El cielo más grande.
24.- El momento de despertar.
Narrado por la autora
Levemente los ojos de cierto paciente se abrían poco a poco. Cegados por la repentina luz del lugar los entrecerraba con molestia.
Cuando por fin pudo distinguir algo entre toda esa luz, lo primero que vio fue un par de luces que resplandecían como el cielo más grande que hubiera visto jamás. Esos globos oculares que no parpadeaban lo miraban con sorpresa y angustia pero con gran felicidad.
El niño de cabellos castaños sonrió animado mientras unas finas lagrimas caían por sus mejillas. Por un momento se pensó muerto, pues lo que estaba viendo parecía el más puro y hermoso ángel que parecía feliz de su despertar.
Sintió como todos sus sentidos se iban acomodando. El tacto apareció y pudo percibir el toque más suave y cálido que le brindaba aquel ángel a su mano.
El castaño corrió a toda velocidad lejos del azabache, dejándolo con un sentimiento de soledad.
Colonello estaba en la cafetería con Lal. Ambos habían concordado ir a comer, dejando al castaño solo mientras ellos regresaban.
- Han pasado ya tres meses – suspiró Colonello nostálgicamente. Habían sido tres meses tortuosos.
Con la condición de Reborn, la empresa comenzó a perder las inversiones y los socios caían en pánico mientras Lal hacia todo lo posible por que la compañía no se fuera a la quiebra. Sin embargo aun con sus grandes habilidades, necesitaban de Reborn para que los mayores inversionistas regresaran a cooperar con ellos.
- El único tranquilo es Reborn ante todo esto – suspiro Lal también cansada.
Había regresado hace unos días mientras se encargaba de todo en Italia. Por lo cual tenía grandes ojeras tapadas con un poco de maquillaje que raramente usaba. Colonello la miró por el rabillo del ojo mientras tomaba su café.
- Lal… - la mencionada volteo a mirarlo con un aire cansado – lamento mucho lo que ocurrió
Lal abrió los ojos impresionada, sus cejas se levantaron y parpadeo varias veces antes de entender lo que Colonello le estaba diciendo.
- ¿Por qué te disculpas en una situación así? – preguntó irritada.
- Porque estaba pensando que aunque fui un imbécil contigo, fuiste la única que se quedó a mi lado – sonrió animado.
La cara de ella se sonrojó un poco al verlo sonreír. Aquella sonrisa le recordaba los días pasados cuando ellos estaban juntos presumiendo de un amor casi irrompible. Entristeció su gesto cuando recordó que ahora estaban divorciados no solo por la culpa de Colonello sino también por ella.
- Bien. Lo siento también. – dijo seria y con la voz fuerte para que no repitiera de nuevo lo que decía.
- ¿Y tú porque te disculpas? - preguntó el rubio confundido.
- Aunque te acusé de ser un traidor el día que te encontré con aquella mujer en nuestra cama. Yo también lo fui. – dijo con un gesto de verdadero arrepentimiento mientras se pausaba a si misma eligiendo sus siguientes palabras. – Ese día, más que gritarte a ti por ser un idiota, me gritaba a mí misma porque estaba tan dolida de que al igual que tu cometí el mismo pecado.
La cara de Colonello era de sorpresa. Se dio cuenta que el amor entre ellos realmente había acabado, volteó a ver a su ex esposa y al verla con una expresión de dolor escondido atrás de la indiferencia rompió la tensión con un gesto de burla seguida de una carcajada.
- Al parecer la gente tenía razón cuando nos decían que éramos tal para cual. – Lal sonrió un poco. – ¿Y con quien fue? – preguntó Colonello con gran curiosidad mientras lloraba de risa.
- Ya… Yamamoto Takeshi – dijo en voz baja, sintiéndose apenada de decirlo.
Colonello volvió a reír.
- ¿Acaso era mejor en la cama que yo? – decía mientras se limpiaba las lágrimas de risa.
- No contestaré esa pregunta tan vulgar… - respondió con un gesto de enfado.
- Bueno Lal. Yo en realidad me acosté con tantas mujeres que gané la apuesta que tuve con Reborn.
- ¡Eres un idiota!
Y de pronto ambos comenzaron a reír unísonamente mientras sus manos lentamente se acercaban a la del otro sobre la superficie de la mesa.
Sintieron el roce de sus pieles y los dos pararon de reír para entonces mirarse profundamente a los ojos. Tanto el rubio como la peliazul enredaron sus dedos mutuamente y sus rostros mostraron un pequeño sonrojo de felicidad.
El rubio acarició la mejilla de Lal y en un fuerte impulso la atrajo a si para darle un beso. Sin embargo antes de poder tocar sus labios, una enfermera llegaba a interrumpirlos.
- ¿Cómo se siente? – preguntó el doctor mientras revisaba con una lamparita sus ojos.
- Cansado – respondió el de patillas rizadas con pesadez .
- Es normal. Ha dormido por mucho tiempo ¿sabe? – dijo el doctor mientras miraba al castaño que sujetaba la mano de Reborn con fuerza.
- ¿Cuánto… - pregunta con dificultad pues trataba de levantarse sin éxito alguno.
- Tres meses – interrumpió Tsuna con los ojos escondidos bajo su flequillo.
Reborn lo miró serio y apretó la mano con la que se apegaba a él. Lo atrajo a su cuerpo y le dio un abrazo hasta el límite de su fuerza.
- Siento haber dormido tanto Tsuna – los labios del castaño temblaron y los mordió para evitar llorar, pero pronto sus lágrimas cayeron de nuevo.
Reborn tenía los ojos abiertos. Le hablaba y lo estaba abrazando. Tsuna sintió que esa era la felicidad más grande que hubiera tenido jamás en su vida y de pronto se abalanzó a besarlo sin importarle que el doctor o incluso Lal y Colonello que acababan de cruzar la puerta los vieran.
Se separó de él con la mirada baja.
- Te amo tanto Reborn… - se limpió las lágrimas antes de levantar la cara - Gracias a dios regresaste – lo miró a los ojos con gran alegría.
El azabache quedó por un segundo fascinado de la increíble presencia que Tsuna tenía como para ponerlo de tan buen humor con una simple sonrisa. Lo tomo de las mejillas y nuevamente lo besó, pero esta vez a su estilo.
El doctor observó sorprendido la rapidísima mejora de Reborn. Parecía como si solo hubiera dormido por unos cuantos días. Entonces para no molestar más invito a los otros dos y a las enfermeras a salir del cuarto para dejarlos solos.
El amable señor sonrió traviesamente mientras cerraba la puerta a su salida.
- Mmh… - emitía Tsuna pequeños sonidos. La lengua de Reborn le demandaba un beso más profundo y experto. Sin embargo con la felicidad que le embargaba se entregó por completo.
Los jadeos del castaño eran cada vez más sonaderos. Después de un buen rato se separaron con una línea de saliva que los unía por sus labios. Reborn recogió gustoso aquello y de inmediato descubrió a Tsuna del cuello.
Tenía un deseo explosivo de hacerlo con Tsuna, sin embargo sabia a la perfección que resultaba difícil en su condición.
Se llevó a la boca el delicado cuello y comenzó a marcarlo con demencia. Al probar el sabor de su piel se erizó por completo y sus manos continuaron bajando hasta la entrepierna de Tsuna.
El ojimiel derramó unas cuantas lágrimas de placer por el rabillo de su ojo. Y apretó los brazos de Reborn para que se detuviera.
El azabache se detuvo para la sorpresa de Tsuna y comenzó a respirar agitadamente. Resultaba que estaba muy débil. Tsuna lo miró fijamente mientras quitaba la mano de Reborn de su entre pierna y se sentaba a su lado.
- ¿Has estado aquí durante todo este tiempo? – le preguntó mientras se recostaba de nuevo.
- Desde el día uno
- Quien lo diría – sonrió de lado mientras sujetaba con fuerza la mano de Tsuna – debí haber hecho algo bien en mi vida pasada que ahora tu estas a mi lado.
- Reborn… - sonrió embelesado el menor.
- Por cierto… ¿Qué paso con Hiba…
- El escapó – interrumpió Tsuna con una mirada triste – desde esa última vez, no supimos nada de él.
Reborn hizo un gesto de extrañeza mientras pensaba lo que había ocurrido con Hibari. Incluso podría haber pensado que se había suicidado, pero su desaparición resultaba más extraña.
- ¿Crees que haya muerto? – preguntó el castaño con tristeza en la cara, aunque se mantenía con el límite de no tener más que lastima por Hibari por todo lo que había hecho y lo que quería hacer.
- ¿Colonello lo hirió? – inquirió Reborn pues no sabía nada de lo que sucedió después de que Hibari lo hiriera.
Tsuna asintió con escalofríos al recordar la escena.
Reborn aguardo silencio, imaginándose las posibles conclusiones de Hibari y su locura.
Colonello y Lal hablaban con el doctor mientras Tsuna y Reborn platicaban. Mientras tanto el noveno se acercaba a ellos.
El rubio lo vio primero y de inmediato le sonrió con ánimos. En ese momento el noveno supo que había una buena noticia.
- Noveno… Reborn despertó – anunció profesional pero con una sonrisa en la cara.
El anciano le regresó la sonrisa y se encaminó a la habitación de aquel hombre que había admirado tanto tiempo y que ahora regresaba a la vida desde el filo de la muerte.
Abrió la puerta de par en par y no pudo sentirse más sorprendido y avergonzado al ver como su nieto estaba siendo comido a besos por alguien que seguía recostado en la camilla.
- ¡Hii! ¡Abuelito! – gritó Tsuna al verlo ahí.
- ¡¡Tsu-Tsuna!! – salió de nuevo y cerró la puerta atrás de él.
- ¿Pasa algo noveno? – preguntó Coyote atrás de él.
- Creo que fue muy pronto que despertara – el guardián levanto una ceja en señal de confusión. – no estoy preparado para que se lleven a mi nieto… - se tocó la cabeza con desesperación mientras Coyote sonreía disimuladamente.
- Lo único que impide la boda de su nieto es la débil condición de Reborn-san. – El anciano dio un grito para que callara y después suspiro agobiado.
- Lo sé.
CONTINUARÁ…