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Dulce veneno por Murasaki Samurai

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Notas del capitulo:

Hacía muchisimo que no subía nada pero el curso escolar también es importante ^^", sea como sea aquí os dejo un nuevo capítulo y espero que lo disfruteis

 

POV´s: Lyuken

Jugueteé con el papel doblado en tres secciones que tenía entre las manos. Era una carta que me había llegado aquella misma mañana desde la mansión Gosthem. En ella respondían a mi petición de la dirección que le había hecho a Lady Heiforth y me invitaban a enviar la correspondencia que viese conveniente. El lenguaje era formal y estaba escrito con una letra tan impecable que hacía parecer que el documento había sido sacado directamente de una imprenta. Todo apuntaba que a pesar de llevar la firma del cabeza de familia, el texto había sido escrito muy probablemente por su ayuda de cámara, a quien habría encargado la tarea sin importarle mucho lo que yo pudiese pensar.

Sonreí y crucé las piernas acomodándome en el sillón tapizado en seda roja en el que estaba sentado, sorprendiéndome del poco interés que la familia al completo parecía mostrarme a pesar de que hasta ahora había venido causando bastante revuelo y conmoción entre los nobles que estuve conociendo desde mi llegada. Podría ser el más interesante de mis retos a pesar de que mi interés caía únicamente sobre el más discreto de todos los miembros.

-Klaus.-Asomé la mano por un borde del sillón para que mi mayordomo que estaba tras él pudiese ver el papel, que agité suavemente.- Prepárame un coche. Nos vamos de excursión.

-Sí, señor.

Pronto todo estuvo dispuesto y me subí al vehículo dándole al cochero la dirección que venía en la carta, mientras yo me sentaba tranquilamente a entretenerme yo mismo imaginando la cara que probablemente pondría Lord Harry al verme aparecer allí por puro gusto. Romper los esquemas y las normas no escritas sociales de los nobles era sin duda uno de mis pasatiempos favoritos.

Me acomodé en mi asiento y cerré los ojos, preguntándome si al entrar en la casa podría oír las notas del piano envolviendo los rincones de cada sala. Durante la fiesta tuve la oportunidad, o incluso más bien el regalo, de poder escuchar por primera vez la música de Mikael, de la que tanto había oído hablar maravillas a otros. Al principio pensé que no serían más que los típicos cumplidos vacíos que se hacían unos a otros, pero en el momento en el que se sentó ante aquel piano que parecía enorme frente a su escuálido cuerpo y pulsó las teclas, me pareció que todo aquello que me dijeron se había quedado corto. Aún siendo una obra de Mozart que mucha gente a parte de él tocaba y que ya había escuchado reiteradas veces en ocasiones pasadas, en aquella ocasión me pareció distinta, una obra nueva cuyas siguientes notas no podía predecir, cuyas variaciones de tono se dispersaban por la sala como una brisa cálida que deleitaba a los espectadores, aunque el rostro del pianista seguía sin mostrar ni un ápice de emoción.

Aún entre el traqueteo del coche podía recordar aquellas notas y sentir lo mismo, casi como si hubiese vuelto al pasado y en la oscuridad de mi mente sólo estuviésemos yo y aquel maravilloso instrumento sonando. Aunque mi concierto privado se vio interrumpido al mismo tiempo que el sonido de los cascos de los caballos al llegar a mí destino.

Bajé del coche con un pequeño salto y me asombré al ver la inmensidad de césped verde que se extendía antes de llegar a la enorme mansión que pertenecía a la familia. Sabía que en la casa había, a parte del cabeza de familia, cuatro varones más y una muchacha, así que seguramente dos tercios de aquella casa estarían ocupados por el servicio. Sentía una enorme curiosidad por ver quien vivía allí dentro, como estaría decorado, si las doncellas me mirarían a la cara o por el contrario sería de ese tipo al que se les obliga a mirar al suelo… Cada casa es un pequeño mundo y yo era un pequeño viajero al que le gustaba descubrir nuevos, y en ocasiones conquistarlos.

Klaus había insistido en acompañarme, ya que de algún modo creía que tenía que ir recogiendo los platos que rompía tras de mí. A mí me gustaba meterme en problemas, aún si ahora ocupaba cierta posición en la sociedad, así que realmente no necesitaba sus cuidados, pero si él se quedaba más tranquilo así no me importaba, de hecho me divertía también bastante teniéndole cerca.

-Por favor señor, sea educado, no se meta en cuartos sin pedir permiso y no alborote. Esta es una familia bastante importante y con bastante poder. Si hace enfadar al conde quien sabe si…

-Si, si, si.-Agité la mano sin demasiado interés.- Siempre me dices ese tipo de cosas cada vez que voy a ver a alguien y la mayoría de veces sale todo perfecto.

-“La mayoría” no es una cantidad de la que sentirse orgulloso. Debería comportarse correctamente en todas las situaciones y ser un caballero. De lo contrario se ganara el odio de muchas personas.

-Bueno, pero tú no me odias, ¿no?

-Por supuesto que no.

-Entonces estaré bien.

Sonreí ante la cara estupefacta de Klaus y estiré los hombros mientras caminaba, siempre me ilusionaba hablar con gente nueva.

Una vez alcanzamos la robusta puerta de madera oscura él llamó golpeándola con la aldaba de color dorado cobrizo moldeada con la forma de un león mostrando las fauces de manera aterradora. Tal vez hasta ellos me decían que adentrarse en esa casa no era la mejor idea.

-Dicen que cuanto más gruesa es la puerta de una casa más secretos alberga.-Le sonreí dándole a entender que cada vez estaba más interesado y sólo recibí un soplido resignado a cambio.

Un mayordomo viejo y consumido nos abrió la puerta y nos dijo que el señor de la casa nos esperaba en el salón recibidor, acompañándonos hacia allí caminando varios pasos por delante nuestra.

-¿Has visto que anciano? Parece que se vaya a hacer si le soplo. Tú eres mucho mejor. Podríais luchar a muerte para demostrarlo... a lo mejor nos regalan una parte de la casa.

-Señor…-suspiró a modo de reproche.

Una vez llegamos a la amplia sala, el robusto hombre que era Harry Gosthem nos esperaba de pie en el centro de la misma, y al fondo estaba Walden Gosthem, el mayor de sus hijos, que hacía como que miraba un libro de la estantería que había empotrada contra la pared, como tratando de disimular que estaba vigilándome. Reí internamente ante su desesperado intento de engañarme. Aquel hombre era de campo y caballos, en su vida habría revisado o leído un solo libro. De hecho, no me habría extrañado si el que tenía en las manos en ese momento estuviese del revés, que hubiese estado sentado apuntándome con una escopeta me habría resultado incluso más natural. Aunque observándole en ese momento, no podían negar que compartían la sangre. Walden había heredado la corpulencia y regia robustez de su padre, solo que él era incluso más alto que su progenitor, siendo aproximadamente de la misma altura que mi aterrador mayordomo alemán.

-Bienvenido a mi hogar señor Heardsong, es un placer tenerle de visita aquí-me mintió descaradamente con una discreta sonrisa.- Elisabeth se está preparando, en seguida bajará.

¿Elisabeth? ¿Por qué diablos iba a querer ver a esa niña canija? ¿Estaba sucediendo algo de lo que no había sido adecuadamente informado? Miré a Klaus de reojo y supuse que él tenía tan poca o menos idea que yo.

-¿Sólo Elisabeth? ¿Están todos ocupados o qué? No sea así hombre, llame al resto de sus preciosos hijos, presuma del fruto de su amor pasado, que ya está viejo y sólo le queda eso.-Me reí animado.- ¿O tengo que hacer un viaje por cada niño? Puedo venir todos los días si tanto desea verme, sólo tiene que decírmelo.

Klaus tembló levemente ante mis palabras, el conde se quedó bloqueado unos segundos y una iracunda mirada de Walden me llegó desde el fondo de la estancia.

-Hum… bueno, claro, si así lo desea.-Aceptó tras carraspear un poco e hizo una señal a su mayordomo que se había quedado en la puerta para que les llamase.-Pero tendrá que esperar un poco más me temo.

-No se preocupe, soy una persona muy paciente.-caminé por el cuarto con una sonrisa en los labios y me dejé caer sobre un sillón tapizado en fina tela color agua y crucé las piernas.-Y si tardan demasiado siempre me puedo quedar a cenar.

Walden cerró el libro de manera brusca y lo colocó de nuevo con un golpe casi seco, saliendo del cuarto algo airado. Prometía ser una tarde bastante divertida.

Notas finales:

Ls reviews me dan puntos extra así que no olvideis dejar uno, muchas gracias por leer y pronto más capítulos!


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