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Sangre del pasado por Fullbuster

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Fugaku Uchiha POV


No podía pedir nada más, despertarme al lado de Minato era todo lo que necesitaba, le amaba como nunca había amado a nadie y sé que mis padres y los suyos… se perdían esto, porque no presenciarían jamás la felicidad que teníamos ahora. No podía imaginar lo que debió pasar Minato cuando su padre lo tiró de casa por estar con alguien que no tenía gran influencia como era Kakashi, supongo que al saber ahora que estaba conmigo, el mejor abogado el país, se arrepentiría, pero yo no pensaba volver a dejarle entrar en nuestras vidas aunque suplicase, sólo necesitaba a Minato y a mis hijos, no me hacía falta nada más.


Mi hermano Obito había decidido irse en su Luna de miel a Tailandia y vino muy contento de allí, pero yo sabía que Minato siempre soñó con ver Corea del Sur, así que había planificado nuestro viaje de novios allí. Yo con tal de hacerle feliz me daba igual el sitio, como si quería ir a cualquier isla perdida de la mano de dios, me daba lo mismo.


El pequeño Kakashi iba a quedarse estos días con Deidara y con mi hijo Itachi, la verdad que no podía dejarlo en mejores manos, Itachi siempre era muy responsable y a Kakashi le encantaba jugar con Asuka, así que era perfecto. Aún así, a veces me costaba dejarle allí por dos motivos, uno porque echaba mucho de menos a mi pequeño y en segundo, porque no quería molestar a Deidara que ahora iba a empezar a trabajar y a Itachi… que siempre tenía muchísimo trabajo en la oficina y que incluso a veces cuando llegaba a casa, le tocada rectificar cosas de los planos que hacían.


Sé que ambos nos decían que lo dejásemos allí sin problemas, pero no estaba seguro de hacerlo, me dolía molestarles a ellos con problemas nuestros, aunque también era cierto, que me hacían un gran favor, porque muchas veces necesitaba este tiempo a solas con mi esposo, quería estar a solas también con él y disfrutar de su compañía y el viaje de Luna de miel era perfecto para relajarnos y estar juntos.


Lo peor de todo aquello… es que nos quedamos dormidos y tuvimos que darnos una gran prisa para poder llegar al aeropuerto a tiempo para la salida de nuestro vuelo. Menos mal que Itachi era previsor y nos llamó al teléfono para despertarnos por si acaso nos habíamos dormido. Desde luego nos conocía muy bien, al menos a mí porque un poco más y casi perdemos el vuelo, menos mal que Itachi nos llamó preocupado.


El vuelo hasta allí no estuvo mal, un poco cansado y no pudimos ver mucho de Seúl al llegar por la hora, así que fuimos directamente al hotel a descansar y ya mañana empezaríamos nuestra ruta turística por la ciudad, aunque también es cierto que me apetecía quedarme en el hotel disfrutando de mi esposo, pero tenía más tiempo para hacerlo, mientras que Seúl no esperaría siempre, era nuestra oportunidad de ver una ciudad nueva.


Minato prácticamente se durmió enseguida en cuanto llegamos y no se despertó hasta el día siguiente. Yo sonreí al verle abrir esos ojazos azules que tenía y le acaricié el cabello con suavidad. Minato me miró y sonrió de igual forma, con esa sonrisa suya tan contagiosa y es que ahora que lo miraba bien, tenía la misma sonrisa que Naruto y Deidara, los tres habían sacado la sonrisa de los Namikaze, de eso no cabía duda.


Aquella mañana paseamos los dos por algunos parques, visitamos algunos templos y nos divertimos en el museo de la ciencia. Nos gustaba a los dos todo lo que tenía que ver con la ciencia y lo pasamos como dos niños pequeños descubriendo cosas nuevas. Comimos en la misma calle entre las tiendas ambulantes de comida y nos lo pasamos en grande, por fin podía estar a solas con él y disfrutar de lo que llevábamos años reprimiéndonos.


Esas fueron nuestras mejores vacaciones aunque a Minato a veces le ponía malo cuando llamábamos a Deidara o a Naruto para saber de ellos y resulta que sólo escuchábamos risas, casi seguro de que estaban haciendo cosas indebidas con mis hijos mientras trataban de hablar con nosotros y es que esos chicos nunca cambiarían, aunque cuando colgábamos, nos empezábamos a reír y es que nos alegrábamos de que fueran felices, por fin se lo merecían.


Pasamos quince días increíbles, vimos todo lo que pudimos y en el hotel, teníamos nuestras sesiones de sexo, supe en aquel momento cuanto tiempo le había echado de menos, diecisiete largos años le había deseado y jamás pude volver a estar con él, era demasiado tiempo, deseché mi felicidad y ahora podía volver a tenerla. Esa felicidad estaba ahora al alcance de mi mano y no volvería a desaprovechar la oportunidad.


Cuando volvimos del viaje, Deidara nos comentó que ellos podían ocuparse de Kakashi un día más mientras nosotros descansábamos y lo agradecimos, porque llegamos agotados de tanto viaje, aunque muy felices y más enamorados que antes si es que eso era posible. El viaje había sido perfecto, pero también echaba de menos nuestra casa, porque como en casa… no se estaba en ningún lado.


Dejamos las maletas en la habitación de los niños, total… ahora ya no vivían aquí, todos se habían independizado. Tenía muy en mente lo de tener un hijo con Minato… pero creo que era pronto para nosotros y para el pequeño Kakashi, decidí esperar porque me apetecía disfrutar de unos años con Minato, sólo con él.


Minato se había ido a la ducha y es que estábamos sudados y asquerosos de todo el día en el avión, yo también necesitaba una ducha y entré con sigilo viendo como ese espectacular chico de cabello dorado se duchaba, me excitaba ver su cuerpo, me excitaba tanto Minato, era lo que siempre quise, le amaba y entré con él a la ducha cogiéndole por la cintura y besándole el cuello mientras él sonreía.


- Ya tardabas en venir – me dijo – te echaba de menos.


- Estaba dejando las maletas – le dije – pero no creas que te ibas a escapar de mí tan fácilmente. ¿Sabes cuánto me excitas? – le pregunté.


- No… ¿cuánto? – me retó.


- Mira – le dije cogiéndole la mano y llevándola a mi miembro ya erecto y es que verle desnudo a Minato… eso excitaba a cualquiera.


- ¿Todo esto es para mí? – me preguntó con una sonrisa burlona.


- Es toda tuya – le dije y él me empujó con suavidad sentándome en una de las banquetas que teníamos para la ducha.


Le vi agacharse frente a mí arrodillándose mientras el agua caliente caía sobre nosotros y coger mi miembro entre sus manos masajeándolo para empezar a chuparlo con tranquilidad desde la punta y luego metérselo en la boca. Gemí al sentirlo y acabé cogiéndole del cabello y haciendo fuerza indicándole el ritmo que quería mientras jadeaba y me follaba su boca a mi antojo.


Minato se levantó del suelo una vez me había excitado a mí y se colocó encima de mí sentándose encima y hundiéndose en mi miembro con suavidad. Hizo un pequeño gesto de dolor y es que sé que el agua no era muy buena para esto, pero no le dije nada, le dejé hacer ya que había tenido la iniciativa.


- ¿Así que hoy quieres dominarme? – le pregunté cuando le vi más calmado y sentado encima mío con mi miembro completamente dentro de él.


- Sí, hoy vas a ser mi mascota – me dijo sonriendo.


- Entonces móntame Minato, quiero verlo – le dije seduciéndole y empezó a moverse encima de mí jadeando y gimiendo como nunca le había visto.


Estaba claro que adoraba a este chico y que ahora por fin era nuestro momento, por fin podíamos ser felices y estar juntos. Me excitaba ver a Minato moverse encima de mí a esa velocidad, me gustaba ver como se hundía en mi miembro, como se clavaba él mismo buscando su placer y me encantaba ver sus caras, escuchar sus gemidos, sus jadeos, sentir su respiración acelerarse y al final… ya no aguanté más y lo levanté conmigo cambiándole de posición.


- ¿Fugaku? – me preguntó extrañado.


- Shh déjame a mí Minato – le dije sonriendo colocándole a cuatro patas en el suelo de la ducha mientras apoyaba sus manos y medio abdomen en la banqueta y le penetré esta vez yo de pie.


Gritó y es que estaba buscando metérsela más hondo, más profundo, sé que le gustaba de esa forma y aceleré el ritmo escuchando sus gritos de placer, porque ahora ya no jadeaba, gritaba y yo sonreía entre jadeos al ver el éxito conseguido.


- ¡Dios mío, Fugaku! – dijo entre gritos.


- ¿Te gusta? – le pregunté sonriendo.


- Sí – me dijo


- Eres mío Minato – le dije.


- Lo soy – me confirmó – hazme tuyo Fugaku.


No puede evitar correrme al escucharle y entré más hondo soltando el último gemido mientras Minato gritaba y trataba de recomponerse aún agarrado con fuerza a esa banqueta. Cuando salí, aún podía ver parte de mi líquido saliendo de su entrada y lo recogí con uno de mis dedos para luego ponerme encima de él y meterle el dedo en la boca disfrutando de cómo lo lamía. Le besé al verle sonrojado por la vergüenza que le había dado.


- ¿Estaba bueno Minato? – le pregunté sonriendo.


- Sí – me dijo – te quiero Fugaku.


- Yo también te quiero Minato. Ven… duchémonos antes de ir a dormir – le dije sonriendo y ayudándole a ponerse en pie.


Terminamos de ducharnos y nos metimos en la cama dispuestos a dormir. Como siempre, yo tenía la costumbre de pasar mi brazo por encima de la cintura de Minato, me gustaba hacerlo, me gustaba sentirle cerca de mí y protegerle, quizá no había podido protegerle como se merecía en el pasado, pero siempre le agradecería a Kakashi que lo hiciera, que lo cuidase y que hubiera protegido también a mis hijos criándolos como si fueran suyos, porque eran unos buenos chicos. No podía desear nada mejor ahora mismo, tenía la felicidad al alcance de mi mano y nadie podría impedirnos ser felices, Madara y Mikoto estaban en la cárcel por asesinato y aunque yo no llevé ese caso ya que quería hacerlo Minato, no me desagradó para nada la condena que les llegó a meter. Al menos esos dos no volverían a causarnos problemas. Con quien sí me crucé, fue con la familia de Mikoto, vinieron a disculparse por su comportamiento y sé que lo hacían porque mi familia era importante e influyente y querían quedar bien, querían que esta noticia no les repercutiera en la medida de lo posible o por lo menos, poder seguir haciendo negocios con mi familia.


De mi padre no volví a saber mucho, pero del que sí tuve noticias, fue del padre de Minato, aunque no quise decírselo, sé que él no quería volver a tratar con su padre. Se había enterado de que nos habíamos casado por la prensa y es que no podía evitar que saliera en portada, yo era el mejor abogado del país… iba a salir la noticia. Ahora parecía el padre de Minato querer conocer a los niños y disculparse con su hijo por cómo le había tratado, pero yo preferí que no fuera así, no sé qué haría Minato, pero no sabía cómo decirle esto, no sabía cómo se tomaría la noticia.


Pensé toda la noche como decirle esto y al final… me decidí a contárselo en el desayuno. Como supuse no le sentó muy bien. Se quedó callado un buen rato y luego dijo que llamaría a sus hijos para comentarles lo que había pasado, de ellos era la decisión de si querer conocerlo o no a su abuelo, pero él no quería volver a saber nada. No entré en su decisión, sé que era difícil para él y lo apoyé. Cuando llamó a sus hijos… ambos dijeron que no querían conocerlo por el simple hecho… de que su abuelo sólo se había preocupado por ellos al descubrir que eran hijos de un hombre de familia importante y no querían un amor falso.


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