Tsuna corrió al baño de la habitación después de apagar la tele, había pensado en preguntarle una cosa, pero le daba mucha vergüenza, empezó a jugar con el borde de su camiseta mientras se debatía si preguntarle o no. Sieren, ya experta en leer la mente de Tsunayoshi, pues el niño era como un libro abierto para ella, notó que quería preguntarle algo, seguramente sobre su nueva familia.
- Tsu-chan – llamó la albina, el niño dejó de jugar con su camiseta y subió la vista para mirarla a los ojos, los bonitos y cálidos ojos de su nueva mamá. – ¿Hay algo que quieras preguntarme?
- Pu-pues – empezó el niño un poco avergonzado de ser tan fácil de leer. – ¿Tengo, tengo un papá o-o algo así?
La otra sonrió ante la timidez del niño, ayudándole a quitarse la ropa y meterse en la bañera para bañarlo decidió contestarle pacientemente todas las preguntas que tuviera.
- Sí, tienes un padre y un hermano mayor. – le dijo cogiendo el bote de champú y echándose una generosa cantidad en la mano, lavar el pelo del niño prometía llevar un rato. – Cierra los ojos Tsu-chan, no te vaya a caer jabón en los ojos. – le aconsejó antes de proseguir hablando de su nueva familia. – Tu nuevo padre se llama Reborn Arcobaleno y tu hermano es mayor que tú por un año, él se llama Angelo Arcobaleno Di Notte; tiene dos apellidos porque en Italia se juntan para el nombre el primer apellido del padre y el primero de la madre poniendo el del padre primero y luego el de la madre. Yo al ser adoptada solo tengo el apellido Di Notte, Reborn es huérfano también y él solo tiene el apellido Arcobaleno. No abras los ojos voy a enjuagarte.
- Vale mamá. – dijo sin abrirlos, Sieren cogió la ducha y empezó a enjuagar con cuidado el cabello de Tsuna. – ¿Y yo me seguiré apellidando Sawada?
- No, ahora tus apellidos son “Arcobaleno Di Notte” y no “Sawada”, en definitiva tu nombre ahora sería “Tsunayoshi Arcobaleno Di Notte”. – le aclaró terminando de aclararle el pelo y sacándolo de la bañera. – Ven aquí que te seque. – le pidió con una toalla blanca, grande y mullida en las manos, lo envolvió alrededor del niño como si fuera una manta y empezó a frotarle los brazos y la espalda por encima. – Angelo es un buen niño, seguro que os lleváis bien, bueno eso espero. No irás al colegio sino que estudiarás en casa, yo os daré lengua, literatura, idiomas, lenguas muertas, historia y ética; Reborn os enseñará física, química, biología, geología, matemáticas y educación física. Cuando no pueda daros clase yo os la dará él y viceversa, pero ten cuidado las clases de educación física son increíblemente difíciles, además es bastante arrogante y seguramente os llamará Dame o algo así, pero que no te moleste solo lo hace para pincharos y que os esforcéis más, según la mejor manera de hacer que un hombre haga una cosa es decirle que no podrá. Listo, ahora vístete, te espero en la cama.
- Sí mami. – dijo sin pensar, al instante se tapó la boca, estaba rojo como un tomate. ¡Lo acababan de adoptar y él tomándose esas confianzas! Sieren rió por este hecho, desde luego su nuevo niño era un caso perdido, sin decir nada se fue al dormitorio y empezó a ponerse el pijama.
Cuando Tsuna terminó fue al dormitorio pero se dio cuenta de que solo había una cama de tamaño Queen dónde Sieren estaba sentada tapada hasta el regazo mientras hablaba por teléfono con alguien, entonces vio a Tsuna y le hizo unas señas para que se acercara, lentamente se acercó y se subió a la cama.
- <<Sí, está aquí. ¿Quieres hablar con él?>> – preguntaba mientras abría un poco las sábanas y le indicaba por gestos que se metiera en la cama con ella, el niño obedeció y se abrazó a la cintura de la mayor, ella le rodeó con un brazo apegándolo y como diciéndole que era bienvenido a su lado. – <<Como quieras Reborn, nos vemos en unos días… Sí, yo también los quiero… Jajaja, bueno entonces creo que tendré que cantarle muchas nanas cuando vuelva… Buenas noches… Te amo…>>
Colgó y se metió en la cama arrastrando a Tsuna con ella, el pequeño sacó la cabeza de entre las sábanas mientras Sieren apagaba la luz de la mesilla de noche, Tsuna se había dado cuenta de que estaba hablando en italiano, decidió empezar a practicarlo un poco para cuando llegara allí entenderlos.
- <<Mamá>> – llamó el pequeño. – <<¿Me cantas una nana a mí también?>>
- <<Claro pequeño.>> – le respondió la otra. Y empezó a cantar una nana en italiano*
Al momento de terminar la canción Tsuna cayó rendido en los brazos de Morfeo, Sieren lo siguió poco después.
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- Date prisa Tsu-chan. – le decía la mujer de ojos verdes a su pequeño hijo adoptivo quién iba con una botella en brazos, la cual había sacado de una máquina expendedora, el pequeño corría para darle la mano a su madre y así ir sin prisas a embarcar en el avión con destino a Roma. – Dame la botella, pesa mucho para ti. – el niño sabiendo que era verdad se la dio y ella la metió en una bolsa donde llevaba varios recuerdos de Japón como equipaje de mano.
- Atención a todos los pasajeros del vuelo 6023409 con destino a Roma, Italia. El embarque se realizará en la puerta K54. Este es el último llamado para el vuelo 6023409, atención a todos los pasajeros, el embarque se realizará en breves momentos. – esa era la última llamada para su vuelo, los primeros en embarcar fueron Sieren y Tsuna, quienes iban en primera clase.
Era la primera vez que Tsuna viajaba en primera, en realidad era la primera vez que viaja en avión, Sieren divertida lo sentó a su lado en el gran sillón rojo, había pocas personas en esa parte del avión, los pasajeros de primera clase prácticamente se podían contar con los dedos de una mano.
Nunca le había gustado la clase turista, tenía la sensación de estar en una lata de sardinas, por ello había escogido primera clase, después de todo se la podía permitir y se negaba a que el primer viaje de Tsuna en avión fuese en una lata de sardinas. Como en la mayoría de vuelos largos internacionales tenían una pantalla de televisión con películas en el asiento de enfrente había pensado en que con eso podría evitar que Tsuna se quedase dormido en el avión, después el cambio horario era bastante fuerte para un niño de tan poca edad.
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Hacía una hora que habían llegado a Roma, recogieron las maletas y fueron al aparcamiento de alquiler cercano al aeropuerto, Sieren calculó que llegarían a su villa sobre las cinco de la tarde, le esperaba un buen trecho conduciendo unas tres horas y ocho minutos o así para llegar a Toscana y luego una o dos horas más para llegar a casa. Pondría la música fuerte y le daría una coca cola a Tsuna para que no se durmiera.
- <<Tsu-chan, ten.>> – le dijo al pequeño dándole una lata de coca cola. – <<Bébela, te ayudará a estar despierto.>>
- <<Pero tengo sueño mamá, ¿No puedo dormir en el coche?>> – preguntó el niño frotándose un ojito, era tan tierno e inocente, a Sieren le dieron ganas de decirle que sí.
- <<Lo siento Tsu-chan, pero como el cambio horario es muy fuerte tienes que mantenerte despierto tanto tiempo como puedas. ¿Vale?>> – pidió la madre con un tono de disculpa sincera, el pequeño asintió mientras tomaba la lata ofrecida y bebía su contenido sintiendo al instante como se despejaba su mente rápidamente. – <<Vamos al coche.>> – le dijo ofreciéndole una mano para que la cogiera, el niño le dio la mano y fueron al aparcamiento.
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- Mamá – llamó el pequeño, estaba empezando a ver la casa en la lejanía, una antigua villa romana rodeada por una gran reja, desde la puerta de reja hasta la puerta de la casa había un kilometro más o menos, o eso calculó él mirando desde su asiento adaptado en la parte de atrás del coche.
- Dime Tsu-chan. – le dijo Sieren sin apartar la vista de la carretera de tierra por la que iban.
- ¿Les-les caeré bien a Reborn y Angelo? – preguntó el niño preocupado.
- Bueno, eso dependerá de ti y solo de ti Tsunayoshi. – le contestó la mayor antes de usar el control remoto que tenía en el coche para abrir la reja y pasar para hacia el garaje donde finalmente aparcaría y podría estirar las piernas.
El pequeño bajo la cabeza y decidió ser el mismo por una vez, no se rebajaría más, demostraría lo inteligente que era, no más mentiras, no más actuaciones, vale, era un poco torpe, pero fuera de eso era un niño fuera de lo normal, no a todos los niños les salían llamas de las manos después de todo…