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Las cinco cosas que odio de ti por Xerxes Uryu

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Notas del capitulo:

¡Siento la tardanza! Me distraje haciendo otra cosa, a parte (en defensa propia) acá en mi país sigue siendo lunes, así que no he faltado a mi palabra, aún.

Disfruten la lectura.

A veces quisiera que supieras que puedes confiar en mí y que en las buenas y en las malas yo siempre estaré a tu lado.

Ishida sentía que el mundo se le derrumbaba. Su padre estaba hospitalizado, pues había sufrido un infarto y ahora estaba en terapia intensiva. Nunca había tenido una buena relación con él, pero eso no significaba que no lo apreciara y, a pesar de las constantes peleas y comentarios sarcásticos, no se veía en un futuro sin su padre.

“Y yo le decía que ese vicio de seguir fumando lo acabaría matando” pensó con amarga ironía al ver al tan imponente Ryūken ahora postrado en la camilla y con una máscara de oxígeno.

Cualquiera de sus compañeros de salón diría que Ishida seguía siendo el mismo chico borde de siempre, pero sus amigos más cercanos podían darse cuenta de los cambios que este tenía, pequeños cambios, pero cambios al fin, como era el hecho de que él se encontraba ausente; al hablarle él solo te respondía con pequeños gruñidos de afirmación; si alguno de ellos lo invitaban a salir él los rechazaba, ni siquiera la dulce de Inoue logró convencer a Ishida; y si bien era un chico muy serio ahora sus ojos reflejaban mucha melancolía.

A pesar de los esfuerzos de los chicos por saber la causa de su malestar no pudieron enfrentar la dura coraza que rodeaba a Uryū. Pero él tampoco estaba preparado con enfrentar a la terquedad de su novio.

Sabía que no podría sacarle nada al cabezota de Ishida, así que decidió hablar con alguien que conociera a esa cerrada y orgullosa familia: su padre.

— ¡Duele, duele, duele! —se quejaba Isshin en el piso mientras Ichigo le hacía una llave para doblarle el brazo —Ya te dije que no puedo decir nada. ¡Soy como una tumba! —lanzó un chillido de dolor al sentir que su brazo ya tocaba su nuca.

—Si no quieres que te arranque el brazo más te vale que me digas qué le está pasando a Ishida —hablaba de manera seria Kurosaki hijo.

— ¡Está bien, te lo diré! —habló al borde de las lágrimas el azabache —Pero por el amor a todos los cielos ¡suéltame!

Ya sentados en el comedor Ichigo esperaba a que su padre comenzara a hablar, pero sentía un pesado ambiente pues su padre no tenía la boba sonrisa que siempre adornaba su rostro.

—Lo que diré romperá la promesa que le hice al hijo de Ryūken —comenzó a hablar más para sí mismo que para su hijo y después vio al pelirrojo decidido —el padre de Ishida está en el hospital.

—Pues claro, es doctor.

—No me refería a eso —se masajeó las sienes ante lo lento que podía ser Ichigo —. Él está como paciente; tuvo un infarto.

— ¡¿Qué?! —bueno, eso no se lo esperaba — ¿Cómo fue que pasó eso?

—No tengo los detalles —se sinceró —. Recuerdo que hace dos semanas recibí una llamada de tu amigo. Estaba bastante alterado y me pidió que fuera al hospital de Karakura lo antes posible. Cuando llegué tu compañero me recibió presuroso y me contó lo que le había sucedido a Ryūken para después mandarme con el doctor que lo atendía para arreglar algunos asuntos que Ishida no podía arreglar.

Escuchando eso el semblante de Ichigo se ensombrecía, ¿acaso Uryū no confiaba en él para decirle eso? ¿Pensaba que no lo iba a entender o apoyar?

— ¡¿Me estás escuchando?! —chilló Isshin al ver que su primogénito ya no le prestaba atención.

—Sí, es solo que tengo que salir a un lado —respondió con la mirada perdida.

— ¿A dónde vas? —pero Kurosaki hijo no respondió.

 

Necesitaba salir, sentir el aire fresco de Karakura para despojar su mente y tranquilizar su ira.

No sabía dónde lo llevaban sus pies hasta que vio frente a él el apartamento de Ishida. Tocó la puerta más fuerte de lo que hubiera querido y esperó hasta que el Quincy abriera.

No necesitó esperar mucho pues el pelinegro abrió la puerta para mirarlo con asombro, bueno, no era normal visitar a tu novio hasta bien entrada la noche.

—Kurosaki, ¿qué haces aquí? —demandó saber.

Pero el mencionado no le respondió, es más, su semblante se endureció más cuando vio los ojos rojos de su novio. Simplemente lo agarró del brazo para llevarlo a rastras junto con las protestas de Ishida para exigirle que lo liberara. Cuando llegaron al cuarto del arquero lo soltó por fin.

— ¿Se puede saber qué demonios haces aquí, Kurosaki? —dijo mientras se sobaba la muñeca. No era normal ver a Ichigo así y estaba comenzando a preocupar a Uryū.

— ¿Hasta cuándo tenías planeado de decírmelo? —por fin se había dignado a hablar.

Esa pregunta descolocó a Ishida y mucho más con el tono tan frío y cortante que el Shinigami usó.

—No tengo ni idea de lo que estás hablando —y era la verdad, pero a Ichigo no le gustó la respuesta.

Ichigo aun creía que el Quincy seguía mintiendo respecto a su padre y esa oración sirvió como detonante para que Kurosaki perdiera lo último que tenía de paciencia y terminara por agarrar a Uryū por los hombros.

—No me mientas —habló despacio, pero con tanta rabia contenida que Ishida sabía tarde o temprano terminaría por explotar —. Ya lo sé todo, sobre que tu padre está hospitalizado.

Ante tal revelación Ishida abrió grande los ojos y eso le dio pauta al Shinigami para seguir.

—Así que dime, ¿cuándo? —pero esta vez Uryū desvió su mirada a otro lado evitando contacto visual, haciendo que el agarre del Shinigami aumentara y el entrecejo de éste se frunciera más— ¡Con un carajo, Ishida!

El mencionado sabía que tenía que responder pues Kurosaki estaba perdiendo la paciencia y, para ser sincero, le estaba asustando.

—Nunca —fue la sencilla respuesta de Ishida, pero lo suficientemente dolorosa para Ichigo.

— ¿Por qué?

Ishida respiró hondo para evitar que las malditas lágrimas no salieran antes de proseguir.

—Porque no quería preocuparte con asuntos que no te involucraban, sería vergonzoso también sentir tu lástima y la de los demás. No, nunca te lo hubiera dicho.

— ¡No me jodas! —no podía creer lo que escuchaba, había soltado a Ishida y ahora estaba caminando como león enjaulado por la habitación — ¡¿Me estás diciendo que por eso no me has dicho nada?!, ¡Porque tu estúpido orgullo te lo impedía!

— ¿¡Y qué querías que hiciera!? —ahora fue el turno de Ishida de enojarse —Sí, soy un maldito bastardo que prefiere sufrir solo que sentir la lástima de otros, ¡pero es porque así he sido criado!

Uryū no se había dado cuenta que varias lágrimas habían estado surcando su rostro y Kurosaki estaba tan cegado por la ira que tampoco se había dado cuenta.

— ¡No me vengas con excusas!

—Tú la tienes fácil, desde pequeño has tenido a alguien a quién contarle tus penas, sonreír tus triunfos y llorar amarguras. Pero yo, siempre he estado solo desde la muerte de mi abuelo y he tenido que aguantar todo el dolor yo solo porque me di cuenta que a nadie le interesa lo que te pasa. Aprendí a aparentar ser fuerte desde pequeño para evitar que las demás personas creyeran que soy débil.

Ichigo escuchó el monólogo de Uryū con asombro, era la primera vez que Ishida hablaba con las emociones a flor de piel y se sorprendió más al ver las lágrimas que resbalaban por las mejillas del Quincy.

En un arranque de ternura agarró por los hombros al arquero y lo besó. Ishida se removió inquieto, tratando de zafarse del agarre, pero era obvio que nada podía hacer contra la fuerza del Shinigami, así que decidió mandar por este día a su orgullo al demonio y lloró mientras correspondía al dulce beso que le daba Ichigo.

—Tranquilo —susurró Kurosaki al separase de Ishida y dejar que éste llorara en su pecho —. Todo estará bien.

Arrastró consigo al Quincy para acostarse en su cama y así pasaron la noche; con Ishida llorando en el pecho de Ichigo y Kurosaki llorando silenciosamente mientras acariciaba la cabeza de su novio.

A la mañana siguiente Uryū se comportaba como de costumbre, ambos decidieron dejar lo que pasó anoche como un secreto entre ellos.

Al paso de los días informaron que Ryūken había salido de lo crítico y que en unas semanas más saldría de alta. Ishida sonrió levemente ante esto y apretó las manos de Kurosaki para agradecerle el apoyo que había estado recibiendo de su parte. Al soltarlo decidió irse ante la mirada triste de Ichigo, pues aquella noche había sido la única en la que Uryū se mostró como realmente es y ahora el arquero se iba para llorar de alegría lejos de todos.

Y de él.

Notas finales:

Para ser sinceros este capítulo es el que menos me gustó. Me quedó bastante flojo, pero bah, mi mente ya no daba para más.

Espero que les haya gustado


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