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Error por Sarabi22

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Notas del capitulo:

Lo primero un saludo: Ciao! Cuánto tiempo!

Lo segundo una disculpa: Losientolosientolosientolosientolosiento!!!! Me estoy volviendo a ver KHR! Para que me vuelva la inspiración. Os juro que no lo hago a mala leche! Simplemente se va y viene.

Lo tercero un aviso: Me he visto hace poco una serie llamada "Seiken Tsukai no World Break" y me han encantado los hechizos prohibidos, así que los he incorporado.

Espero que no me mate nadie por tadar casi un año en actualizar y que os guste este nuevo capítulo obviamente.

Nos vemos abajo.

-          Volveremos por la tarde portaos bien. – fueron las palabras de despedida que escucharon Angelo y Tsuna mientras su madre se subía en el coche negro, su padre ya se había metido dentro y esperaba ansioso que su mujer entrase también.

Los niños se despidieron moviendo la mano detrás de la verja de la casa. Después de eso entraron por el garaje.

-          Tsuna, después de hacer los deberes quiero enseñarte algo. – le dijo el mayor mientras se subían a las sillas del comedor.

Era un sitio bonito, una gran mesa de madera barnizada rectangular con sillas antiguas del mismo estilo. Aunque en ese momento estaba des provisto de plato alguno, en el centro de la mesa un gran y bello arreglo floral se dejaba ver. Era sencillo como la estancia en sí, pero bello, el jarrón de cristal de Murano con orquídeas blancas y flores del equinoccio, estas últimas rojas.

Una barra separaba la cocina del comedor y en un lado una puerta de cristal enorme daba al jardín. Solo entonces, a la luz del día, Tsuna pudo distinguirla entre las ramas desnudas de una enorme haya.

-          A-Angelo. – llamó con temor el menor.

-          ¿Qué? – dijo el moreno levantando la vista de su tarea.

-          Hay u-una pa-pa-pantera en el árbol. – el pequeño se encogía de miedo al pensar qué pasaría si bajase y los atacara.

-          ¿Te refieres a Alaïa? – preguntó Angelo girando la cabeza para ver a la mascota de su madre. – No te preocupes por ella, es de mamá. Es una pantera muy especial, no nos hará daño pero hasta que mamá no te la presente no te acerques solo a ella. Puede pensar que eres un intruso.

Tsuna no daba crédito a lo que oía, ¿Esa pantera, enorme y negra como el ónix, era la “mascota” de su madre? ¿Y qué tenía su padre en casa? ¿Un leopardo?

-          Papá tiene a León, está ahí. – señaló el que, hasta entonces, le había parecido a Tsuna un lagarto disecado. El bicho, pues no encontraba otra manera de llamarlo en ese momento, movió la cabeza en su dirección cuando su nombre fue mencionado.

-          Esta es una casa de locos. – susurró el castaño.

-          Pero somos unos locos que te quieren. – respondió Angelo con una radiante sonrisa. Tsuna sonrió de la misma forma y ambos volvieron a su tarea.

Un gruñido pudo escucharse desde fuera, miraron ambos y vieron que Alaïa estaba en posición de ataque, enseñaba los colmillos y tenía las orejas pegadas a la cabeza. Echó a correr y más pronto que tarde escucharon un grito agudo de hombre.

Angelo sabía lo que estaba pasando pero casi no podía creerlo, la posibilidad de que eso pasase era tan remota que ni siquiera se la hubiera planteado si sus padres no le hubiesen advertido sobre ella. Por supuesto le enseñaron qué hacer si el momento llegaba, Tsuna por su lado solo sabía que algo malo había pasado y que debería correr a esconderse.

El niño bajó de la silla y agarró la mano de su hermano, corriendo subieron a la planta de arriba a la habitación de sus padres. El moreno abrió un armario bajo y empujó a Tsuna dentro para después meterse él mismo, a tientas, sin encontrarlo buscaba el pequeño interruptor que buscaba.

Tsuna, de los nervios, el miedo y la impotencia se puso a producir llamas con sus manos. De esta manera pudo Angelo encontrar el dichoso interruptor, entonces su mayor miedo en ese momento se hizo realidad.

Abrieron el armario.

El hombre primero se espantó al ver fuego, esos valiosos segundos permitieron que un hueco del tamaño para que pasara un adulto agachado se abrió. Como un resorte Angelo se metió dentro y tiró de Tsuna, el extraño agarró al castaño del pie y así ambos empezaron a tirar de lados opuestos del pequeño.

-          ¡Tsuna, enfoca tus llamas hacía él! – sabía que lo que decía era un locura, pero a falta de un plan mejor… era mejor una idea desesperada que ninguna. Puesto que en fuerza obviamente el desconocido ganaba.

-          ¡Niño del demonio! – gritó el hombre al sentir el calor abrasador enfrente suya.

-          ¡Suelta a mi hermano! – exigió el oji-verde lanzándole lo primero que tuvo a mano, lo cual resultó ser uno de sus zapatos. Este y la mano del menor se prendieron en llamas amarillas y golpearon al hombre en la cara.

Con un aullido se echó hacia atrás, mientras se revolcaba en el suelo, Angelo le dio a Tsuna un fuerte tirón y ambos se deslizaron por el túnel. El final de este desembocaba en un bunker subterráneo. Al lado de donde estaba la trampilla por la cual habían salido dos grandes botones estaban en un panel, Angelo golpeó con fuerza el de color azul.

El rojo sellaría todas las entradas, el azul solo esa. Dejando en su lugar una puerta de caja fuerte como tapadera, por suerte los padres de ambos habían sido muy previsores. También habían puesto un sistema de micrófonos y cámaras para poder saber desde allí qué estaba pasando en la casa.

No sabía muy bien cómo manejarlo pero lo básico sí, encendió todo y todas las pantallas mostraron imágenes en tiempo real. Pudo ver cómo intentaban abrir la puerta de la caja fuerte, sin resultado alguno.

No estaban interesados en robar nada, ni destrozar nada, solo los querían a ellos. Un rugido se escuchó por la casa, Alaïa había reconocido esto como un caso de emergencia. ¡¿Cuánto faltaba para volvieran?!

Pero ahora necesitaba ayudar a Tsuna.

-          Tsuna, ¿estás bien? – preguntó el mayor. Intentó tocarlo, pero el niño se apartó.

-          ¡No! ¡¿Dónde están mamá y papá?! ¡¿Por qué esos hombres están aquí?! – preguntó alterado y abrazándose a sí mismo. Estaba entrando en un estado de histeria y shock, a Angelo no se le ocurría qué hacer para evitarlo.

-          ¡Tsuna! – gritó en su cara. Lo zarandeó y le hizo mirarlo, Tsuna pudo ver que estaba asustado también. – Aquí estamos a salvo. Nadie puede entrar, solo papá y mamá. Esos es lo que me dijeron. – le confesó. – Si te pasa algo ni mamá ni papá me lo perdonarían, y mucho menos me lo perdonaría a mí mismo. ¿Estás herido?

-          Me duele el tobillo. – dijo el pequeño. – Y estoy asustado, quiero ir con papá y mamá. ¡Soy un niño cobarde que se pasa la vida huyendo y escondiéndose! ¡No soy valiente como tú!

-          ¿Sabes algo que me contó mamá una vez? – le preguntó. – Ser valiente no es no tener miedo, es enfrentarte a él porque sabes que hay algo más importante. ¿Y sabes por qué soy valiente ahora? Porque tengo cosas que proteger. Tu vida y la mía. A ver la herida.

El pequeño lloriqueaba mientras Angelo con la mano enjugada en llamas tan brillantes como el sol, acariciaba su herida. Los sonidos de la casa eran ruido de fondo que ignoraron hasta que oyeron las voces de sus padres.

-          Espero que los niños estén en el bunker. – dijo Reborn al ver el desastre que era su casa, Alaïa había hecho una carnicería en el piso de abajo.

-          Tsu-chan, Angelo, por favor si estáis en el bunker salid. – rogó Sieren, estaba al borde del infarto cuando una trampilla se rebeló entre el parquet.

Los niños corrieron a los brazos protectores de su madre. Quien los recibió con los ojos acuosos, los estrechó fuerte contra su pecho mientras Reborn subía para encargarse personalmente de los bastardos que se habían atrevido a meterse con su familia.

-          Estoy tan feliz de que estéis bien, no os han hecho daño ¿verdad? – preguntó acariciando la cabeza de sus niños.

-          Tsuna se ha hecho daño en el tobillo pero he podido curarlo con unas llamas de color amarillo que me han salido de las manos. A Tsuna también le ha salido de las manos, la suya era naranja. – informó Angelo, dejando sorprendida a Sieren y deteniendo a Reborn.

-          Sieren, ¿no es hora de que se lo cuentes? – preguntó tocándose el ala del sombrero y poniéndole la zancadilla al idiota que bajaba. – Buenas tardes. – saludó. – Espero que sepas que eres hombre muerto.

La mujer lo miró con ojos fríos, y se levantó separándose de los más pequeños.

-          Tsuna, ¿Nos quieres tanto como para matar por nosotros? – preguntó la albina.

Tsuna no entendía la pregunta, pero sabía que debía responderla. Que si no hacía, crearía una barrera entre él y su familia. Incluso aunque fuera por soledad, por miedo, respondió.

-          No lo sé. – fue la triste respuesta.

-          Eres un buen chico Tsuna. – le dijo con una sonrisa sincera su madre. – Mi respuesta es sí, os quiero tanto como para matar por vosotros. Por Reborn, por Angelo y por ti. Espero que algún día me des una respuesta.

>>Nosotros somos asesinos, por eso, por favor no nos desprecies de ahora en adelante. – pidió Sieren.

No era necesario para ese hombre escuchar tal discurso. Iba a morir.

-          Po-por favor, no me maten. – suplicó. – Piedad, tengan piedad de mí. – siguió rogando.

-          Has entrado y ensuciado mi casa, asustado y herido a mis hijos, y además te atreves a pedir clemencia. – dijo la mujer con una mirada que podría congelar el mismo infierno. – Que Dios tenga piedad de ti miserable. Porque en mi no la encontrarás.

Una niebla de color índigo empezó a alzarse hasta las pantorrillas de la de ojos verdes.

Ender of things, world of ice, lend me your breath.

Freeze him to a silence deeper tan death.

Even the affluent perish in this cruel world.

The inescapable deeds of the past life declared by God.

As waters return from high to low, take away all life.

Show me a worl standing still as throught to himself had frozen.

Show me eternal, ultimate beauty, indestructible, unassailable.

I reject understanding, I seek only perfection.

How despicable!

Life gathers, undulating, reeking, displaying the horrors of its procreation.

I will not accept it, I will not understand it.

I long for a scenery of pure White.

I long for a beautiful world og death.

I long for a world where all creatures are buried and close off.

I long for everything to stop. Stop. Stop.

-          Cocytus. – llamó finalmente, una serpiente blanca surgió en la sala. Ojos tan rojos como la sangre, piel tan blanca y brillante como la nieve virgen. Con un soplo congeló las extremidades y el torso del hombre. – Angelo, Tsunayoshi, cerrad los ojos. – mientras lo hacían podían oír al hombre gritar, una mandíbula poderosa cerrarse y algo salpicar el suelo congelado allí donde estaba la serpiente. Después un silencio abrumador y sepulcral, sabían exactamente qué había pasado.

La serpiente se había comido la cabeza del hombre. Dentro de unos segundos engulliría el cuerpo congelado. Para cuando volvieron a abrirlos del extraño solo quedaba la sangre salpicada.

La serpiente se restregó contra Sieren, y los miró con sus ojos tan rojos las manchas del suelo.

Notas finales:

Espero que os haya gustado, prometo (en serio) actualizar más rápido de ahora en adelante, y espero que no esteis lo sufientemente cabreados como para no dejarme un review, y saludar aunque sea después de tanto tiempo.

Ciao!


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