Sé que te cuesta mostrar abiertamente tus sentimientos, ¿pero te mataría por lo menos ser cálido de vez en cuando?
—Kurosaki, ya me tengo que ir— informó Ishida tratando de levantarse pero un fuerte brazo lo retuvo.
— ¿Tan temprano, no puedes quedarte un poco más? Apenas tuve tiempo de tenerte para mí —susurró sensualmente Ichigo cerca del oído del menor—. Quédate un poco más, que no estará mi familia hasta tarde.
—Ya sabes que si llego tarde mi padre me regañará —intentó zafarse pero el Shinigami no lo dejaría ir tan fácilmente. Esta vez no.
—Me encabrona que le tengamos oculto lo nuestro a todo el mundo —dijo Ichigo con el entrecejo más fruncido que de costumbre—. ¿Acaso es malo que todos sepan que te quiero?
Ishida solo suspiró al notar que el de piel morena lo apretaba más en su abrazo y sabía lo que significaba: su novio estaba en modo de niño caprichoso.
—No quiero que nadie sepa lo nuestro por ahora. Simple precaución, por si esto no llega a funcionar —Uryū se mordió el labio al ver que el semblante de su amante se oscurecía. Sí que había metido la pata y hasta el fondo.
¿Qué quieres decir con eso?
Ahora el Quincy ya no sabía en dónde meterse. Estar entre el abrazo asfixiante y la mirada acusatoria de Kurosaki no le ayudaba en absoluto para intentar calmarse. Optó por ser sincero de una vez y salir de esa incómoda situación.
—Hace poco que tú y yo salimos. Nos falta mucho para saber si nosotros realmente somos compatibles. Tal vez haya algo que no te guste de mí y termines distanciándote…
—Yo nunca haría eso —interrumpió ahora mirando al azabache con determinación.
—Y se agradece el gesto, pero quiero que cuando los demás sepan nuestra relación ésta sea sólida. ¿Entiendes?
No, simplemente no entendía nada. Y en medio de su frustración besó al pelinegro para tratar de transmitir sus sentimientos, de que estos eran verdaderos y puros y que no tenía que dudar de ellos.
Por su parte, Ishida correspondió el beso sabiendo que no podía negarle nada a su novio cuando se le metía algo en la cabeza. Sentir la pasión y la lengua juguetona del pelirrojo hacía pensar al de mirada azulina de cómo era posible que, en algunas ocasiones, él poseyera ese gran y fuerte cuerpo.
Al cabo de un rato ambos se separaron jadeantes. Se miraron e Ishida sintió un leve sentimiento de protección y cariño por la intensa mirada de Ichigo.
— ¿Ya me puedo ir? —pero orgulloso el Quincy que no se permitió admitir eso.
Ichigo, suspirando decepcionado, le dejó libre para que el menor se fuera a cambiarse, todo bajo su atenta mirada haciendo que todo el vello del azabache se le erizara.
— ¿Podrías dejar de verme? —pidió irritado, ganando una mirada “inocente” por parte del otro.
— ¿Por qué? Me gusta verte inclusive dormido —sonrió triunfante al ver la cara, normalmente pálida, roja de Uryū.
—Idiota r13;masculló avergonzado, dispuesto a irse.
—Ishida r13;esta vez el nombrado suspiró sonoramente a ver si el atolondrado Shinigami captaba que comenzaba a desesperarse —. Te quiero.
El Quincy simplemente asintió y se fue, dejando solo a Kurosaki. El pelirrojo suspiró cansado y volvió a contar los segundos hasta volver a ver a su novio.