Salieron de las estancias reales, Legolas le relataba todo lo acontecido, desde su llegada a Rivendell, la aparición del anillo único y la formación de la comunidad del anillo a la cual decidió pertenecer en representación del reino de Mirkwood (y aunque quisiese negarlo, para acompañar a Aragorn) la caída de Mithrandil y el viaje hasta el bosque negro.
─todo se puede esperar en la tierra media─ caminaba junto a un ventanal que daba a los terrenos de entrenamiento, el sonido de las espadas chocar llamo la atención del elfo menor, una sonrisa surco inconscientemente sus labios, mientras un muy conocido brillo para Thranduil se acrecentaba en los ojos azules de su hijo, suponiendo a quien veía se acercó a observar, y valla que no estaba equivocado, en medio de la arena, Aragorn demostraba sus cualidades de lucha.
Legolas se encontraba absorto admirando al mortal luchar, más una mano en su hombro lo hizo volver a la realidad, apenado por su tan obvio comportamiento, bajo la mirada. El rey elfo suspiro pesadamente.
─Ada…yo... ─
─no me des explicaciones ahora, no te diré nada que no sepas ya, Estel está comprometido con la nieta de esa Noldor─ Legolas arqueo una ceja ante el tono despectivo que había usado su padre. ─ no deseo que sufras, mi bello elfo, sabes que somos inmortales, pero una herida en el corazón es más dañina que le veneno más letal, nos puede matar de tristeza─ el menor abrió los ojos con sorpresa, su padre lo sabía─ he vivido mucho más que tú, ¿Cómo no reconocer ese brillo en tus ojos? Por los Valar, tendría que estar ciego─
─pero es que…esto es totalmente nuevo…diferente a un amor fraternal, Ada no sé cómo controlarlo….─
─sé que sabrás como hacerlo, eres mi hijo, cuando todo esto termine solo tendrás que volver a tu reino, dejar los sentimientos atrás, en un recuerdo y veras como estos se esfuman, como un soplido─
No supo si tomar aquellas palabras como unas de aliento o amenaza, pero la mirada tranquila de su padre le inspiraba confianza.
─como ordenes Ada, tratare de sobrellevarlo─
Y sin más que decir el Rey se retiró dejando a un pensativo elfo…uno que se debatía entre lo correcto y ese sentimiento en su pecho. Fue así como lo encontró Boromir, el cual quedo embelesado con la belleza que irradiaba aquel ser.
─ ¿Qué es lo que lo mantiene tan absorto, mi señor elfo? ─
─Boromir…no es nada… solo pensaba en lagunas cosas…cosas sin importancia ¿Por qué no bajas? El banquete ya está servido─
─lo hare si me concede el honor de acompañarme─
El elfo accedió y sin mucho que compartir llegaron al comedor sin duda había mucha comida, exquisita y exclusiva comida, sentado en la punta su padre lo esperaba, despidiéndose de Boromir y regalándole una sonrisa a Aragorn (la cual no pasó desapercibida para Thranduil) se sentó al lado del Rey elfo.
─que el descanso que le ofrece mi reino les ayude a recuperar energías, para el largo viaje que nos aguarda─ hablo Legolas
─pueden comer de este banquete sin temores, hoy son invitados de este reino─ secundo Thranduil.
La cena transcurrió sin mucho que decir, los medianos era la alegría de la mesa mientras el rey no dejaba de ver a Boromir y Aragorn, el primero no dejaba de lanzarle miradas más que amistosas a su hijo y el segundo…pues tampoco le agradaba esa mirada.
Cuando Boromir busco los orbes azules se toparon con las grises del rey, casi se atraganta al notar que estas le lanzaban una advertencia. Aragorn trato de no atorarse con el vino al ser testigo de la cara de espanto que puso el gondoriano y si no quería otra para el opto por comer y ni mirar tanto a Legolas.
Fue una agradable estadía, un suspiro entre tantos problemas que la guerra había desatado. Partieron al medio día de la mañana siguiente escoltados por una pequeña comitiva que los acompaño pasado los campos Galdios hasta el Anduin.
Lothlorien
“”─ Lorien ¿viajaran a tierras Noldor? ─
─así es Ada, Aragorn está seguro que la dama Galadriel y el señor Celeborn nos serán de ayuda─
─solo te pediré discreción, ion nin, y no te acerques demasiado a esa Noldor y su esposo─
─pero Ada…─
─ ¡Legolas! ─la mirada que le dedico el monarca, más la represiva voz creo un respingo en el elfo ─ solo obedéceme, yo sé por qué lo digo─
─como ordene, Ada─”
Legolas rememoraba, buscando algún indicio al notable nerviosismo e incomodidad que producía su viaje a Lothlorie a su padre, pero… ¿Qué podría ser? Sabía bien que su padre no tenía una muy buena relación con los demás reinos, pero sobre todo con el de la dama Galadriel, a la cual no dejaba de llamar despectivamente “Noldor”. Se encontraban ya en los lindes del bosque dorado, sonreía al escuchar a Gimli decir que una bruja elfo habitaba aquel bosque, sin duda su padre hubiese, por primera vez en edades, estado de acuerdo con un enano, para cuando reacciono se encontraban rodeados.
─Haldir, Mae govannen─ saludo Aragorn, pronto las flechas bajaron.
─Mae govannen, Aragorn, Legolas─ desvió su mirada a la comitiva─ la dama Galadriel los espera─
El paisaje era hermoso, sin duda no era llamado “bosque dorado” por nada, del más alto talán bajo la bella elfa Galadriel y su esposo, el sabio Celeborn.
“bienvenido, joven príncipe de Mirkwood, es todo un honor tener a la joya dorada del bosque negro en mi reino” escucho en su mente la delicada voz.
“tu corazón esta confuso, la duda lo embarga al igual que la culpa, buscas una respuesta en vano, si dispersas la niebla que abruma tu corazón hallaras lo que buscas, guíate por lo que sientes, no por lo que los demás dirán…Estel”
Fueron amablemente atendidos, mientras Frodo y Galadriel conversaban, Legolas paseo, embelesado por la belleza del lugar.
─tu eres el hijo de Thranduil─ una suave pero imponente voz lo hizo girar─ no fue mi intensión asustarte─
Celeborn tuvo que parpadear un par de veces, ese elfito era el vivo retrato de su padre, sonrió con nostalgia al recordarlo.
─mi señor Celeborn, gracias por su amable hospitalidad─
─oh, no tienes nada que agradecer, tómalo como el regreso de un favor pasado, tu padre me hospedo en su reino hace unas cuantas décadas, hoy yo hago lo mismo con su hijo─
Legolas sintió que ya conocía a Celeborn, esa sonrisa que le regalaba extrañamente le recordó a su padre. De igual manera Celeborn sentía que ese elfito tenía una extraña ¿conexión?...o tal vez solo era nostalgia.
Su estadía en el reino dorado fue corta, pues pronto se embarcaron en la corriente, su misión tenía que seguir. Con los consejos de los sabios monarcas y diferentes obsequios la comunidad partió.
─creo que te agrado el joven elfo, Celeborn─
─solo me trajo algunos recuerdos, Galadriel─
“debes de ver más allá de lo que tus ojos creen ver querido, la sangre llama a la sangre”
Celeborn miro con interrogación a la elfa, esta le sonrió y se alejó con suma delicadeza dejándolo completamente intrigado.