To Remember
IX
Pesadillas
Envuelto en obscuridad, frío por todos lados, un sonido constante proveniente de mi corazón… tum-tum, tum-tum, se incrementa y mis sentidos se optimizan. No veo. No siento. No escucho nada más… ¿Qué es esto?... ¿Por qué me siento así?... ¿Dónde estoy?
Presa del vértigo de la incertidumbre, caigo en un lugar desconocido. Hay mucho movimiento. Son varios niños y pocos adultos. Hablan y hacen gestos aprobatorios. Intento acércame pero mis pies pacen ser de plomo… intento hablar para llamar su atención pero mi boca no se mueve… intento agitar mis brazos más parecen cocidos a mis costados… Alguien, quien sea, mire hacia acá y míreme… alguien, ayúdeme.
Los adultos se acercan a los niños, se quedan con unos y los otros los llevan a otro lugar. Esos niños… ¿Los conozco?... Me son, familiares.
Ese niño, ese de ahí, el niño de ojos pardos y pelo rubio obscuro… de mirada amable y sonrisa luminosa… ¿Quién puede ser?... A pesar del encierro en mí, su sola presencia me tranquiliza… la desesperación y la incertidumbre se desvanecen con la sonrisa de ese niño.
¿Qué sucede?... ¿Por qué llora?... Los adultos que quedaron, le piden a ese niño y a los otros dos cambiarse, unas batas de hospital son lo que les ofrecen… ¿Por qué?... Los niños dudan… Luego aceptan… No parecen tener otra opción…
Ahí están de nuevo, juegan entre ellos y se ven interrumpidos cuando un adulto entra. Les da unas instrucciones y los conduce a otro lugar… ¿Qué es eso?... ¿Dónde están?... Los niños se ven asustados, muy asustados… intento moverme, no puedo dejar que estén así… no puedo dejar que sus rostros muestren ese temor… no pudo dejar que… oh, no… no, no, no ¡No!
Eso no puede pasar.
Déjenlos.
Suéltenlos.
¡Aléjense de ellos!
¡No!
¡Deténganse!
¡No los toquen!
¡No!
¡Alphonse!
--¡No lo toquen!
--Ed, Ed, cariño, tranquilo. Ya pasó, fue un suelo solamente. –decía un voz con suavidad.
--…¿Roy?... Yo, Roy… –decía un rubio cubierto de sudor, temblaba y algunas lagrimillas surcaban sus mejillas.
--Tranquilo, Ed. Estoy aquí. Estoy aquí. –repetía el pelinegro mientras acariciaba la espalda de Ed.
--Roy… Roy… tal parece, que las pesadillas aumentan por estas fechas… ¿Por qué será?... El año pasado creí que fue por estrés de los exámenes y, ahora, ¿Por qué será? –decía Ed en el pecho de Roy.
--¿Puedes recordar… lo que soñaste? –inquiría el pelinegro.
--…No, siempre es lo mismo… no recuerdo pero, sí siento. –dijo el rubio.
--¿Qué es lo que sientes? –se aventuró a preguntar Roy.
--Siento, siento tristeza, impotencia, furia… sobreprotección… temor… siento, un gran vacío. –decía Ed con voz baja, casi un susurro.
Roy seguía con la tarea de tranquilizar a su pareja. Incluso, dentro de la amnesia de Ed, seguía recordando ‘esa’ fecha. Tal vez, sólo tal vez, si le decía, si le contaba… las pesadillas dejarían de aparecer… o, recordaría todo. “…Me pregunto, mi querido Edward, si te dijera lo que sucedió en estas fechas dejarías de sufrir…” pensaba Roy.
--Roy… –decía Ed para sacar de sus pensamientos al pelinegro.
--Mmm…
--Dijiste, la otra vez, que, yo… tenía familia. –decía Ed mientras Roy usaba todo su autocontrol para no tensarse –Quizá, eso tenga relación con este mes… ¿Me lo dirás? Tal vez, así las pesadillas no sean tan despiadadas.
No hubo respuesta. Ed no dijo más, creía en Roy, la decisión que tome la aceptará. El pelinegro suspiró, a ese rubio no se le escapaba nada.
--Tuviste una mamá muy hermosa, también un tierno hermano menor, así te referías a ellos. Sólo una vez me hablaste de ellos. Ambos murieron cerca de navidad. Por esa razón, no soportas lo que tenga que ver con ese festejo, los cantos, los adornos, el ‘bandido barbón’, la nieve y en especial, el frío. –dijo Roy con relativa calma.
Ed no dijo nada, suspiró la esencia de Roy y le abrazó.
--Eso lo explica… Roy…
--Dime.
--¿Los conociste?
--No, como te dije, me hablaste de ellos solamente una vez. –dijo Roy, besó la cabeza del rubio y agregó –Trisha y Al.
--¿Qué? –preguntó Ed confundido.
--Esos eran sus nombres. –susurró Roy.
--Trisha… Al… me gustan sus nombres. –sonrió Ed.
--Claro que sí. Oye, ¿Estás sonriendo? –bromeaba Roy.
--Nop.
--¿Seguro?
--Sip.
--Lo sabía, estás sonriendo.
--¡Mustang!
--Elric.
--¡Roy!
--Ed.
--Basta.
--Está bien, está bien. ¿Dormimos o quieres hacer otra cosa? Como ver una película, bajar por un bocadillo, leer, ir a dar un paseo… tú elige. –dijo Roy.
--Roy, no tienes que estar despierto conmigo, tal vez haga algo del trabajo…
--Ed, no creas que te dejaré solo. Vamos, elige una de las opciones que te di. –insistía Roy.
--Pero, tú…
--Edward, elige.
--¿O si no…? –decía Ed algo más animado.
--O si no… yo elegiré, y no te va a gustar. –afirmaba el pelinegro.
--¿A sí? Como ¿Qué? –tentaba Ed.
--Como bajar a la cocina por un vaso de leche. –determinó Roy.
--No juegues con eso Roy, la leche no me gusta ni en bromas. –decía Ed con el ceño fruncido.
--Entonces elige.
--Abrázame y no me sueltes hasta que me duerma. –dijo a fin Ed.
--No.
--¿No?
--No te soltaré aunque te duermas. –dijo Roy para acomodarlo en su regazo.
Con una sonrisa y un ligero sonrojo, el rubio se dispuso a dormir nuevamente.
“Trisha… Al… siento haberme olvidado de ustedes… si por olvidarlos tenía pesadillas, ahora que sé el significado de estas fechas, permítanme dormir sin malas sensaciones… en su lugar, muéstrenme cómo éramos, cómo nos comportábamos cuando estábamos juntos… permítanme ver cómo eran.”
>>Continuará...