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La curiosidad de la muerte por natzuki-san

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Notas del capitulo: les agradezco a todos los que leyeron mi primer capitulo, claro que haré una mención a mis primeros reviews lizzie, graaracastell y julio, este ultimo es el primer fundashi que conozco
bueno ellos tres se ganaron un oneshot de la pareja que mas les guste, espero sus reviews para confirmarme quienes son y de que quieren que se trate bueno creo que ya los dejare leer
lamento informarles que todavía no aparecen los personajes de one piece, mil disculpas trate de ponerlos pero el capitulo me quedaría aun mas largo, pero prometo, no, les juro que aparecerán en el siguiente
los personajes aquí mencionados son propiedad de Eiichiro Oda y William Shekespeare
Una sonrisa traviesa se dibujó en el rostro de la muerte, a dios no se le escapaba nada, mucho menos una alma. Ella sabía que dios lo sabe todo, que no hay forma de engañarlo ni de mentirle
-Porque usas esa voz- preguntó, tratando de cambiar el tema
-¿Te molesta?- lo había logrado dios abandonó el regaño con una pregunta
-No, tu eres dios- contesto simple con una ligera sonrisa de lado
-Al igual que tu… No eres más poderosa, yo sí puedo morir- dios uso un tono irónico
-Si los hombres dejan de creer en ti ¿No es así?- sonrió mostrando un descaro
-¿Qué te parece divertido?
-Bueno… que esa fue la razón por la que me creaste, todos piensan en ti cuando los llamo, no importa cómo te llamen: Zeus, Alá, Jesús, Atena, Buda, tienes tantos nombres que es difícil aprenderse todos- contesto sarcástica ante la cuestión de dios
-Recuerdas a miles de nombres de las almas que traes en un día mortal y no puedes aprenderte unos cuantos míos- bromeo dios, con su voz menos grave
-Eso es porque tengo una lista- sonrió- por la que me tengo que ir- estaba por marcharse cuando en frente de ella apareció un pequeño frasco - ¿Qué es esto?- pregunto al tomarlo, observándolo detenidamente
- Es un virus- contesto una voz femenina, dulce y alegre
-No lo entiendo… ¿Por qué envías enfermedades a los humanos?- confundida enfoco la vista en un punto inexistente, dios y los humanos siempre la confundían
-Los humanos son seres inteligentes, me gusta ver como contra restan todo lo que les envió- contesto divertida aquella voz fémina
La muerte mostró una cara de ironía- ¿Inteligentes?- se burló –No lo creo dios… En el mundo mortal las plantas y animales tiene una muerte natural, a los únicos seres que les diste la oportunidad de escoger como morir son a los Humanos y ellos siempre muren de una forma muy tontas, no, diría estúpida… por defender a un desconocido, lo protegen más que a su propia familia o por alguna enfermedad que les han dicho como cuidarse de ella, por pasar o vivir en lugares que saben que son peligrosos o por el amor de una persona… esa creo yo, que es la más estúpida de todas porque aquella persona por la que mueren siempre traiciona y se enamora de alguien más, aun cuando juraron amarse por una eternidad
-Eres muy dura con ellos- Dios, con esa voz fémina, sonó un poco preocupado
-No lo creo… regreso en un momento y seguiremos con nuestra charla- se inclinó para disculparse y después de incorporarse desapareció
Dios un poco divertido comenzó a contar, llegó hasta el 16 antes de que la muerte regresara e hiciera nuevamente sus cortes para llevarse más frascos vacíos, pero esta vez hizo un tercer corte de donde salió un pergamino y otro más pequeño, tan delgado que la muerte lo tomo solo con sus dos de sus dedos
-Perdona son otros más, de último momento- esta vez Dios tenía una voz de un infante
-Me agrada más esa voz- comentó la muerte sin tomarle importancia al diminuto pergamino
-En ese caso, creo que la conservare por más tiempo- contesto juguetón ante el alago de la muerte
-El virus que mandaste ya fue curado, y el nombre que le pusieron es muy raro- la muerte puso una cara de duda que parecía más un puchero
-No tardaron tanto esta vez- dijo sorprendido
-pero si tú lo sabes todo, lo que pasó, lo que pasa y lo que pasara con todos los humanos-dijo confundida
Dios rió a carcajadas, la muerte era tan inocente y sin malicia que era divertido hablar con ella- A veces es aburrido saberlo todo, es más divertido cuando hay algo que no entiendes ¿No crees?
-Pues… No lo sé, nunca he sabido todo- contesto poniendo una pose muy pensativa, lo que hizo reír nuevamente al ser supremo, por lo que la muerte se sintió ofendida- me tengo que ir- y sin dejar que Dios le contestara se retiro
En una mansión se encontraba una pequeña niña jugando cerca de las escaleras, la muerte se acercó a ella y con tristeza la observo, esas almas eran las que no le gustaba llamar
-Lo siento pero… ven conmigo- dijo con su voz entrecortada
Un grito de la servidumbre altero a todos en aquella residencia, una dama vestida muy elegante, tal cual una princesa, se derrumbó al ver a su pequeña inconsciente al pie de del último escalón. La muerte salió por la puerta principal, los lamentos se alejaban cada vez más de sus oídos, sacó su enorme pergamino de entre su túnica y tacho el ultimo nombre, pero entonces recordó el otro que llevaba.
Sacó el diminuto pergamino, lo estiró, en él se encontraban una decena de nombres, al pie de esta se encontraban Romeo, Julieta, en ese orden, siendo la dama la última de aquella lista.
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La muerte tacho un nombre más, solo le faltaban 2 y estaría de regreso a su plática con dios y como siempre, ella regresaría decepcionada de las decisiones que tomaban los humanos, la mayoría tontas que los llevaban asía ella.
Encontró a un joven, apuesto, que corría desesperado, su rostro reflejaba preocupación y agonía al mismo tiempo. La muerte sonrió al identificarlo, definitivamente era Romeo.
-Ven conmigo- dijo mientras flotaba a lado de él, llevando la misma velocidad
El joven no dijo nada, solo siguió su camino, en verdad que llevaba prisa. La muerte se detuvo unos momentos y desconcertada volvió a alcanzarlo.
-Ven conmigo- repitió insistente, pero el joven acelero el paso y unas lágrimas comenzaban a recorrer sus mejillas.
La muerte se detuvo nuevamente aún más confundida -¿Te di más tiempo por ignorarme?- le pregunto, observando cómo se alejaba de ella. No lo entendía, algunos obedecían inmediatamente, otros se resistían y unos pocos la retaban… pero ninguno la había ignorado, así que decidió seguirlo para saber que era tan importante como para no escucharla.
Llegaron a un convento, Romeo se acercó al altar, donde una dama se encontraba inconsciente, la muerte los observo, ahora entendía porque el apuro.
Escucho las palabras románticas del joven asía la dama, pero la muerte no entendía, ella no había llamado a la chica aun, entonces fue cuando la identifico como la última de su lista.
-¿Por qué finges tu muerte mujer?-pregunto acercándose a ella rodeando el altar lentamente- si tanto lo deseas ven conmigo-le susurro ignorando completamente al hombre, gentilmente acaricio a su rostro y todos los recuerdos de la vida de aquella joven pasaron frente a sus ojos.
Un ruido atrajo su atención, Romeo había caído al suelo, se aproximó a él extrañada, quería saber porque el joven actuaba de esa manera, se inclinó ante él y toco su frente delicadamente y al igual que con la mujer, la muerte supo toda la vida de él.
Julieta despertó, la muerte observo la escena trastornada, nunca había visto a dos enamorados comportarse así, su experiencia le decía que ella acabaría enamorándose de alguien más, sin embargo ella tomo el puñal, lo clavo en su corazón y siguió a su amado al otro mundo.
Sorprendida la muerte saco los dos frascos y las almas entraron en ellos, después de asegurarse de que estuvieran bien tapados, los acerco para observarlos confundida.
-Ni siquiera los volví a llamar… ¿Por qué vinieron asía mí?- eran los primeros que lo hacían, no lo entendía, ni si quiera en los suicidios venían solos, ella tenía que llamarlos.
Con la confusión alterando su mente regreso al paraíso, para adueñarse de más frascos vacíos, y una nueva lista, tras hacer sus cortes y que los frascos brillantes pasaran, no quiso dejar las almas de aquellos enamorados.
La muerte trabajo por décadas, pero no se encontraba con humanos como Romeo y Julieta, resignada y más confundida decidió regresas con dios.
-¿Qué ocurre?- pregunto dios preocupado con aquella voz infantil que le agradaba a la muerte.
-Los humanos me confunden- Contesto mientras hacia su segundo corte para suministrarse de frascos, se quitó la capucha mostrando su rostro lleno de duda y fijo su vista en una dirección como si alguien se encontrara ahí- ¿Qué es el amor? – preguntó
-¿De qué tipo de amor hablas? Hay muchos- la voz gentil hizo molestar a la muerte, sin embargo ella respiro profundo, cerrando los ojos para calmarse.
-De todos los tipos- contestó calmada, teniendo la vista a sus pies.
Dios se quedó en silencio un momento y después muy alegre contestó- Es el único estado de locura que aceptan los humanos y todos ellos en algún momento la padecen
-¿LOCURA?-alzó la vista inmediatamente, extrañada por aquella respuesta
-Es una locura pensar que no puedes vivir sin el otro, es una locura poner la vida de alguien más antes que la suya, es una locura dejar de comer porque coma alguien más ¿No lo crees?- comentó dios aun divertido
-Pero…- se detuvo, no estaba segura de decir aquello podría ofenderle- dices que amas a los humanos porque son tus hijos- dijo apenas susurrando, manteniendo la vista en sus pies
-SI –Dios se oyó seguro – porque fue una locura crearlos y ponerlos amor, ambición e inteligencia porque ellos los convirtieron en odio, avaricia e ignorancia- su voz se oía feliz, lo que confundió más a la muerte, se cubrió la cabeza nuevamente.
-Comprendo… me tengo que ir- se despidió muy seria, de nada había servido la ayuda de dios, al contrario lo había empeorado, pero una pequeña mano la detuvo tomando su negra túnica
Notas finales: ojala les allá gustado
gracias por leer
alguna pregunta,comentario o desagrado los esperare en sus reviews
bay bay

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