Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Piezas de recuerdos. por MissLouder

[Reviews - 3]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

III

CIÉNAGA.

—x—

Caminaron entre los resquicios de la isla de Kanon, perdidos entre la zona selvática con un calor que parecía asarle los talones. Ése calor que se les adhería a la piel con ese viscoso brillo. Ambos jadeaban, y parecía que con el peso de sus ropas y las pandoras box se arrastraran como babosas cargando toneladas.

—Busquemos descansar un poco —dijo el italiano deteniéndose a absorber a la fuerza el aire que se negaba entrar.

No hubo disconformidad en su compañero, que empezó a buscar con la mirada un espacio de reposo. Le llamó con un tono algo raspado, por la increíble sed que tenía pero su compañero forzadamente le escuchó. Manigoldo guió su vista a donde le indicó su parabatai con el dedo, y apenas una sonrisa se formó.

—Vamos.

Era un pequeño camino que se formaba en medio de una arboleda. Como último esfuerzo, caminaron hasta ese camino buscando un lugar idóneo para reposar sus agotados cuerpos. Gracias el calor, la gravedad era más densa, y con las articulaciones cansadas creían que podían caer desmayados a causa de la misma deshidratación.

Después de unos pasos más, pareciendo como si caminaron por horas, una pequeña ciénaga se mostró ante ellos.

—¡Wow! —exclamó el italiano—. Bendita sea Athena que oyó mi oración.

Albafica sonrió un poco, y siguió a su compañero hacía la manta de agua.

El lugar reposaba de una sombra agradable, y cerca del agua habían un par de inmensas piedras que gozaban bajo la sombra de un gran sauce. Se sentaron ahí, dejando reposar un poco sus cuerpos. Manigoldo observó a Albafica, tenía los ojos cerrados y el rostro perlado a causa del sudor, se había desabotonado un poco la gabardina y jadeaba un poco.

—¿Estás cansado? —le preguntó, teniendo casi los mismos síntomas.

—Tengo sed —contestó sin mucho ánimo. Miró la ciénaga unos segundos, antes de regresar la vista a su parabatai—. ¿Crees que se pueda beber?

Pero Manigoldo ya se había quitado las botas y la casaca, corriendo por la pequeña pasarela de madera y se lanzaba de lleno a la laguna.

—¡Jerónimo!

Un gran chapuzón se dio, salpicando el agua a chorros después de ese grito.

—Ya no. —se dijo para sí, con una sonrisa.

Observó la laguna en silencio. Pasaron minutos, y Manigoldo no salía del agua a tomar aire. Se levantó de la piedra y caminó por el muelle sobre la ciénaga, viendo el agua tranquila, con sus hojas de loto flotando sobre ella.

—¿Manigoldo? —le llamó, sin ver onduladoras sobre el agua, ni siquiera burbujas de respiración—. Manigoldo, más te vale que estés bien, porque ni sueñes que me meteré a buscarte.

Una mano atravesó la madera de la pasarela, tomando el tobillo de Albafica, siéndole imposible reaccionar para cuando sintió la presión jalarle hacia el lago.

—¡Nooo!

Su cuerpo se vio arrojado y sumergido a las profundidades de la ciénaga, sintiendo la conformidad del agua fría refrescarle el cuerpo. Sacó la cabeza del agua, después de ser sumergido en la laguna.

—¡Ouch! —se escuchó a tiempo que su cabeza se estrellaba. Estaba bajo el muelle.

Pequeñas gotas caían sobre sus cabezas, y finalmente, frente a él salió la cabeza del italiano sonriendo. Albafica le miró con cierta molestia.

—¿No crees que ya estamos muy grandecitos para estos juegos?

Manigoldo empezó a reír y chapoteó el agua salpicándole la cara.

—Para nada —respondió soltando una carcajada. Lanzándole más agua al rostro, y ganó otra mirada de advertencia—. ¿Qué pasa? ¿Temes perder?

Y más agua. Albafica se cubrió el rostro con el brazo, cerrando los ojos.

—No seas inmaduro. —También le salpicó el rostro, y ahí sin que ambos supieran, una pequeña guerra de agua inició.


IV.

CHOCOLATE.

—x—

Habían regresado bastante tarde de su pequeña misión, donde Manigoldo antes de tocar el monte de las casas arrastró a su parabatai al comedor de los reclutas. Atravesaron los pasillos en completo silencio, las antorchas estaban encendidas iluminando con color opaco las paredes empedradas.

Más allá se vio una puerta abierta, donde un hilo de luz salía del borde anunciando que alguien había allí. Manigoldo sin el más mínimo ápice de respeto, abrió la puerta en par, pegando un grito estelar.

—¡Celia! —llamó a la cocinera, pero no recibió respuestas. El pequeño recinto a pesar de estar iluminado, estaba vacío.

—No hay nadie aquí. —acotó Albafica, cruzado de brazos en el umbral de la puerta.

Con un bufido, el italiano caminó dos pasos más en la cocina encontrando en la barra una pequeña bandeja de plata. Se acercó curioso y quitó la tapa encontrando unos brownies servidos. Había una pequeña nota dejada a un lado, donde el santo la tomó y la leyó.

"Para Manigoldo de cáncer-sama"

El santo pegó un gritito de emoción, y miró a Albafica sobre el hombro quien le miraba con una ceja alzada.

—¿Para esto me arrastraste? —preguntó con matiz molesto y aires de tendencias homicidas.

—¡Claro! —Se acercó al pisciano, ignorando su aura asesina y lo jaló de la muñeca para que entrara a la cocina—. ¡Vamos a comer!

Albafica se soltó del agarre, y se detuvo frente a su parabatai.

—No, gracias. —Miró la bandeja, y luego la nota—. Odio el chocolate.

—¿A qué clase de bestia sin alma no podría gustarle el chocolate? —Vio a Albafica horrorizado.

Éste se encogió de hombros, e iba a dar vuelta para cuando Manigoldo le detuvo por la muñeca.

—¡Al menos pruébalo! —insistió con hartazgo.

—Comer cerca de ti, es peligroso —le recordó, volviendo a soltar el agarre que se cernía en su muñeca—. Ya te lo he dicho.

—Y yo te he dicho, que basta de decir estas estupideces. —Sin darle la tregua para nada, le tomó las caderas en un repentino ataque de euforia y lo sentó en la barra de la cocina. Albafica asombrado, le miró entre molesto e incómodo.

—No te detendrás hasta que te haga daño, ¿verdad?

—¿Ah? —se escuchó un balbuceo, y cuando le buscó el rostro para verle, Manigoldo tenía la boca llena de brownies, quien tragó con fuerza y le sonrió—. ¿Dijiste algo?

Un fuerte suspiro se haló hacia fuera de los pulmones del pisciano. Observó a su compañero que, con las mejillas llenas de comida, daban la sensación que hacía un puchero y eso le causó un poco de gracia. Teniendo migajas cerca de los labios, sus dedos se encaminaron hasta ese rostro moreno y removerle los trocitos del ponqué. Manigoldo sintió la sangre helarse, al sentir los dedos de su parabatai rozarle la piel.

—Olvídalo —ratificó, aún con la mano en la mejilla sobre el rostro de su compañero—. Supongo que no me dejarás ir, ¿verdad?

Manigoldo ladeó la cabeza y le besó la palma.

—Vamos, pruébalo —persistió, y al ver la mueca de disgusto en Albafica, sonrió, y tomando otro trozo del ponqué se lo llevó a los labios—. Quizás te guste de esta forma…—dijo en cuanto se acercó a los labios de su parabatai.

Sin poder detener el impulso, se acercó también y probó el dulce directo de los labios de Manigoldo. El ponqué se deslizó hacia su lengua saboreando la esponjosidad y dulzor despertarle los gusto palpítales, siendo acompaña por un sabor más reconfortante como lo eran los labios del italiano.

Después de saborearlo y tragarlo, la boca de su parabatai seguía sobre sus labios probando el vestigio del dulce del chocolate que delineó sus comisuras.

Besos dulces con sabor a muerte. Pensó.

—Supongo que me gustan más de esta forma —Sonrió y volvió a besarle después de tomar otro trozo del ponqué—. ¿A ti no, Alba-chan?

Albafica pensó que si el chocolate podía ser así de gratificante desde los labios de Manigoldo, no le importaba comerlos más seguido.

Notas finales:

Dedicación: Soy mujer de pocas palabras a la hora de felicitar, pero si soy exigente al elegirlas. Feliz cumpleaños cariño, gracias por tu apoyo, afecto y gran cariño hacia mí. Te deseo lo mejor que pueda darte éste jodido mundo, y que hoy y siempre te motives a superarte y cofcofpasarleaRamoncofcof estoy segura que personas como tú son pocas, con ese corazón tan grande que no te cabe en ese pecho. Gracias por tus preciosos detalles, y tu presencia cada vez que la he necesitado. No sé cómo agradecer cada cosa que has hecho por mí, a parte de un gracias (¿? :v ok, no. Pero sinceramente estoy feliz de conocerte y que desgraciadamente me has conocido (¿ jajaja mentira. Espero que puedas hacer tu proyecto de paneles solares y un día conquistes el mundo como el mayor piensa en verde (¿?) xD quizás sea broma, pero por personas como tú, es que todavía hay esperanza en la sociedad. No cambies tesoro, y hoy y siempre, gracias. Un abrazo para ti, *en puntillas porque desgraciadamente eres un hijode #€%&/! demasiado alto* Te quiero mucho, y espero que pases un gran cumpleaños. Espero poder ver tus mejores años y ver como alcanzas las estrellas; disfrutaré cuando le des a tu padre el velero que tanto deseas darle y fotos para el Facebook irán de mi parte jaja Sonríe a pesar de las caídas, y demuéstrame que tan lejos puedes llegar pese a lo duro que ha sido, porque para poder llegar a la cima; hay una gran línea que atravesar. Es tu hora de subir.

Te quiero.

Con mucho amor.

¿Siempre tuya? Jajaja –quiero terminar mi Milo x Camus ;w;–

Issi.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).