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Ayudándote a superar tu claustrofobia por 1827kratSN

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Notas del capitulo:

Holis

 

Gracias a todos/as los que me dejaron un review, jejejeje estoy feliz de que el fic esté siendo aceptado, me esforzaré en sacar capítulos un poco más extensos

 

1827Forever1827 incluiré tu sugerencia, me encanta la idea

 

Bueno ahora les dejo leer con tranquilidad 

 

 

 

—es un castigo – mencionó atacándolo de nuevo

—Hi—hibari—san…— el castaño trató de resistirse, pero pronto sus fuerzas le fallaron, dejando que los labios del mayor se movieran acariciando los suyos

—me has estado evitando – dijo mientras se separaba un poco y el castaño trataba de recobrar el aliento

—no es… así – se quedó observando los penetrantes ojos del azabache

—entonces… ¿por qué no tomas el ascensor, herbívoro? – habló con enojo mientras le robaba un beso simple

—usted… sabe que… no me gusta usarlo – trata de hablar el castaño mientras se aferraba a la chaqueta del más alto, sentía sus piernas temblar

—te ayudaré – Hibari rodeaba la cintura del menor con su brazo para acercarlo de nuevo, el corazón del pequeño saltó fuera de su pecho instantáneamente

—nos pueden ver y… malinterpretar las cosas – el castaño se zafó del agarre y salió del aparato cuando las puertas se abrieron. Quería huir de esa situación rápidamente, la única forma era entrar a su casa, pero – este no…

—es el piso 7 – dijo el azabache mientras salía del ascensor y las puertas de éste se cerraban

—Yo… Hibari—san…— su respiración era agitada por el resiente beso y no podía razonar muy bien –alguien puede…

—nadie vendrá, este piso solo lo ocupo yo – Hibari sonrió acorralando a su presa que se presionaba contra la pared

—¿por qué me hace e-esto Hibari-san? …— su cuerpo temblaba ligeramente ante la oleada de emociones y sensaciones, vergüenza, temor, emoción, felicidad, calor, escalofríos

—¿no es obvio? – el más alto sonrió de medio lado mientras colocaba uno de sus brazos alado de la cabeza del menor que lo veía sin entender – te estoy reclamando como mío

—¿suyo?... ¿pero qué dice? – esas palabras resonaron en su mente una y otra vez

—eres mío Tsunayoshi – las palabras sonaban profundas, al escuchar su nombre el menor se estremeció, sintiendo como de nueva cuenta un brazo lo rodeaba por la cintura y lo pegaba al cuerpo de Hibari, el castaño solo pudo aferrarse al pecho del más alto

—Hibari-san…— la réplica se cortó al sentir como de nuevo era atrapado por el cazador. Un nuevo beso dio inicio, uno posesivo, lleno de necesidad, robándole cada bocanada de aire que tenía y él… solo pudo aferrarse para no caer, sus piernas empezaban a temblarle y su cabeza le estaba dando vueltas, los labios del mayor lo guiaban y él apenas y podía corresponder torpemente, al final se dejó llevar por el momento

—No vuelvas a evitarme – ordenó mientras el castaño trataba de respirar con calma al verse liberado – usa el ascensor, Tsunayoshi

—Tsuna…— mencionó el menor mientras volvía a controlar su cuerpo – me gusta… que me llamen Tsuna

—Kyoya, a partir de ahora llámame así – ordenó mientras soltaba el agarre al castaño, y lo tomaba por el mentón observando esos hermosos ojos chocolate – ¿quedó claro?

—si Hi… Kyoya – el azabache sonrió levemente al observar al pequeño sonrojado y agitado

—a partir de ahora eres mío Tsuna, nadie más te tocará o besará – declaró ante un ruborizado castaño que no podía articular ni una sola palabra

 

 

El celular del menor sonó cortando el extraño suceso en el piso 7, en seguida contestó “¿Dame—Tsuna en dónde estás?, hace mucho que debías llegar”, el enojo del hombre de patillas era evidente, y de inmediato Tsuna regresó a la realidad sintiendo pánico por el regaño que se le vendría encima “estoy por llegar solo me falta un piso” dijo nervioso para después colgar y girarse a ver al mayor que se mostraba enfadado por la interrupción

 

—No lo olvides lo que tienes que hacer a partir de ahora, Tsuna – le dijo con seriedad mientras le robaba un último roce

—e—está bien, hasta mañana Hi… Kyoya…— sonrió levemente mostrando un pequeño rubor y en seguida salió huyendo por las escaleras al piso de abajo

 

El azabache estaba satisfecho por la sumisión del castaño, por ahora eso le bastaba, después tendría tiempo para devorarlo con calma y enseñarle quien era su actual dueño. Sus órdenes eran absolutas y ni siquiera el pequeño conejito osaría en contradecirlas, al menos ese era el plan. Se adentró con calma a su departamento notando una leve presencia escondida en algún lugar, ni siquiera se molestó en mirar a esa persona y solo gruñó “Fong ni se te ocurra entrometerte en mi vida, lárgate”  siendo descubierto el mencionado solo salió de su escondite mientras suspiraba “Eres mi hermanito menor, mi deber es cuidar de ti”, pero no recibió respuesta y solo escuchó el portazo que daba el menor de ellos y procedió a tomar el ascensor para regresar a su hogar, “No deberías jugar con el pequeño” pensaba mientras un pequeño toque de celos lo invadía. Por algo eran hermanos a pesar de su carácter diferente, a Fong también le había atraído la ingenuidad del pequeño que lo saludaba y trataba con cortesía y amabilidad

 

 

Tsuna bajó las escaleras con prisa, la experiencia que tuvo hace apenas unos minutos lo dejó demasiado aturdido. Antes de entrar a su departamento se dejó caer en el suelo un momento para recuperar el aliento y retomar la cordura que había perdido en brazos del azabache. Ese hombre le provocaba sensaciones nunca antes experimentadas, se acababa de dar cuenta que no era una sensación de miedo lo que le producía Hibari—san, más bien era algo mezclado entre curiosidad, vergüenza e inseguridad. Al menos eso era lo que se le venía a la mente en esos momentos. Dejando todo de lado respiró profundo tratando de quitarse el rubor de las mejillas y sonriente como siempre ingresó a su hogar, en donde un azabache de patillas lo esperaba con el ceño fruncido. Había tardado más de lo que pensó y el regaño sería inevitable “¿dónde diablos estabas dame—Tsuna?” con esa frase empezó todo, el castaño trató de darse a entender “estaba saliendo del trabajo y bueno… me perdí, tarde un poco en ubicarme y regresar a casa”, el azabache se rió bajito ante la estupenda explicación, molestó un poco al castaño y dejó de lado el tema

Tsuna agradeció que el regaño no se extendiera ya que así podría meditar con calma lo que Hibari… es decir Kyoya le había hecho y dicho. ¿Cómo diablos iba a obligarse usar ese maldito ascensor todos los días? ¿Llamarlo Kyoya? ni siquiera podía plantearse la idea de hacerlo sin tartamudear. ¿Por qué dejó que lo besara? ¡Hasta le correspondió! ¿Por qué lo declaro de su propiedad? Él no era ninguna cosa o algo así… ¿Por qué se fijó en él? Y la más importante ¿Qué sentía por ese hombre? No se lo había planteado antes. Ya en su cama se aferró a la almohada, sus planes de una vida sencilla se fueron por el caño y ahora solo esperaba que el día siguiente no fuera más extraño de lo que había sido ese

 

 

 

Dulces sueños…

 

 

 

Despertó antes de que su alarma sonara lo cual era malo muy malo, eso significaba que tenía tiempo de pensar y la única cosa que se le venía a la mente era el ataque del día anterior. Los labios de Hibari—san moviéndose encima de los suyos, corresponder torpemente y disfrutar del momento mientras sentía su cabeza dar vueltas, dejar que la fragancia del mayor se arremolinara alrededor de él, sus brazos fuertes rodearlo. Instintivamente se ruborizó y escondió su rostro entre las sábanas en un intento de huir de la realidad, le había gustado ser atacado de esa forma, y en el fondo deseaba que se repitiera

 

 

Reborn se había dado cuenta del estado de su sobrino al ingresar al departamento, ropa desordenada, un leve rubor, su respiración calmada a pesar de que “había subido por las escaleras”. A él nadie lo engañaba, la más clara muestra de la mentira era los labios rosados, un poco hinchados y el aroma leve a un perfume que no conocía. Las cosas le parecían demasiado interesantes como para interrumpirlas así que se limitó a no interferir hasta que fuese el momento indicado, tal vez podría sacar provecho de aquella situación

 

El desayuno fue normal, entre burlas del mayor y pucheros del menor ante las inminentes bromas acerca de su torpeza, cada uno se dirigió a su oficio siendo Reborn el que se fuera primero. El castaño al quedarse solo, meditó un poco en cómo iba a actuar, salió como siempre y nada daba indicios de que Hibari—san se enterara que planeaba bajar por las escaleras. Si mal no recordaba las únicas veces que lo veía era cuando salía tarde en aquellas mañanas caóticas, así que, contradiciendo las órdenes del mayor, bajó por las escaleras sin apuro alguno

 

—Buenos días, Sawada—san…— un hombre gentil de las mismas características de Hibari saludó al castaño con amabilidad mostrando una sonrisa

—Buenos días, Fong—san. Me sorprende verlo por aquí – mencionó el castaño contento por toparse con aquel hombre que emitía un aura de paz, aunque su parecido con Kyoya fuera tan evidente decidió no complicarse y actuar con normalidad

—solo me dirigía a la planta baja, me gusta tomar las escaleras y moverme un poco – bromeó con gentileza

—yo lo hago para evitar el ascensor – reía el castaño con inocencia escondiendo un leve rubor en sus mejillas

—¿por qué haces eso? – Fong había visto a Tsuna usar las escaleras todos los días y siempre se preguntó la razón

—pues es que…— dudó en contarle el vergonzoso problema

—tranquilo, si tienes algún problema te puedo ayudar

—¿ayudarme? no creo que se pueda – mencionó un poco avergonzado al tener recuerdos de la última persona que quiso ayudarlo de una manera… un poco diferente

—si me lo dices, tal vez pueda hacerlo

—pues… tengo claustrofobia y no me gusta estar en lugares tan estrechos

—ya veo… sabes, la mejor solución es comenzar a convencerte a ti mismo para poder enfrentar tus miedos – habló con calma mientras descendía junto con el castaño

—eso suena difícil

—no lo es, si meditas un poco, tu mente puede cambiar de forma por así decirlo

—no se me da bien la meditación – recordaba que su tío intentaba enseñarle y terminó con chichón debido al castigo por haberse quedado dormido

—puedo enseñarte si quieres – ambos hombres llegaron a la planta baja sonriéndose con amabilidad y siendo recibidos por quien menos esperaban

—Herbívoro – esa voz profunda estremeció al pobre castaño y puso en alerta al mayor

—Hi—Hibari—san… yo este…— ¿cómo explicar que había incumplido con la orden del día anterior?

—Oh Kyoya – habló el hombre más alto mientras sonreía – no esperaba verte tan temprano por aquí

—mi asunto no es contigo – Hibari estaba enfadado, no le gustó la linda sonrisa dirigida hacia su hermano, solo observaba a Tsuna que empezaba a aterrarse y temblar levemente

—¿no cambiarás, verdad? – suspiró Fong

—tsk… Tsuna me desobedeciste – dijo ignorando a su hermano mientras se acercaba un par de pasos

—yo… yo… este – ¿Acaso no podía tener una mañana normal? aunque él de verdad tenía la culpa, desobedecer a Hibari era su condena

—no asustes a Sawada—san, Kyoya debes ser más amable – le reprochó el hermano mayor mientras observaba al menor

—no te metas en lo que no te incumbe – se acercó al menor tirándolo de la muñeca lo sacó de ahí

—Kyoya no lo maltrates

—silencio herbívoro, mi asunto no es contigo, será mejor que no nos sigas – fue la advertencia que le lanzó antes de empezar a caminar mientras literalmente arrastraba al pequeño castaño consigo

—Soy tu hermano mayor, se supone que debo vigilarte

—ya no soy un niño – Fong trató de detenerlo, pero este ni caso le hizo y presuroso desapareció junto con el castaño. Sabía el mal carácter de su hermano menor y por ahora se mantendría al margen

—¿hermano mayor? – ahora el castaño entendía el porqué del parecido, pero al sentir el agarre sus nervios regresaron

—Hibari—san espere, ¿a dónde vamos? – habían salido del edificio y ahora estaba caminando hacia la parte de atrás

—¿Qué pasó con las ordenes que te di? – al fin lo soltó cuando estaban cerca de la entrada al parqueadero subterráneo

—yo, es que… no pude hacerlo

—no me gusta que me desobedezcan

—pero yo Hibari…— el mayor lo calló de la manera más conveniente, un beso y una pequeña mordida en el labio del castaño que gimió de dolor e impresión

—que te dije sobre llamarme así – la mirada del azabache se oscureció, era penetrante tanto que el castaño se sintió avergonzado y el rubor de sus mejillas hacía una aparición

—lo siento – sus palabras sonaban temblorosas, solo pudo tocar sus labios y acariciar la zona adolorida

—tendré que castigarte – declaró logrando que el castaño lo mirara con confusión

—Hi… es decir Kyoya—san, yo…— no sabía cómo huir el mayor se le acercaba lentamente y él solo retrocedía un par de pasos – llegaré tarde…

—Te llevaré y llegarás a tiempo – dijo mientras acorralaba al menor en la pared más cercana – odio que la gente no llegue a tiempo a sus compromisos – susurró en el oído del pequeño que tembló ligeramente

—pero yo…— sintió el aroma del mayor, empezaba a confundirse – no quiero molestar

—te acabo de decir que lo haré – el azabache no dudó en rodear al castaño con uno de sus brazos y acercarlo – pero primero te castigaré, pequeño herbívoro – sus palabras eran roncas, susurradas suavemente en el oído del menor que solo suspiró ante el agradable calorcito que sentía en su cuerpo

 

 

El azabache tomó los labios del menor sin preguntar, movió sus labios encima de los del castaño que lentamente empezaba a corresponderlo. Disfrutó del temblor en el cuerpo delgado de Tsuna, mordió de manera agresiva el labio del más bajo que gimió de dolor separando sus labios e intentando emitir algún sonido de dolor, pero su intento fue en vano ya que Kyoya metió de improvisto su lengua explorando su cavidad con descaro. Tsuna se sintió extraño al sentir la lengua contraria que acariciaba la suya invitándola a moverse también. El pequeño castaño no tenía experiencia alguna y no sabía lo que debía hacer, pero torpemente imitó los movimientos del contrario mientras se aferraba al más alto en busca de soporte. El azabache lo mordió un par de veces más y aunque pareciera extraño al pequeño le gustaba ser sometido, era un poco doloroso, pero hacía que su cuerpo se tensara y se rozara con el del mayor. Kyoya estaba más que complacido con las reacciones del más joven, solo se separó cuando Tsuna rogaba por aire suspirando agitadamente entre el beso. Al separarse vió la belleza de aquel chico, sus mejillas rojas, la respiración agitada, sus ojos cerrados y sus labios rojos por las acciones anteriores mostrándose un poco brillantes debido a sus salivas mezcladas

 

 

—tu eres mío – dictó el azabache mientras soltaba al menor que se apoyó en la pared tratando de respirar normalmente. Tsuna no podía contestar y en cambio con el extremo de sus dedos delineaba sus propios labios húmedos, los sentía hormiguear un poco – tal vez debería marcarte para que todos se enteraran de que soy tu dueño ahora

—mi dueño…— mencionó el castaño sorprendiéndose y volviendo a la realidad – usted no es mi dueño – su respiración volvió

—claro que lo soy, herbívoro

—no es así – por Dios él también era un hombre y no iba a dejar que alguien le quitara su libertad y menos a alguien que se atrevió a atacarlo en uno de sus momentos de debilidad – no soy una cosa que usted pueda poseer

—hmp… —otra sorpresa ¿desde cuándo ese pequeño conejo podía transformarse en un león? – te lo he dicho…

—me niego Hibari—san, usted puede ocasionar muchas reacciones en mí, pero jamás permitiré que me controle a su antojo – incluso Tsuna estaba sorprendido del repentino ataque de valor del cual era víctima – con su permiso…— se giró dispuesto a irse, estaba enfadado

—Herbívoro, no te atrevas a darme la espalda

—pues como le parece que lo estoy haciendo – cada palabra reflejó el enfado del menor mientras seguía su camino sin siquiera voltear a ver al hombre que dejaba atrás – que tenga un buen día, Hibari—san

—Tsk…— jamás esperó que alguien lo contradijera de esa forma, se enfadó en un principio, pero cuando el castaño desapareció de su campo de visión y su enfado se desvanecía, susurró – parece que me divertiré contigo, Tsuna – una sonrisa de lado se mostró en su rostro antes de retirarse para cumplir con sus deberes

 

 

Por otro lado, Tsuna no pudo hacer más que caminar con prisa para alcanzar al tren que lo llevaría a la universidad, cuando tomó asiento sintió como toda la valentía de hace un rato se desvanecía

 

 

“¿cómo pude hablarle así a Hibari-san?”, se recriminaba mientras escondía su rostro entre sus manos. Había disfrutado tanto del contacto con el mayor que sus sentidos se habían dormido, el beso fogoso le causó escalofríos y algo de placer, pero por otro lado el enfado le llegó también. Él era un hombre y como tal debía mantener su orgullo, eso le había sido enseñado por Reborn desde que era pequeño. No se dejaría dominar por nadie… a pesar de que ese alguien fuera aquel hombre alto, imponente, guapo y sexy que le provocaba extrañas sensaciones y… ¡Pero en qué estaba pensando! su conciencia le gritaba que se detuviera

 

 

Continuará……

 

Notas finales:

Aclaro que para mi los ukes no deben ser extremadamente  sumisos, son chicos después de todo, dentro de ellos deben tener cierto lado salvaje jajaja 

Ustedes que opinan?

 

Espero que les haya gustado

 

Nos veremos pronto

^_^


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