luego se acomoda entre los cojines y come las golosinas que traía consigo desde el principio.
- Si, tu culpa – lo señalo violentamente y el comienza a reír
- lo único que hice fue darte un caramelo – sonríe maquiavélico – Además ¿Por qué te golpeo? – me sonrojo con su pregunta.
- No… no importa, el punto es que lo que pasó fue la culpa de la estúpida medicina que me diste
- Je je – me ve con una sonrisa burlona – ese caramelo en realidad era un relajante con efecto de afrodisiaco, es uno de los inventos de tu propia familia, me sorprende que no lo hayas reconocido – lo miro sorprendido y recuerdo.
Hace unos días Reborn me lo había dicho, pero por la cantidad de trabajo lo había olvidado.
- Esa cosa, realmente es peligrosa ¿Por qué la andas dando sin más? – le grito y el solo sonríe
- No es que la ande dando por ahí, solo se la he dado a unas cuantas personas y lamentablemente todas me han venido a gritar así como tú – pone una fingida cara triste que solo me provoca más irritación.
- Te odio – le digo entre dientes
- He venido para saber cómo fue la reacción – me dice mientras se levanta de la cama y se acerca a mí. – Entonces… ¿Qué paso mientras dormías? – recuerdo las imágenes de mi sueño y me sonrojo hasta las orejas
- No te importa – me acerco a la puerta para irme pero él me abraza por el cuello y me jala hacia adentro.
- Por lo que veo y por lo que me dijiste en cuanto entré ¿tuviste un sueño húmedo con tu guardián de la nube? - tiemblo ante tan acertada deducción.
- ¡Déjame ir! – lo quito de encima.
- ¿Cómo fue? ¿Te gustó? – mi corazón late y mis movimientos se vuelven temblorosos y torpes.
- Ya te dije que no te importa – recuerdo la sonrisa de Hibari-san y me estremezco.
- Estas muy a la defensiva ¿Por qué no te relajas? – saca de su bolso una pastilla y me la muestra
- ¿Crees que caeré de nuevo para ser tu objeto de experimentos? – ríe
- Este es otro tipo de medicina, al parecer la otra fallo ¿Quieres probarla?
- ¡Estás loco! – lo ignoro y salgo de la habitación
- Te prometo que esta vez es una medicina normal – camina atrás de mí y yo camino cada vez más rápido para que me deje en paz. – no volverás a tener sueños húmedos como la otra vez
- ¡Cállate! – le tapo la boca avergonzado ya que alguien podría escucharnos.
- Herbívoros, quítense de mi camino – la voz de alguien más nos sorprende y volteo para cruzarme de nuevo con la mirada de mi guardián.
- Hi… Hibari-san – quito mis manos de la boca de Byakuran y lo miro angustiado, mis latidos se incrementan rápidamente. Me hago a un lado.
Pasa sin mirarnos y yo no dejo de verlo hasta que me es imposible, se ve tan calmado y genial, pero vaya que es doloroso que ni siquiera me diera una mirada... ESPERA ¡¿QUÉ ESTOY PENSANDO?!
- Ya veo – la cara de Byakuran está muy cerca de la mía – te enamoraste de él – siento que mis oídos se tapan y yo comienzo a balbucear cosas sin sentido, tratando de negarlo por completo.
- Te equivocas… es solo que me da vergüenza lo que paso…. Eso es todo
- Pero tu cara no dice lo mismo – se aleja de mí y comienza a comer de nuevo las golosinas que traía.
- ¿Qué.. que tiene mi cara? – le pregunto en busca de una respuesta sincera.
- Brilló – me contesta sonriente – tus ojos se llenaron de brillos, estabas fascinado. Además tu rostro se coloreo de un carmín suave y al parecer te duele el pecho ya que lo estas tocando – miro mi mano derecha que en efecto estaba apretando mi corazón ¿en qué momento paso?
- No es nada – trato de excusarme - mi cara siempre esta roja y mi mirada solo reflejaba aquella lámpara – señalo una que se encuentra pegada a la pared del pasillo – y mi pecho… yo solo me estaba rascando por un sarpullido que tengo.
- Las mentiras no son buenas
Camino de nuevo para perderlo y llego hasta mi oficina.
- Pruébala y yo le explicaré a Kyoya-kun lo que pasó – lo miro ceñudo y con un puchero
- Dile que fue un efecto de la droga – me sonríe entusiasmado y me entrega la pastilla. Realmente quiero que Hibari-san no se vaya con una idea equivocada.
La trago y me siento en la silla de mi escritorio, miro a mi alrededor, no veo que nada pase, realmente es un relajante normal.
- Iré ahora mismo a explicarle la situación. – sale de la oficina no sin antes regalarme una mirada llena de extraños propósitos.
Lo ignoro, seguramente, solo quiere ponerme nervioso.
Tecleo algunas cosas en mi laptop y de repente un fuerte dolor de cabeza se apodera de mí ¿Un efecto secundario?
Cierro los ojos y masajeo mis sienes. Es tan intenso. Me levanto de mi asiento para buscar a alguien que me ayude.
Tomo el picaporte y antes de girarlo alguien más lo abre.
Abro los ojos sorprendido de quien me encuentra. Es ni más ni menos que Hibari-san.
- Hibari-san – me mira extrañado y se acerca a mí.
- ¿Qué te sucede?
- No.. no es nada – trato de no mostrarme muy nervioso frente a el – solo iba a buscar a un doctor – me toco la cabeza de nuevo, cada vez el dolor es más agudo.
- No hay nadie – me dice serio – él bebe se los llevo a todos a cenar.
Lo miro sorprendido.
- ¿Qué? – me mira ceñudo diciendo con eso que no volverá a repetirlo. – entonces ¿Por qué estas tu aquí? – le pregunto aguantando el dolor
- Odio las multitudes – es cierto – y alguien tenía que estar cerca de la mansión – me dice frio
- Ya veo – siento que la cabeza se me partirá en dos – Itte… - me tiro al suelo y trato de calmar el dolor con mis manos.
Hibari-san no se ve preocupado pero se acerca a mí para verificar que todo esté en orden.
- ¿Cómo te duele? – no contesto, el dolor es tan grande. – Vamos al hospital – dice un poco molesto
- No es necesario It.. itte… - suspira y me levanta entre sus brazos.
El dolor persiste pero yo estoy más sorprendido y nervioso que este parece desaparecer. Mi corazón comienza a latir tan rápido que la respiración se me hace algo difícil.
- ¡¿Qué… que haces?! – le replico con las mejillas encendidas y el me monta en su hombro para llevarme al hospital. – Ba… ¡Bájame por favor!
- ¡Cállate! – Aprieto mis labios – te llevaré
De pronto siento que el dolor desaparece, lo cual a mí mismo me sorprende.
- Espera, ya no me duele - me baja y me mira enojado
- ¡Hibari-san! – una voz aliviada suena, es desconocida pero a la vez conocida.
De pronto llega un niño, más bajo que los dos y se abraza del cuello de Hibari-san mandándome a mi muy lejos.
- Estoy asustado – dice en el pecho de Hibari-san quien se mantiene inmóvil y sorprendido. – Llévame a casa – levanta la mirada y por fin sabemos de quien se trata.
Los dos lo miramos impresionados ¿De dónde salió? ¿Quién es este niño que se parece tanto a mí?
- Vámonos – se aprieta más al cuerpo de Hibari-san y levanta su cuerpo para llegar a los labios de mi guardián y entonces darle un beso tímido.
- ¡Agh! – lo miro con la boca abierta y mi corazón de pronto comienza a estallar dentro de mí. - Qué… ¿Qué haces? – lo separo del cuerpo de mi guardián y lo miro de frente.
- Itte… - suena igual a mí y su cara es idéntica a la mía, esos ojos, el cabello castaño, la altura, es como si fuera mi yo de hace diez años.
- ¿Quién eres? – le preguntó sorprendido y el me mira aterrado.
- Me llamo Tsunayoshi Sawada – se identifica con las piernas temblorosas
- ¿Eh? – nos miramos fijamente, es claro que soy yo, pero porque demonios está aquí.
- Herbívoro – recuerdo que Hibari-san esta atrás de mí y volteo asustado.
- Hibari-san – decimos los dos al mismo tiempo pero en diferente tono… un momento esto me suena…
Veo que se lanza a los brazos de mi guardián y comienza a besarlo con desesperación. A este punto Hibari-san parece a punto de matar a una decena de personas solo con la mirada que le dirige.
Trato de separarlos de nuevo, solo con fin de que no moleste más a mi guardián que se ve extremadamente enojado.
- ¿Qué haces? – Me dice mi yo pequeño – déjame estar a solas con mi novio – lo miro sorprendido ¿novio?
- ¿Quién es tu novio? – pregunta un molesto Hibari quien nos mira con deseo de sangre.
- Tú – dice con una sonrisa encantadora, lo cual me deja con la boca abierta totalmente aterrado
- Herbívoro – se dirige a mí enojado – llévatelo o los matare a ambos ahora – asiento y rápidamente lo arrastro conmigo hasta mi habitación.
Lo dejo en la cama y rápidamente me dirijo a cerrar la puerta.
¿Qué rayos voy a hacer? ¿Por qué está pasando esto?
Narrado por la autora.
Había llegado sin otra intensión más que saludar a su dulce hermanito. Tocó la puerta de la mansión y espero pero nadie contesto.
Miró a sus subordinados en el coche y de nuevo toco el timbre. Nadie contestaba.
- Que raro, las luces están encendidas – se dijo y de nuevo lo intento.
La puerta se abrió pero no totalmente. Solo la abrieron, había algo extraño.
Miró a sus subordinados y les dio unas cuantas señas para que se pusieran a la defensa. El mismo Dino abrió la puerta, pero no había nada raro, solo una persona lanzando las cosas por todos lados.
- ¿Kyoya? – se acercó a él extrañado de su comportamiento.
- ¿eras tú? – lo miro molesto y se armó con sus tonfas
- Espera… Kyoya ¿QUÉ HACES? – y ese fue el grito que pudo dar el mismísimo jefe de los Cavallone antes de que Kyoya lo moliera a zorros.
CONTINUARA...