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El cielo está en tus ojos por Zeny

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Notas del capitulo:

A/N: Aquí el nuevo capítulo!! Me alegra tanto que os guste el fic, es mi tesorito x3 Disfruten este capi también!

El cielo está en tus ojos

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Capítulo 7

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En la vida, hay ciertas cosas que nunca deberían suceder. Y naturalmente todos viven pensando constantemente en aquellas cosas que definitivamente no quieren que ocurran. Porque si ocurrieran, sería algo así como el peor momento de sus vidas.

Al salir del baño, Sasuke se llevó una gran sorpresa.

Por alguna razón, ese tipo de cosas siempre suceden sin importar cuán mucho se desee lo contrario.

Las manos bronceadas de cierto rubio que ahora se arrepentía haber dejado solo en su habitación sostenían cierto libro que Sasuke no paraba de maldecir en su cabeza. ¡¿Por qué demonios no lo había escondido usando algún tipo de jutsu de sellado!? ¡Demonios!

_ Hehe… Y pensar que hasta tú te preocupas por estas cosas, Sasuke. ¡Hehehehe!

La voz jocosa y socarrona hizo que sus mejillas frescas por la ducha caliente que acababa de tomar se sonrojaran aún más.

¡Maldito rubio descarado que se ponía mirar donde no debía!

_ Dame eso. – gruñó enfadado el pelinegro, y se dispuso a arrancarle aquel libro, que si bien lo había ayudado a comprender su… problema matutino, odiaba con toda su alma. Lo hubiera quemado instantáneamente después de leerlo si no hubiera sido porque tenía que devolverlo a la biblioteca.

_ ¡Oh, no, no! ¡Aun no termino de leer-tebayo!

Aprovechándose de su ventaja en altura Naruto alzó el brazo con el libro en mano y con el otro sujetó el hombro de Sasuke para que este no pudiera quitárselo. El rubio sonrió zorrunamente ante la mirada frustrada y enfurruñada del chico.

_ ¡Devuélvemelo! – Sasuke intentó saltar para tomar el libro de nuevo, pero Naruto lo empujó por la cabeza, enterrando sus dedos en el cabello húmedo, oscuro y sedoso.

_ ¡No seas tacaño, Sasuke, yo también quiero aprender sobre la pubertad! – el rubio no pudo evitar reírse por la expresión de espanto que se había adueñado del rostro del chico pelinegro.

Sasuke iba a matarlo. Aborrecía esa palabra y a la persona que la había inventado.

_ ¡Dame ese maldito libro, Naruto!

_ ¡Hohoho, a ver que más dice! ¡Veamos! El crecimiento de los testículos es una de las primeras características por las cuales un joven se puede dar cuenta de que está entrando a la pubertad… ¡Hahaha! ¡Ni yo sabía eso! Aunque sí noté que estaban cambiando cuando yo- Uhk!

No pudo terminar lo que sea que fuera a decir porque Sasuke no se lo permitió. Con la toalla que había estado alrededor de su nuca para que las gotas de agua de su cabello no mojaran su camiseta limpia golpeó la mejilla del rubio con rencor. Intentó quitarle el libro otra vez.

Pero la maldita diferencia de altura resultada un molesto inconveniente.

_ ¡Hey, no golpees!

_ ¡Devuélvemelo!

_ Hehehe, ¿por qué tan sonrojado, Sasuke?

El pelinegro apretó los puños. En un movimiento rápido lo rodeó y se lanzó  a su espalda. Se enganchó al estómago del rubio con sus piernas y apretó como si quisiera partirlo a la mitad. Colocó al mismo tiempo su antebrazo izquierdo alrededor de la garganta de Naruto y con su brazo libre atentó a tomar de una vez y por todas el objeto de la discordia.

_ ¡Mo-coso violen-to! – El rubio se había estado atragantando por la presión que había ejercido Sasuke en su cuello. Lanzó el libro por la puerta de la habitación y ambos pudieron escuchar el leve sonido sordo que hizo al caer. – ¡Hah! ¿Tratabas de ahorcarme o qué?!

Naruto se arrojó de espaldas a la cama con Sasuke aun prendido de su cuello. El peso del rubio presionó a Sasuke contra la cama, pero lo que más alteró al pelinegro fue la innegable cercanía. Las ropas de Naruto aún estaban algo húmedas, como su cabello dorado, pero eso no evitaba que pudiera sentir otra vez la calidez que emanaba. Era como si Naruto tuviera para sí mismo un pedazo de verano dentro de su pecho.

Eso no quitaba el que Naruto fuera más grande que él. Trató de removerse, pero era casi imposible escapar.

_ ¡Sal de encima de mí, idiota!! ¡Agh! ¡Eres pesado!

_ ¡Y tú deja de intentar matarme!

_ ¡Tú deja de tocar mis cosas!

Sasuke trató de empujarlo, pero era como si Naruto lo estuviera haciendo a propósito. La situación en la que se encontraba en ese momento trajo a la memoria el incidente mañanero que había sufrido.

_ ¿Qué tiene de malo? ¡Es solo un libro!

No era solo un libro. Era un libro muy vergonzoso.

_ ¡Agh! – Sasuke gritó frustrado - ¡Quítate, estás gordo! – soltó un poco fuera de sí, con un tono de voz  que evidenciaba sus nervios. ¡No quería acordarse de eso! ¡Y aún menos con Naruto tan cerca!

_ ¡¿ GOR-QUÉ!?

Al ojo común los movimientos de Naruto hubieran sido imposibles de percibir, pero Sasuke si pudo ver lo que hizo. El que las acciones del rubio lo descolocaran y lo dejaran sin saber exactamente cómo reaccionar era otra cosa.

A gran velocidad Naruto  sujetó las piernas de Sasuke y las quitó de alrededor de su torso. Tomó del suelo la abandonada toalla y con ella ató las muñecas del pelinegro en menos de un segundo. El más joven de los dos parpadeó varias veces, y miró el nudo que mantenía sus muñecas sujetas.

¿Qué?

_ ¡Yo no estoy gordo-tebayo!

No, no lo estaba.  Sasuke lo había dicho más bien para fastidiarlo y que se quitara de encima de él. Y se había quitado. Ahora Sasuke no podía moverse, pues Naruto también le aguantaba los tobillos con cada una de sus manos.

_Hehehe. ¿Te gustan las cosquillas, Sasuke?

_ ¿Qué-? Oye- ¡No, no lo hagas! ¡Tsk! ¡Naruto!  

Naruto se fue inclinando hacia él con una sonrisa maliciosa en sus labios. Sus manos canela amenazaban sus costados.  Los ojos negros se abrieron más de lo normal y un escalofrío recorrió su columna vertebral. La situación gritaba peligro, ¡PELIGRO!

_  ¡Haha! No seas cobarde, Sasuke ¿Le temes a unas cuantas cosquillitas?

El rubio no pudo completar su despiadado objetivo, pues en el momento que sus dedos rozaron con la piel del costado de Sasuke por debajo de la camiseta, el pelinegro activó el sharingan  y lo pateó en la cara con sus dos pies.

_ ¡Agh! – Naruto gruñó de molestia por el golpe con los ojos cerrados. Sasuke  saltó fuera de la cama y liberó sus muñecas. - ¡Oye, vuelve aquí!

En lugar de contestarle, Sasuke le arrojó a la cara una toalla limpia de su closet y salió de la habitación. En vez de perder el tiempo con ese idiota mejor se iba a preparar algo de comer antes de que su estómago empezara a emitir gorgoritmos.

_ ¡Deja de jugar y báñate de una vez!

El rubio se arrancó la toalla de la cara con un puchero infantil adornando su boca.

_ ¡Pff, tú no me ordenas, Sasu-chan!

El pelinegro resopló. Ese estremecimiento…Maldito Naruto, ¡¿por qué le provocaba esas extrañas sensaciones en su cuerpo?! Estrechó los ojos, de alguna forma tratando de disimular el sonrojo que se había negado a desaparecer de sus mejillas.

Escuchó la puerta del baño cerrarse, y soltó un suspiro. Era increíble que no hicieran ni cinco minutos que había salido del baño y ya sentía que tenía sudor sobre las cejas. Sasuke sacudió la cabeza y avanzó hacia la cocina. En el camino recogió el libro y lo guardó en uno de los estantes de la alacena. Mejor prevenir que volverse a lamentar. Mañana mismo devolvería ese odioso libro al lugar donde pertenecía.

Nunca más le haría caso a extraños tipos que le sugirieran leer un libro.

Sacó de la bolsa las cosas que había comprado. Algunas las guardó en el refrigerador y dejó fuera lo que le hacía falta para esa cena.

Bufó.

Incluso si le provocaba esas sensaciones molestas e incómodas, no podía evitar sonreír al recordar. Luego fruncía el ceño y volvía a sacudir la cabeza.

Qué extraña amistad.

 

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Naruto salió del baño con una toalla sobre la nuca y el pantalón naranja de chándal que había llevado puesto antes.

_ Lo otro se demora más para secarse, hehe.

Fue un poco perturbador – el pelinegro no se atrevía a pensar en una mejor descripción para aquella rara sensación – el ver en la cesta que le había dado al rubio para que pusiera sus cosas, además de la camiseta de malla y la chamarra…su ropa interior.

Fue perturbador, porque Sasuke no podía sacarse el pensamiento de la cabeza cuando se sentaron a la mesa, uno frente al otro. Y dio un bote del susto cuando sus pies rozaron. ¿Por qué demonios no se compraba una mesa más grande?! En vez de quedarse quieto como la otra vez, pateó el pie del rubio.

_ ¡Oe, mocoso!

_ Déjate de tonterías, idiota.

_ ¡Tú empezaste!

_ ¡Pues para ya!

_ ¡Para tú!

Y Naruto hizo lo mismo, dando comienzo a una guerra de pisotones que tenía a Sasuke con varios tics nerviosos y el ceño fruncido. Fue de mutuo acuerdo que los dos pararon al notar que si seguían la comida se iba a enfriar. Oh, pero eso no se había acabado, pues ninguno estaba dispuesto a ceder en esa ardiente batalla.

_ ¡ITADAKIMASU!

_ No grites.

_ ¡Deja de regañarme, el mayor aquí soy yo!

Sasuke resopló de forma burlona.

_ ¡Que sí soy el mayor-tebayo! ¡Mocoso engreído!

_ ¡Idiota gritón!

El rugido de un estómago interrumpió la discusión. Un tic se instauró en la ceja del pelinegro.

_...Comamos de una vez.

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Mientras tomaba la ducha, el rubio se había preguntado a sí mismo por qué a fin de cuentas Sasuke se había enojado. Tenía una vaga idea del por qué, pero aún conservaba sus dudas. Durante la cena,  cuando le preguntó la razón, Sasuke había tratado de evadir la pregunta. Pero después de mucho presionarlo y fastidiarlo – de acabar poco a poco con la paciencia del chico – Sasuke había mascullado entre dientes y con las mejillas levemente rojas que él no era ningún niño, y por lo tanto Naruto no tenía ningún derecho a tratarlo como uno.

Naruto no había entendido ni jota.

_ ¿Huh?

_ …Un idiota como tú se pasa el tiempo jugando con niños.

Unos segundos más tarde – casi un minuto de silencio – Naruto había sonreído y había pinchado su mejilla con un dedo. Sasuke le mandó una mirada asesina.

_ Pero tú no eres un niño, tú eres un mocoso, hehehe.

_ Tsk. Cállate, idiota. – Entonces se levantó a lavar los platos.

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Más tarde en esa semana, lograron pasar bastante tiempo juntos. A veces Naruto iba al lugar de entrenamiento donde Sasuke estaba casi todo el día con Kakashi, y otras veces simplemente iba a buscarlo a su casa. Un día había llegado y Sasuke todavía estaba en el quinto sueño, con una expresión relajada que maravilló un poco a Naruto. Le gustaba su rostro dormido, porque era como si todo el sufrimiento que había atravesado y las cargas que llevaba en sus hombros no existieran.

_ ¡SASUKE DESPIERTA-TEBAYO!!

Ese grito le había ganado el asalto de un chidori que por poco le daba en el pecho. Tuvo que huir del pequeño demonio que quería cazarlo y arrancarle  la cabeza para tenerla de trofeo. Eso no evitó que estuviera carcajeándose durante toda aquella persecución por los tejados de la aldea.

_ ¡Maldito idiota! ¡TE VOY A MATAR!          

La cara de Sasuke cuando se enojaba de esa manera asustaba un poco. Naruto decidió no despertarlo de esa manera más por el bien de su propia supervivencia.

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En otras ocasiones acordaban ir al Ichiraku, por insistencia del rubio, a pesar de que a Sasuke no le agradaba mucho el ramen. Había días en los que Naruto se dejaba caer a propósito a la hora de alguna comida, y Sasuke lo invitaba silenciosamente  poniendo un plato de más en la mesa. Naruto entonces sonreía de oreja a oreja.

_ Creo que después del ramen, lo que más me gusta es lo que tú cocinas, hehehe.

_... Hm, gracias.

Al pelinegro no le funcionaba el fingir indiferencia cuando Naruto le decía aquellas cosas de la nada tan directamente, los ojos azules fijos en los suyos. El rubio se divertía de alguna rara manera al hacerlo sonrojar y le pinchaba la mejilla burlonamente mientras soltaba una risita.

_ Eeeh ¿te pusiste rojo-tebayo? Hehehe, te voy a empezar a llamar Tomatito-cha-¡AY!

_ Oh te callas o te quedas sin comer.

_ Pff! ¡Eso es chantaje!

Entre ellos se formó una  especie de rutina irregular, tensa a momentos, pacífica en otros. Los días que transcurrieron con facilidad y una aparente rapidez. Naruto disfrutaba mucho de la compañía de Sasuke. El pelinegro era muy interesante, inteligente, y divertido a su propia manera. Tenía ciertas manías y al rubio le encantaba fastidiarlo y hacerlo enojar por cualquier cosa, incluso si a veces terminaban teniendo discusiones de insultos que luego se desvanecían en el aire como si jamás hubieran sucedido.

Incluso los silencios eran agradables y cálidos, como aquel de cuando terminaron sentándose sobre el techo del apartamento del rubio y contemplaron el cielo estrellado sin pensar en nada más.

La rutina varió, sin embargo, cuando llegó aquel día.

A la calma siempre le sigue la tormenta.

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La luz matinal que se filtraba por la ventana lo obligó a despertarse. No era del tipo de persona que madrugaba; le gustaba dormir hasta pasadas las nueve de la mañana si tenía la oportunidad. Un vistazo adormilado al calendario, sin embargo, lo hizo cambiar de opinión.

Se sentó en la cama lentamente. Llevaba puesto unos shorts negros y una sudadera gris de mangas largas. Su cabello cayó un poco hacia adelante en sus despeinados picos cuando apoyó los brazos en sus rodillas y miró el suelo. Las sandalias estaban tiradas con descuido a un lado de su pie izquierdo junto a alguna pieza de ropa del día anterior.

Sonrió y cerró los ojos.

Era el día en que habían pasado muchas cosas. Diecinueve años atrás…

Tomó aire y lo soltó en varios suspiros.

Incluso cuando ya estaba acostumbrado, el sabor agridulce de ese día no cesaba. Se sentía ligero, con ganas de sonreír, pero por alguna razón siempre le embargaba una sensación de nostalgia. Y como se había vuelto un hábito de cada día, se levantó y tomó el retrato de sus padres. Su madre sentada con una hermosa sonrisa, sus brazos rodeando su hinchado vientre. Su padre, hincado en el suelo de una rodilla con una de sus manos sobre el estómago de su sonriente esposa. El brillo que emanaba su rostro era contagioso, y Naruto podía ver porqué siempre lo comparaban con él. Pero de su madre había heredado el temperamento y la forma del rostro, junto con la personalidad impulsiva que su madre había mostrado en el poco tiempo que había podido hablar con ella.

“Te amo.”

_Yo también los amo, oka-chan, oto-san.

 

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Iruka estaba atrasado.

¡Él era un maestro, un chunnin, un adulto!  Y retrasarse en un día como ese era lo peor que podía ocurrirle.

¡Maldito pastelero!

Caminó por las calles de Konoha a prisa, el aura matutina de los negocios rodeando el tranquilo ambiente. Hoy eran uno de esos días en que la gente estaría tu casa tomando té o conversando animadamente, pues así eran los domingos. Pero ese domingo era especial para Konoha. Era el día en el que muchos habían perdido algo querido. Y más importante aún, era el día en el que alguien muy especial había nacido.

Espero que no se haya despertado aun… El colmo sería que madrugara.

Sus ojos estaban concentrados en esquivar a toda persona que se pasara por delante. Ya no le faltaba mucho para llegar al complejo de apartamentos donde vivía Naruto. Por supuesto que sería más sencillo ir saltando por los techos para llegar más rápido, pero temía que le pasara algo a lo que cargaba entre sus manos.

Algunos de sus conocidos y compañeros lo saludaban e Iruka asentía y forzaba una sonrisa cordial. Recordó su conversación de hacía días con el rubio Uzumaki cuando vio a Sasuke-kun, uno de sus ex- alumnos, pasar a su lado y asentir en señal de reconocimiento. Iruka no tuvo tiempo de ver la mirada curiosa que los ojos oscuros le enviaron. Lo común era que su anterior profesor le preguntara cómo estaba cuando se encontraba, y hoy apenas había podido soltar un apresurado “Buenos días”. Sasuke se entrañó también de la caja que llevaba consigo, y el momentáneo olor a merengue que sus fosas nasales percibieron. ¿A dónde iba? Se preguntó por un momento, pero le quitó importancia. Iba a encontrarse con Kakashi para realizar un par de misiones de rango D. Era la condición que el jounin de parche le había puesto a cambio de aumentar las horas de entrenamiento.

¿Quién fue el profesor de Naruto en la Academia?, meditó mientras caminaba con las manos dentro de los bolsillos. Su mente estaba ajena a lo que le rodeaba. Solo prestaba atención lo necesario, pues un ninja debía estar siempre atento. Parece conocer a Kakashi, ¿pero quién lo entrenó? Trató de adivinar, pero decidió dejar el asunto para después cuando divisó el punto de reunión que había acordado con el peliplateado.

 

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Usualmente tenía más paciencia, pero a veces simplemente le molestaba el que Kakashi lo citara a las ocho de la mañana y el maldito peliplateado siguiera llegando cuando le diera la gana. Se levantó y metió las manos en los bolsillos. Emprendió una caminata sin rumbo por las calles de la aldea que volvía a la vida poco a poco: abrían los negocios, la gente comenzaba a pulular de aquí para allá, algunos con prisa y otros con calma. Bien, le daría plantón. De todas maneras, el promedio de horas que tardaba Kakashi era de dos a tres horas, por lo que a esa hora es cuando realizarían aquellas tontas misiones. Podía tomarse ese tiempo libre en vez de esperar como un idiota sentado en una roca.

Se sumergió en sus pensamientos y en sus recuerdos. El ruido a su alrededor se convirtió en un zumbido amortiguado a medida que solo se enfocaba en el movimiento de sus pies y en no tropezarse con nada. Los días pasados  habían sido algo extraño, nuevo. Cómo había desarrollado tantos hábitos de convivencia con aquel rubio era algo que aún no entendía. Naruto se había escurrido dentro de su rutina con una sutileza ruidosa – y esa descripción en si misma también era extraña. Almuerzos, cenas, paseos sin dirección fija por la aldea; hasta ocasiones en las que Naruto lo emboscaba en el mercado y lo fastidiaba para que comprara dulces, pero Sasuke siempre lo ignoraba. Se acordó de cierta infernal mañana en la que se vio en la obligación de perseguir a cierto idiota aun con la ropa de dormir puesta, y rodó los ojos. ¿Ese rubio no tenía respeto por el sueño de los demás!? Al menos no se le había ocurrido hacerlo otra vez. Se había llevado un susto tremendo, comparable con el de la primera vez que Naruto entró – sin su permiso - en su apartamento. ¿Cómo lo hacía? Aún se negaba a decirle, el muy idiota, que siempre lo estaba fastidiando…

Un pensamiento saltó en su mente, y lo hizo detenerse.

La comisura de su boca se alzó levemente en un gesto malicioso, y se decantó por la vengativa idea que se formaba en su mente. El rubio se lo merecía. Y Sasuke estaba dispuesto a darle una probada de la misma medicina con mucho gusto.  Había ido ya al apartamento del rubio una vez, después de un entrenamiento. Naruto había querido ir a comer ramen y le hizo acompañarlo a recoger unos cupones que les dejarían comer gratis hasta tres tazones cada uno. De más está decir que Sasuke solo se comió uno. El apartamento de Naruto era más pequeño que el suyo propio, y más desorganizado en comparación, pero en vez de disgusto, a Sasuke le había causado mucha curiosidad. Y también se había puesto nervioso, pero eso no era importante.

Saltó por los techos con rapidez., un brillo divertido en sus ojos oscuros.

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_  ¡Jiraiya! ¡¿Qué haces aquí?!

Los dos Sannins se encontraron en el medio del pasillo de aquella posada.

_ ¡Oh, Tsunade! – el hombre grande de puntiagudo cabello blanco se acercó sonriendo alegremente. Las discípulas de la reconocida ninja médico se acercaron también a saludar, sorprendidas como su maestra.

_ ¿No deberías estar en Konoha? ¡Ya es diez de octubre!

_ Seh…Tuve un inconveniente en el camino – dijo el ermitaño sin darle importancia al asunto – Planeaba llegar hoy en la mañana, pero no contaba con ese retraso.

_Hmm… - la rubia lo analizó con sus escudriñadores ojos miel por unos segundos, y luego suspiró – Bueno, es una suerte que te encontrara por aquí.

Las caras de los tres palidecieron.

Una venita de enojo saltó en la frente Tsunade.

_  ¡No en ESE sentido!

Los restantes suspiraron de alivio. Sudor frío había corrido por la cien de Sakura. Contrario a la gente normal, el que su maestra tuviera suerte no era nada bueno.

_Me refiero a que es una gran casualidad.  – la rubia sonrió de lado – Así podrás llevarle mi regalo a ese mocoso.

_ ¡Hmm, ya veo! – Jiraiya asintió, volviendo a su anterior jovialidad. - ¿Y ustedes qué hacen aquí?

_ La casa de apuestas de esta aldea es muy famosa. – afirmó Tsunade con naturalidad.

Jiraiya podía notar el aura depresiva de las dos discípulas. Seguramente tenían que esconder el dinero de la Sannin para no quedarse en la quiebra.

 

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Naruto terminaba de atarse el protector de la frente cuando sintió una presencia a sus espaldas. Se giró y la breve sorpresa que se mostraron en sus claros ojos azules le siguió una sonrisa que se extendió en su rostro lentamente.

_ Feliz cumpleaños, Naruto.

El corazón del rubio se llenó de un sentimiento cálido y agradable. Sin casi darle tiempo al pelicastaño de que colocara la caja sobre la mesa cubierta de botes de ramen y un cartón de leche que presumiblemente ya había caducado, Naruto lo asaltó con un abrazo de oso y Iruka correspondió con una sonrisa.

_  ¡Iruka-sensei, gracias!

El sensei le dio un par de palmaditas sobre la espalda, y el rubio se enderezó después de unos segundos.

_ Hehe, ¿pastel?! – sin esperar a que le contestara, abrió la caja y el aroma dulce y fresco inundó sus fosas nasales de tal forma que se le hizo la boca agua.

_ Es uno de chocolate esta vez. – afirmó Iruka. Todos los años le traía un pastel de sabor diferente.

_  ¡Qué rico-tebayo! – exclamó sonriendo ampliamente, un  reflejo de alegría en sus claros ojos -  ¡Vamos a comerlo! – El rubio se giró sobre sus pies y fue en busca de un par de platos y demás cubiertos para cortar y comer ese delicioso pastel. Iruka recogió un poco la mesa para hacer espacio, la expresión amena en su cara aun presente.

El rubio regresó, casi saltando en sus pasos. No importaba si esto había sido algo que se repetía en cada cumpleaños, Naruto no dejaba de emocionarse cada vez. Era una buena forma de iniciar un día tan especial. Los dos se sentaron en la mesa e Iruka comenzó a servir el pastel, mientras Naruto robaba merengue con los dedos de la forma que solo un ninja muy infantil lo haría.

_ ¿Tienes planes para hoy, Naruto?

_ Hehe, bueno…

Una sombra que había estado observándolos por la ventana desapareció a la luz del día, pero ni Iruka ni Naruto  se dieron cuenta.

 

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Su cabeza empezó a trabajar con rapidez, revisando mentalmente todas las opciones que tenía. Recorrió su apartamento con pasos precisos y acelerados, abriendo y cerrando puertas, gavetas, bolsas. Finalmente se quedó parado en el medio de su habitación con los brazos cruzados y un ceño fruncido en su rostro.

¿Por qué Naruto no se lo había dicho? Si Naruto le hubiera dicho hubiera tenido más tiempo para pensar en un buen regalo. Aunque reconocía que si hubiera sido el caso inverso, él tampoco se lo hubiera dicho. A menos que preguntara.

Pero Sasuke no había preguntado, y esa fecha le había tomado un poco desprevenido. Tal vez debía haberlo deducido por lo que Naruto le había contado sobre su nacimiento y el Kyuubi, pero no se había detenido a hacer esas conexiones de los hechos. Probablemente había estado pensando en cosas más importantes.

Por ejemplo, como evitar mirar demasiado al rubio cuando este se quitaba la chamarra en el entrenamiento y solo se quedaba en esa camiseta de rejillas que se le hacía muy…

Se golpeó la frente con una mano. Enfócate.

Si se tratara de cualquier otra persona, le daría cualquier cosa. De hecho, si se tratara de cualquier  otra persona, no se esforzaría siquiera en pensar en un regalo. Sin embargo, Naruto no era cualquiera. Era su primer amigo. Su único amigo, en realidad.

Para Sasuke el rubio de impactantes ojos azules y sonrisa brillante era muy especial. Le costaba reconocerlo, pero era la verdad. Una verdad a la que no le daría más vueltas y dejaría encerrada en algún cajón de su mente para analizarla más tarde. Preferiblemente nunca. Había algo demasiado complicado en esa afirmación, en el simple concepto de que Sasuke tuviera alguien más importante que su familia.

Creaba un desbalance en su vida y en sus convicciones que aún no estaba dispuesto a aceptar.

Por lo que sacudió la cabeza y decidió concentrarse en el objetivo del momento.

Cada cosa a su tiempo.

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Notas finales:

A/N: Me hacen tan feliz vuestros reviews. X,3 Podéis comentar cuanto gustéis. Acepto críticas constructivas, y también podéis hacer sugerencias  : 3 

 

Muchas gracias y bienvenidos a los nuevos lectores:

 

Victoria Schinkovinu; kitsunita_Traviesa; LLUVIA UCHIHA; ara ; C.C.B;  Kyoko chan; lola-chan ; Alena; Akemi-chan; alexxleto.

 

 

 

¡Besos y abrazos, nos leemos!


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