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Sangre del pasado por Fullbuster

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Minato Namikaze POV


No esperaba ver a Fugaku allí frente a mí, mi profesor de la carrera, el profesor más duro de toda la maldita carrera y al que la gran mayoría de alumnos odiaba por su crudeza, ¿Cuántos suspendían su asignatura? Más de la mitad y yo… yo fui quien la aprobó con la mejor nota, yo era su mejor alumno y para colmo… tuve que enamorarme de él. Qué iluso fui al pensar que alguien de tal prestigio podía fijarse en mí, alguien normal, pues aunque mi familia tenía más dinero, yo no tenía fama, él era considerado el mejor profesor y el mejor abogado del país ¿Cómo iba a competir contra él?


Había practicado hasta la saciedad con Deidara este discurso, esta defensa perfecta, pero no esperé que fuera Fugaku quien vendría a tirármela por tierra. Debí haber supuesto que sería él quien vendría, al fin y al cabo… eran las empresas Uchiha y ahora que recordaba… ese era su maldito apellido, Fugaku Uchiha ¿En qué lío me había metido? ¿Cómo iba a decirle a Kushina que seguramente no podría ganar el juicio aunque ella tenía razón en todo?


Me había quedado absorto mirando a Fugaku cuando éste me pidió si podíamos hablar un momento fuera alegando que los abogados tenían que hablar antes a solas, así que salí de la oficina hacia el pasillo, pero las piernas me temblaban. Era un hombre que imponía tanto respeto que me daba hasta un poco de miedo estar cerca de él, pero intenté no aparentarlo. Aún recordaba que antes me atrevía a más cosas en su presencia, pero ahora… supongo que yo había cambiado, ya no era ese chico adolescente ingenuo que obedecía sin rechistar a su profesor, ese niño que quería ser como él, que habría matado por una felicitación suya... Ahora era Minato Namikaze, prestigioso abogado de oficio y no podía dejar que él me impusiera respeto… este sería el juicio en el que el alumno superaría a su profesor y así me lo propuse.


- Cuánto tiempo Minato – me dijo


- Diecisiete años – le dije en mi tono más serio.


- No esperaba encontrarte aquí – me comentó de forma cortés.


- ¿Aquí dónde? ¿Al otro lado de su espléndida defensa? – Le pregunté – o quizá… ¿Aquí en Seattle?


- Ambas, no sabía que vivías en Seattle, yo acabo de mudarme.


- Me parece estupendo – le contesté - es una ciudad preciosa, pero quizá algo aburrida para alguien tan ocupado como usted.


- ¿Me guardas rencor Minato? – me preguntó.


- No – le dije – ya no siento nada por usted, no puedo sentir nada, fue un gran profesor y así seguirá en mis recuerdos, pero nada más.


- Minato… pasaron muchas cosas.


- Era un crío – le dije enfadado – no debió pasar nada, fue un error mío y lo lamento, pero no cometeré más errores en mi vida. Hemos venido aquí para tratar el tema del despido improcedente, le agradecería que se limitase a ese asunto.


- Le daré lo que pida – me dijo de golpe cuando me marchaba - ¿Cuánta indemnización quiere tu cliente por no denunciar a nuestra empresa? – me preguntó.


- No se trata de la indemnización ¿No lo entiendes? Está embarazada de tu hermano y la ha tirado a la calle sin nada, queremos una explicación, queremos que ese niño que nazca tenga claro por qué su padre no le quiere, quiero que Kushina pueda empezar una nueva vida lejos de la familia Uchiha, porque contamináis todo lo que tocáis – le dije.


- Minato lo siento – me dijo – no sabía que te afectaría tanto.


- Me tiraste a la calle como a un perro – le grité - ¿Qué es lo que no me afectaría? ¿Cuándo me prometías amor eterno y luego te acostabas con tu mujer? ¿Qué no tenía que afectarme cuando decidiste quedarte con ella y mandar lo nuestro a la basura más cercana? Me utilizaste, me destrozaste y luego me abandonaste.


- Lo siento Minato, de verdad que lo siento, pero no tenía más opción.


- Lo sé, Mikoto estaba embarazada – le dije – era normal que la eligieras, querías cuidar a ese niño, espero que valiera la pena tu decisión.


Decidí volver a entrar en la sala y entonces… antes de abrir la puerta algo me carcomía por dentro, era el hecho de que estaba siendo muy duro con él y realmente no tuvo la culpa, su mujer se había quedado embarazada y la eligió a ella, eligió quedarse con ese niño para que tuviera un padre, yo no podía haberme metido ahí, fue una decisión correcta, pero yo nunca sabría si realmente llegó a amarme en algún momento o sólo fui su juego. El niño cruzó mi mente una y otra vez. Tenía la mano en el pomo de la puerta ya para abrirla cuando me había quedado inmóvil ante la mirada de sorpresa de Fugaku, que no sabía a que esperaba yo para abrir la puerta de una vez.


-        ¿Qué tal está tu hijo? – le pregunté finalmente haciendo un gran esfuerzo y es que quería saberlo, necesitaba saber que me abandonó porque merecía la pena, porque ese niño estaba bien conociendo a un padre, teniéndolo para él las veinticuatro horas del día.


- Ha crecido bien – me dijo – ahora debe estar en el instituto, es un chico listo, muy guapo ¿Quieres ver una fotografía?


- No – le dije – lo siento. Sólo necesitaba saber que estaba bien. Me alegro de que vaya bien tú familia, de verdad – le dije abriendo la puerta y entrando tratando de calmarme por la sorpresa.


La reunión transcurrió sin mucho altercado y cuando acabó, ellos se marcharon por su lado y yo me fui a tomar algo con Kushina para comentarle como quedaba ahora la cosa. Al menos de momento le pagarían una pequeña indemnización que le permitiría mantener al niño y eso era algo bueno, pero yo quería más, necesitaba que reconocieran a ese hijo.


Yo sabía lo que era la preocupación por querer sacar a los hijos adelante cuando no tenías nada y eso que mi pareja encontró un trabajo rápido y yo más o menos… también y es que desde que vine a Seattle mi suerte había cambiado, pero no podía cambiar mi pasado. Aún recordaba lo frustrado que estaba cuando me abandonó Fugaku por su mujer, creo que estuve durante unos meses follando con cualquiera de los bares, sólo quería desquitarme y al final… me di cuenta de que no era la manera, no podía tirar mi vida a la basura porque un amor saliera mal. No quería explicarles eso a mis hijos, ¿Qué pensarían de mí si sabían que me acostaba con cualquier en los bares por despecho?


- ¿Estás bien Minato? – me preguntó Kushina en el bar mientras tomábamos un café.


- No – le confesé – me ha impactado demasiado ver a Fugaku.


- ¿Qué pasa con ese hombre? ¿Le conocías?


- Sí, fue mi profesor en la universidad, era el mejor… todos le tenían miedo y suspendían su asignatura, era un hueso duro de roer, pero a mí me encantaba, tanto que acabé enamorado de él. Qué locura – le dije intentando sonreír.


- ¿Estuviste con tu profesor? – me preguntó sorprendida.


- Sí, él tenía veintinueve años y estaba muy bueno – le dije sonriendo – moreno, con un gran físico, bien vestido siempre, con ese cabello tan arreglado y su sonrisa, era difícil no enamorarse de él y yo… yo sólo era un chiquillo de veinte años que pasaba por su clase, que quería aprobar su asignatura, que soñaba con ser el mejor abogado… y caí en sus encantos.


- ¿Qué ocurrió? – me preguntó Kushina.


- Que yo no era el único en caer en sus encantos – le dije sonriendo sin ganas – tenía una mujer y un hijo cuando le conocí y lo sabía, pero no me importaba, nos veíamos a escondidas, lo hacíamos en su despacho, nos gustaba el morbo de poder ser pillados por alguien. Decía siempre dulces palabras, era un gran abogado… el abogado del mismo diablo – le hice una metáfora – me engañó diciendo que yo era especial, que se había enamorado de mí, que me había buscado toda su vida, que quería estar conmigo, que dejaría a su mujer con la que ya no había nada… pero se quedó embarazada y… y yo no entraba en esos planes, tampoco quise ser quien separase a ese niño de su padre, así que… me marché, me alejé de él, supe que sus palabras eran mentira, amaba a su mujer, no hizo nada por mí, dejó que me marchase sin más, sólo fui su juego mientras estuve en la universidad, su juguete.


- ¿Te dejó por su mujer?


- Nunca se divorció, la eligió a ella – le aclaré – yo no quería sentirme culpable de que ese niño naciera sin padre por mi culpa, porque yo me metí en medio del matrimonio, así que decidí irme. Supongo que tomó la decisión correcta, era su familia, era lo más lógico en nuestro caso.


- ¿Le amas? – me preguntó de golpe y abrí mucho los ojos porque era un sí rotundo, jamás le había podido olvidar por mucho odio que sintiera.


- Qué más da ya, el pasado debe quedarse donde está, no hay vuelta atrás, no quiero volver a saber nada de él. Ahora tengo una familia de verdad, supongo que me hizo un favor, encontré al hombre perfecto – le sonreí.


- Tendrás que verle unas cuantas veces – me aclaró Kushina – es por mi culpa, si no te hubiera pedido que fueras mi abogado…


- Ni lo digas, eres mi amiga y dije que te ayudaría, yo me metí voluntario en esto y quiero que sepas una cosa… da igual el pasado que tuviera con él, vamos a hundirlos, no vamos a rendirnos porque tu hijo también tiene derecho a tener un padre, porque tiene derecho a que le pasen la manutención, no pueden dejarte en la calle porque te consideren un error, tú vales mucho y no dejaré que te menosprecien así.


- ¿Crees que podemos ganar el caso? – me preguntó.


- No lo sé, pero lo que sí sé, es que vamos a pelear hasta el final, no dejaremos que nos tomen el pelo, no van a pasar por encima de nosotros.


- Vale – me dijo Kushina más animada, esta vez sonriendo.


Lo mejor del hijo de Kushina es que yo iba a ser su padrino y eso estaba muy decidido, a mí me encantaban los niños, ¡Bueno… eso era un hecho, tenía dos! Y es que me volvían loco, eran la cosa más linda que podía pisar este mundo descabellado. Cuando acabamos el café acompañé a Kushina a su casa y cogí el coche para volver a la mía. Kakashi estaba allí vestido ya con su uniforme y es que tenía que irse a trabajar después de cenar. Le sonreí y le besé apasionadamente antes de evitar contestar a su pregunta sobre que tal el día, él entendió perfectamente que había sido un mal día y mejor no tocar el tema, aún así le recordé cuánto le quería con una gran sonrisa y él también sonrió.


Hidan ya había preparado algo de cena y los gemelos estaban en el cuarto de Deidara haciendo deberes y estudiando. Ahora dudaba si había sido buena idea cambiarles de habitación, porque al final… siempre estaban juntos, hasta Naruto se movía de cama para dormir con su hermano. Me encantaba ver como se querían, era admirable y sabía que tuvieran el problema que tuvieran, siempre estarían juntos y se apoyarían, así era su relación de hermanos ¡inmejorable!


En la cena nos contaron a Kakashi y a mí que tal había ido su día, pero Naruto como siempre… con su carácter tan cerrado decía a todo que “bien” y ya está, no había nada más que contarme y Deidara… él siempre sonreía y contaba muchas cosas… ¡Sobre los estudios! Jamás escuché a Dei contarme algo de sus amigos y eso sí que era extraño. A mí lo único que me asustaba era que tuvieran novios y es que estaban en esa edad tan difícil para controlar esos temas… y encima… más siendo donceles que la mayoría irían tras ellos y por supuesto… supongo que tendrían curiosidad por saber cómo era el primer beso, o el sexo, pero a mí me daba mucho miedo todo esto. Supongo que siempre serían mis niños pequeños por mucho que crecieran.


Cuando se fueron todos a dormir… yo me despedí de Kakashi que tenía que irse a trabajar en el turno de noche y al final… me quedé mirando la fotografía del cajón de mi escritorio, esa fotografía donde salía Fugaku abrazado a mí y es que… creo que siempre le amé y le amaría, no podía evitarlo, pero no podía estar con él. Fugaku tenía mujer, hijos y familia, yo también estaba reconstruyendo mi estropeada vida, él siempre sería… mi amor imposible, una utopía que dejaría en el más profundo de mis pasados… porque ahora... yo le pertenecía a Kakashi Hatake y estaba orgulloso de ello, era el mejor novio y padre que pude desear tener en mi vida. Fugaku para mí… siempre sería sólo un rollo más del pasado, sólo eso, sería mi antiguo profesor.


 


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