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Error por Sarabi22

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Notas del capitulo:

Ciao! Cómo estáis? Me habéis echado de menos? Yo a vosotros sí! Siento no haber tenido tiempo para escribir pero, bueno, como todos sabemos (porque os avisé) ya he entrado al instituto otra vez.

Este curso me mantiene más ocupada que otros anteriores. Así que no sé si podré seguir actualizando pronto, bueno, relativamente pronto.

La verdad es que no he podido resistirme a usar a "Alicia en el País de las Maravillas", sencillamente me encanta Chesire, pero no pegaba mucho aquí por eso simplemente he usado a otros.

En fin, espero que os guste este nuevo capítulo de Error!

Estaba de nuevo cerca del agua, del mar para ser exactos, un océano tal vez. Las olas cantaban una estruendosa y constante nana. Una voz de mujer, parecida a la de su madrina le llamó la atención.

-          Niño. – llamó. Giró la cabeza y vio a Alaïa, se sorprendió puesto que nunca la había escuchado hablar.

-          ¿Alaïa? – preguntó lo obvio, el gran felino se presentaba sentado ante él y lo miraba con ojos serenos. Pronto se levantó y empezó a caminar, consiguiendo que el otro la siguiera sin más. – ¿A dónde vamos?

-          A que hables con tus guardianes de la niebla. – fue la escueta respuesta, el paisaje cambiaba con una rapidez vertiginosa. Ahora se encontraban en un bosque, un bosque que pronto dio paso a una verde explanada a lo lejos se podía ver un árbol y, por extraño que pareciese, una cama.

-          ¿Por qué en un sueño? – preguntó el chico confuso, se daba cuenta de que estaba en pijama y, obviamente, esa no era la mejor manera de conocer a alguien.

-          Es una orden. – contestó.

-          ¿Por qué nunca hablas en la realidad?

-          Me ordenaron no hacerlo. – siempre se había preguntado por qué Alaïa era tan obediente y leal a su madre, al contrario de otros como Cocytus.

-          ¿Por qué eres tan obediente?

-          Porque tu madre me creo. – fue la simple respuesta.

-          Pensaba que todas las bestias que invocaba mamá no las había creado ella. – una cosa era que crease criaturas en base a algo. Como la llama de la última voluntad.

-          Cada arcobaleno de la niebla crea por sí mismo al menos a una criatura, pero puede invocar y contratar a las que han creado otros arcobalenos de la niebla antes que él. – pronto llegarían así que tenía que darse prisa con las preguntas.

-          ¿Qué significa exactamente contratar a una criatura? – preguntó con gran curiosidad.

-          Significa que a cambio de obediencia, poder y lealtad se da algo a cambio. – de repente se paró y lo miró con sus enigmáticos ojos verdes. – Significa que cuando tu madre muera nosotros nos comeremos su cuerpo y el siguiente arcobaleno de la niebla podrá usarnos gracias a eso.

Tsuna se quedó en blanco, ¿Su madre sería devorada por Alaïa al morir? No, eso no podía ser. Se quedó parado, sin poder creer el cruel destino que le esperaba a su madre. Ya que si de algo podía fiarse era su intuición, esta le decía que Alaïa no había mentido en ningún momento hasta ahora. También que su tristeza era genuina, la pantera habló una última vez antes de dejarle al lado de la blanca cama que relucía con la luz del sol.

-          Entre los arcobalenos, del arcobaleno de la niebla es el destino más odioso y lamentable. – con esto, antes de que Tsuna pudiese hacer ninguna otra pregunta despareció. Parecía que nunca había estado allí en primer lugar.

Una risa maliciosa le llamó la atención. Al volverse hacia el sonido reconoció al muchacho que venció sin desearlo (porque fue su amigo), esa vez fue la primera que sintió el dolor de la traición (porque era como si le hubiesen puesto un hierro incandescente sobra la piel).

-          Cuánto tiempo sin vernos, Tsunayoshi. – ese tono que tanto le gustaba escuchar, (que era como las nanas que le cantaba su madre), la mirada incrédula y dudosa del chico se posó en su figura (sonriente como Chesire). – ¿Por qué no te sientas y hablamos del trato que me propuso tu madre?

Una mesa de esas que verías en un cuento, blanca y sencilla, sillas a juego. Y dispuesto por toda la mesa una fuente con varios niveles de exquisitos dulces, junto, por supuesto, a un delicado juego de té antiguo.

Chrome, la hermana pequeña de Mukuro, dormitaba con la cabeza apoyada entre sus brazos sobre la mesa. Era como si el sombrerero loco y la marmota de Alicia se hubiesen presentado ante él con una mini reconstrucción de su bizarra merienda eterna (porque al fin y al cabo el País de las Maravillas también venía de un sueño).

Se sentó desconfiado y una taza llena de dulce té negro apareció ante él. El rico olor de la taza le hizo suspirar y beber un poco de su contenido, entonces, en el reflejo del oscuro líquido pudo ver dos suaves orejas de conejo sobre su cabeza. Lo que le pareció gracioso más que alarmante (si Mukuro era el sombrerero loco y Chrome la marmota, entonces él sin lugar a dudas representaba a la demente Liebre de Marzo).

-          Así que tú eres mi guardián de la niebla. – sonrió Tsuna (porque al fin y al cabo quería disfrutar de su efímero estado de locura).

-          “Somos” es el término correcto. – le corrigió mientras tomaba algo de té y cerraba los ojos disfrutando (del momento, de la presencia jovial de Tsuna, de la paz del sueño). – Niebla – (porque ella era la niebla encarnada). – me prometió que cuidaríais de Chrome si aceptaba. – una mirada esperanzada y recelosa floreció en los ojos heterocromáticos del joven de quince años.

-          Te lo prometo~. – contestó a la pregunta no formulada del ilusionista. Con una risita infantil le miró y luego a Chrome (porque ella iba antes que nadie, la dulce niña, la inocente niña de Cronos).

-          Bueno. Nos vemos, Tsunayoshi. – con una sonrisa característica suya dejó la taza en la mesa, Chrome lo miró un poco sonrojada y con una lánguida sonrisa.

Entonces un rayo de sol le dio en los ojos despertándolo junto con la voz de su padre, el familiar despertar de todas las mañanas.

El muchacho se arregló para ir a la escuela y bajo a desayunar, fue entonces cuando escuchó a su hermano gritar. ¿Desde cuándo gritaba Angelo? Parecía realmente alterado y su padre seguro que estaba cabreado, odiaba los gritos a primera hora de la mañana.

Pero, ¿Por qué no oía la voz conciliadora de su madre? Seguro que debería estar acallándoles, entonces recordó los eventos del día pasado y que su madre había perdido la voz por una semana. Sonrió de forma indulgente y entró en la cocina, esperando ver a su madre con la cabeza gacha y un armiño ofendido en el hombro. Solo encontró a su padre y su hermano, el uno gritándole al otro, no había ni rastro de Sieren o de Ouroboros.

-          ¡¿Dónde coño está mamma?! – fue lo primero que escuchó, la sonrisa se borró de su cara y sus ojos se abrieron tanto como les era posible.

-          Ya volverá, ahora cierra el pico y desayuna rápido. Tenemos que irnos. – replicó el otro con un mal genio inusitado. Reborn tenía la palabra “fastidio” escrita en la cara, por su parte Angelo estaba subiéndose por las paredes. E incluso eso era un eufemismo.

-          Pa-papá – tartamudeó sin ser capaz de contenerse, se agarró fuerte al marco de la puerta. Los dos se volvieron a mirarle, su voz, sus manos, su cuerpo entero temblaba, era como si un frío glacial se le hubiera metido hasta los huesos. – ¿Dónde está mamá? – una imagen borrosa le vino a la memoria, la memoria de un sueño cruel. Luego su madre sonriendo la mañana de navidad cuando abrían sus regalos bajo el árbol, antes de que llegasen sus tíos y comieran roscón de reyes y chocolate caliente todos juntos.

-          Ha tenido que irse por un tiempo, volverá pronto. – le respondió su padre, casi pudo ver como se mordía el interior de la mejilla. Sus labios hacían ahora un fina línea recta, Angelo tenía ganas de destrozar la casa y buscar hasta encontrar a su madre, Tsuna estaba al borde del llanto. Notó que Alaïa estaba allí.

-          Alaïa, ¿Tú sabes dónde está mamá? – preguntó temiéndose lo peor, las palabras de la pantera resonaban en sus oídos. “del arcobaleno de la niebla es el destino más odioso y lamentable.” El felino asintió. – ¿Está bien? – volvió a asentir. – ¿Por qué se ha ido?

Esta vez no respondió, sino que salió huyendo escaleras arriba. Minutos después volvía con una carta en la mano, se la entregó a Tsuna. Este, con manos temblorosas, la abrió y empezó a leerla en voz alta.

-          <<Queridos Tsuna y Angelo. – empezó a leer. – Siento haberme ido tan de repente, pero esto es una urgencia, nos han dicho que nuestra querida Viper ha desaparecido. Por eso, Colonello, Fon y yo hemos ido a buscarla. Volveré en unas semanas, tres para ser exactos. – aliviando así los corazones de los adolescentes. – Pero en ese tiempo tendréis que volveros más fuertes, tanto tú, Tsuna, como tus guardianes. Angelo y Reborn te ayudarán a entrenar, probablemente consiga enviar a un profesor para Yamamoto. Si hay suerte y tanto Xanxus como Nono me lo permiten, creo que sabes a quién me refiero. – casi podía adivinar que se estaba riendo mientras escribía esa frase. – Angelo, entrena para que tus llamas no solo sean poderosas en la ofensiva sino también en la defensiva. Siempre has tenido aptitudes para ser un gran médico y por supuesto un gran asesino. – esto hizo que el mencionado se sonrojara tanto que parecía un tomate. No pudo evitar agacharse hasta quedar en cuclillas con ambos brazos sobre las rodillas, Tsuna se rió un poco de esto, su hermano realmente no era bueno con los cumplidos sinceros. Al menos si eran de una persona que él quería tanto como su madre. – Volveré para la primera batalla del conflicto de los anillos. >>  – terminó de leer el castaño, cuando pudo ver una post-data. – <<P.D: ¡Los quiero!>>

El pequeño se sonrojo un poco y sonrió feliz de la vida cuando leyó esa simple frase. Ya más ligero el ambiente y de mejor humor todos, tomaron un desayuno exprés y salieron corriendo hacía el colegio. Ese día llegaron justo a tiempo, Hibari les dedico una mirada de extrañeza por no ver a la única mujer de la familia, luego cambió a una de advertencia por casi llegar tarde.

Por otro lado… Ieyasu no había podido dormir esa noche y las miradas que recibía de parte de algunos de sus “compañeros”, no eran precisamente agradables y muchísimo menos apacibles.

Su padre casi se había vuelto loco cuando se enteró de que su madre había dado en adopción a Tsuna una semana antes de su cumpleaños. No se sorprendía pero tampoco es que se sintiera culpable, él simplemente no había tomado cartas en el asunto en ningún momento. Todo lo que supo fue que ese día su hermano tonto desapareció, no lo había echado en falta en ningún momento. Desde siempre la atención de Nana se había dirigido a él, su mellizo nunca había llamado la atención de forma deliberada o en un modo positivo.

Simplemente un persona se fue, eso era todo lo que había pensado, no le importaba ni le hacía caso. Pero llegó a sentir rabia conforme habían pasado los años, recordaba como él dejaba descuidadamente la tarea terminada encima de su cama. Para que Ieyasu la copiara y comprendiera lo que no entendía, nunca le dio las gracias. Pero en primer lugar jamás se lo había pedido, no era necesario que lo hiciese.

Su hermano era idiota, esa era su conclusión. Y él, odiaba a los idiotas más que a nada en este mundo. Decir que los pupitres estaban vacíos ese día era una realidad literal, todos estaban haciendo cola para preguntar las dudas. Al final todas fueron resueltas, justo a tiempo.

Angelo percibía las miradas como puñales que les enviaban los demás alumnos, tanto a Tsuna, quien las ignoraba al estar concentrado en su hoja, como a él. Lástima que él ya la hubiese terminado…

-          Angelo. – lo llamó callando Yamamoto, quien estaba tras Tsuna. – ¿Me ayudas? – le susurró, el mencionado miró a su padre. Quien entendió de qué se trataba.

-          En estos últimos cinco minutos podéis preguntaros las dudas entre vosotros. – declaró Reborn.

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-          Me gustaría pedirte que fueras el guardián de la niebla de Ieyasu. – dijo directamente el rubio de piel morena.

-          Kufufufu, lamento decirle que eso no será posible. – respondió la chica en frente suya. Y mostrando su anillo continuó su argumento. – Debido que ya somos los guardianes de Tsunayoshi. – la sonrisa maliciosa oculta por las sombras y el único ojo visible entrecerrado.

-          ¡¿Cómo?! – se alteró prontamente el mayor, tenía una cara de shock. No podía creer que Nono hubiese elegido de verdad a su dulce hijo mayor para el cargo de Capo mafioso.

-          Niebla nos ha prometido una protección que vosotros no podéis otorgarnos. – aclaró por adelantado, no tenía ni el tiempo ni la paciencia para escucharle intentar negociar con él. – Y creemos que la mafia no será tan mala si su jefe es Tsunayoshi, kufufufu. No… en realidad solo quiero su cuerpo, cuanto más cerca estemos de él mejor. Tu otro hijo… simplemente no vale la pena.

Iemitsu se quedó mudo, fue entonces cuando Chrome regresó en sí. No sabía de qué habían hablado exactamente su hermano mayor y este señor, las palabras le llegaban como un recuerdo difuso. Como recordar un sueño, pero sabía cuál era la esencia de la conversación.

-          Yo, prefiero a nuestro jefe actual. Tsunayoshi Arcobaleno Di Notte. – aclaró la chica levantándose, era dulce como un caramelo en Halloween. – Él, es muy amable y fuerte. Además se preocupa de su familia más que nada, es como el cielo que todo lo perdona, que todo lo acepta. – dijo más para sí misma que para el adulto frente a ella. – Si me disculpa. – pasó a su lado sin más explicación. Con una sonrisa lo dejó atrás.

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Ieyasu había citado a Yamamoto en el tejado, Lal le había recomendado que se buscara la vida en cuanto a sus guardianes. La mujer no le tenía mucho aprecio, pero su padre era quien le había aconsejado que le diese el anillo de la lluvia a Yamamoto. Lo veía un regalo desperdiciado pero, le haría caso a su padre. Igual que pasaba de Lal, pensaba que su madre era un modelo a seguir. Conseguía todo lo que quería, con una dulce sonrisa y una buena dosis de veneno administrada a tiempo. Se lo había visto hacer con su padre miles de veces, y siempre había funcionado, hasta ayer.

Se podría decir que se desató el infierno en su casa, algunos vecinos habían estado de llamar a la policía. Su madre estaba enfadada porque ahora tenía un rasguño de bala en la mejilla, casi podía seguir oyéndola gritar algo así como “Cómo se atreve a herir el rostro de una dama como yo.” No le importaba mucho, simplemente daba gracias porque no hubiesen tomado represalias contra él.

El caso era que tenía que convencer a ese fracasado para que fuera su guardián. Suspiró pensando que tendría que usar sus dotes de actor y manipulador.

-          ¿Qué es lo que quieres Ieyasu? – preguntó de forma seca el de ojo canela.

-          Venía a proponerte algo… – comenzó el chico rubio, mostrando el anillo de forma casual. Como si fuera una baratija que se había por ahí tirada.

-          No me interesa, búscate a otro para ser tu guardián. – le dijo y le enseñó su mano izquierda, el de ojos verdes miró con horror el dedo corazón del ex-beisbolista. – Mi familia es Tsuna. – afirmó liberando un aura asesina que ni él mismo sabía que tenía.

-          ¡Takeshi! – llamó alguien desde la entrada del tejado, era Tsuna que veía con prácticamente un séquito detrás. – ¡Ven a comer con nosotros! Hemos encontrado un lugar bajo los naranjos, ven, huele a azahar por todas partes.

-          ¡Voy! – gritó él, no sabía qué era el azahar pero sonaba bien, si iba a estar con todos, seguro que sería divertido. Pasó por el lado de Ieyasu, y le susurró un “Ya ajustaremos cuentas, en la pelea de los anillos.” Amenazante.

Estaba de buen humor otra vez cuando llegó al lado de Tsuna.

-          ¿Qué quería Ieyasu? – preguntó mitad curioso, mitad preocupado. Pero sobretodo estaba serio.

-          Hacerme una oferta que no quiero ni recordar. – le respondió, Tsuna supo exactamente a qué se refería. Realmente… había encontrando a una excelente lluvia.

Fueron ambos rápidamente a donde el cielo le había dicho que estaban los árboles, debido a la magia de Ourobonos ahora había muchos tipos de árboles frutales en la secundaria de Namimori. Ya no solo había cerezos, cosa que alegraba a Kyoya. Quien se había sentado en las ramas de uno de los árboles bajo los que estaban sentados el ruidoso grupo. Claro que se había preocupado de hacerlo en una de las ramas más altas, donde apenas llegaba el ruido.

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Reborn se había llevado a sus hijos a una montaña en el bosque de Namimori, donde empezaría su entrenamiento especial para llegar a obtener “Punto zero avanzado, primera edición.” Ya que Tsuna solo sabía usar el personalizado.

Por su lado Iemitsu había conseguido unos guardianes temporales para Ieyasu, mejor dicho había contratado a un puñado de los mejores para que pelearan por su hijo menor. No podía permitir que el mayor se convirtiera en el sucesor, tenía que protegerlo a toda costa. Incluso si no era su padre oficialmente, lo era biológicamente. Lástima que se negara a creer que sus esfuerzos solo eran bienvenidos por su mujer y el mellizo menor.

Lal estaba intentando por todos los medios no pasarse con ese criajo rubio. El pobre Basil parecía más un sirviente para él que su compañero de entrenamiento. Era su alumno, se recordaba cada media hora, suspiró y miró al cielo pensando en Colonello. ¿Cómo le estaría yendo? Se le escapó un suspiro enamorado.

Pronto su nostalgia se vio interrumpida por un quejido del hijo de su jefe idiota. A ver si conseguía que aguantase más de cinco minutos en el estado “hyper”. Suspiró de nuevo pero esta vez de cansancio, y allá íbamos otra vez. De verdad, sus lloriqueos eran irritantes.

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-          ¡Mierda! – fue lo primero que salió de su boca al terminar de leer la información que había conseguido después de pasarse todo el día buscando.

Fon la miraba y veía a la antigua Ren. Le pasó un par de jarrones, que en seguida se estrellaron contra la pared contraria. Suerte que era una pared reforzada y la habitación estaba insonorizada.

Colonello por su parte realmente sentía lástima por esos jarrones. Pero se alegraba de que Fon supiera cómo tratarla, no quería acabar siendo su saco de boxeo personal. Y es que la información sobre el más reciente trabajo de Viper, bueno, ahora Marmmon, era muchas cosas pero no complaciente.

Notas finales:

Espero que os haya gustado y hayais disfrutado leyendo tanto como yo escribiendo!

"No vivas para que tu presencia se note, sino para que su ausencia se sienta." -Bob Marley".


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