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Dream of love por Mizuki_sama

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Capitulo 10

Maurice Cole continuaba dando los últimos toques al piano mientras el hombre frente suyo caminaba con paso de fiera de un lado a otro, con cautela dio el último toque y lo miro, el barón alemán que se encontraba frente suyo era peligroso y él lo sabía aunque no podía sospechar cuanto; se levantó como siempre mientras expresaba sus disculpas.

-Como ya se lo he dicho, no esperaba una visita suya tan pronto barón – comento acercándose mientras echaba con cuidado la cabeza hacia atrás- pero es un placer, se lo aseguro, mi esposo guarda un muy grato recuerdo de usted y de la bala que le disparo al hombro –puso su mano sobre su brazo mientras era fulminado por las frías orbes del alemán, aun así no retrocedió- algo que por supuesto… siempre le agradecí –se sostenían las miradas como dos duelistas -¿qué puedo hacer por usted? –Pregunto y luego continuo –por favor apresure su comunicado… es una fiesta famosa, y les resultara raro que no llegue a tiempo.

-Anoche le vieron bailar con Michaelis, duchess –la voz del pelinegro fue cruel como el mismo acero y luego le miro – no les resultara difícil sospechar donde está ahora… un golpe no muy grande a su reputación- Maurice mantuvo la sonrisa aun ante el insulto, no temía a aquel hombre como tampoco temía realmente a los otros hombres que antes lo habían amenazado, todos ellos habían descubierto lo peligroso que era atacarle… probablemente el alemán lo descubriría pronto, formulo una sonrisa más delicada y lo miro con curiosidad.

-Me sorprende profundamente, ¿acaso piensa que ellos no saben que estoy con usted? –Pregunto manteniendo su toque y poniéndose frente a él, se sabía deseable y lo miro –Me subestima… mi señor.

-Sin lugar a dudas lo hago- contesto el hombre pasando una mano hasta separar el delicado toque del doncel de sí mismo -¿No esperaba realmente mi visita?-pregunto observándole a los ojos con cierta frustración, Maurice sospecho que se arrepentía de tener que tratar con él o de lo que tendría que hacer con él.

-Realmente no, le aseguro que traicionar a mi patria en la casa de mi esposo no es algo que espere atentamente… se lo aseguro –contesto fríamente –Aunque por supuesto, no es algo que importe demasiado ¿verdad?

-No vine por ello – fue la estudiada respuesta de la otra parte sosteniendo sus brazos y mirándole, el barón tenía en su historial grandes hazañas, y el doncel terribles conquistas, se conocían y eran rivales, ambos trabajaban para organizaciones diferentes; Maurice comenzó a sentirse titubeante, no había entrado en ese mundo porque le resultara divertido o fuese… cerro los ojos y pregunto.

-¿Ha venido a asesinarme barón?

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Sebastián volvió a dar vueltas a su bebida, sintiéndose incómodo y frustrado, miro una vez más a la tía de Alois, madame Alucard había sido una de esas mujeres que él había pensado en tener como amante y había terminado teniendo como amiga, tras un tormentoso idilio claro, se habían conocido bien y tratado en cierta medida con gran confianza aunque se guardaban demasiados secretos entre sí, la observo una vez más, sintiéndose frustrado.

-No lo entiendo- expreso su frustración con respecto a su prometido en esas tres palabras y la dama sonrió a modo de disculpa mientras servía una nueva taza de té, esta vez té puro y sin lugar a dudas amargo.

-Mi adorado amigo- sonrió la dama deslizando su cabello hacia atrás y mirándolo con las dos gemas oscuras que eran sus ojos, vivía sola y sin necesidad de volver a buscar el amor, pero eso no quería decir que hubiera olvidado- por supuesto que no lo haces. ¿Qué esperabas tras comportarte de ese modo con alguien como Alois?

Sonrió, logrando que Sebastián la mirara con curiosidad.

-Por supuesto querido, no dudo que el conde, mi primo, haya intentado hacer parecer que el compromiso es algo natural, pero mi adorable sobrino no es tonto y tampoco un niño –Una risa cristalina escapo de sus delicados labios observándolo divertida- ha sido educado para nuestra sociedad, como lo fue antes su madre… como lo fui yo… y sin duda, en su juventud no le fue difícil encontrar un único culpable a su situación en ti, tu eres el villano de su cuento… su cuento personal.

-Sabes bien que… -intento hablar rápidamente sintiéndose ofendido por la acusación, sin embargo ella no le concedió la oportunidad de continuar.

-Él sabe lo de Clarice, querido- comento repentinamente causando que el marques la observara con la expresión llena de cierto horror.

-Eso es imposible –contesto furiosos, casi arañando sus palabras, pero su interlocutora continuo hablando con tono sereno y la misma sonrisa deslizante en los labios.

-La gran corte comenta que la reina desea verte casado y muchos sospechan que la razón de que lady Lyford haya sido declarada dama de la reina ha sido su intervención en que tú te hayas comprometido, su amistad contigo era de dominio casi público y mi curioso sobrino no es tonto.

Se miraron a los ojos y Sebastián se sacudió en su lugar.

-¿Por qué no me lo dijiste antes?- pregunto sintiéndose estafado.

-Oh querido, te juro que creí que lo sabías, pero si no lo sabías, me preguntaba hasta donde iría tu ego…

Sebastián la miro sorprendido.

-No me habría importado que se tratara de otro, Sebastián, no me importa que sea él –confeso siendo sin lugar a dudas un poco más cruel de lo que él esperaba- pero un matrimonio es algo más que conseguir alguien que te de un heredero, y ningún Trancy, hombre, mujer o doncel ha estado jamás destinado a ser solo parte de una casa, sabía que… no lo verías sino hasta el final y os habríais destruido mutuamente…

-Sigo sin entenderte…. –la miro frustrado -¿Qué tiene eso que ver?

-Lo que digo es que… -ella no parecía darle importancia, pero él sabía que en realidad lo hacía… y eso lo enfurecía, no soportaba aquella costumbre suya de hablar en acertijos en una situación que él comenzaba a hallar intolerable por estar en desventaja- no esperaba que te interesaras tan pronto en él… admito que me encuentro un poco celosa y que quizás haya pensado… -Ella iba a continuar cuando Sebastián entendió el trasfondo y algo en su interior se estremeció de furia, comprendiendo el plan de fondo…

-Hablare con Trancy –fue su respuesta y ella asintió.

-Claro, claro…

-Gracias por todo, querida –beso el dorso de su mano, tras levantarse del sillón y abandonar la taza de té que no había bebido, comprendiendo al fin se sentía engañado, Trancy pr supuesto no era imbécil y su bella amiga seguía siendo una mujer- me asegurare de que Alois no siga inquietando tu casa… -se levantó tras ello.

- No volverás ¿verdad? –pregunto sin moverme y con cierta resignación, había sido una de las mejores compañías que había tenido; Sebastián se detuvo en la puerta de la sala y la miro.

-Siempre tendré un grato recuerdo de ti, querida… y de lo feliz que me hiciste -miro hacía el otro lado –Al parecer tu sobrino ya está listo… ¿no te importa que utilicemos tus caballos cierto?

-Adelante.

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Alois miro de nueva cuenta al marqués y al hermoso alazán que este cabalgaba comparándolo en silencio con el caballo que el mismo montaba; hasta antes de Michaelis no había sentido gran fascinación por los caballos, pero el marques solía disfrutar de esos paseos y él se había sentido en la obligación de acompañarle, cuando recibían su visita.

"los caballos son parte de Inglaterra" se dijo en silencio y continúo cabalgando, estaban trotando aun y él podía observar el modo en que el marques lo hacía, como la espalda recta y un gran dominio del animal, miro el suyo, era más manso y tranquilo.

-¿Cómo son sus caballos, marques? –pregunto repentinamente y lo observo, no sentía curiosidad, pro odiaba el silencio incomodo que ocupaba aquella reunión, normalmente su prometido se ocupaba de llenar sus conversaciones que ahora no lo hiciera lo tenso.

-¿mis caballos? Tengo una gran tendencia por la raza mora –comento- los caballos árabes son sin duda los mejores, orgullosos y muy difíciles de domar- su voz era tan impersonal que Alois se detuvo y detuvo el paso de su caballo mirándole desde su posición.

Sebastián continuo con su trote un metro más antes de notarlo, su mente era una rama de ira y frustración, de frustración no contra la hermosa mujer que hasta hace poco consideraba una amiga sincera sino contra el delicado doncel que estaba detrás suyo, detuvo su caballo y se volvió hasta mirarlo, topándose con sus ojos insistentes sobre su persona, como exigiendo una explicación.

Oh, una explicación ¿Podría hacerlo? Podía decirle la verdad, no podía, sentía que su propia humillación, darse cuenta de su propia hipocresía, de su cinismo. De saber que aquel joven conocía la verdad, la absurda verdad tras todo lo ocurrido…

En su posición, la situación le era difícil; aunque por razones de orgullo más que cualquier otra cosa.

Alois volvió a avanzar, a lomos del caballo, hasta llegar con él, le miro, con las manos aferradas a las riendas.

-¿Ocurre algo malo? –Pregunto y luego suavizando su mirada continuo - ¿Hay algo que pueda hacer por usted?


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