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Dream of love por Mizuki_sama

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Capitulo 5

Hace un tiempo….

-¡No podre hacerlo… padre... no puedo hacerlo... no puedo!

El conde Trancy se acercó a la ventana del dormitorio de su hijo para contemplar el mar. No habló y después de un momento, Alois dijo con nerviosidad:

—Quiero... complacerte, pero... detesto al marques Michaelis. No puedo explicarlo... pero me atemoriza... hay algo en el modo en que me... mira.

Y no era sólo cuando lo miraba, sino cuando lo tocaba, que sentía un temor escalofriante, o cuando le invitaba a bailar, cuando se sentía tan atrapado como un animalito en una cruel trampa.

El parecía buscar siempre su contacto, de modo que su mano tocara la suya, o sus hombros rozaran uno con otro.

Alois percibía que en la última semana él le rondaba con insistencia. Tal era la actitud de acecho del marqués Michaelis que Alois, por las noches, despertaba sobresaltado porque soñaba que aún lo perseguía.

Pero ahora, de manera repentina y absurda, su padre le informaba que el marqués Michaelis deseaba casarse con él.

—Es... atemorizante, y un tanto mayor que yo… —protestó con desesperación, al ver que él no le contestaba— Desde luego, me gustaría casarme... algún día... pero desearía... enamorarme... de un hombre joven.

— ¡Ya basta Alois! ¡El amor no tiene la menor importancia en nuestro mundo!

Las palabras acudieron con brusquedad a los labios de Conde Trancy; entonces se volvió hacia él mostrando una expresión tan extraña en sus ojos que Alois reconoció no haber visto nunca.

—No creas que no he pensado en esto —dijo—. Me he pasado muchas noches en vela tratando de hallar otra salida, pero, con franqueza, hijo mío, no hay nada más que podamos hacer.

Alois lo miró, con ojos profundos y asustados en su pálida carita...

— ¿Quieres decirme, padre... que debo... casarme con el marqués Michaelis… sin importar nada mas? –Alois soltó un gemido y miro a su padre con el horror pintado en el rostro- por favor, por favor ni siquiera he sido presentado a la reina ¿Por qué hace esto?

— Es evidente que busca con desesperación un consorte adecuado— su padre le miraba con evidente furia plasmada en sus ojos y algo le dijo a Alois que Michaelis debía haber hecho algo malo- no tenemos opción, ha alegado ante la reina y la reina ha hablado… deberás casarte con él.

Se hizo un silencio momentáneo. Entonces continuó:

—En realidad, Alois, tengo que pedirte que hagas esto. De otra manera, me veré obligado a suicidarme y acabar para siempre con los problemas.

— ¿Por qué... dices eso, padre?

—Él ha obtenido algo que me… afecta enormemente—le había mirado con profunda tristeza en los ojos y cierto remordimiento también— me temo que he hecho algunas cosas y Mi9chaelis…. Bueno Michaelis me ha sacado de esos asuntos si un conde se atreviera a retar a un marques Michaelis se vería ofendido en su honor ante la nobleza y eso le obligaría a arruinarme para dejar clara su… superioridad.

Alois comprendía muy bien lo que esto significaría para su padre.

La vida de su padre, cuando no se hospedaba con amigos o estaba en los dos exclusivos y elegantes clubs a los que pertenecía en Londres giraba alrededor de sus haciendas y demás propiedades al interior dónde se rumoraban ocurrían cosas extrañas.

— ¿Has hecho... algo... malo, padre?

—Tú, y sin duda alguna tu madre, lo considerarían malo —contestó éste con brusquedad—. Baste decirte que corrí un riesgo muy grande…que me hubiera hecho más poderoso de ganar, pero perdí.

¿es muy serio eso padre?

— ¡Muy serio! —contestó Conde Trancy con gravedad. Alois lanzó un profundo suspiro que parecía provenir de lo recóndito de su corazón.

Debía haber supuesto, pensó, que si su padre le pedía que se casara con el marqués Michaelis era porque no habría escapatoria posible.

La idea lo horrorizaba; sintiendo que no podía soportar ese futuro se acurrucó junto a su padre, como un niñito asustado.

Él le rodeó con sus brazos y así permaneció. Entonces dijo con una voz que parecía ahogarse en su garganta:

—Soy un padre infame para ti, mi hermoso hijo, pero cuando menos estarás segura, sin importar lo que suceda en el futuro.

El impulso de Alois fue contestar que nada peor, ni más aterrorizador que convertirse en el consorte del marqués Michaelis.

Pero sabía que su padre estaba sufriendo y, porque lo amaba, dijo con un valor que estaba muy lejos de sentir:

—Trataré... padre, de portarme como tú... lo deseas.

Aun así resultaba algo aterrador, desde que había conocido a Michaelis había sentido miedo hacía él y ser amable con él le resultaba un esfuerzo gigantesco, por lo menos, pensó al final, sería el consorte de un marques… solo esperaba que el titulo fuese suficiente para no enloquecer de terror, porque en verdad, la sublime amabilidad de Michaelis le dejaba claro que había una intención más allá de sus palabras.

En la fiesta de té

Alois y Elisabeth habían optado, tras el secuestro de Ciel por parte de su madre y su prometido, por disfrutar de la pieza que el joven hijo del Conde Cole tocaba en la fiesta, él muchacho tocaba con elegancia y perfección un pieza casi imposible de tocar y la buena mayoría de los presentes la escuchaba con atención y admiración, entre los cuales contaban Alois y su amiga, ambos observaban con sorpresa al muchacho admirados de la pieza y de su… innegable atractivo, cuando Alois pudo una vez más observar a su prometido, el marqués de Michaelis hablar con su anfitriona, la dama que según sabia, era la hermana de la condesa Phantomhive le sonreía con cortesía, y algo más, Alois había visto ya antes aquella misma sonrisa en otras mujeres, en los muchos bailes a los que había asistido primero como hijo de su padre y luego como prometido de Michaelis, las mujeres que veían a Sebastián a menudo caían rendidas –también los donceles- y a menudo le sonreían con aquel brillo en los ojos, aquel brillo que escondía una inevitable invitación, aparto los ojos asqueado recordándose, a prisa, que en realidad debería sentirse aliviado, después de todo él tampoco sentía un gran afecto por Michaelis- aunque no negaba su atractivo- el hombre le daba miedo y además no era digno de confianza, no solo por su comportamiento, sino porque en realidad había logrado su mano por medios poco ortodoxos e ilegales.

Aun así.

Aun así.

La rabia de un ego herido a menudo podía más que su propia cordura, no deseaba ese trato, pero el mismo apenas podía soportar tenerle cerca, entonces, ¿Por qué él insistía en obtenerle?

¿Qué ganaba haciéndolo?

Sebastián había logrado tras cierto tiempo el interés de su pelirroja anfitriona, aunque no pudo sostenerlo demasiado tiempo, había una amena invitación a coquetear con ella en sus ojos y sus palabras, y él estaba casi dispuesto a seguir cuando sintió su mirada en su espalda y se volvió por defecto.

Sebastián quería, en cierto modo, a Alois: era hermoso más allá de su propia perspectiva, era duce y tenia las maneras de una criatura ingenua siendo en realidad alguien que conocía más que bien a su sociedad y sabía que la política escondía más que densa educación, sabía que se llevarían bien, aunque le incomodaba la hipocresía del joven cuando este estaba con él.

Sabía que en parte era su culpa, no habían conversado ni terminado de discutir como serian las cosas entre ellos, Alois había demostrado ser mucho más consciente de la realidad que algunos de sus contemporáneos aun desconocían y él se había confiado.

Lo supo en el momento en que sus miradas cruzaron.

Alois aun era sensible y sin duda aun creía en el amor aunque dijera que no… simplemente Sebastián no lo había entendido hasta aquel momento en que se topo con su mirada ofendida y los ojos ardiendo de odio y rencor mientras se escuchaba aquella imposible melodía.

Y lo quiso.

Más de lo que lo había querido cuando lo vio por primera vez.

Más que cuando obtuvo su mano.

Por primera vez mas que admiración, deseo o ambición, lo que encontró fue alguien a quién en verdad podía aspirar y no tener que comprar.

Sonrió.


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