Título: Dejando el claro
VII
Minho tenía el hábito de afeitarse con la navaja, esa cosa bien le podría cortar el cuello si se descuidaba, pero después de todo ya tenía experiencia ahora, solía hacerlo dos veces a la semana y asegurarse de quedar bien. Esa mañana se llenó de espuma la cara y se afeitó con toda calma, se miró en el espejo y con una sonrisa se lavó los dientes, se puso su ropa limpia y andó fuera del baño con una sola cosa en mente.
No tardó mucho en encontrar a Thomas, él parecía estar a todo lo que daba con lo de la planeación, no habían tenido mucho tiempo y ahora muchos corrían tomando sus últimos alimentos y sus armas, eso quizás explicaba porque él había sido el único en el baño por la mañana con intenciones de tomar una ducha.
- hey, Shuck-face… necesito hablarte un momento - dijo haciendo una seña con la mano, con la expresión severa, estaba seguro de que ya no quedaba tiempo...en cualquier momento habría que salir a matar penitentes o ellos vendrían en la noche por uno más de los clarianos.
- ¿Minho? - preguntó Thomas, se veía confundido pero Minho tenía esa cara de circunstancias de nuevo, esa que no dejaba mucho espacio para pensar, había que actuar.
Thomas se terminó de un bocado lo que quedaba en su plato y se levantó despidiéndose de Chuck con un "los veo en un rato" también dirigido para Teresa. Minho miró a la mujer cuando Thomas pasó a su lado; le parecía curioso, había pasado mucho tiempo sin una sola mujer cerca y ahora que la veía le daba la impresión de que tenerlas cerca no era una prioridad, de hecho entre más lejos suyo, y sobre todo de Thomas, estaba mejor.
Minho salió con Thomas del comedor y lo condujo caminando por delante hasta el bosque, cerca del cementerio; Minho estaba nervioso, se moría de miedo pero no iba a decirlo, se detuvo solo hasta que se encontró frente a la tumba del "medio larcho".
-¿qué está pasando? tienes un aire demasiado fúnebre - dijo Thomas deteniéndose a su lado
-este larcho solía ser uno de mis favoritos… siempre era el primero en hacer todo, imprudente, cabezota, osado… mal hablado como yo, era muy entretenido pelear con él, muy bueno dando golpes… ahora no es más que mermelada de larcho - dijo Minho mirando la tumba - supongo que siempre me han gustado los tipos raros y necios… - dijo y giró la cabeza para mirar a Thomas con tal intensidad que el castaño sintió que le desnudaban el alma
-Minho...ahora no es un buen momento, estamos a punto de salir y… - trató de decir un muy incomodo Thomas
-ese es el punto, que es justo ahora el momento, porque si no es ahora...quizás ya nunca sea, quizás también acabemos solo en mitades ¿no crees? - dijo Minho, estiró una mano y tomó la mejilla de Thomas
La calidez de esa mano golpeó con fuerza a Thomas haciéndolo relajar los músculos y en un acto puramente instintivo pegar su rostro contra esa mano ruda que lo tranquilizaba, después lo vio acercarse...lento, muy lento, lo tenía a milímetros cuando olio aquel aroma natural de Minho a pino y brisa de mar… tan fresco como una mañana de invierno. Minho por su parte se perdía en los ojos de Thomas que parecían de cristal, frágiles y sensibles, pero le mostraban el mundo claramente, el mundo de Thomas, y ahí adentro había una pasión mal contenida que deseaba sacar, pero quizás le faltaba valor.
-igual no me arrepentiría de nada - dijo Minho y suavemente se deslizó para dar al otro el beso más largo y delicioso que nunca hubiera tenido en su vida
Lentamente el sabor de la saliva de ambos se mezcló y después del beso, cuando perdieron el aliento, se abrazaron con fuerza, con ansias de fundirse en uno solo.
-yo te cuido, Shuck-face...siempre.