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Striper a la fuerza por Fullbuster

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Minato Namikaze POV


 


Caminaba por el último pasillo. La sirena de apertura de puerta automática sonó y la puerta frente a mí se abrió. Por fin llevaba mi ropa de calle, tras veintidós años encerrado en esta cárcel por un delito que no cometí, ahora mi nuevo abogado desde hace un par de años había conseguido demostrar mi inocencia y salía con la mayor indemnización jamás vista. Ni siquiera se me permitía hablar de la cantidad de dinero que había recibido pero todo eso me daba igual, sólo tenía dos cosas en mente, la primera… utilizar el dinero para encontrar a mi hijo al que tuve que dejar en un orfanato cuando me metieron en prisión.


Mi mujer lamentablemente había fallecido en el parto y no teníamos familia con la que dejar a mi hijo, los servicios sociales se lo llevaron de mis brazos para llevarlo a un maldito orfanato mientras durase mi condena. Creí que estaría algunos años y podría volver a verle, a recogerle pero no… habían sido veintidós años en la cárcel, mi hijo tenía veintidós años y yo me había perdido todo de él por culpa de esa maldita familia y ellos eran mi objetivo número dos… venganza.


La última puerta se abrió y salí  viendo a mi abogado al fondo del pasillo. Iruka me sonrió y me dio la mano. Sonreí finalmente cogiendo su mano para estrecharla en forma de saludo.


- ¿Cómo te sientes? – me preguntó sonriendo.


- Libre – le dije – busquemos a mi hijo.


- Estoy trabajando en ello, ha pasado por un par de orfanatos, pero lo encontraremos.


- Eso espero, no me importa el dinero que gastes, encuéntralo.


- Por supuesto.


- Vayamos a casa, quiero descansar fuera de aquí por fin.


- Por supuesto, marchémonos.


Seguí a Iruka hacia fuera y los policías me miraban con cierta cara de felicidad porque ya me fuera, sobre todo tras descubrir mi inocencia y es que esa familia me las iba a pagar todas, ahora era libre y tenía dinero… más que ellos así que no dejaría que hicieran lo que quisieran.


Subí al vehículo y fue Iruka quien condujo. Él se había encargado de todo y es que con veintidós años allí dentro, me había perdido muchas cosas. Iruka me dio una caja y la cogí entre mis manos abriéndola viendo una cosa diminuta y sin teclas.


- ¿Qué es esto? – le pregunté.


- Un teléfono móvil – me dijo – se activa de aquí.


- Oh… ¿Y lo necesito? – le pregunté.


- Sí, para mantenernos en contacto.


- Ni siquiera sé utilizarlo – le dije sonriendo.


- Te enseñaré. Vas a necesitar un buen financiero para que te lleve esa suma de dinero.


- Lo sé, pero no conozco a ninguno bueno.


- Yo conozco a uno – me dijo – si te fías de mi criterio claro.


- Por supuesto, llámale.


Le había dejado todas las decisiones a mi abogado, hasta la casa donde viviría porque con tanto tiempo en la cárcel, no había podido mirar nada. Iruka me dio una venda y me obligó a ponérmela en los ojos. Le miré dudoso pero le hice caso con una sonrisa, imaginaba que sería porque quería darme una sorpresa. Cuando me dijo que ya podía quitarme la venda había apagado el motor y al abrir los ojos, vi que me daba unas llaves.


- Vayamos a ver tu casa – me dijo.


- Está bien, vayamos – le comenté con una sonrisa.


Salí del coche en aquel inmenso garaje, aquí cabían por lo menos tres o cuatro coches y no sé por qué necesitaba un garaje tan grande pero no pensaba criticar la casa que Iruka había comprado para mí, tenía dinero de sobra ahora. Pensar lo justo que vivía económicamente cuando me casé, llevando mi pequeña empresa, queriendo ser feliz con mi esposa, con mi futuro hijo que iba a nacer… pero la familia Haruno se metió en medio quitándome la empresa, robando todo por lo que había luchado y mandándome a la cárcel por malversación de fondos. Mi mujer murió en aquel parto y yo no pude hacer lo único que le había prometido… cuidar de Naruto por culpa de esa maldita familia, ahora sólo me quedaba poder encontrarle de nuevo y tratar de restablecer la relación que jamás pude tener con él.


Abrí la puerta y fui hacia el salón, era una casa inmensa de dos plantas y revisé una a una las salas. Iruka me seguía por toda la casa esperando que le dijera qué me parecía pero… ¿Qué me iba a parecer? ¡Era perfecta! Demasiado grande para mí no lo iba a negar, pero esperaba encontrar pronto a mi hijo, quería que estuviera conmigo, quería estar con él.


- Me gusta – le dije con una sonrisa – es perfecta Iruka, muchas gracias por encontrar algo así.


- Me alegro. Nuestro investigador ya está buscando a tu hijo y en cuanto al chico que contratemos para las finanzas lo llamaré ahora mismo, seguro que se alegrará de ayudarnos.


- ¿Quién es? – le pregunté


- Alguien que también tiene problemas con la familia Haruno y seguro que estará encantado de ayudarnos a pillarles con las manos en la masa y meterlos en la cárcel.


- Me muero de curiosidad – le dije.


- Itachi Uchiha y su padre, Fugaku Uchiha, son expertos en finanzas, seguro que te ayudarán a invertir toda esta fortuna.


- Concierta una cita entonces con ellos.


- Por supuesto. Te dejaré a solas ahora familiarizándote con tu casa.


- Gracias – le dije mirando por la ventana y entonces me di cuenta de la valla trasera – Iruka… puedes hacer algo con eso – le señalé esa valla que me recordaba a la prisión.


- Por supuesto, lo siento, no me di cuenta.


- No te preocupes.


Iruka se marchó y me dejó a solas en esta casa. Me tiré en el sofá y traté de relajarme, pensé en mi hijo ¿Cómo sería? ¿Qué habría hecho en su vida? ¿Se acordaría de mí? Seguramente no, no llegó a conocerme y debía agradecérselo a esa familia, seguramente le habían dicho que le abandoné o a saber qué, había perdido a mi hijo antes de conocerle y eso me dolía demasiado, más que haber perdido veintidós años en la cárcel.


Lloré en silencio acurrucado en ese lujoso sofá nuevo, todo era nuevo en mi vida pero lo habría cambiado todo por haber pasado esos veintidós años por vivirlos con mi hijo. ¿Cómo era posible que una familia pudiera arruinar la vida de los demás tan solo por ganar dinero? ¿Tan codiciosos eran los Haruno? Pues sí, les daba igual a quién llevarse por delante con tal de conseguir sus objetivos pero yo me vengaría y tenía que empezar por contactar con esos Uchiha de los que Iruka me había mencionado.


Por la ventana veía aquella valla que esperaba quitasen en cuanto pudieran porque me recordaba demasiado a la cárcel. Allí no había sido nada fácil pero al final, me hice a ese horrible lugar, hasta llegué a pensar que jamás saldría pero ahora estaba aquí, tenía la oportunidad de encontrar a Naruto, tenía la oportunidad de vengarme de aquella familia y tenía los documentos necesarios para hacerlo, con un empujoncito de la familia Uchiha seguro que lo conseguiría.


No sabía mucho acerca de esa familia, de hecho no sabía nada así que cuando se me pasó un poco este lloro que tenía encima me levanté y fui a buscar información. El ordenador sabía utilizarlo o al menos lo más básico de todo. Me metí en Internet y busqué información sobre ellos pero lo único que me salió por el apellido Uchiha fue un tal Sasuke Uchiha. Era músico, el guitarrista de una banda llamada “Taka” y que habían estado de gira durante cinco años por el mundo. Vivía aquí en Las Vegas, bueno… en un pueblecito no muy lejos de la capital.


Lo más sorprendente no era lo de su grupo ni su gira… era con quién tenía su contrato discográfico… con la empresa de los Haruno y aquello hizo que soltase las manos del teclado y me recostase sobre el respaldo de la silla, creo que si alguien tenía problemas con los Haruno, podían ser ellos, debían conocer sus trapos sucios y eso me sería de ayuda. Juntando lo que ellos tuvieran en su contra con lo que yo tenía, creo que podíamos conseguir llevarlos ante el tribunal.


Fui a la cocina cuando mi estómago empezó a sonar. Estaba más delgado que cuando entré por la cárcel, allí no se comía para nada bien y ahora creo que se me había olvidado un poco eso de cocinar. Me acerqué a la nevera y desde luego Iruka había hecho un gran trabajo, estaba llena pero sinceramente, la cocina me parecía tan perfecta que no me atrevía mucho a ensuciarla o hacerla polvo con mi desastroso arte culinario, al final no tuve más remedio y preparé algo sencillo, pasta, eso sólo era meterlo en una olla ¿No?


Mi móvil sonó en aquel momento y fui a buscarlo. Sonaba en mi mano y yo no sabía cómo narices se cogía este trasto así que le di a un botón de la pantalla y cuando hablé por él, no escuché nada. Volvió a sonar el móvil y pulsé otro botón y volví a colocarlo en mi oreja.


- ¿Por qué me has colgado? – me preguntó Iruka.


- Lo siento, aún no sé cómo funciona este trasto – le dije.


- Bueno no te preocupes, te mandaré a alguien para que se ocupe de la limpieza de la casa, yo mismo haré la entrevista para los empleados de la casa. Por cierto, tienes la reunión con los Uchiha para el martes – me comentó.


- Perfecto, lo apuntaré. Muchas gracias Iruka, sin ti aún estaría allí dentro.


- Tranquilo, desde la primera vez que vi tu caso supe que ese no era tu sitio, arreglaremos todo esto.


- Encuentra a mi hijo y te lo deberé todo – le dije – sólo necesito a mi hijo.


Saqué la pasta de la olla y me la comí tal cual con un poco de tomate que encontré por la despensa, supongo que ahora con todo el dinero que tenía podría hacer algún curso de cocina, hasta podría contratar cocineros, qué irónico me resultaba todo esto, yo que siempre fui un chico demasiado normal, demasiado de pueblo, era un chico confiado y quizá por eso no vi cuando esa maldita familia me clavó la puñalada por detrás, me arruinaron la vida.


Tras comer me fui a la habitación a dormir, quería descansar y por fin podría dormir tranquilo por primera vez, nadie intentaría hacerme nada en mi celda, estaba en mi habitación, sólo mía, en mi casa, estaba fuera, en la sociedad de nuevo y tenía que volver a vivir, tenía miedo porque no conocía prácticamente nada ya de este mundo.


Me tiré en la cama y qué mullida era, esto sí era una cama y lo demás eran tonterías. Cuando miré hacia la mesilla vi una fotografía de mi mujer y la cogí entre mis manos sorprendido de que hasta Iruka hubiera caído en algo así, en esos detalles. La miré con atención, ese cabello rojizo, esos ojos verdosos, su sonrisa ¿Cómo había salido Naruto? ¿Habría sido rubio o pelirrojo? Ya no lo sabía ¿Tendría los ojos de su madre o los míos? ¿La vitalidad de mi mujer o la paciencia mía? Me moría de curiosidad y sólo esperaba que hubiera sacado la fortaleza de Kushina, eso era lo que él iba a necesitar, porque esos años estando solo… debían haber sido horribles. Con ese pensamiento me dormí ¡Iba a encontrar a mi hijo! Estaba fuera de la cárcel y lo encontraría, aunque tuviera que mover cielo y tierra para recuperarle.


 


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