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Lolita por Kuran Mikaode

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Notas del capitulo:

Hola, luego de recuperarme de un ligero episodio de depresión por fin publicaré un caípítulo que practicamente escribí hace dos meses. Aún así sufrió un par de modificaciones para que se ajustara al siguiente capítulo, el cual empecé a escribir antes de terminar este.

Lamento mucho mis largas ausensias, estoy tratando de encontrar la forma de organizarme. Mi vida, mis ideas. Aún así no quiero prometer nada y espero poder ser más regular.

Cuando publique el capítulo pasado me sentí triste porque al principio casi nadie lo había leido, un amigo me dijo que tal vez era porque como casi nunca publicaba ni siquiera se habían dado cuenta y eso me caló. No quiero decepcionarlos pero me temo que en cambio me he decepcionado a mi misma.

Okey~ no se porque siempre soy sentimental durante la noche. Espero que disfruten el capítulo, a mí me ha gustado mucho y es la puerta al siguiente giro de trama.

Capítulo diecinueve.

Desnudo.

Esa noche Naruto se despidió de Gaara tras una larga jornada de videojuegos y tomó una ducha larga y concienzuda. Se refregó con la esponja baño que su madre tanto insistía en que utilizaran, se lavó el cabello dos veces e, incluso, se rasuro los escasos vellos rubios que tenía en la barbilla y se aplicó un poco de la loción para afeitar de su padre. Se echó mucho desodorante, en palabras de su madre, suficiente pero no demasiado. Y se esmeró por lucir casual pero elegante. Finalmente su madre empleó toda la fuerza de sus brazos en peinarle el cabello sin obtener grandes resultados. Se miró en el espejo antes de salir de su habitación y se sintió increíblemente homosexual. No es como si fuera la primera vez que salía con alguien y mucho menos la primera vez que salía con Sasuke, técnicamente lo veía todos los días.

Camino a la casa de Sasuke su madre paró en una tienda y compró una rosa y una caja de chocolates. Para tú chica, le dijo mientras se los tendía. Naruto se sonrojó un poco y protestó, no quería llevarle flores y dulces a Sasuke, seguramente se burlaría de él, pero su madre insistió y esa mujer sí que podía ser intensa. Llegaron a la casa de Sasuke y Naruto se decidió a bajar del auto esta vez mientras su madre le daba ánimos desde el auto, haciéndolo sentir mucho más avergonzado tal vez debió haber ido en taxi y no haber accedido cuando su madre le pidió un aventón.

Toco la puerta buscando una forma de explicarle a Sasuke la presencia de su madre. El padre de Sasuke abrió la puerta y le recibió con acritud, le miró un par de veces reparando en la flor y los chocolates sin decir ninguna palabra ni dar señal de querer dejarlo pasar. Tragó grueso. El hermano de Sasuke se asomó a la puerta con curiosidad y le saludo jovialmente pero también se quedó en la puerta mirándolo de forma extraña. El ambiente empezaba a ser tenso e incómodo.

—Eh-uh ¿se encuentra Sasuke en casa?

—Sí, está arriba —le respondió Itachi.

Naruto esperó un par de segundos y dijo: —¿Puedes decirle que estoy aquí?

Itachi le sonrió amablemente y se giró dentro de la casa para llamar a Sasuke sin siquiera moverse de la puerta. Naruto se removió incómodo en su lugar. Fugaku bufó antes de darle una última mirada de advertencia a Naruto y se retiró de la puerta.

—No soy su padre, así que no te diré a qué hora debes de regresarlo a casa —le dijo Itachi a modo de despedida y también se marchó revelando la figura de Sasuke en el genkan poniéndose unos altos zapatos de tacón.

Llevaba un vestido de encaje negro de fondo turquesa que se ajustaba a su cintura estrecha. Sasuke se acercó a él con una pequeña sonrisa en el rostro balanceándose suavemente en esos tacones negros de escote “T” que luego se volverían su fetiche. Naruto reparó en sus labios pintados de un pálido rosa y su rostro maquillado que hacía lucir sus ojos aún más despampanantes. Naruto le sonrió devuelta y recordó tenderle la flor y la caja de chocolate.

—Eres un maldito cliché —le dijo y viniendo de Sasuke podría ser incluso un cumplido.

—Y tú eres todo un fetiche.

Naruto miró a Sasuke a los ojos y pudo ver la complicidad chispeando en sus ojos. Sentía que las cosas entre ellos iban lento pero a paso firme, además le gustaba lo que tenía con Sasuke. Se sentía bien. Correcto. Como si fuese justo lo que debiese hacer. Sasuke y él se tomaron de la mana sin siquiera meditarlo, como si hubiera una fuerza magnética que las atrajera. Naruto se preguntó si debería besarlo, pero recordó la mirada penetrante del padre de Sasuke, como si quisiera matarlo con la mirada. Condujo a Sasuke hacia el auto de su madre y se sorprendió de encontrarla ahí, aunque se sentía aliviado en mayor medida, la presencia de su madre provocaría que el ambiente se tornase incómodo.

Durante el camino Sasuke se mantuvo inusualmente silencioso. Naruto sabía que Sasuke tenía serios problemas para socializar –era una, Dios lo perdonara, una maldita perra cuando así lo deseaba-, pero con él no solía ser así, no cuando estaban a solas. Trató de pensar en algo, algún tema de conversación, lo que fuera con tal de acabar aquel arduo silencio. Nada, al igual que durante el trascurso de la semana, no se le ocurrió nada. Por más que trataba no se le ocurría nada. Se sintió impotente, Sasuke lo necesitaba, se notaba a leguas que algo le sucedía, que necesitaba un amigo, pero a él no se le ocurría nada para sacarlo de su ostracismo.

—No quiero ir —dijo Sasuke de repente, rompiendo el silencio. Naruto le miró sin entender—. No tengo ánimos de fiesta —volvió a decir como si nada, pero esta vez su voz sonó con más fuerza—, puedo invitarte a comer si quieres.

Naruto dudó un momento pero terminó por asentir.

—¿A dónde quieres ir? —preguntó con cierta incertidumbre.

Sasuke se encogió de hombros y no dijo nada.

—Bueno, ya luego no te quejes —dijo más para sí mismo que para Sasuke. El chico parecía profundamente perdido en sus pensamientos así que Naruto al fin se decidió a dejarlo a sus aires, cuando Sasuke quisiera hablar él estaría allí para escucharlo. Sin embargo, a veces, una compañía silencio resultaba más efectiva que cualquier consejo.

Tomó rumbo hacia su restaurante de ramen favorito, Sasuke ni siquiera pareció reparar en que cada vez se adentraban más al norte de la ciudad y se alejaban del despampanante centro. Naruto no se molestó en encender la radio para llenar el silencio que los envolvía, simplemente se dedicó a disfrutar del viaje, observando las luces de la ciudad brillando como estrellas y mirando a Sasuke de cuando en cuando.

—¿Ikebukuro? —habló Sasuke al fin cuando pasaron cerca a la estación. Su voz sonó un poco sorprendida.

—Tranquilo niño rico, no iremos muy lejos —dijo, sin embargo se siguió adentrando en el distrito de Toshima hasta que las luces se hicieron menos resplandecientes y las calles mucho más estrechas. Naruto se estacionó cerca un parque y, galante, abrió la puerta para Sasuke y le tendió —Tendremos que caminar un poco. —Dijo mientras se rascaba la nuca con algo de nerviosismo, esperaba no ofender a Sasuke con su elección.

Sasuke no dijo nada, tomó la mano que le ofrecía y caminó a su lado. Los tacones de Sasuke comenzaron a hacer eco tras cada paso cuando las calles se estrecharon aún más y el pavimento se tornaba más viejo y rocoso. Naruto se permitió nuevamente recorrer a Sasuke con la mirada, deleitándose cada vez más con su imagen. Era la primera vez que salía con la chica de hermoso vestido y aunque, ciertamente, Sasuke no era una chica, no podía dejar de sentirse halagado. Durante un instante, Sasuke le devolvió la mirada para luego apretarle un poco el agarre sobre la mano.

—¡Llegamos! —Anunció feliz deteniéndose a la mitad de la calle frente un diminuto establecimiento que sostenía un letrero que versaba Ichiraku Ramen.

Sasuke paseo su mirada por el establecimiento, no le llevó mucho tiempo puesto que era diminuto. Era una pequeña carpa tradicional de madera, que contaba con una barra, una cocina y unas pocas mesas afuera. No era muy diferente de los establecimientos a su alrededor. Sasuke contuvo las ganas de levantar una ceja en un gesto incrédulo e inquisidor. Naruto parecía ansioso por su respuesta.

—Así que este es el famoso Ichiraku. —Le dijo acordándose de todas las ocasiones en las que Naruto lo había mencionado mientras verborreaba incansablemente sobre ramen.

La sonrisa de Naruto se estiró.

—Va a encantarte.

Y realmente lo hizo. A Sasuke no le importó que Naruto lo llevase a un establecimiento como ese luego de que él se había esmerado tanto en su aspecto. Tampoco le importó la familiaridad con la que el viejo dueño del local y su hija los trataron, ni siquiera se molestó en renegar cuando lo tildaban de la novia de Naruto. Naruto parecía estar en sus aguas en aquel lugar y no pudo evitar preguntarse cómo podía estar tan familiarizado con un lugar que estaba tan lejos de su casa.

—Mi abuelo creció muy cerca de aquí —le dijo cuando se lo preguntó—. La casa de mis abuelos queda cerca a la estación Ikebukuro. Veníamos todo el tiempo cuando era pequeño. Es el mejor ramen que haya probado en mi vida.

—Tienes un problema con el ramen —le dijo a Naruto tras asentir a sus palabras y Naruto soltó una carcajada en modo de respuesta.

De repente Sasuke comenzó a sentirse liviano, demasiado liviano. Pero en vez de ser una sensación ligera y tranquilizadora, el estomagó de Sasuke se contrajo con fuerza y sus extremidades se sintieron pesadas y tensas. Naruto le miró extrañado ante el cambio repentino en su semblante. Terminaron de comer con premura, Naruto se despidió jovialmente del dueño recibiendo un par de comentarios sugestivos por parte del viejo Teuchi ante los cuales Naruto tuvo la decencia de sonrojarse mientras Sasuke se aseguraba de otorgarle su mirada más indulgente.

—No me lleves a casa —le pidió una vez volvieron al auto. Naruto le sonrío de forma tan cándida que le entibió el corazón y siguió conduciendo hacia el Norte.

—Llegamos —dijo Naruto, pero esta vez estaban en medio de la nada, en la cima de una colina que lindaba con un bosque. Naruto bajó del auto y se sentó en el capote, Sasuke no dudo en imitarlo.

—Oh Naruto —fingió lamentarse con exagerado pesar—, siempre supe que eras un sociópata, sin embargo creí que me asesinarías en la habitación de un hotel. Me apuñalarías repetidas veces luego de tener sexo. Toda una obra de arte.

Naruto le miró largamente hasta que suspiró y negó con la cabeza.

—Eres todo un personaje Sasuke. —Negó nuevamente y se recostó sobre el parabrisas instando a Sasuke a hacer lo mismo.

Sasuke se fijó en el cielo nocturno, alejados de la contaminación lumínica de la urbe, la noche se alzaba imponente ante sus ojos. Un cielo oscurísimo salpicado de un montón de estrellas titilantes. La vista lo dejó anonadado hasta que, imprevistamente, Naruto levanto su brazo derecho y comenzó a hacer trazos imaginarios en el cielo señalando constelaciones para Sasuke; Cassiopeia, Andrómeda, Perseus, Taurus, Pegasus, Orion, Scorpius… e incluso nombrando algunas estrellas; Cetus, Altair, Polaris, Vega, Arturo, Sirrah, Mirfak. Y Sasuke no pudo evitar escucharlo con tan dedicada atención como si le estuviese recitando el más bello de los poemas. Se sintió fascinado por el tono solemne que había tomado la voz de Naruto mientras navegaban entre los cuerpos celestes que se erguían sobre su cabeza y Sasuke sintió que nunca antes había reparado en ellos.

Naruto se acercó a él dedicándole una mirada profunda que le arrebató un suspiro, tomó su mano con suma delicadeza y la levantó ayudándolo a apuntar con su dedo seis cuerpos celestes que se encontraban alineados dividiendo el cielo mediante una diagonal. Saturno, Marte, la Luna, Júpiter, Mercurio y Venus, los enumeró en susurro sobre su oreja, el cálido vaho de aliento chocando contra la piel sensible de oreja, sus cuerpos tan juntos como les era posible. Sasuke se perdió en medio de todas esas sensaciones y, dejando que la voz tenue de Naruto lo sedujera, se levantó un poco la falda para sentarse en su regazo y besarlo. Lo besó con mucha más pasión y entrega de la que nunca antes le había prodigado alguien. Naruto descansó sus manos sobre su cintura y lo instó a recargarse más sobre su pecho como si lo necesitara mucho más cerca. Sasuke llevó sus manos al cuello de Naruto y profundizó el beso. Sus lenguas se acariciaron con premura y sus labios se sentían suaves y cálidos. Besar a alguien nunca se había sentido tan correcto. Se separaron lentamente y se dedicaron a sentir la respiración agitada del otro presionarse sobre su pecho, Sasuke apoyó la frente sobre el hombro de Naruto y sus manos permanecieron en su cuello acariciándole el suave cabello de su nuca.

—Quien lo diría —dijo Sasuke sin tratar de esconder su sorpresa—, eres todo un nerd de la astronomía.

—Tengo mis atributos —le respondió en un tono que pretendía ser misterioso.

—Naruto —dijo Sasuke al cabo de un momento rompiendo el impasible silencio en el que se habían inmerso—, creo que también me gustas.

Naruto se tomó un par de segundos para responder. —Ya lo sabía.

 

*

 

Naruto dijo querer acompañarlo hasta la puerta de su casa, pero lo sostuvo de los hombros buscando detenerlo una vez estuvieron en medio del porche de su casa. “Gracias”, le dijo Naruto y Sasuke no supo a que se refería. Su rostro debió haber reflejado su confusión porque Naruto se apuró a aclararse “Por el cabello, por el vestido, el maquillaje. Gracias”. Sasuke asintió a sus palabras, sin embargo algo dentro de sí le decía que también debería decir algo “Gracias por el regalo”, le dijo aunque su voz sonó un tanto vacilante. “Todo el mundo quiere una caja de chocolates y una rosa de tallo largo”, respondió Naruto y le dio un suave y corto beso de despedida.

Sasuke abrió la puerta y las luces de la sala se prendieron casi que de forma instantánea. La mirada lúgubre le de su padre le dio la bienvenida, Sasuke se esperó toda clase de reproches –ya era bien entrada la madrugada-, incluso se sorprendió a sí mismo esperándolos con algo de agrado como si se tratase de un molesto pero entrañable amigo, con la esperanza de que todo siguiera igual entre él y su padre.

—¿Ahora te revuelcas con el hijo de Minato?

Las palabras de su padre le golpearon con fuerza e incluso puedo sentir su rostro escocer mientras un furioso sonrojo se asomaba tras sus mejillas ligeramente sonrojadas con maquillaje. Seguramente Fugaku los había visto besarse en el porche de la casa hacía unos instantes, pero se negaba rotundamente a creer que su padre acababa de decirle algo como eso, ¿acaso eso era lo que ahora pensaba de él? Que era una ramera que se iba con el primero que se le apareciera, una zorra que rogaba por los placeres sexuales de cualquiera. Empero, una voz amarga le lleno la cabeza de ponzoñosos pensamientos. ¿En serio? Fugaku podía insultarlo mejor con eso, se dijo mientras una sonrisa cínica se estira entre sus labios.

Sasuke, recobrando un poco el aplomo decidió que tal vez debería acostumbrase a que su padre y él simplemente volvería a sus antiguos términos. No dejó que Fugaku pudiera entrever cuánto le habían afectado sus palabras, incluso se atrevió a pensar que su padre podría insultarlo mucho mejor que eso.

—Es mucho más fogoso que su padre —Sus palabras fueron adornadas por una mueca cruel que les otorgó tanta convicción que logró horrorizar a su padre, quien de cierta forma solo estaba recalcando la verdad.

—Cama. Ahora. —Le rugió y Sasuke ni siquiera pudo enojarse por su trato tan rudo.

 

***

 

Al día siguiente Sasuke ni siquiera se atrevió a salir de su habitación. No comió nada puesto que no tenía hambre y ni siquiera se atrevió a abrirle la puerta a su hermano sin importo lo mucho que le rogó y suplicó. Tampoco respondió a los mensajes de Naruto, él era la última persona con la que quería hablar. Se sentía sucio e indigno. Como podía besar a Naruto cuando ya había besado a su padre en reiteradas ocasiones. Cuando pensaba en ello y en las otras cosas más íntimas y más sucias que había hecho con ellos le entraba una congoja que adormecía su cuerpo y torturaba su mente.

En menos de una semana, Sasuke ya empezaba a sentir que la vida se le estaba cayendo en pedazos y que él ni siquiera se inmutaba en tratar de sostener los escombros y mucho menos le preocupaba volver a armar los cimientos. De repente nada tenía sentido. Él no tenía sentido. Se sentía como un autómata. Un prisionero de sus sentimientos. Un ente regido por el instinto. Su mente se había aislado de su cuerpo y su alma estaba más replegada que nunca. Los días se sentían como años y las noches de insomnio se desplegaban hasta tornarse en siglos. Hacía años que no se sentía así, y aunque el sentimiento le era tan familiar, como si se tratara de un viejo amigo, no podía evitar sentirse desosegado y sin rumbo.

Cada día se volvía más pesado y agotador que el anterior. El cuerpo pesado, los ojos fatigados y la garganta rasposa. No sabía por cuanto tiempo podría seguir así, tan ajeno a sí mismo, y no estaba seguro de cuánto más podría tolerarlo. Sentía que de seguir así iba a enloquecer. Suspiró con resignación. Era la madrugada del día jueves y ya empezaba a darse por vencido, tal vez debería dar su brazo a torcer y buscar a su padre, hablar con él y tratar de recuperar un poco de su cariño. Salió de la habitación con pasos sigilosos, tomaría un vaso de leche tibia y se metería en el ofuro hasta que se arrugara todo el cuerpo. Tal vez así por fin podría dormir. Sin embargo, decidió que debería alegar estar enfermo para faltar al colegio aunque con el poco interés que su padre últimamente parecía tener hacia cualquier cosa que se relacionara con él no creía que tuviera que emplear esa carta. Tal vez ni le importaría si ahora mismo muriese, pensó con amargura. Sabía que estaba siendo dramático, pero en los últimos días su padre apenas si lo miraba. Le dejaba dinero para suplir sus gastos sobre el escritorio cuando él no se encontraba presente; dejaba dinero de más, como si espera que con ello no tuviera que importunarle ante algún imprevisto.

Una vez en el pasillo se percató de las voces que se escuchaban en el piso de abajo. Se acercó a las escaleras con sigilo, mientras más se acercaba las voces se hacían más y más claras. Eran Minato y su padre, sosteniendo una discusión con palabras casi susurradas. Se quedó en la mitad de las escaleras, escondido en medio de los barandales. Se llevó las rodillas al pecho replegándose sobre sí mismo mientras trataba de espiar la conversación. Fugaku había estado ignorándole fríamente durante todo este tiempo y a Minato si le hablaba, suponía que si le miraba y ciertamente no estaba deliberadamente evitando encontrarse con él en la misma habitación. Por alguna razón este hecho le dolió. Y bastante. Un dolor físico que se instaló en su pecho con el ardor del agitado latir de su corazón y el brío de su respiración casi agonizante.

—… él sólo quería un poco de atención —su padre bufó ante esto—. No insinúo que hayas descuidado a tus hijos, pero Sasuke quería algo más, que lo notaran. No sé cómo expresarlo, estaba tratando de probarse a sí mismo. Todos pasamos por esa etapa, pero ciertamente él la vivió con mucha más intensidad —Minato vaciló un poco en este punto de su discurso—. Yo sé que lo tuyo con Sasuke a veces es muy intenso y difícil, pero no deberías temer a lo que él pueda decirte si lo retas un poco. Los chicos dicen cosas sin pensar, no las dicen en serio…

—Dices que mi falta de carácter como padre te orilló, a ti, a follarte a mí hijo. —Su padre casi que gruñó la oración.

—¡No! No, claro que no. Fue mi culpa, lo sé, lo jodí todo y lo siento —Minato hizo una pausa, su voz sonaba desesperada—. No sabes cómo lo siento. No fui lo suficientemente fuerte, te fallé y traicioné tu confianza, ya te lo he dicho. Sólo quería que supieras que yo nunca quise dañarte, nunca pensé en hacerlo… Me sentía sólo y Sasuke estaba ahí para mí. Para mí, mirándome como si yo pudiera hacer cualquier cosa.  Y es tan atractivo, Dios sabe que intenté contenerme, pero no pude, no fui lo suficientemente fuerte y lo siento.

—Nunca me esperé esto de ti Minato. Yo sé que tienes problemas con tu esposa, pero eso no significa que tuvieras que acostarte con mi hijo ¡Tiene la misma edad de tu hijo y lo sabes! Pudiste tener una aventura con cualquier otra persona y mantener tu verga bien alejada del trasero de mi hijo. Te aprovechaste de él y te aprovechaste de mí y nunca te lo voy a perdonar.

Silencio. Minato simplemente se quedó en silencio por un buen tiempo.

—No fue así —dijo suavemente con voz insegura—. Ya te expliqué como sucedieron las cosas y…

—¡Y una mierda! Tú crees que me voy a quedar con eso de que un niñato de quince años te sedujo ¡Pobre de ti, ¿no?! —su padre estaba colérico y Sasuke agradecía no estar lo suficientemente cerca de él como para volver a ser objeto de su ira—. Pobre Minato, ahora me vas a decir que Sasuke te obligó, cuando tú eres veintiséis años mayor que él, cuando eres más fuerte, cuando simplemente pudiste decírmelo desde un principio. Si supuestamente se te insinuó tan descaradamente como tú dices, ¿por qué no me lo dijiste? Yo soy su padre y soy quien responde por él. ¡Yo soy su padre, por un carajo! Y solamente ahora me vengo a enterar que mientras yo te estaba agradecido por cuidar de mi hijo, ustedes dos a mis espaldas se burlaban de mí. Follaban —susurró la palabra con algo más que resentimiento—. No te mato ahora mismo por respeto a la amistad que alguna vez tuvimos.

—Fugaku, no te pido que me perdones porque sé que cometí una gran falta. Tú has sido mi amigo durante años y te he pagado mal. Pero nunca hubo mala fe ni dobleces en mis acciones. Yo no te dije nada porque, soy un adulto, creí que podría lidiar con lo que estaba pasando entre Sasuke y yo… Nunca creía que se me llagara a salir de las manos —Minato suspiró tan fuerte que incluso Sasuke pudo oírle—. Sé que no quieres oírme decir esto, pero Sasuke y yo nos amábamos. Yo amo a tu hijo y simplemente me dejé llevar. Yo le amo, en serio.

—Lárgate de mi casa.

—¿Qué?

—¡Que te vayas! Estás casado, tienes un hijo. Vienes a mí casa y tienes la cara dura de decirme que amas a mí hijo. ¿Qué quieres que te diga Minato, eh? Oh vaya, eso lo cambia todo puedes seguir fallándote a mi hijo muchas gracias por las migajas que le das. Eres un maldito cobarde, deja de escudarte en Sasuke y actúa como un hombre. Si tuviste cojones para revolcarte con mi hijo ten los suficientes para darme la cara. Sé un maldito hombre. Y lo peor es que ni siquiera te importa lo suficiente como para… —Oh Dios, su padre estaba sollozando.

Sasuke se apretó un poco más contra sí mismo y se mordió los labios tratando de ahogar los sollozos que gorgoteaban en su pecho y sacudían su cuerpo. Esto era mucho peor de lo que esperaba que fuese, muchísimo peor de lo que hubiera imaginado.

—No es cómo crees… es sólo que yo… que ella… —Minato pareció arrepentirse de lo que estaba diciendo y se dio la vuelta para marcharse. Sasuke levantó su mirada de ojos vidriosos, deseoso de decirle algo a Minato, quería decirle que era su maldita culpa. En todo el tiempo que estuvo ahí sólo pudo escuchar mierdas como no pude resistirme, lo intenté pero… ¡Excusas, putas excusas!

Minato le estaba mirando, los ojos bien abiertos en su rostro pálido de estupefacción. Como si no se creyera que estaba allí. En ese momento Sasuke decidió que era tiempo de que él dijera algo, él también tenía voz en esa conversación. Se levantó de aquel escalón, el cuerpo le punzaba de dolor y sentía que algo había estallado en pecho haciendo que su respiración se tornara más pesada y dificultosa. Aun así estaba muy dispuesto a bajar las escaleras y gritarle un par de cosas a Minato y recuperar el poco honor que le quedaba. No obstante, una mano se ciñó sobre su brazo cuando iba a dar el primer paso. Era un agarre fuerte, lo suficiente como para obligarlo a retroceder y encarar a su captor. Cuando Sasuke se dio la vuelta, Itachi le estaba mirando con cariño y apoyo, como lo había hecho durante toda su infancia. Sasuke tragó un poco de saliva no sabiendo cómo interpretar la presencia de su hermano.

—No está bien que espíes las conversaciones de otros. —Susurró  con tranquilidad y le soltó el brazo.

Tras esas palabras Sasuke regresó a su habitación, se metió a la cama y cerró los ojos pretendiendo ante sí mismo que dormía. No pudo dormir en lo que quedaba de la noche, su mente repetía una y otra vez las palabras que había escuchado. Cuando la alarma sonó, Sasuke se levantó, se bañó y se vistió con su uniforme, no se atrevió a observar su rostro en el espejo, los ojos le escocían y tal vez estarían un poco rojos. Bajó las escaleras y se dirigió a la cocina en busca de algo para comer, su papá aún seguía haciéndole el desayuno. Una vez en la cocina se encontró frente a frente con las miradas consternadas de su padre y hermano.

—Sasuke, ¿estás bien? —habló primero Itachi. Sasuke asintió— ¿Estás seguro?

—Estoy seguro —respondió sintiéndose tremendamente inseguro, sintiendo la mirada de su padre escrutar su rostro.

Sasuke le devolvió la mirada, detallando su cuerpo tenso y facciones preocupadas. Sasuke casi que podía leer la impotencia en sus ojos. Y se sintió un poco aliviado. Su padre podía estar muy enojado con él, pero no podría odiarle. No podría. No su padre. Y se sintió un tonto por haberlo creído. A Fugaku, ciertamente, si le importaba.

—No deberías ir hoy a clase. —Habló al fin.

Notas finales:

Este capitulo había sido pensado para tener el doble de largo (42 pagínas) pero me pareció que sería un suplicio hacerlo así tanto para ustedes, al tener que absorber muchas cosas de una tajada y para mi porque perdería el hilo con el que llevo las ideas.

Les ha gustado(?)

Me pareció que Sasuke debía darle una respuesta al intento de confesión que Naruto le hizo cuatro capítulos atrás.

Espero sus comentarios.

PD: Ya estoy respondiendo los comentarios anterios.

Besistos y ronroneos

PDD: Había hecho el playlist, pero era engorroso, en la siguiente actualización subire una playlist de youtube.

PDDD: Hace unos meses en FB me pidieron que pusiera 50 cosas sobre mí en las notas. Sin embargo me parece excesivo, además, si se fijan bien al leer Lolita, saben, sin pretenderlo, demasiadas cosas sobre mi. ¿Qué tal si les doy datos curiosos del fics?


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