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Ayudándote a superar tu claustrofobia por 1827kratSN

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El día estaba pactado, me sorprendí cuando me sacaron de mi habitación, muchos cables ligados a un computador y varios artefactos. Según escuché uno de ellos era un hacker, al parecer estaban muy bien preparados. Fuuta se hallaba en la cocina en el primer piso, yo estaba en el segundo, tenía que hacer todo lo posible para salir del lugar con todos ellos detrás de mí, y para eso ya planeaba algo. Al hablar con mi tío mi emoción me dominó, al fin podía escuchar su voz, le seguí el juego en lo que necesitara, tal vez podrían encontrar mi localización, pero el tipo de la computadora al parecer tenía todo controlado. Era el momento de la verdad. Un simple descuido por parte de mis captores me bastó para empezar su desastre

Mi primera acción fue arrancar los cables y desconectar uno de los aparatos. Me fue difícil hacerlo, pero al fin lo logré, claro que los odiosos me detuvieron a la mitad. Cuando lograron recomponer la señal supe que la única oportunidad que tenía era Fuuta. Como pude me defendí soportando el dolor que me causaba cada golpe, les grité de todo, les tiré lo que encontré, rompí la ventana a mi lado y salí corriendo del lugar. Sentí que todos me seguían, yo solo podía huir confiando en que lo demás estaría en manos del pequeño. Logré salir de la casa, admiré la siguiente vivienda y no lo pensé dos veces para acercarme a la puerta, entrar y asegurarla. Tenía que ganar el suficiente tiempo para que Fuuta lograra su acometido, decirle a Reborn nuestra ubicación.

Dentro de la casa había más gente y al verme, ayudaron a los demás a capturarme. Yo sabía que el castigo esta vez sería el doble de doloroso, pero no me importó, de hecho, les sonreía cuando me cargaron para llevarme de nuevo a mi celda, después de todo el pequeño Fuuta estaba en la entrada esperando a que me llevaran al segundo piso. Me sonrió ligeramente y supe que el trabajo estaba hecho

 

Cuando llegamos al segundo piso, fui lanzado con brusquedad y no pude evitar quejarme debido al dolor en mi hombro izquierdo que recibió todo el impacto. Escuché como aún tenían comunicación con mi familia, me asusté, no quería que escucharan el castigo que me iban a proporcionar. Admiré la sonrisa siniestra del lobo, un escalofrío recorrió mi cuerpo. Los golpes en mi estómago fueron dolorosos, golpeó mi rostro contra el suelo, apretó mi hombro ya lastimado y no pude evitar gritar debido a las sensaciones que eso me producía. Pronto sentí un dolor agudo en mi brazo, mis gritos lastimeros no paraban después de todo, fuese lo que fuese que estaba usando, hizo que mi sangre brotara. Sentía como mi carne estaba siendo cortada con algo, no sabía cuan profunda era mi herida, estaba asustado. Esos malditos no mostraban piedad y terminé desmayándome, tal vez por el pánico que sentí en esos horribles momentos

 

Desperté cuando estaba oscuro. Mi brazo me dolía así que instintivamente me lo apreté, sintiendo como unas vendas cubrían la herida reciente. Escuché un leve sollozo a mi lado, el pequeño había estado velando mi estado. Las lágrimas rodaban por sus mejillas, solo pude abrazarlo con cuidado para reconfortarle debido al mal momento

 

 

—estoy bien… ya pasó — tardé unos minutos en calmarlo, me partía el corazón pensar en la vida dura que mi acompañante sufría. Escuché como entraban a mi habitación verificando que hubiese despertado

—gracias al cielo que teníamos un médico aquí… ésta vez te pasaste de la raya, Lobo — peleaban entre sí debido al reciente suceso. Ahora sabía que ese hombre era un peligro andante. Apenas y logré comer lo que me dieron, sentía mi cuerpo un poco pesado, tal vez me habían medicado. Lo único que me alegraba, era saber que Reborn había recibido la dirección, pero por alguna razón yo no me sentía a gusto. Algo dentro de mi estaba inquieto, sentía que el viento traía malos augurios

—Fuuta… debemos irnos a primera hora… escaparemos sea como sea — algo me impulsaba a planear nuestro escape y la hora indicada sería la madrugada, cuando ellos aun dormían

—dime qué tengo que hacer — aunque Fuuta estaba asustado, ofreció ayudarme. Le brindé palabras de confianza pues sería nuestra única oportunidad

—di que vas al baño y busca las llaves de la habitación… ten cuidado para que no te vean. Tómalas y escóndelas en tu ropa — esa sería nuestro acceso a la libertad

 

 

Llegada la hora, el pequeño me dio las llaves que hurtó y las escondí debajo del colchón que usaba. Como siempre nos encerraron antes de dormir. Dejé que mi compañero descansara, yo me pasé planeando todo, pues a pesar de que todo estaba en mi contra, tenía fe que el plan funcionaría. Dormí un par de horas por el cansancio y cuando sentí que era la hora adecuada desperté a mi pequeño

 

 

 

—escúchame Fuuta… debes salir con cuidado. No dejes que te escuchen, escóndete cerca de la puerta y prepárate para correr en cuanto yo te llame. Debes estar muy pendiente – le expliqué al rubiecito perlado que me veía nervioso – tranquilo… todo saldrá bien

—está bien – abrí la puerta con sumo cuidado y vigilé que Fuuta bajara las escaleras mientras los dos tipos a cargo de la vigilancia siguiesen dormidos. Cuando sentí que el pequeño ya estaba a salvo cerca de la puerta y ningún ruido fue escuchado, me puse en marcha. Fue mi turno en salir.

 

 

Caminé con cuidado, observando con cautela mi alrededor. Quería bajar deprisa, pero cuando vi algo sobre la mesa decidí regresar. Era un arma junto con municiones, la tomé guardándomela en la parte de atrás de mi pantalón. Me sentía nervioso al tenerla conmigo, pero gracias a cierto tío mío, sabía perfectamente cómo usarla. Sentí como uno de los tipos empezaba a despertar y entré en pánico. Apenas le di la oportunidad de verme, ya que lo golpeé con la laptop, lo hice tan fuerte que el otro tipo también despertó, le di la misma dosis, pero éste era más resistente. Sabía que no podía derrotarlo con facilidad, tampoco podía darme el lujo de hacer ruido. Le apunté con el arma para callarlo y lo guié a la habitación amenazándolo para que hiciera silencio

 

 

—no serás capaz de disparar – habló un tanto divertido y yo solo sonreí antes de golpearlo con la culata. Cayó de forma pesada, parecía haberse desmayado

—idiota – para asegurarme le rompí el plato de mi comida en la cabeza, no me iba a arriesgar. Bajé con apuro haciendo el menor ruido posible, guardándome el arma en el proceso. El sol empezaba a iluminar todo, el tiempo corría y ni un segundo debía ser desperdiciado – Fuuta ven – el pequeño salió detrás de mí y corrimos entre las siguientes casas. Nos metimos en el almacén, sabía que tenían los autos ahí. Aseguré la entrada pequeña solo por si acaso y respiré hondo, aliviando un poco el peso que sostenía en mi cuerpo debido a la tensión

—¿Tsuna… qué haremos ahora? – me dijo el pequeño un poco tembloroso – ¿cómo saldremos de aquí?

—entra al auto – le ordené mientras apenas me fijaba que no traía una chaqueta siquiera y el frío estaba empezando a afectarme. Temblaba ligeramente al igual que Fuuta – no había llaves y agradecí al cielo que Reborn me había enseñado a conducir, entre otras cosas

—no tenemos las llaves – murmuró Fuuta mientras buscaba por los lugares posibles

—tu tranquilo – me agaché arrancando los cables del auto, después le agradecería a Reborn por enseñarme esas cosas, eso, aunque en un principio pensé que no serviría de nada. Seguí las instrucciones que mi tío me hizo aprender a la fuerza y pronto tenía el auto encendido – me parece que… robaremos éste vehículo – bromeé con mi compañero y escuché un grito en las afueras “SE ESCAPÓ” sabía que ya no había vuelta atrás. A la primera voz la siguieron otras y yo sabía lo que tenía que hacer – Fuuta agáchate, escóndete en la parte de atrás. No salgas hasta que yo te diga – corrí hacia el otro auto, abrí el capó y arranqué las mangueras que tenía al paso. Me dolía el brazo, pero me aguanté, solo seguí quitando las cosas del motor. Escuché el forcejeo en la puerta del almacén y supe que pronto entrarían por nosotros

—MOCOSO DESGRACIADO… DE ESTA NO TE SALVAS – trataron de abrir las enormes puertas delanteras que no había asegurado y se los agradecí. No quería esforzarme demasiado. Me aseguré de que Fuuta estuviera bien posicionado mientras me preparaba para arrancar – te haré algo más que esa simple herida

—PRUÉBAMELO – los incité para que se apresuraran a abrir aquellas puertas. Esa era mi vía de escape. Se me ocurrió algo, saqué el arma escondida, verifiqué las municiones y me preparé para la detonación. Saqué mi brazo herido por la ventana y apunté al suelo, justo donde se suponía que los malditos estarían. Me dolía el esfuerzo, pero pronto vi las sombras de aquellos. Disparé un par de veces, aceleré con brusquedad y me vi liberado de aquel lugar. Me gritaron maldiciones mientras se levantaban del suelo, al cual se habían lanzado para evitar las balas. Yo solo pisé el acelerador hasta el fondo, escuché un par de disparos al aire, pero no dejé de acelerar hasta que dejé de escuchar las voces de aquellos. Mi adrenalina estaba al cien por ciento cuando vi el primer camino de tierra, no me detuve ni siquiera a revisar cuan dañado estaba mi brazo, me dolía, pero eso era secundario

—¿estamos afuera? – la pequeña voz de pronto me hizo saber que no estaba solo

—ya puedes salir Fuuta. Ven, ponte el cinturón porque no pienso detenerme – le ordené ayudándolo para que se sentara a mi lado y se pusiera la protección necesaria – aun no estamos a salvo

—pero estamos fuera – sonrió el pequeño apretando el cinturón de seguridad

—pronto estaremos aún más lejos – le sonreí contento al ver como de a poco dejábamos ese lugar

 

 

Sabía que por el momento no me perseguían, seguramente nunca imaginaron que alguien como yo, que parecía inofensivo, lograra escapar. El único transporte que tenían, lo arruiné, me daría un poco de tiempo. Salí a una zona en la cual parecía que los autos transitaban con mayor regularidad y me desvié un poco hasta llegar a un pequeño tramo lleno de árboles a un lado del camino. Me bajé del auto y también saqué a Fuuta. Le quité las municiones al arma, la envolví con un pedazo de franela que los sujetos habían dejado dentro del vehículo y la lancé lejos evitando que Fuuta la viera. Tomé la mano del pequeño y de nuevo estaba en la carretera principal

 

 

—¿por qué dejamos el auto? – la pregunta del pequeño era buena, pero fácil de responder

—porque nos buscarán – le sonreí – necesitamos alejarnos, pero también evitar que nos atrapen

—¿pediremos aventón?

—sí, pero las personas que nos ayuden no deben saber nuestros nombres – le aseguré mientras cargaba al pequeño en brazos y le ordenaba que me quitara los vendajes

—¿por qué te las quito? – y a pesar de esa duda, Fuuta acató mi orden tirando aquellas vendas. A lo lejos vi un auto que transportaba costales, estaba confiado en que no eran mis captores y sonreí

—porque ahora hemos sido asaltados – le expliqué mientras empezaba a hacerle señas al auto para que parara – no digas nada y recuerda algo. Mi nombre es Antonio, el tuyo es Timoteo

—¿mentiremos?

—debemos hacerlo, porque solo podemos confiar en nosotros – sonreí débilmente mientras observaba el auto apenas unos pasos adelante

—eso sonará raro – susurró Fuuta mientras nos acercábamos al auto

—señor… gracias al cielo, ¿por favor puede ayudarnos? – el hombre tal vez tenía unos cuarenta años. Sonreí al escuchar su voz tranquila, al parecer tenía buen corazón

—sube muchacho, pero dime ¿qué te pasó? – me analizó con la mirada mientras yo trataba de no sonar tan nervioso

—gracias… muchas gracias – ingresé en el vehículo cargando al pequeño – acaban de asaltarnos, pensé que estaríamos aquí por horas

—Dios mío, la delincuencia está pegando fuerte – se asustó el hombre al ver mi brazo sangrante – te has hecho daño

—intenté negarme… fue un error, pero al menos mi hijo está bien – mentí y Fuuta me miró extrañado. Le besé la frente para indicarle que me siguiera el juego – ¿no es verdad Timoteo? – el pequeño asintió levemente mientras me abrazaba y se lo agradecí

—los llevaré a la ciudad, ahí te podrán atender… gracias al cielo que pasaba por aquí. Me alegra que estén bien – el hombre era gentil, sonreía con amabilidad. El camino se veía distante, pero ya estábamos seguros. Nadie nos seguía y en cuanto llegáramos a la ciudad podía desaparecer – pero parece que no eres de aquí…. Además, te ves muy joven como para tener un hijo

—todos me dicen lo mismo – me reí sonoramente al pensar que apenas estaba en mis veinte – creo que es la herencia de mis padres. Nunca aparentamos la edad que tenemos… pero tengo la edad suficiente. Vine a ver a los padres de mi esposa… soy de Toscana – mentí con apuro mientras sentía cierto alivio, ya que el hombre parecía creerme

 

 

Seguí inventándome cosas, manteniendo siempre el hilo de la historia. Mi ansiedad aumentaba mientras podía ver la ciudad acercarse y sonreí feliz al verme en un lugar concurrido. El hombre me acompañó a un centro médico e incluso me dio de comer, se lo agradecía enormemente ya que no sabía cuándo podría llegar a mi hogar. Intentó convencerme de que pusiera una denuncia, pero no lo creí conveniente, úes lo más inteligente que podía hacer, era desaparecer y no involucrar a nadie más. Así que me mesclé entre la multitud, refugiándome en la humilde ropa que me ofreció aquel gentil hombre para que me cubriera, al menos así podía ocultar mis facciones

 

 

Tenía la sensación de que me seguían, era mi paranoia aumentando. Hui de esa ciudad pidiendo aventón, las cosas se ponían feas debido a la falta de recursos para viajar, pero no podía darme el lujo de quedarme en el mismo lugar por mucho tiempo. Sabía que me estaban buscando, después de todo, yo era la fuente de oro de ese grupo. Me di cuenta que alguien estaba siguiéndome de cerca, un hombre alto de facciones marcadas. La primera vez que me atrapó me aclaró las dudas “no creas que puedes escaparte así de fácil, eres un obstáculo para nosotros”. Fue difícil deshacerme de mi perseguidor, con un niño en brazos las cosas se complicaban

Ni siquiera supe como lo perdí, pero me di cuenta que esto era más grave de lo que imaginaba. Nunca había visto a ese sujeto. Tuve que tomar medidas drásticas con el pasar de los días, no tenía recursos para subsistir, en público ese hombre me encontraba, era como jugar al gato y al ratón y yo… estaba siendo perseguido. Me sentí en una cacería y yo era la presa. Sólo me bastó una semana para comprender que alguien quería deshacerse de mí y en muchas ocasiones estuvo a punto de lograrlo. Ahora tenía que esconderme mientras también trataba de encontrar al culpable de todo esto y rezar porque mi familia no aceptase las exigencias de esos tipos a cambio de mi supuesta liberación


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