Título: Nuestra casa
IX
Thomas en verdad estaba perdiendo la esperanza, tenían ya dos días en paraíso y había un montón de gente durmiendo en el piso, el mar con la brisa salada les estaba curtiendo la piel a los niños y por lo tanto habían comenzado la construcción de una villa pensando un poco también en que posiblemente no todo el tiempo habría un clima cálido. Todos trabajaban, incluso los niños se esforzaban repartiendo jugo y comida, había gente preparando lo que serían los campos de siembra y los corrales para algunos animales que de momento vagaban por ahí dejando sus "regalitos" por todo el sitio. Todo iba bien salvo por Minho, Thomas y él apenas habían hablado desde que habían llegado; Minho nunca estaba, en parte porque estaba a cargo de un pequeño grupo de exploración que hacía recorridos por ahí para conocer el área, que se encargaba de cortar madera también y llevarla para la construcción, y la otra parte porque solía desaparecer cuando no tenía trabajo.
Jorge era un hombre hábil y gracias a eso era que estaban construyendo casas con un poco más de resistencia. Les había enseñado a algunos a hacer muebles y aún cuando las herramientas no eran las mejores la construcción avanzaba, estaban terminando ahora la que sería la segunda casa, de momento tenían una para niñas y otra para niños pero pronto cada familia tendría la suya. Eso lo llevaba a pensar en él… lo lógico sería vivir con alguien, demandar una sola casa para él solo sería demasiado, Jorge y Brenda le habían dicho que harían una para ellos y que Aris se quedaría ahí, estaban Minho y él invitados también pero la cara de ilusión de la chica le hizo saber que no precisamente por sus bellas caras, ella aún lo quería. Thomas sabía que Minho no querría compartir casa con ninguno de los otros tres, era un chico muy testarudo para convencerlo y eso estaba bien, él quería pasar con el otro todo el tiempo disponible, que mejor que en la intimidad de su propia casa… una casa pequeña, para ambos únicamente, pintaba bien.
- si sigues sentado ahí se te aplanará el trasero - dijo Minho acercándose, mirando la playa en la que Thomas solía sentarse a pensar, buscando en las lejanías del mar algo que no tenía forma ni nombre.
- es solo que estoy cansado, ya sabes, hay demasiado por hacer y tenemos toda esta gente que coordinar... - dijo Thomas girando la cabeza para ver a la gente que tomaba la cena
- la gente se coordina casi sola, somos un buen grupo… todos trabajan por el bien de común y esas cosas - dijo Minho sentándose a su lado sobre la arena para mirar el atardecer - desde aquí parece difícil pensar que el mundo se acabó y que somos todo lo que queda - dijo de pronto el asiático. Thomas suspiró. Era ahora o nunca.
- me preguntaba… ahora que todo terminó… que en verdad parece que todo terminó… ¿tu y yo…? - preguntó Thomas como quien no quiere la cosa y Minho no pudo evitar dar su más grande sonrisa, incluso si se sentía bobo sonriendo así
- creía que era obvio… - dijo Minho y con calma deslizó una tabla desde debajo de su brazo hasta ofrecérsela al otro - aún falta ponerle barniz… -susurró
Thomas enfocó los ojos con dificultad, se estaba poniendo oscuro y la iluminación de la enorme fogata no llegaba con facilidad pero al ver la tabla quedó completamente anonadado.
-es solo una idea, si no quieres no y ya- dijo Minho sonriendo de lado, como si no le afectara
Thomas levantó la cara mirando al otro, solo entonces reparó en sus manos cubiertas de cinta, seguramente se había cortado un millón de veces haciendo su proyecto secreto, pero era lo bastante testarudo como para no parar.
-shuck-face… - susurró Thomas y soltando la tabla saltó sobre el otro a llenarle la cara de besos
Minho había tallado el laberinto en la tabla madera cortada elegantemente, como para encontrarse al lado de una puerta, con los datos de la casa. En la parte central del laberinto, dónde estaría el área se podía leer con toda la gloria del mundo:
"sujeto A2 y sujeto A7: Thomas y Minho.
Bienvenido a nuestra casa, larcho"