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Vaqueros! por Zeny

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Notas del capitulo:

Disclaimer: Los personajes pertenecen al troll de Kishi.


Aclaración: Eh… ¿recuerdan la parte en la que decía que esto era un posible two-shot? Pues, se me ha ido de las manos xD


¡Disfruten!

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Abrió la puerta sin hacer ruido. No quería despertarlo. Sabía que el pelinegro tenía muy mal  humor en las mañanas, y sabía además que  estaría el doble de enfadado, por lo que había  pasado ayer. Pero había una forma de despertar a Sasuke sin que este se molestara. Sí. Lo  había hecho antes. Era el mejor inicio de una conversación, la mejor forma de recibir el  nuevo día.

Se escurriría por debajo de su sábana, hasta estar cara a cara frente a ese rostro hermoso y  relajado. Le gustaba observarlo dormido, captar en su mente cada detalle de ese rostro. Sus  lindas pestañas, los labios levemente abiertos, la respiración acompasada. De vez en cuando  Sasuke frunciría el ceño si estaba teniendo una pesadilla o un mal sueño, y, en otras  ocasiones, su boca se curvaría en un amago de sonrisa. Oh, lo que diera Naruto por saber qué  contenían esos sueños.

Presionaría  su cuerpo contra el de Sasuke, acariciaría sus mejillas, apartaría un cabello  rebelde de su frente, y lo besaría. Con suavidad y lentitud al principio, lo suficiente para que  la consciencia de Sasuke emergiera de las profundidades de su sueño. Y a medida que pasaran  los segundos y los labios de Sasuke presionaran contra los suyos, aumentaría un poco el  ritmo, olvidando por completo el respirar. Sus bocas y sus lenguas danzarían en un cálido y  perezoso baile por varios minutos. Luego, Naruto se separaría lentamente, le sonreiría feliz y  susurraría "Buenos días, Sasuke", muy cerca de su rostro.

Sasuke nunca se enojaba cuando lo despertaba así.

Eso haría en esa misma mañana.

Eso hubiera hecho, si la habitación de Sasuke no hubiese estado destrozada, y completamente  vacía de su presencia.

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La noche anterior…

Sai avanzó como una sombra por entre las paredes de madera del lugar. En ese lugar, la baja melodía de un piano, suave y juguetona, se mezclaba con las voces y las risas, tan  escandalosas como discretas. Voces de todos los tipos chocaban de tal manera que no podía  entenderse bien qué decía cada una. Pero eso a él no le importaba en lo más mínimo. Su  mente estaba enfocada en la tarea que debía realizar.

Tomó asiento en una de las mesas circulares del lugar, y dejó que su curiosidad admirara la  simple extravagancia del lugar. Mujeres vestidas con atuendos nada discretos y atrayentes,  con hombres que las tomaban de la cintura y las sentaban sobre sus piernas. A veces un  hombre y una de esas "alegres" mujeres tomarían las escaleras que habían cerca de la barra y  subirían a lo que Sai suponía sería el segundo piso de ese lugar.

Me pregunto qué harán allá arriba.

De repente, su campo visual fue invadido por la prominente clavícula de una chica.

_ ¿Disfrutas del lugar, guapetón?

Los ojos de Sai enfocaron un rostro de ojos casi azules y una sonrisa sugerente. Sin cambiar  su expresión facial más que a su típica sonrisa, le contestó:

_No realmente, pero estoy esperando a alguien.

_ ¿Oh? - la chica, que era rubia, pasó su brazo sobre sus hombros y se recostó ligeramente  sobre su costado. Sus antebrazos estaban enfundados en guantes negros y largos que  combinaban con su vestido. Ella susurró cerca de su oído - ¿Quieres que te haga compañía?

Sai sonrió de la misma manera.

_Gracias, pero no me gusta gastar dinero en prostitutas.

Cualquiera diría que eso no debía de haberla ofendido, puesto que ella misma conocía muy  bien su profesión. Fue la manera en que lo dijo, la que hizo que la chica se alejara de él con  un bufido arrogante, se diera la vuelta, y se fuera a seducir a otro de los clientes en el  establecimiento.

_ ¿Qué dije? - susurró para sí mismo el pelinegro, realmente confundido. Las mujeres eran  muy complicadas, sin duda.

_Eres tan insensible como siempre.

Se giró hacia la voz. Por fin, la persona por la que había estado esperando había arribado. Su  mente se desconectó en ese momento de cualquier atisbo de emoción, de los pensamientos  curiosos y las interrogantes en las que solía reflexionar.

_ ¿Debería aprender a tratar con ellas? - preguntó sin perder la sonrisa.

La carcajada de una mujer inundó de repente el lugar. Cuando el ruido de fondo volvió a su  volumen normal, la persona frente a Sai habló.

_No es necesario. Mejor, infórmame de lo que sabes.

Sai inclinó ligeramente su cabeza hacia abajo. Su rostro adoptó una seriedad distante, y su  voz pareció envolverse de una indiferencia y un vacío que eran familiares a la persona que lo  acompañaba.

_No he adquirido mucha información relevante hasta el momento. El grupo se mantiene  unido mayormente, y no han mencionado nada relacionado con el objetivo.

_No importa. Todo a su tiempo. Sigue investigando.

Sin más, la persona abandonó la mesa, pero el semblante de Sai no cambió. Sumido en sus  pensamientos, no percibió los ojos azules que lo miraban con desconfianza.

 

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Meses atrás…

_Oye, Sasuke.

_ ¿Hn?

_ ¿Estás dormido-tebayo?

_Sí, estoy dormido, dobe.

_... ¿Eso fue sarcasmo?

_ ¿Qué crees?

_Tsk, bastardo. - el rubio refunfuñó, y cuando Sasuke se dio cuenta, lo tenía al lado, sentado  con las piernas extendidas paralelas a su cuerpo. Se puso algo nervioso. Kakashi y Sakura  estaban dormidos a un par de metros de ellos. La verdad era que habían decidido acampar en  ese lugar porque el peliplateado había terminado demasiado agotado ese día. Cómo era  posible que Kakashi, con todos sus años de experiencia, se agotara de esa forma, era algo que  Sasuke aún no comprendía. Pero era algo que pasaba de vez en cuando, por lo que ya estaban  acostumbrados.

En fin, el punto era que Kakashi no iba a despertarse ni aunque una manada de búfalos  salvajes pasara por ahí. Por eso tenían que montar guardia. Naruto se ofreció a ser el  primero. Sasuke lo relevaría y después Sakura.

Pero al parecer Naruto no lo iba a dejar dormir esa noche. Ese idiota...

Alzó la mirada desde su posición horizontal hasta encontrarse con el rostro de Naruto  compuesto en una mueca de más infantil. También estaba cruzado de brazos, enfurruñado.  Sasuke no podía evitar sonreír en esas ocasiones, cuando veía a Naruto de esa forma. Era  como si el rubio no hubiese crecido, y siguiera siendo un niño de once años. Naruto era  inmaduro en muchos aspectos aun.

Naruto sonrió. ¿Por qué le sonreía?

_Me gusta cuando haces eso.

¿Hacer qué? De pronto sintió una corriente de nervios que no dejó reflejar en sus rasgos  faciales.

_ ¿De qué hablas? - preguntó con fingida indiferencia, a la vez que alzaba ligeramente una  ceja.

Las sombras de fuego bailaban sobre la mano de Naruto cuando este la alargó hasta tocarlo.  La oscuridad de la noche y la luz de las llamas  hacían a su piel bronceada verse de un tono  diferente. Sasuke siempre notaba los pequeños detalles. Como que los ojos de Naruto se veían  más brillantes en la noche. O como que cuando sonreía, a cualquier hora del día, la mayoría de  las personas no podían apartar la mirada de sus blancos dientes, de su cara. Y habían otros  detalles, algunos pequeños e imperceptibles, como cuando esa sonrisa era la máscara de cierta tristeza.

Pero ahora la sonrisa de Naruto no era una máscara; tampoco el epítome de la felicidad. Era,  simplemente, una sonrisa que Sasuke nunca había visto.

Y por alguna razón, su corazón parecía afectado. Por esa sonrisa. Por los intensos zafiros  que lo observaban fijamente.

_Tienes que sonreír más, Sasuke. - dijo juguetonamente el rubio, con ese gesto extraño aun  es sus labios. El dedo bronceado pinchó suavemente su mejilla.

Tan cálido.

_Aunque siempre que te ríes es a costa mía-tebayo.

_Hn. - no podía decir otra cosa. El dedo de Naruto seguía tocándolo. Sasuke tuvo la  sensación de que el calor de Naruto se deslizaba sobre su mejilla y se derramaba hasta llegar a su pecho.

Qué cosa más rara.

_Pff, teme. - el rubio sacudió la cabeza con un bufido.

_Hn. - Era algo bueno que los reflejos de las llamas disimularan su sonrojo. Sí, era un alivio.  Debería de echar a un lado la mano de Naruto y decirle que lo dejara en paz, que necesitaba  descansar, pero no hizo nada de eso.

La verdad era que no sabía ni qué hacer.

_Pff, creo que si de ti depende, te vas a quedar amargado hasta los sesenta años, Sasuke. -  agregó su burlona voz. No era un tono de voz que lo enojara, sin embargo. Sus palabras  sonaban bajas...e íntimas. Como si fuera algo que solo Sasuke debiera escuchar.

Naruto se inclinó un poco más adelante, más cerca, y una amplia sonrisa se fue formando  poco a poco. Los ojos negros de Sasuke no podían dejar de mirarlo.

_Así que...Me encargaré de que siempre sonrías.

Y Naruto no necesitó decir que era una promesa, porque eso sus ojos lo aseguraban.

Así que solo respondió con el silencio. Sus labios estaban ligeramente abiertos, y estaba  seguro de que sus ojos oscuros no eran los mismos de antes. Porque de repente Naruto  sacudió la cabeza, sonrojado y aparentemente confundido, farfullando incoherencias, y se  excusó de ahí un momento diciendo que tenía que...atender al llamado de la naturaleza.

...

Fue quizás en ese momento cuando Sasuke se dio cuenta de que estaba enamorado.

Naruto, por supuesto, cumplió su promesa.

Porque lo cierto era...que Naruto era el único que  hacía que Sasuke sonriera.

 

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Presente.

Los domingos eran días muy tranquilos. Seh, había tanta tranquilidad que rayaba en el   aburrimiento.  No había que trabajar, las mujeres se iban a lavar ropa - con excepción de las   de carácter más fuerte, que simplemente se tomaban el día libre para hacer lo que les diera la gana, claro - los viejos se sentaban en los porches a observar la casi nula vida de las casas del frente, los jóvenes se iban a hacer jugarretas...Y los hombres, esos que no eran ni jóvenes ni  viejos, se quedaban casi siempre sin nada que hacer.

Por eso, todos los domingos los hombres del pequeño pueblo se juntaban a jugar barajas en el bar, y así lograban que los domingos no fueran tan aburridos como siempre.

Pero en ese momento se encontraba en un gran aprieto: era su última jugada, y de eso dependía ganar o perder todo el dinero que había apostado...Hm...Difícil decisión.

_Tu turno, Kakashi. - Instó Guy con aprehensión. Sí, hoy, sería el día en que su rival perdería   completamente. O al menos eso era lo que Guy pensaba.

_Hn...Paso. - el peliplateado bajó su maso de cartas y le dio un sorbo a su jarra de...agua.   Mientras todos tomaban cerveza, él tomaba agua. Qué rarito, decían ellos.  Lo que no sabían era que al no estar borracho, Kakashi siempre les ganaba a todos. Seeh, era un genio.

_Hehe, pues prepárate para una aplastante-! -

PAM!

Las puertas del bar se abrieron como si un tornado las hubiera azotado.

_ ¿DÓNDE ESTÁ?!

Las personas que se sentaban alrededor de la mesa - personas, porque la señorita Tsunade, dueña del bar, también disfrutaba de apostar y perder dinero los domingos, cabe mencionar  -  miraron con cierta sorpresa y...confusión la cara que en esos momentos  personificaba a la mismísima furia.

_... ¿Quién? - se atrevió a preguntar en voz baja uno de los que estaban ahí, cosa que de la que más tarde se arrepintió, porque la atención de la enfurecida persona se centró en él. En pocos segundos se vio estampado contra la pared más cercana mientras la estridente voz volvía a gritar.

_¿DÓNDE ESTÁ!? ¿DÓNDE ESTÁ?!

_Q..Qué estás--Naruto, me estás asfixian-Cof cof cof!

Si no fuera porque Kakashi se apiadó de su pobre compañero, el rubio lo hubiera matado sin darse cuenta. Los ojos azules refulgían ardientes y fríos a la vez, alterados con cierto brillo insano que nunca antes le habían visto. Los blancos dientes rechinaban por la cólera que contenían los músculos de sus brazos y piernas. Si Kakashi no lo estuviera inmovilizando, se daba por sentado que Naruto hubiera destruido ese lugar.

_ ¡Cálmate, Naruto! - el peliplateado lo sostuvo por los brazos, impidiéndole moverse. - ¿Qué ha sucedido? - dijo con voz más calmada ahora, aunque él mismo estaba muy shockeado por lo que acaba de pasar.

_Suélteme, ¡SUÉLTEME! ¡TENGO QUE ENCONTRARLO, SUÉLTEME!  - a duras penas   Kakashi impidió que se soltara de su agarre.

_ ¡¿A QUIÉN TIENES QUE BUSCAR!?

...Esa fue Tsunade, y la atención de todos se centró en ella. Naruto, por esta vez y para consuelo de todos, contestó en voz baja. Alguna parte de su inconsciente le hizo modular su voz al tratarse de la persona que consideraba su abuela.

_ Sasuke. ¡Sasuke! ¡Sasuke no está! - su rostro ahora era la viva imagen de la desesperación. La   desesperación misma que podría sentir un niño pequeño en una multitud desconocida al no   encontrar a su madre.

Tsunade abrió ligeramente los ojos con extrañeza y confusión.

_¿Cómo que no está? - preguntó de nuevo la rubia de coletas, que al parecer era la única persona que había podido hacerlo entrar en razón y con la única que iba a hablar en esa descabellada situación.

_No está, ¡lo he buscado por todos lados-tebayo! Ni en su casa, ni en la mía, ni en la de Sakura, ni en la cabaña de la colina – ni siquiera tomaba aire y hablaba demasiado a prisa –  ni  donde suele practicar el tiro, ni en la calle, ni ha salido a cabalgar porque su caballo está  aquí,  y su sombrero está aquí y su arma- nunca sale sin su arma, su arma estaba en su cuarto,  y su cuarto está destrozado-Sasuke, Sasuke no está...

Poco a poco la intensidad y la rapidez de su voz bajaron hasta quedarse en silencio. Su cabeza   quedó suspendida, los mechones rubios tapando su rostro. Sus hombros se encogieron y un   pequeño sollozo escapó de su boca.

_...Fue… fue mi culpa… - Su voz se escuchó tan rota que a Tsunade casi se le parte el corazón de ver al que quería como a un hijo viviendo un momento de tanta angustia.

Pero eso fue todo. Respiró profundamente y alzó el rostro, y miró a la mujer con la mayor determinación que jamás hubiese visto en esos ojos.

_Lo encontraré. - su voz estaba más ronca ahora, e iba cargada de un peso y una fuerza que los dejó a todos paralizados.

_...

_...

_...

Los demás no sabían qué decir. No comprendían muy bien la situación, ni sabían qué hacer   exactamente.

_...Kakashi-sensei, puede soltarme. Ya no intentaré  matar a nadie.

_Tiene que haber alguna pista. ¿Te fijaste si había huellas de botas o de cascos de caballos?   ¿De alguna carreta?

_No había nada. - afirmó seriamente Naruto, un tono que nunca se le había escuchado. Era  como si de repente su mente se hubiera enfriado. - Solo mis huellas y las de él. No encontré  nada raro alrededor de su casa... Ni carretas, ni cascos...ni animales...Es como si…como si hubiese  sido...

Sintió una mano en su hombro.

_Cálmate, Naruto. - trató de tranquilizarlo el peliplateado - Te ayudaremos.

_Hay...algo de sangre…seca...No es mucha...en el suelo... Debe estar herido...

Los bronceados  puños  se apretaron con fuerza. El rubio se dio la vuelta con la intención de   marcharse de ahí a pasos agigantados.

_ ¿A dónde piensas ir? - preguntó Tsunade.

_...Lo encontraré.

Y eso repetía en su cabeza una y otra vez como una mantra.

 

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...Un pasado lejano...

El día en que cumplió los siete años, Naruto huyó de su pueblo. Para un niño de esa edad que  no entendía la crueldad humana y no tenía familia, esa era la única solución que había podido  encontrar para suavizar si acaso un poco el dolor de la soledad que experimentaba cada día,  el dolor de sentirse repudiado por gente que lo miraba como algo despreciable y lo trataba  como a una plaga. Nadie se molestó en detenerlo, ni buscarlo cuando ya habían sido dos días desde que se había internado en el desierto, con la sola compañía de los insectos en las frías  noches. No había sido tan tonto como para no llevarse agua, pero al amanecer del tercer día  de su huida ya se había agotado. Sufrió hambre y sed. Su estómago vacío rugía sin cesar y  tenía la boca seca. Pero a pesar de que poco a poco perdía sus fuerzas, no dejó de caminar.  Arrastró sus pies por la arena un día entero hasta que no pudo más. Hasta que desplomó en el suelo y perdió la consciencia.

Los habitantes de ese poblado dieron por sentado que el chico demonio, como lo llamaban  cuando no le gritaban maldiciones y escupían su nombre, ya era comida de las aves de rapiña.  Finalmente su supersticioso tormento había desaparecido para traer la "paz" que tanto  ansiaban.

Pero el chico de las cicatrices no había muerto.

No muchas horas después fue encontrado por unos hombres de piel oscura. No les daba  confianza, con ese cabello rubio y esa constitución más clara que la suya, pero por alguna  razón - tal vez porque se trataba de solo un niño pequeño, solo en el desierto - se apiadaron  de él y lo llevaron a su tribu. Le ofrecieron agua. Le dieron de su comida; y por primera vez  en su vida el pequeño rubio se sintió aceptado por otros seres humanos.

Dos años pasaron y el niño de ocho años creció fuerte, alegre e intrépido. Estaban felices de tenerlo entre ellos. El pequeño rubio esparcía su alegría a los demás como una lluvia refrescante, y era increíblemente valiente. No se rendía ante nada. No había cosa que se propusiera y no pudiera llegar a hacer.  Aprendió el  lenguaje de los nativos, y abrazó su forma de vida con gran orgullo. Tan pequeño era, y ya había logrado convertirse en un hombre de palabra, y siempre cumplía sus promesas. 

Sin embargo, la tranquilidad no duró mucho. Los hombres blancos querían las tierras  para ellos. Querían construir una especie de serpiente gigante de metal en la que podían  transportar personas, una cosa rarísima; y no se detendrían hasta que los nativos se rindieran, negociaran, o  fueran masacrados. Fueron unos meses duros y crueles, en los que el niño se vio en la  necesidad de aprender a luchar y a manipular todas las armas de las que disponía su tribu, preparándose para cuando llegara su momento de luchar. Tenía un objetivo: convertirse en un hombre  fuerte que pudiera proteger a los suyos.

Lo que no se esperaba era que su vida diera otro giro cuando llegó a su tribu un hombre  que se hacía nombrar su padrino. Largo cabello blanco recogido en una coleta  despreocupada, el extraño se dejó capturar por los nativos. Hablaba su lengua tan bien como si hubiera nacido entre ellos. Les explicó la situación y les pidió que le dejaran ver al niño.

Fue la primera vez que lloró en dos años.

Jiraiya, su padrino, le explicó que había estado buscando a sus padres desde que arribó de su largo viaje, y que cuando se enteró de que habían muerto hacía diez años, se encargó la tarea de  buscarlo de inmediato. Había sido algo difícil teniendo en cuenta que los desgraciados que  habitaban ese poblado no iban a decirle ni una palabra. De hecho, lo único que habían  repetido esos vejestorios hasta la saciedad era que el chico estaba muerto y bien muerto. Pero Jiraiya había sabido en su corazón que eso era imposible. No había querido que eso fuera verdad, y  con perseverancia y terquedad se había dispuesto a buscarlo. Milagroso fue el rumor que escuchó en uno de los bares que le encantaba frecuentar: un niño rubio de ojos azules que vivía entre los nativos. Tenía que ser ese.

El niño se sintió feliz. Este hombre había pasado por todo tipo de problemas para buscarlo.  Incluso le enseñó una fotografía de sus padres. Le explicó que su madre era pelirroja, y que el  cabello dorado y los ojos azules los había sacado de su padre. El niño atesoró esa foto toda su  vida.

Pero se encontraba en una encrucijada. Jiraiya le proponía irse con él. Era un hombre  apasionado de los viajes y tenía la intención de mostrarle las maravillas del mundo. No quería  dejar la tribu, aquellas personas que le habían salvado la vida y que estaban pasando por  momentos tan difíciles.

Entonces el niño tuvo una idea brillante. Y algo idiota.

Al parecer Jiraiya era alguien importante para los hombres blancos. Un mes más tarde habían llegado a un acuerdo con los nativos, un arreglo que pocas personas habían creído posible. Las  matanzas terminaron y ambos  pueblos convivieron pacíficamente, respetando el trato que habían pactado. Una cosa increíble.

Nadie sabe qué exactamente, ni cómo lo consiguió, mas desde entonces el nombre de  Uzumaki Naruto fue conocido por todo el Oeste. Decían que era capaz de hacer cambiar de opinión a cualquier persona con la que hablara. Y eso sirvió para inspirar tanto respeto como temor.

El niño decidió que quería ver el mundo, y les prometió a todos los de la tribu que no dejaría  de visitarlos. Lágrimas fueron derramadas, cálidos abrazos fueron recibidos, y el niño partió  con una sonrisa llena de esperanza en su rostro. Su sangre corría con la premura de la aventura, la sonrisa iluminaba su rostro cada día y sus ojos azules resplandecían a la luz del sol.

Recorrió montones de países, conoció culturas exóticas y sobre todo, mucha gente nueva.  ¡Hizo amigos en todas partes!  Los dos vivieron como nómadas por un tiempo hasta que su  padrino decidió que había que volver. "Asuntos importantes", le había dicho. Las aventuras  que vivió en esos tres años llegaron momentáneamente a su fin y fueron objeto de historias  graciosas y asombrosas cuando se reencontró con su tribu, que lo recibió como en un  principio: con los brazos abiertos.

Para ese entonces el ferrocarril ya se había construido y viajar por el Oeste se hacía más fácil y  rápido. Todo estaba planeado. Acompañaría a Jiraiya a una reunión importante en una villa  portuaria del noroeste. Sería un viaje de dos días y medio.

Sin embargo, la vida está colmada de eventos insólitos que pueden cambiar los rumbos de  una persona, por más pequeños que sean: lo inesperado es inevitable. Y el evento que dio el  giro decisivo a la vida de Naruto fue el reencuentro con una de las personas de su antiguo y  olvidado poblado.

Un chico de su edad, de ojos y cabellos negros, llamado Uchiha Sasuke.

 

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El día anterior, en las primeras horas de la noche.

 

_ ¡Por fiiiiiin llegamos! - el rubio saltó de su cansado caballo y corrió a saludar a los amigos  que le esperaban. Sakura, Sai, Kakashi y Sasuke observaron con los ojos colmados de  aburrimiento como el efusivo rostro se iba a repartir saludos a cada persona que se  encontraba, con Kurama caminando tranquilamente detrás de él.

Aunque el cansancio distorsionara un poco la perspectiva de una bienvenida, era agradable  estar de vuelta.

_ Yo me voy a ver a mis padres, deben estar esperándome. Nos vemos, chicos. - anunció  Sakura y los otros asintieron. La pelirosa descendió del caballo de Kakashi y se perdió entre la  pequeña multitud de gente.

Sai esbozó su característica falsa sonrisa.

_ Yo también iré a descansar. Nos vemos mañana, Kakashi-san, Sasuke-kun.

Sasuke ni siquiera le hizo caso. Su atención estaba en aquella mota de cabello rubio que podía  distinguir sin perderla de vista. El peliplateado observó curioso el comportamiento del  pelinegro, cavilando para sí mismo las teorías que tenía sobre esos dos.

_¿Y tú que harás, Sasuke? - el pelinegro ni siquiera ladeó la cabeza para mirarlo, sino que  bajó de un salto de su fiel animal y lo llevó asiendo riendas hacia el lugar donde solían guardar los caballos  en la noche. Se fue sin contestarle, pero Kakashi supuso a dónde iría.

_ ¡Una ronda gratis para todos esta noche! - gritó alguien entre la multitud y los demás  dieron gritos de júbilo.

_ ¡Seeh!

El peliplateado observó la escena con una gotita resbalando por su frente. La gente solo sabía  beber para celebrar.

_ Kakashi, ¡vamos a celebrar, mi querido amigo! ¡Los sábados son los días en los que más debemos  regocijarnos de nuestra eterna juventud!

El susodicho suspiró y acompañó a su excéntrico compañero. Daba igual, por ese día no tendría más nada que hacer.

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Sintió una mano en su hombro. No tuvo tiempo de reaccionar y ver quién era cuando unos cálidos labios se estamparon contra los suyos vorazmente. Sus manos se sostuvieron de lo primero que encontraron y sus pies fueron guiados, como en un baile, hasta que su espalda se apoyó en una superficie de madera. Las dos bocas se fundieron en un contacto fogoso, y sus cuerpos se pegaron el uno al otro como si estuvieran poseídos por un hambre insaciable.

_ Hmm, ¿me...buscabas? - preguntó en un susurro ronco sin ni siquiera darle tiempo a  contestar la pregunta. Sasuke hubiera querido decirle un par de cosas a ese rubio por tenerlo  jugando a las escondidas, pero en ese momento lo que importaba era recibir más de ese  delicioso roce que le enviaba corrientes de placer a todo su cuerpo. Mordió el labio inferior del rubio y tiró juguetonamente de la sensible carne, al mismo tiempo que contemplaba con los ojos entrecerrados los zafiros oscurecidos que eran ahora los irises de Naruto.

Las manos bronceadas viajaron hasta su trasero y lo alzaron. Sasuke acomodó sus piernas  alrededor del torso del rubio y su espalda sobre la pared de madera. Besos húmedos e intensos se deslizaron por la piel de su pálido cuello hasta llenarlo de moretones y hacerlo perderse en una niebla de placer. Acallaba sus jadeos mordiéndose el labio inferior. Sus manos estaban hechas puños en la camisa de Naruto, y se complació en escuchar un jadeo  cuando apretó entre sus piernas la cintura de su rubio.

_Sasuke.

Sus lenguas volvieron a juntarse en un choque casi eléctrico y sus labios se moldearon a los del otro de tal manera que les parecía estar en medio de una alucinación. Como si estuvieran sumergidos en el éxtasis de una droga muy poderosa.

No fue hasta que sus pulmones les empezaron a exigir aire que ambos pararon, con sus frentes  unidas mientras recuperaban la respiración.

Una risita vibró  y emergió de la garganta de Naruto. Besó la frente y las mejillas sonrojadas,  ensimismado en los rasgos de ese hermoso rostro.

_ ¿Qué vas a hacer ahora? - preguntó en un murmullo Sasuke, mientras recostaba la barbilla  en su hombro y se dejaba abrazar.

_Hmm...Tengo que ir a ver a la Oba-chan. Si no paso al menos diez minutos con ella me va a querer  sacar los sesos con sus puños, hehe.

_Hn. - Le mordió el cuello con fuerza.

_ ¡Ay! ¡Bastardo!

Esa era la forma sutil que tenía Sasuke de decirle que no se tardara.

 

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.

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.

«Esa noche…»

_Sasuke. ¡Espera, Sasuke!

_Quítate del medio.

_Escucha, cálmate y déjame explicar- ¡UGH!

_ ¡No quiero escuchar ninguna explicación! ¡Piérdete!

_Sasuke, estás malinterpretando todo-

_ ¡CÁLLATE! ¡¿Me vas a decir que mis ojos vieron mal?! ¡No me jodas, Naruto! ¡No me trates  como a un imbécil!

_ ¡Yo nunca te trataría como a un imbécil! ¡Escúchame, Sasuke! Te lo juro por mis padres- escúchame, no pasó nada. No hay dada entre nosotros-! Agh!

_ ¡TE VI, NARUTO, TE VI! ¡La tenías pegada encima con la confianza que tienen una puta y un  cliente regular!

_ ¡QUE YO NO ANDO CON PUTAS! ¡¿Te estás escuchando!? Para-, ¡para de golpearme y  escucha! ¡¿Con quién crees que estás hablando?! ¡Sabes que yo no soy así! ¡No hago esas cosas!

_ Déjame en paz antes de que te haga un agujero en esa cabeza de estúpido tuya.

_Sasu-AGH! ¡Abre la maldita puerta! ¡Abre! ¡La! ¡Puerta!

_ ¡VETE A LA MIERDA, NARUTO!

_... ¡¿AH, SÍ!? Pues tendrás que decirme dónde es, ¡porque por mí te vas a la mierda también!

_...

_... ¡Tsk! ¡ABRE LA PUERTA, SASUKE!

_ ¡PIÉRDETE, Naruto! ¡No quiero ver tu maldita cara de mentiroso!

_… ¡BIEN! ¡Me iré! ¡Pero MAÑANA no te escaparás de mí! Y ME VAS A ESCUCHAR,  BASTARDO... ¡Bastardo obstinado! ¡¿Oíste?! ¡Me vas a escuchar!

 

«Pero no pudo escuchar ni una palabra de lo que Naruto tenía que decirle, porque al  amanecer del día siguiente… Sasuke había desaparecido.»

.

.

.

.

.

 

 

Presente.

 

_ ¡Naruto! ¡Oye, Naruto!

El susodicho no escuchaba nada. Era como si sus oídos estuvieran llenos con el zumbido que  hacían sus pensamientos al correr por su mente, chocando los unos con los otros,  formulándose uno tras otro en busca de una solución. No tenía espacio en su cerebro para  nadie más en ese momento que no fuera Sasuke, y el paradero de Sasuke, y la salud de Sasuke, y el cuerpo herido de Sasuke, y el maldito hijo de puta que se había llevado a Sasuke  lejos de él.

Esa era su cabeza. Porque en su pecho no podía quitarse la devastadora sensación de que  todo este caos era algún tipo de castigo, por haber sido orgulloso y terco y no haber arreglado  las cosas cuando debía.

De que había sido su culpa, como si el destino le estuviera haciendo pagar por las idioteces  que cometía.

Cuando la pelirosada se puso delante de él, su mirada se endureció de una manera casi  mortal, fría y afilada como el acero.

_Quítate, Sakura.

_ ¡Déjame ir contigo! Juntos podemos encontrarlo. - gesticuló con las manos tratando de  hacerle entender -  ¡Además! ¡Cuando los demás lleguen podremos cubrir más terreno!

_Lo único que haremos será perder tiempo como imbéciles.

_Pero-

_ ¡QUÍTATE DE EN MEDIO, SAKURA, O NO RESPONDO!

La voz llena de violencia e ira la hizo saltar y dar unos pasos hacia atrás. El corazón le dio un  vuelco y sus brazos temblaron. Por primera vez en su vida la ira de Naruto la dejaba  petrificada del miedo.

_Tsk. - el Uzumaki ladeó la cabeza con enojo y pasó de ella. Caminó a grandes zancadas hasta  donde tenía amarrado a su caballo y se subió sobre Kurama sin perder un segundo. Sakura lo  observó irse, preocupada y afligida. Justo cuando Naruto iba a salir del pueblo, Kakashi lo  interceptó con su caballo.

_Naruto, escucha lo que tengo que decir.

_... - el Uzumaki se quedó callado, la mandíbula apretada.

El peliplata no perdió tiempo y habló con rapidez.

_Akatsuki está en Sungray. Tenemos un informante de ahí que los vio entrar en la posada  “Ann&Loyll”-

Los ojos de Naruto se abrieron desmesuradamente, y luego de un instante los entrecerró  como un depredador.

_Espera, ¡todavía no terminaba de hablar! ¡Naruto...! Aaah... - Kakashi se revolvió el pelo con  frustración mientras veía como Naruto se alejaba a gran velocidad - ¿Por qué tiene que tener  el caballo más rápido de todo el Oeste?

_... ¿No podemos hacer nada?

El peligris se giró hacia la chica, que cargaban con un semblante abatido en su rostro.

_Nunca lo había visto así... - apretó el puño sobre su pecho - ¡Tenemos que hacer algo! Hay  que rescatar a Sasuke-kun!

Kakashi suspiró. Vaya domingo.

_ Iré por mi caballo. - dijo con decisión Sakura, y en menos de un minuto el par ya estaba a  pleno galope siguiendo el rastro que había dejado Naruto. El viento chocaba contra sus  rostros, por lo que se taparon la cara hasta la nariz con el pañuelo que llevaban alrededor del  cuello.

_ ¿Cuándo regresó? - gritó Kakashi para que Sakura pudiera escucharlo.

_ ¡Hoy en la mañana! ¡Parece que encontró el camino por su cuenta! - respondió la chica,  refiriéndose al animal sobre el que estaba montada.

Rápido, rápido. Tenían que moverse como el viento. Tenían que rescatar a Sasuke y apoyar a  Naruto. Rogaron a los cielos para que el pelinegro se encontrara bien y el Uzumaki no  cometiera una locura en el estado en que estaba.

Lo que ninguno sabía es que corrían con tanta prisa en la dirección equivocada.

 

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Le dolía la cabeza. Era como si tuviera una abeja metida en su cerebro y el maldito insecto no  se cansara de zumbar y zumbar. Trató de incorporarse, de tocar la herida en el brazo que le  enviaba una punzada de dolor intermitente, pero no pudo.

Parpadeó en la oscuridad.

Movió lentamente la cabeza de un lado a otro, buscando una fuente de luz. Lo único que  pudo ver fueron unos agujeros que filtraban unos finos rayos de sol en lo alto de lo que parecía  una pared.

Estaba inmovilizado. Sus brazos parecían estar atados detrás de su espalda. Sus pies también  estaban amarrados con firmeza.

_Ugh...

No sabía en donde estaba, ni qué le había pasado, ni cómo salir de esa situación, y eso le hizo  sentir los primeros pinchazos del pánico.

Un dolor que no era causa de ninguna herida golpeó su pecho con una potencia demoledora.

Naruto...

Naruto.

Tsk, maldito Naruto.

Justo cuando su mente empezó a recopilar los sucesos de  varias horas antes, un crujido le  anunció que después de todo, no se encontraba en un lugar completamente cerrado.

A su derecha se abrió una puerta y la repentina claridad le hizo estrechar los ojos con  molestia.

Una silueta desconocida acaparó el cuadro de luz que formaba la entrada y le impidió ver el rostro de su presunto captor.  La silueta se aproximó hasta estar a un paso de él, y se detuvo. Supuso que lo estaba  examinando y que consecuentemente su captor tenía muy buena vista si es que podía verlo  bien en esa penumbra.

_¿Quién mierda eres? - preguntó con controlada furia. No le gustaba que un maldito  desconocido lo mirara tanto.

Pero en vez de recibir una réplica, sintió el ardor de una bofetada en su mejilla.

_ Te odio. Te pareces demasiado a uno de mis hijos muertos.

La figura entonces abandonó la estancia, dejando a Sasuke casi sumido en una completa  oscuridad.

Abrió mucho los ojos.

¿La voz...de una mujer?

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CONTINUARÁ…


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