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Ayudándote a superar tu claustrofobia por 1827kratSN

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Notas del capitulo:

Holaaaaaa

Aqui les traigo un nuevo capítulo

Parece que estaba un poco depresiva asi que me avisan si se nota en el fic jejejejeje

 

ADV: un lemon muy sensualón hecho sin pensarlo mucho, no se que opinan ustedes pero al parecer los lemon que improviso salen mejor XD

 

Sin ningún inconveniente llegó el día pactado, descartando que Skull se la pasó vigilando a Tsuna para evitar un encuentro inoportuno y a Lambo que servía de compañía permanente. Aunque el castaño no reclamaba aquello, ya que ese par siempre era bastante animado. Fueron unos días llenos de diversión y sin distracciones extrañas. Tsuna se los agradecía, ya que cada vez reforzaba el camino que había elegido, sin dudas ni temores, aunque de verdad no sabía cómo reaccionarían los demás. Mucho peor era que no sabía si él mismo terminaría tomándolo de buena forma, sin arrepentirse a último minuto. Se encontraba en su habitación esperando a que lo llamaran, veía el paisaje de la ciudad a través de su ventana, la oscuridad los envolvía a todos dando un toque maravilloso a las luces de la ciudad

 

 

—Tsuna… ya es hora – Lambo también se encontraba ahí, no era nada raro ya que después de todo el ojiverde era parte de la familia y el único capaz de calmar de forma pacífica a Reborn, eso solo si el de patillas se salía de control

—espero que todo salga bien – susurró Tsuna mientras salía. Respiró hondo antes de ingresar a la sala y suspiró una vez más al notar la extraña atmósfera entre aquellos individuos. Kyoya y Reborn daban la apariencia de estar calmados, pero era todo lo contrario, el aura que emitían daba terror. Saludó con cortesía al azabache que lo miraba de pies a cabeza verificando que todo estuviera bien, no cabía duda que no confiaba en Reborn

—no le he hecho nada a mi sobrino, deja de revisar su buen estado – el azabache de patillas parecía adivinar los pensamientos, y cómo disfrutaba de molestar al de ojos metálicos

—después de que lo vi desmayarse… no confío en tus palabras –

—lo que pasó… lo que pasó ese día fue mi culpa Hibari—san – Tsuna trató de explicarse antes de que empezaran a discutir – le falté el respeto a mi tío y me gané un entrenamiento extremo… lamento que me haya visto en esas condiciones

—deja de darle explicaciones inútiles y toma asiento dame—Tsuna – el castaño acató la orden sin protestar, usando el sofá individual, sintiéndose un condenado que está ante un juicio. Tal vez Lambo tenía la misma idea porque se reía bajito, disimulando un poco para no ser regañado – no me gustan los rodeos así que… Hibari Kyoya puedes decirme, ¿por qué demonios te robaste la inocencia de mi sobrino sin pedirme algún consentimiento?

—¡¡Re—Reborn!! – ambos jovencitos se alarmaron por la forma tan directa de decir las cosas, ese hombre no tenía ningún remedio

—porque Tsuna es mayor de edad. Puede decidir su futuro sin preocuparse por autorizaciones ni cosas por el estilo –

 

 

No cabía duda que sería una larga noche si eso seguía así. Tsuna solo se limitó a tratar de interferir en aquella “amena plática” para que no se saliese de control, mientras el par de adultos se mataban con la mirada. Daba gracias a Dios que Lambo también ayudaba a controlar de cierta forma a Reborn, porque si no, ese par se hubiesen agarrado a golpes desde el principio. Discutieron mucho, más de lo que Tsuna planeó, cada uno argumentado que el otro estaba equivocado. Pasaban los minutos u horas y al final se decidieron a ponerse serios ante el tema de interés que los detenía en la sala

 

 

—Tsuna ha planeado su vida con precisión, pero desde que cierto hombre llegó a interferir… parece que está dudando – se explicó Reborn. Pues bien sabía que si Tsuna se quedaba en Namimori se destruiría su propio futuro y el de los demás

—Quiero que Tsunayoshi se quede conmigo, por eso estoy aquí – el castaño pareció enternecerse con aquellas palabras, tornando sus mejillas de un leve carmín

—de ti no depende esa decisión… — el mayor admiró a su sobrino, dándole una orden muda para que empezase a hablar – Tsuna

—yo quería ser maestro y tú lo sabes tío Reborn pe… – sonrió ante la amenazante mirada del mayor

—aquí existen muchas universidades capacitadas para impartir esa carrera – sonrió Hibari levemente observando el enfado del otro. “Gané” era lo que pensaba

—en el extranjero también… estos días fueron para que reflexionaras dame—Tsuna… estoy esperando tu respuesta

—yo… — suspiró para darse algo de valor – sé exactamente por qué quieres que vaya a Italia, Reborn

—parece que no eres tan dame – sonrió mientras jugaba con sus patillas

—Tsuna… no me digas que sabes lo que… — Lambo parecía bastante sorprendido mientras observaba la mirada decidida de su amigo – ¿en serio?

—por eso viajé a Italia para encontrarme con el abuelo – sonrió ante la impresión de los presentes. Hibari no entendía bien la situación. Reborn lo miraba muy serio y Lambo estaba completamente ansioso por saber – fue hace tiempo cuando me fui de “campamento”, lamento no haber avisado, pero tenía que verlo

—nos matas de la intriga Tsuna – se quejaba el Bovino – ¡dilo ya!

—pues… me costó decidirlo, pero… aceptaré. Me iré a Italia – Tsuna admiró la sonrisa triunfal de su familia y el desconcierto de cierto policía – la verdad es que yo…

—debo hablar contigo – de pronto Hibari se levantó ante el asombro de cierto castaño. Lo tomó del brazo y lo arrastró a la salida

—Tsuna… ¿Hibari—san que hace? no se lo lleve – el joven ojiverde trató de detenerlos, pero una mirada amenazadora del policía lo hizo detenerse

—Hi—Hibari—san es—espere un momento – Tsuna aún no terminaba de explicarse y ya lo estaban arrastrando – yo…

—silencio Tsunayoshi… nuestra plática es en privado –

—¿Reborn… no los vas a detener? – el jovencito admiraba la seriedad en el hombre de patillas que no se movía de su asiento, ni siquiera cuando escuchó la puerta cerrarse

—déjalos… Tsuna ya me dio la respuesta que quería, nadie lo hará cambiar de opinión – sonrió satisfecho – déjalos. Ellos ya no me preocupan

—pero Hibari—san se veía enfadado, tal vez se demoren mucho platicando

—no seas tonto, ellos… evítame la fatiga de explicarte – sonrió acercándose al joven – mejor podemos hacer otra cosa, vaquita – lo abrazó por la espalda deslizando sus manos por la cintura del más joven que se estremeció por el contacto

—Re—Reborn, ¿qué haces?… Tsuna puede… volver – podía reclamar, pero aquellas manos expertas acariciando su cuerpo, deslizándose por sus piernas lo hacían perder la cabeza

—ellos no volverán… tenemos la casa para nosotros – susurró en el oído sensible de Lambo, mordiéndolo levemente – debemos aprovecharla – el ojiverde solo gimió… no podía resistir aquella propuesta

 

 

Lívido…

 

 

Tsuna fue literalmente arrastrado por las escaleras hacia el siguiente piso. El azabache se veía muy tenso y no podía culparlo, esto sería difícil, pero no iba a desistir. Era decisión de Tsuna, y el castaño acaba de darla a conocer

 

 

—Hibari—san… yo – trató de explicarse en cuanto se encontraban solos

—¿por qué? – susurró molesto

—Hibari—san necesito explicarme…

—¿acaso no prometiste quedarte a mi lado? – acorraló al castaño contra la pared, sin medir fuerza ni delicadeza

—lo sé, pero yo…

—¿qué sientes por mi Tsunayoshi?

—yo… yo amo a Hi… yo amo a Kyoya

—¿entonces por qué decidiste dejarme? – admiró aquellos ojos chocolates que desprendían ternura – yo te amo Tsuna

—yo también te amo Kyoya… pero

—no me dejes – susurró mientras abrazaba el cuerpo frágil del chico, su voz un poco baja era como una súplica

—Kyoya yo… no puedo retrac…

—te convenceré – susurró mientras atacaba los labios del más joven, robándole el aliento en un beso que expresaba su desesperación. ¿Acaso el conejo no entendía lo que esa decisión le estaba provocando?

—Kyoya… – pronto fue llevado dentro del departamento, no lo dejaba hablar, los labios de Kyoya se lo impedían, lo entendía… sabía lo duro que era escuchar que el ser que amas se iba, pero tenía una razón importante para hacerlo. Le dolía dejar a su persona especial, pero era joven… aún tenía mucho camino por recorrer

—quédate… esta noche – el azabache pronunció aquellas palabras con la respiración entrecortada debido al beso lleno de necesidad que compartió, no quería dejarlo ir

—lo haré… pero quiero…

—no hablemos del tema… solo disfruta esta noche – no soportaría la idea de que su conejito se fuera, pero sería más doloroso si lo rechazara. El castaño sólo asintió mostrándole una leve sonrisa, tratando de ocultar la melancolía que se apoderaba de él. Hibari lo besó con suavidad memorizando cada movimiento, ya después tendría tiempo de rendirse ante su salvajismo, pero ahora solo quería… aunque sonara extraño, quería ser cariñoso, dulce o al menos intentar devolver cada gesto amable que el jovencito le había mostrado en el poco tiempo que compartieron

 

 

 

Entre besos y caricias se demostraron el amor que profesaban, dejaron atrás el dolor de la separación que experimentarían pronto. Muchas circunstancias influían en sus vidas, muchas razones, muchos motivos, muchas vidas, pero en ese instante solo existían los dos. El más alto disfrutaba del perfume natural de su amante, simple, dulce. Cada beso en aquellos labios de caramelo se le hacía doloroso, jamás había experimentado esa emoción, creía que jamás lo haría, pero ahí estaba, dejándose llevar por el calor en su pecho tratando de mitigar aquel nudo en su garganta. Observó el sonrojo en el más joven que enredaba sus dedos en las hebras oscuras con delicadeza, era sorprendente que, a pesar de todo, la dulzura de Tsuna nunca desapareciese. Estaban a en medio de la sala, Hibari acariciaba la piel escondida, la cintura, la espalda, el abdomen quería memorizar cada caminito oculto, explorando cada lugar prohibido. Su lengua se deslizaba por aquella delicada piel, el cuello era demasiado sensible, mordió de nuevo la marca hecha con anterioridad escuchando un gemidito de placer. Hibari adoraba esa voz llena de vergüenza y deseo, la mezcla perfecta entre inocencia y lujuria, si eso seguía así… sería su perdición. Sintió las leves caricias en su propio cuerpo, aquellos dedos finos en su pecho y leves rasguños en su cintura, simplemente el calor aumentaba dejándolos con la mente en blanco

—Tsuna… — la voz del azabache retumbaba en su cabeza, hacía que su cuerpo se estremeciera. Su nombre tomaba una nueva forma, tanto como una caricia en su alma. Las manos del mayor hacían que su cuerpo ardiera, sintió las caricias en sus piernas y se aferró al cuerpo contrario con fuerza, tenía miedo de perderlo… y aun así decidió hacerlo. Al menos por esa noche se alejaría de tanto recato. Claramente sintió las caricias en sus muslos, un apretón fuerte en sus nalgas lo hizo jadear y sin dudarlo levantó sus piernas para envolverlas en la cintura contraria, friccionando sus cuerpos dándole placer a aquel hombre que logró despertar en él tantas emociones

—Kyoya… Kyo… – sintió como se lo llevaba a la habitación, pero… ese no era el lugar indicado, era otro – dijiste que me… tomarías en el sillón – apretó sus piernas un poco más sintiendo la erección creciente del azabache, gimió bajito cerca del oído contrario, incrustó sus uñas en la espalda amplia, quería enloquecer junto a su amante – Kyoya – mordió levemente el lóbulo ajeno. Sabía perfectamente que encender la chispa ocasionaría un incendio, pero eso no le importaba… estaría contento si se quemaba

—juegas sucio – el placer de esa pequeña acción lo hizo jadear, quería unirse con el cuerpo delicado, quería pervertir esa mente inocente, deseaba llevarlo a un mar de placer. Se ubicó en el amplio sofá apretando las caderas del menor para que la fricción entre sus hombrías lo hiciera gemir alto y lo logró, ese rostro ya no era angelical… sus labios semi abiertos mientras soltaba un sonoro gemido, esos ojos cerrados para disfrutar del placer, el rostro completamente rojo. Kyoya sólo podía sonreír al saber que era el único capaz de lograr tan maravillosa expresión – Tsuna yo te… — fue interrumpido con un beso demandante en donde su labio fue mordido con rudeza, no conocía ese lado del más joven, pero empezaba a gustarle

—Kyo…ya – su mente estaba en otro mundo, el calor que sentía era sofocante. Quería liberarse un poco, quería ser atrevido por una sola vez en su vida, quería ver el deseo en esos orbes metálicas, un deseo que él causó. Se apartó de pronto ante la confusión de su acompañante – quiero hacer… sentir bien a Kyoya – se arrodilló ante el mencionado aguantándose la vergüenza. Nunca había hecho algo así antes pero no quería tener arrepentimientos, no era el momento de dudar

—mgh… – ver aquella figura delicada a sus pies era demasiado para su autocontrol. Sintió claramente la torpeza con la que el castaño se acercaba a él, quitando cualquier obstáculo a su objetivo. Kyoya escuchó el zíper y luego solo el calor de la leve caricia en su piel – espera… no tienes que hacerlo – aunque estaba deseoso de sentir aquella boquita no lo obligaría a hacer nada que lo incomodara. Admiró la pequeña sonrisa que le era ofrecida y dejó que su conejito tomara el control. El deseo lo estaba matando, su miembro fue liberado y de inmediato acariciado por completo, tomado desde la base hasta la punta, movimientos lentos, tortuosos. El azabache se mordió el labio para resistir la enorme necesidad de detener al conejito y tomarlo de inmediato, penetrarlo con fuerza

—Kyoya… empezaré – sintió la necesidad de avisar simplemente para observar que expresión tenía el rostro varonil. Le gustaba

 

 

Kyoya tenía su mano cubriendo aquellos profundos ojos, la respiración agitada, era maravilloso. Tsuna le dio un leve apretón en la punta y su amante se tensó admirándolo con reproche. El castaño se relamió los labios antes de dar la primera lamida, disfrutando del calor de aquel acto. A la primera le siguieron muchas, besos pequeños en la extensión, logrando gruñidos bajitos. Jugó durante unos momentos hasta que sintió la caricia en sus cabellos, sopló en la punta antes de seguir, mordió ligeramente la piel sensible y chupó la punta con delicadeza. Pequeños movimientos en el cuerpo del mayor hicieron que Tsuna levantara su mirada solo para quedarse prendado de la imagen. Esos iris llenos de deseo, la respiración agitada, había logrado su objetivo. Engulló el miembro palpitante sorpresivamente, movimientos suaves de arriba abajo, su mano ayudaba a que ninguna parte quedara sin atención. Su lengua acariciaba el falo en cada movimiento, escuchaba los jadeos, gruñidos y eso lo incentivó a seguir con mayor empeño. Se concentró en su tarea, succionando la punta de vez en cuando, todo a un ritmo constante hasta que sintió como Hibari tomaba con delicadeza sus cabellos marcando un ritmo más acelerado y se dejó guiar.

Tsuna sentía claramente como el líquido pre seminal empezaba a brotar haciendo que un sonido bastante obsceno adornaba la sala, el sabor era único, un poco salado, un poco amargo no sabía cómo describirlo, lo único que importaba era que le pertenecía a su persona especial, solo eso necesitaba saber. Aceleró su ritmo a sabiendas que el mayor acabaría pronto, quería que se derramara en su boca, quería saber que él causó la explosión de placer. No tuvo que esperar mucho para sentir aquel líquido blanco invadir su cavidad, era un chico sin experiencia, pero se dejó guiar por sus instintos, al parecer lo había hecho bastante bien. Se apartó ligeramente sin poder evitar que parte de aquella esencia se derramara por sus labios. Bebió aquel néctar y recogió las gotas que se escaparon con sus dedos lamiéndolos como si fueran parte de un postre, todo ante la atenta mirada del mayor

 

 

—ah… mgh — un gemido ronco fue lo único que soltó al sentir su orgasmo llegar, ver aquella carita sonrojada mientras recogía el esperma que no había tragado fue demasiado hermoso ante sus ojos, con ello su autocontrol acabó. Levantó al menor para de inmediato recostarlo en el sofá, lo besó compartiendo aquel sabor, mientras le quitaba las prendas bajas hasta exhibir la blanca piel y el miembro erguido del más joven. Tsuna jadeó sorprendido al sentir la brisa en su intimidad y tal vez por la rudeza de aquella acción – lámelos – ordenó Hibari con desesperación, quería entrar de inmediato, pero no quería dañar a su pequeño

 

—en mi… pantalón… hay – no tuvo que completar sus palabras pues el azabache entendió claramente, pronto lo vio sostener aquel frasquito pequeño y derramar el contenido entre los dedos.

 

 

Tsuna percibió un poco más de esa sustancia fría deslizarse en su propia entrada, dio un pequeño brinco al sentir aquella sensación, el lubricante deslizarse por su piel lo hizo temblar. Un beso lleno de necesidad apaciguó el pequeño dolor que sintió al ser invadido por los habilidosos dedos del azabache, sus lenguas jugando entre sí con habilidad. Podía aferrarse, al contrario, pero en vez de eso deshizo cada botón de la camisa del azabache adentrando sus caricias hasta el pecho, abdominales y todo lo que pudiese tocar en el cuerpo contrario. Podía sentir su entrada siendo ampliada con dos dígitos y pronto se convirtieron en tres. Su cuerpo caliente estaba siendo invadido por una fina capa de sudor debido al calor exagerado, jadeó al sentir las penetraciones continuas de aquellos dedos sosteniéndose con fuerza del mueble en el que se encontraba recostado.

La lengua de su amante recorría su cuello y los dedos apretaban su pezón, demasiadas cosas para un solo momento, cualquiera perdería la cabeza y la decencia. Disfrutaba de escuchar los gruñidos, de observar el deseo en esos iris, de verlo relamerse los labios antes de volver a atacar su piel. Gemía sin control estremeciéndose al sentir que aquel punto era atacado uno y otra vez. Gritó el nombre de su amado una y otra vez mientras sentía llegar su orgasmo, arqueó su espalda cuando una electricidad recorrió su cuerpo de forma tan placentera. Arañó la suave textura del sofá con desesperación, tembló cual gelatina ante la oleada de placer y ese… no era ni el principio

 

 

—eres muy bello – verlo gemir su nombre, temblar de placer mientras lo preparaba hizo que de nuevo su miembro reaccionara. Lo penetró con sus dedos para hacerlo llegar al orgasmo y al verlo inundarse por aquella bruma no pudo soportar más. Abrió las piernas del menor ubicándose entre ellas, el lubricante ayudaría un poco a apaciguar el enorme dolor, después se disculparía, pero en ese momento solo quería estar dentro del más joven. Jugó con la entrada solo para obtener la total atención de Tsuna, pero no le dio tiempo a analizar la situación y lo penetró de una sola estocada. Cálido, apretado, simplemente glorioso, eran uno solo. Admiró un par de lágrimas escaparse de los orbes chocolates y las lamió para retirarlas – perdón… pero ya no aguantaba – no quiso hacerle daño, pero estaba completamente perdido en el deseo

—no… importa – susurró mientras se abrazaba al mayor, quería sentir su calor, su contacto, memorizar aquel rostro varonil sonrojado levemente.

 

 

Un par de gotitas se deslizaban por el cuello contrario, los cabellos azabaches se pegaban a la frente y esos iris… salvajes. Tsuna movió su cadera y así dio inicio a las embestidas lentas, sentía como sus entrañas se acoplaban al miembro duro y gimió sin vergüenza. Lo envolvió con sus piernas para que la penetración fuera profunda, mordió el cuello del azabache cuando sentía que la electricidad invadía su piel, cada vez más rápido, cada vez más certero. Tanto era el placer que experimentaba que de sus ojos resbalaban gotitas saladas. Unió sus labios para mitigar los vergonzosos sonidos que salían de su boca, respiraba con dificultad, escuchaba el chapotear, sentía como sus pieles chocaban y eso solo lo encendía más.

La presión en las caderas le daban a Hibari mayor impulso, tocaba el punto dulce de su pequeño con brutalidad. Tsuna no podía ver bien, era todo borroso, su miembro era atendido al mismo tiempo que su entrada. Podía sentir como era masturbado al mismo ritmo en la que era penetrado. Gritaba de placer, escuchaba los gruñidos profundos, y su segundo orgasmo llegó al mismo tiempo para ambos. Su cuerpo vibró, sus entrañas eran bañadas por aquella esencia cálida y su vientre era manchado por su propia esperma. Escuchaba sus respiraciones irregulares y temblaba ligeramente por tantas emociones y sensaciones unidas. Amaba a ese hombre, era lo único que importaba y se lo demostraría cuantas veces fuesen necesarias… después de todo tenían toda la noche. Incluso tenían la mayoría de su ropa puesta, pero sobre todo ello, tenían suficiente amor como para suplir la energía que les era arrebatada… esa era su noche especial

 

 

Continuará… 

Notas finales:

Espero que les haya gustado ^_^

Ahora les voy a contar algo, no se si ustedes escriben fics y no se si compartan lo que estoy a punto de contarles, me gustaría saberlo

Bueno el asunto es éste, cada vez que escribo un fic me envuelvo en la piel del protagonista tanto asi que siento cada emoción que necesito para la historia, ¿eso es raro? . La cosa es que cada vez que me deprimo por alguna parte de la historia, es decir cuando el personaje esta en depresión, la autora, osea yo, se deprime tambien y eso se ve reflejado en mis fics, y ahora mismo estoy pasando por algo así, al menos será hasta que termine los capítulos de otro fic que tengo en progreso (el nya que nos unió, no se si lo conocen)

Para que les cuento esto?, es bastante simple éste fic no está hecho para envolverse en drama o causarles tristeza o llanto, o algo por el estilo, si me arriesgo a seguir escribiendo los capis que faltan... pues será una especie de tragedia, asi que he decidido darme un pequeño descanso hasta terminar lo que tengo pendiente, no estoy segura de cuanto me dure, asi que les pido paciencia

O si tienen alguna idea para animarme y sacarme de este hueco emocional les estaría muy agradecida

 

Bueno sin más lata me despido

Ya saben cualquier sugerencia, critica, opnión es bien recibida

Besos!!!


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