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Error por Sarabi22

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Notas del capitulo:

Espero que os guste y siento deciros que no actualizaré en unos días, porque me voy a ¡Venecia! Ha valido la pena esforzarse este año en las notas.

Os pido paciencia y prometo escribir un poco el tiempo que esté allí, también que leeré vuestros comentarios y en cuanto vuelva los responderé. Sin má os dejo leer este nuevo capítulo.

-          ¡Angelo, Tsu-chan, a cenar! – llamó Sieren a los niños des el pie de la escalera que subía al segundo piso ya que, después de enseñarle la casa a Tsuna, Angelo se lo había llevado a su cuarto a jugar todo lo que pudieran antes de bajar a cenar.

-          Tsuna, mamá nos llama. – le dijo al castaño, el chico miró el reloj de pared y se dio cuenta de lo tarde que era.

-          Cenáis muy tarde, a esta hora yo ya estaba acostado en Namimori. – le dijo el pequeño a su hermano, iban ya bajando por las escaleras, el moreno no se inmutó mucho, siguió bajando lentamente hasta la cocina.

-          Bueno, eso es porque mamá es de España, allí tienen horarios distintos por lo que los siguió aún cuando se instaló en Italia. – le respondió el moreno de ojos verdes, estaba feliz de ya los tratará con familiaridad, al menos a él y a mamá.

-          ¿Qué hacen ahí parados? – preguntó Reborn con algo de curiosidad, pero sobretodo denotaba fastidio, lo más seguro es que lo hubiese mandado Sieren a buscarlos. – Vuestra madre me ha mandado a buscaros porque tardabais lo que no está escrito, así que daos prisa que la cena se enfría.

-          Papá, ¿Qué hay hoy de cenar? – preguntó el niño siguiendo rápidamente a su padre, Tsuna se estaba quedando atrás sin querer, los pasos que daba Reborn eran demasiado largos e incluso Angelo tuvo que apretar el paso para alcanzarlo, pero Tsuna seguía quedándose cada vez más atrás. ¡No me dejéis atrás! Quería gritar pero no le salía la voz, finalmente se paró un poco para recuperar el aliento pero la distancia se hizo más grande.

-          Hoy hay… – iba a decir Reborn, pero se cortó al ver que Tsuna se había quedado muy atrás, Angelo miró confundido a su padre y luego giró la vista, vio que Tsuna se había quedado atrás. – ¿Qué haces ahí parado? Vamos la cena se enfría, hoy hay tempura de gambas y sushi de atún, en honor a Tsuna.

No solo lo habían llamado sino que también lo habían esperado y su madre estaba haciendo esos platos para celebrar que estaba allí con ellos, con una sonrisa entró con su hermano y su padre en la cocina.

-          Llegan justo a tiempo. – dijo Sieren sacando la última gamba. – Angelo, Tsuna, poned los cubiertos y los platos, Reborn pon el mantel y ayúdame a llevarme esto a la mesa.

-          Síííí. – dijeron Reborn y Angelo acostumbrados a este tipo de tareas, Angelo cogió los cubiertos y Sieren les dio a cada uno un par de platos, como vio que estaban dividiendo el trabajo le dio a Tsuna los palillos para la comida, tres pares, y llevó su tenedor, aún no sabía comer con palillos al contrario que sus padres, mientras Sieren les daba los platos Reborn puso el mantel y sacó una botella de vino ligero y dos copas para Sieren y para él.

Tsuna veía como se repartían el trabajo y todos tenían su parte, él también, intentando no tropezarse fue al comedor donde Reborn cogió los platos y los puso al ver que estaba a punto de caerse por el peso que llevaba en brazos.

-          Ten cuidado es la vajilla especial de Sieren. – le advirtió Reborn, no había malicia en la voz del más alto, solo una advertencia como quién te advierte de que hay una piedra con la que puedes tropezar. – Es un regalo de su madre, uno de los pocos.

La mirada de Reborn se clavó en el plato por un segundo y luego lo colocó en la mesa con una cara seria y una mirada ausente, apoyó la mano en el mantel y volvió a clavar la mirada en el plato, Tsuna le tiró del pantalón y con eso pareció despertar del trance en el que se encontraba, miró abajo y se encontró con la cara preocupada de Tsuna.

-          E-esto – por un momento apartó la mirada pero la volvió a subir y, armándose de valor, le dijo agarrando con fuerza el pantalón. – N-no estés triste por favor.

Estaba sorprendido, el niño tenía la intuición de los Vongola, solo era una suposición pero hasta el momento solamente Sieren sabía sobre sus cambios de humor, el niño era especial, tan especial como Angelo. Quizá lo estoy elogiando demasiado. Pensó para luego agacharse para revolverle el pelo y volver a levantarse sin decir nada, esto confundió al pequeño Tsuna. Reborn se alejó para atender el llamado de su mujer a que le ayudara con los platos de sushi.

-          ¿Qué eres? ¿Equilibrista? – le preguntó con una nota de humor en la voz al ver a su esposa en esa inverosímil escena, iba con un plato de sushi en la cabeza otro de tempura en la mano derecha y las salsas en la izquierda.

-          Cállate y ayúdame. – le respondió la mujer de mal humor, la estaba viendo y encima se reía de ella ¡Menudo marido tenía! Él, sin poder evitarlo, suspiró y cogió el plato de la cabeza y una de las salsas.

-          De nada. – le dijo antes de poner los platos en la mesa y sentarse a comer. – Angelo, Tsuna, siéntense a comer.

Con un suspiro de derrota se sentó a la mesa y puso la tempura y la salsa que había traído en la mesa y empezó a comer con los demás.

-          Mamá, papá, Tsuna me ha enseñado un juego que se llama “kagome, kagome” pero necesitamos más personas aparte de nosotros dos, ¿Podríamos jugar mañana juntos? Por favor. – pidió el niño moreno, su madre había insistido siempre en que tuviera modales, en cambio su padre… bueno abogaba porque los tuviera solo con ellos, desgraciadamente el pequeño le hizo caso a su madre, ella sabía que no podría convencerle de lo contrario, era tan cabezota como su padre, así que se encogió de hombros cuando vio que nada podría hacerle cambiar de opinión y con un “Haced lo que os dé la gana.” Había dejado la habitación hecha una furia, su padre durmió tres días en el sófa…

-          Bueno, está bien por mí. – le respondió su madre. – ¿Tú qué dices Reborn? – preguntó con una sonrisa a su esposo, él suspiró e iba responder con un tono cansado cuando sonó el teléfono. – ¿Quién será a estas horas?

-          No lo sé pero tengo un mal presentimiento. – dijo Reborn con cara de pocos amigos, no era un mal presentimiento de que algo horrible fuera a suceder, pero sí algo que iba a odiar seguramente.

-          ¿Diga?... ¡Ah, cuánto tiempo!... Sí, ya está aquí… ¿Mañana?... Bueno creo que sí podríamos… Que amable de tu parte… ¿Los traerás?... Gracias por llamar… Sí, hasta mañana. – dijo cortando la llamada, en el momento que hubo dijo ¡Cuánto tiempo! Supo que era uno de sus viejos conocidos, había dicho los por lo que traía acompañantes, se le pasó por la mente la cara de Shamal pero luego pensó que era imposible, De todos modos como ese desgraciado vuelva a intentar algo como la última vez… agarró su pistola, de la cual nunca se separaba. – Era Luce, dijo que traería a Aria y al niño que le habían pedido cuidar un tiempo, mañana vendrán a comer.

Reborn suspiró aliviado y relajó su cuerpo, solo era Luce, de sus amigos de la infancia era la única a la que toleraba y hasta se llevaba bien con ella, era el padrino de Aria después de todo. Espero que le esté yendo bien en la familia Giglio Nero pensaba Reborn. Sieren no se había apartado ni tres pasos del teléfono cuando volvió a sonar, el mal presentimiento volvió a Reborn.

-          ¿Diga?... ¿Qué si está ya a aquí?... Sí, no hace falta que me grites Lal… Bueno, no creo que haya problema, Luce viene mañana también… No le va a gustar que lo hagas… Te haces responsable de lo que ocurra, que sepas que te pienso pasar las facturas… Sí, claro… Hasta mañana Lal. – el mal presentimiento de Reborn se había confirmado, si Lal venía y habían hablado de fracturas Colonello también venía, hizo una mueca de fastidio ante el inminente sermón de no comportarse como un crío mañana. – Bueno, habrá que preparar más comida de la que pensaba. – volvió a sentarse en la mesa y reanudaron su comida, se estaba guardando la charla para antes de traer el postre.

-          Ni me lo digas, lo sé, haré lo posible pero no prometo nada. – le advirtió a la chica mientras se llevaba su plato a la cocina, ella lo miró con cara de enfado, que ignoró por supuesto e iba a replicarle cuando por tercera vez en la noche sonó el teléfono y esta vez un escalofrío acompañado de un muy mal presentimiento le recorrió la espalda.

-          ¿Por qué será que tengo un muy mal presentimiento? – pensó Sieren en voz alta, ambos con un mal presentimiento eso solo podía significar dos cosas, y ninguna era buena. Temerosa se acercó y con una voz educada y fina habló. - ¿Diga? – preguntó, todos los presentes vieron como se le fue el color de la cara y quedó blanca como el papel. Esto preocupó a Tsuna y Angelo que se levantaron corriendo para ayudar en lo que pudiesen a su madre, hasta que la oyeron hablar con una voz de ultratumba. – Como vengas te mato. – y colgó. El teléfono volvió a sonar. – ¡¿Qué coño quieres?!... ¿Skull?... Siento haberte asustado… Sí, mañana puedes venir… Trae regalos para los niños… Ni se te ocurra algo como una moto o te dejo sin descendencia ¿He sido clara? – preguntó la mujer con menos mal humor que antes, Reborn que quería que no se centrara en la llamada anterior a la de Scull dijo.

-          Déjalo para cuando tengan quince o dieciséis. – aconsejó haciendo que la mujer de ojos verdes lo miraba desaprobatoriamente, un ¡Reborn! Fue lo que llegó a escuchar Skull antes de cortar la llamada, no quería ser testigo auditivo si se convertía en un asesinato, aunque le gustaría oír a Reborn gritar. La verdad si alguien le ofreciese esa oportunidad su respuesta sería Gracias, pero no gracias. O estaba seguro que lo mataría por haberlo oído y ¡vamos! Había sobrevivido a miles de misiones de alto riesgo y nunca había muerto no pensaba firmar su sentencia de muerte por un poco de diversión, aún estaba cuerdo.

Y el teléfono volvió a sonar, otro mal presentimiento, Menuda cena. Pensaba Sieren mientras lo cogía, esta vez la cara se le puso azul violáceo.

-          ¿Diga?... ¡¿Verde?! – exclamó llamando la atención de Reborn, si había alguien con quien definitivamente no soportaba ese era Verde y, por desgracia, era recíproco. – No hace falta de verdad, estás muy ocupado con tus investigaciones y en pro de la ciencia te pido humildemente que no las abandones… Aunque si de verdad quieres venir podrías hacerlo por videoconferencia… Sí, claro… – eso último lo dijo de manera un poco dudosa, o eso notó Reborn, no aguantaba a Verde y sabía que si venía no podía pasar nada bueno por eso Sieren había puesto tanto empeño en que no viniese, para que el científico no notara el rechazo Sieren había usado sus increíbles dotes de actriz. Reborn vio con horror como pulsaba el botón de manos libres.

-          Hola, ¿Me escucháis? – preguntó con su típico tono de sabelotodo que ponía de los nervios al moreno mayor, el sonido del seguro quitándose resonó por la silenciosa sala. – Si Reborn ha quitado el seguro supongo que sí. Bien, para empezar quisiera felicitar a Tsunayoshi por convertirse en un miembro de la familia, en segundo lugar elogiar a tu esposa por su gran inteligencia y su amor por la ciencia, espero que a Tsunayoshi no le importe que no vaya en persona a verle, aún.

-          No, si está muy ocupado no es necesario que venga. – dijo Tsuna un poco tembloroso agarrándose a la pierna de su madre, su intuición le decía que fuera cortés y por nada del mundo le pidiera que viniese a verle, no después de cómo se había puesto su padre.

-          ¡Oh! ¡Otro muchacho listo! – le felicitó. – Con solo cinco años sabes hablar italiano como un nativo, uhm, tienes un buen coeficiente intelectual, me gusta. Si no supiera que eres adoptado te diría que te pareces mucho a Sieren, ciertamente me vuelvo a preguntar por qué te casaste con alguien como Reborn, siempre pensé que había sido una gran pérdida para la ciencia, con tu inteligencia podrías haber sido mi ayudante, que lástima. – elegía las palabras con cuidado de no molestar a Sieren pero Reborn leía perfectamente entre líneas.

-          Si estuvieras aquí te dejaría como un colador científico de cuarta. – le espetó el otro con una voz y mirada que prometían una muerte lenta y dolorosa, muy lenta y muy dolorosa.

-          Apuesto a que ahora tu mirada promete una muerte lenta y dolorosa. – le contestó el científico.

-          No sabes cuánto. – le dijo en un tono aún más amenazador, hasta el punto de darles miedo a Tsuna y a Angelo, y hacer que un escalofrío recorriera la espalda de Sieren.

-          ¡Bueno! Nos vemos mañana por videoconferencia Verde. – intervino Sieren viendo que en si no cortaba esa conversación tendría que comprar un nuevo teléfono.

-          Ha sido un placer hablar contigo, Angelo mañana me gustaría que me enseñaras los resultados de la tarea que te di, espero verte mañana en la videoconferencia Tsunayoshi, ah y muérete pronto Reborn. – se despidió el científico, justo antes de cortar se escuchó un disparo, con una satisfecha sonrisa Verde se arrellanó en su cómodo sofá y siguió comprobando los resultados de sus experimentos.

-          ¡Reborn! ¡¿Pretendes hacerme comprar un teléfono nuevo, otra vez?! – le preguntó enfadada la albina, el otro solo chasqueó la lengua. Si no fuera porque Sieren había apartado el aparato en el último momento ahora estaría destrozado. – ¡¿Qué clase de respuesta es esa?!

El teléfono volvió a sonar por quién sabe qué vez en  vez en la noche. Y ahora ¿Qué? Se preguntaban ambos hitman, algo hartos de esa situación.

-          ¿Diga? – pidió en un tono cansino, una voz conciliadora desde el otro lado de la línea, una voz que Sieren conocía a la perfección. – Fon, cuánto tiempo sin oírte… Sí, estamos todos bien… ¿Sí? Me alegro de que estés con él… No, pobres, mi más sentido pésame… Claro, tráelo… ¿Estás en Italia?... Puedes venir mañana, vienen Luce, Lal, Colonello, Skull, Verde estará por videoconferencia y la verdad si después de colgar llamara Mammon, no me sorprendería nada… Sí, nos vemos mañana… Que pases buena noche. – se despidió del hombre, nunca lo diría pero él sencillamente tenía un lugar en su corazón eternamente.

-          ¿Cómo demonios se han enterado todos de…? – preguntó Reborn cuando a los dos llegaron a la misma conclusión al mismo tiempo Colonello. Lo maldijeron, o al menos Reborn.

El chico de ojos azules sintió un escalofrío recorrerle la espalda.

-          Déjame adivinar, ¿Víper, que diga, Mammon? – y para la sorpresa de Sieren, era ella. – No preguntes… No traigas a ningún idiota ¿Vale?... ¿Traerás regalos?... Ya me parecía… No te preocupes, la comida es gratis… Ya, mañana para comer… Nos vemos. – se despidió la mujer albina. – Y con esto espero que todas las llamadas se hayan acabado.

-          No eres la única. – saltó Reborn cabreado por la perspectiva de tener al día siguiente a casi todos sus amigos de la infancia en casa para darle la bienvenida a Tsuna, solo esperaba que la casa no quedase destruida para cuando se fueran o dormiría en el jardín durante mucho tiempo…

Notas finales:

Espero que lo hayáis disfrutado tanto como yo, esperaré vuestros comentarios con ansias.

Para los que hayan leído La sonrisa de la muerte actualizaré esta tarde a más tardar.

Ciao!


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