Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Error por Sarabi22

[Reviews - 121]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Ciao! Cómo estáis? Bien? Espero que sí, yo estoy para que me den los siete ataques. Tengo un motón de exámenes y no tengo tiempo ni para dormir (me paso con ojeras y bolsas de lunes a domingo) y no exagero. Pero, aprovechando el puente que se ha presentado he conseguido escribir un poco, sé que es corto (lo sé y también sé que me odiáis por ello), sin embargo mejor un poco que nada ¿Verdad?

También influye el hecho de que no estado precisamente bullente de inspiración. Con respecto a las frases en italiano, las voy a poner aquí arriba.

1. ¿Diga?

2. Mamá, no he encontrado al chico pelirrojo, pero tengo una idea.

3. Entendido, hijo mío.

4. ¡Buena suerte!

5. Gracias mamá

6. Vale

Y la frase del día, dedicada al día de las madres, es... "Tomar la decisión de tener un hijo es trascendental. Se tratará de decidir si tu corazón caminará siempre fuera de tu cuerpo." -Elizabeth Stone.

A la mañana siguiente Sieren sencillamente no era capaz de levantarse de la cama, tenía demasiado sueño y, aunque pareciese tener eternamente entre veinticinco y treinta años, no era inmune a la tremenda carga que toda la ansiedad de la noche pasada y los tres días que llevaba sin dormir le ocasionaban. Por suerte ese día entraba más tarde, a las doce para ser exactos, ventajas de ser profesora lo llamaría ella.

Su cómoda, suave y blanda cama la había abrazado y no quería dejarla irse por nada del mundo. Y ella tampoco tenía planes de dejarla ir… hasta que sonó el teléfono.

Con lentitud, pesadez y una gran dosis de pereza se levantó y cogió el teléfono que reposaba encima de su mesita de noche. Su marido y los niños se habían ido hacía un rato, solo estaban ella y sus “mascotas” en la casa. Con la voz de recién levantada y malhumorada que caracterizaba sus respuestas telefónicas antes de las once de la mañana años atrás, responde al dichoso aparato electrónico.

-          Pronto1? – pregunta en italiano para que una voz suave, casi temerosa, le responda, es la voz de su estudiante, el niñito pelirrojo que le encargaron educar casi una década atrás y al que había tratado como un hijo.

-          Mamma, no ho avuto fortuna per incotrare il ragazzo dai capelli rossi, però io ho una idea2 – le confiesa el chiquillo, siempre que se ponía nervioso se ponía a hablar en italiano, pero Sieren no lo notó ya que la una bruma espesa le nublaba la mente siempre al despertarse.

-          Capito il mio figlio3. – le dijo mientras bostezaba, al fin y al cabo hablar italiano era tan natural como respirar para ellos. – In bocca al lupo!4

-          Grazie mamma!5 – le contestó el niño feliz, casi podía adivinarlo sonriendo y con un ligero rubor de felicidad en las mejillas. Sus dos hijos pequeños eran sencillamente adorables. Y con esa última frase colgó.

Ella por su lado dio algunas vueltas en la cama y hubiera seguido así, pero Alaïa vino a despertarla. Por fin, salió de la cama y se arregló para ir a trabajar.

.

.

.

Tsuna estaba preocupado, la noche anterior antes de irse a dormir Lambo había venido a verle y le había enseñado unos cuerno muy raros con cicatrices. Eran del color que serían unos viejos cuernos del que podría haber sido el macho dominante de una manada de ciervos antes de ser abatido por un cazador. Las cicatrices eran, sin lugar a dudas, espeluznantes a la opinión de ambos adolescentes.

Solo esperaba que todo acabase bien, no le había gustado un pelo ver a esa chica rubia con una motosierra en la mano.

Sabina era una chica más bien pequeña dentro del promedio, tenía la piel clara y acentuaba lo claro de su piel maquillándose con colores muy oscuros, como el gris humo o el negro, tenía el pelo rubio como el oro cuando no encuentra luz que reflejar, el flequillo le cubría el ojo derecho por completo, pero el izquierdo era un color caramelo que parecía atrapar la luz y el negro maquillaje que llevaba no hacía más que resaltarlo.

Con respecto a su ropa no podía decir que desentonaba con su maquillaje, la noche anterior había podido verlos a todos claramente gracias a la luz de los reflectores, evaluándolos. Llevaba un vestido de lolita gótica, negro y morado, zapatos de tacón a juego y guantes hasta la mitad de la mano.

La clase era sin duda aburrida, su madre ya le había explicado tiempo atrás el cuento del cortador de bambú y la princesa Kaguya. A veces se preguntaba si era adivina, cómo podía saber que volverían a Japón algún día era un misterio. Se lo había preguntado alguna vez, probablemente antes de haberse embarcado en el avión que lo llegaría al aeropuerto de Tokyo, ella le había dicho simplemente que Nono era, y citaba, “Un viejo zorro que maneja los hilos tras el telón y en el que no se podía confiar del todo”. Nunca creyó que su padrino, (su abuelo), fuese ese tipo de persona.

Soltó un bostezo, mirando alrededor pudo comprobar con relativa incredulidad que todo seguía igual que ayer por la mañana, antes de empezar las peleas por los anillos. También pudo vislumbrar a Angelo dormido, con la cara enterrada en sus brazos cruzados y mal sentado, se apoyaba en la pared en un acto inconsciente para conseguir enfriarse, ese día hacía un sol de justicia… cosa algo irónica debía admitir, porque Ryohei estaba de un humor tan brillante como el sol de esa mañana. Por una vez el de pelo grisáceo estaba prestando atención y copiando apuntes, tan feliz de la vida.

Takeshi por su lado se entretenía jugueteando con el pelo de Hayato, él de ojos claros estaba a punto de saltarle encima, no tardaría más de cinco minutos hasta que partiera el bolígrafo que tenía en la mano y empezara a amenazar al muchacho que tenía detrás, lo más probable era que incluso sacase sus dinamitas. Con una cara que expresaba todo su descontento y los problemas que le iba a ocasionar eso, estaba blanco y con la boca abierta y torcida en una expresión de horror, miró al par de idiotas que tanto quería. Eran adorables, pero las cosas se estaban pasando de castaño oscuro, incluso había llegado pensar en coger los cascos de su madre y ponerse a escuchar música cada vez que esos dos empezaban a pelear. Desgraciadamente, era tan a menudo que tendría que llevarlos encima todo el día. Se inclinó para despertar a Angelo.

Le movió un poco y el chico, medio dormido medio espabilado, le miró cómo si le estuviese preguntando el motivo que era tan importante que tenía que sacarle de su adorado descanso.

-          Necesito ayuda con mis “manos”, están a punto de matarse mutuamente. – le dijo, era divertido tener nombres en clave para los asuntos de la mafia.

-          Va benne.6 – le dijo mientras bostezaba, las palabras se arrastraron un poco por el bostezo.

Ieyasu por su parte estaba cabreado, más que cabreado, sentía una súbita urgencia de tirar algo, o alguien, por la ventana. No podía creer que un asesino del escuadrón Varia hubiese perdido contra un chiquillo como Ryohei, y no solo eso, Nana seguía haciéndose la digna, supuso que lo haría hasta que se le agotase el dinero; Kyoko no había aparecido por la escuela, Hana ahora se juntaba con el grupo de Tsuna, es decir, ya no era una excluida, aunque no le molestaba particularmente, era más bien ver tan feliz a Ryohei con ella, tenían ese aura de melosos que les había visto tantas veces a sus padres y le recordaban su situación familiar.

Su padre ya no era lo que fue, estaba taciturno, hosco y se encerraba en su despacho para hacer trabajo, cada vez que se mencionaba el nombra de Nana, aunque solo fuera de refilón, se enfurecía y rompía todo lo que podía. Una vez estuvo a punto de darle un coma etílico de todo lo que se había metido entre pecho y espalda, la situación se estaba haciendo inaguantable, no sabía si llegaría al final de la pelea de los anillos entero y cuerdo.

Suspiró, no era que fuese exactamente un santo… vale, incluso él admitía que era un cabrón, un capullo, un hijo de puta, etc. Pero tampoco era que odiase que Tsuna se convirtiera en el jefe de Vongola, pero sí que le hacía sentir mal, su padre le había dicho en muchas, muchas ocasiones que sería alguna vez respetado por todos, en un país extranjero o en todo el mundo incluso. Le gustaba ser respetado, le gustaba saberse con poder, con el poder de hacer lo que quisiera, pero estabe empezando a darse cuenta de todas responsabilidades que iba a acabar cargando y eso le echaba atrás en su decisión.

No le gustaban los lazos ni las responsabilidades, lo había tenido todo y estaba agradecido de ello, pero su familia se había degradado a un puñado de extraños que le trataban con un conocido y potencial enemigo, no confiaban en él ni un pelo, un padre cada vez más cerca de volverse alcohólico, una madre ausente y demasiado orgullosa, un hermano perdido y con el que ahora estaba peleando prácticamente a muerte… y luego estaba Basil, el bueno de Basil, era un muchacho apuesto, de eso no había duda y con un carácter merecedor al premio del novio del año, aunque estaba seguro de que nunca había tenido novia.

Le parecía adorable que cada vez que le hacía una broma de doble sentido o le hablaba en un tono medianamente coqueto se sonrojara. Ya que, a pesar de que estaba seguro de que muchos no le creerían si lo dijese, era bisexual, al igual que Angelo.

Pero a fin de cuentas aún tenía un papel que jugar, unos peones a los que comandar y un hermano al que enfrentar. Sonrió para sí, tenía ganas de hacer algo sonado, y de que paso librarse de una de las influencias negativas de su vida. Lo había decidido dejaría a Kyoko en frente de todos y expondría todas sus aventuras, menos la que tuvo con Yamamoto, ese sería su pequeño regalo y toda la compensación que estaba dispuesto a darle por haberle dado el consejo equivocado.

Aunque él no lo admitiese también había sido culpa suya por pedirle consejo sobre cómo mejorar su rendimiento. Ieyasu no le había estado prestando mucha atención, ya que muchos venían a pedirle consejo sobre qué hacer para ser mejores, le dijo que dijo que “se esforzase más” pero jamás pensó que se pondría a entrenar como un loco hasta partirse el brazo.

Sin mucho más en lo que pensar se puso a mirar a la pizarra intentando no bostezar mientras anotaba la forma de usar los relativos como “which” o “that” y cuándo podían intercambiarse. Inglés era una asignatura que siempre le había gustado, ya que su padre se había encargado de que la diese desde los cinco años y el profesor que contrataron de primeras era más bien divertido y le gustaba hacer su trabajo, por si fuera poco, sabía cómo traspasarle ese interés a su alumno.

Notas finales:

Espero que os haya gustado y también vuestros comentarios, me parece que este va dar que hablar un poco...

Ciao!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).