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¡Ten hijos para esto! por Fullbuster

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Minato no quería separarse de su madre y finalmente, Madara les permitió estar a solas en el patio interior donde nadie les molestaría mientras él revisaba algunas cosas de la casa. La madre de Minato sonrió complacida y agradecida porque le hubiera avisado, se la notaba preocupada por su hijo pero al verle ya mejor, se calmó levemente.


Ambos rubios se sentaron en el peldaño de madera del pasillo y Minato aún descalzo dejó sus pies en el césped relajándose. Hacía algunos días que no había podido salir de la casa y echaba un poco de menos estar fuera. Aspiró el aire libre y su madre le observó acariciando su flequillo para apartarlo de su rostro.


- Me tenías preocupada – comentó con una dulce sonrisa.


- Lo siento. No quise preocuparte. Estoy bien, en serio.


- Tu esposo parece una buena persona.


- Sí, eso parece – dijo Minato.


- ¿Aún dudas de él?


- Sólo por momentos. A veces pienso que puede que esté siendo injusto con él, que seguramente no es el asesino pero… cuando me pongo a pensar en las coincidencias que tiene… no entiendo algunas de sus acciones.


- Podría estar de misión – comentó su madre.


- ¿Misión? No creo, me lo habría dicho.


- Es ANBU, ¿no? Muchas veces no les dejan hablar de sus misiones con nadie. Quizá esté ocupado por las noches por algo que le hayan mandado.


- Es posible – dijo Minato pensando – pero tenía una herida de un Kunai Namikaze en la mano.


- Confía en él, creo que tiene un buen corazón y que te quiere, al menos creo que está aprendiendo a quererte y me da la impresión que tú a él también le quieres, aunque sea un poco.


- No es cierto – dijo sonrojándose y su madre sonrió.


- Me alegro de que sea así, Minato. Puedes ser feliz a su lado.


- ¿Cómo te has enterado para venir a verme? Creí que no me dejaban ver a nadie.


- Tu esposo me llamó, mandó una carta urgente pidiéndome algo de comida sin que nadie se enterase de esto. No confía en nadie ahora mismo. Está preocupado por ti.


- Lo sé. Al final va a ser que los Uchiha tienen corazón y todo.


- Lo tienen, tiene un corazón enorme y te ama, ese chico puede que sea frío y no muestre lo que siente con facilidad pero estoy convencida que para hacer todo esto, tiene que quererte y mucho. Me avisó enseguida en cuanto te vio desanimado, sabe que necesitabas ver una cara conocida.


- Si, lo necesitaba – comentó – si sólo esos asesinatos cesasen podría ir cuando quisiera al clan a veros.


- Estás más seguro aquí con él, aunque me cueste reconocerlo, él te protegerá, lo sé. Hará lo que sea para mantenerte a salvo y es el mejor ANBU de la villa.


- ¿Cómo está papá?


- Preocupado, ya sabes cómo es. Está en el consejo en estos momentos, intentan llegar a una solución para evitar que sigan apareciendo… - su madre se calló para no decir la palabra muertos.


- Ya veo.


- Algunos Uchiha están por las puertas del clan y otros han ido al consejo a intentar llegar a algo. Creo que el padre de Madara estaba allí intentando obtener una solución.


Minato miró hacia el interior de la casa, allí estaba su esposo revisando todos y cada uno de los botes aunque estaba tirando la mayoría a la basura sin fiarse de nada. Era posible que hubieran podido poner el veneno hasta en algún condimento de la comida y Madara ante la duda, prefería tirarlo todo.


- Será mejor que le ayude, a este paso va a tirar toda la cocina – le sonrió Minato a su madre.


- Os ayudaré también.


- Mamá – la llamó cuando ya se había levantado - ¿Crees que puede ser un Uchiha?


- No lo sé, todo es posible, pero no creo que sea Madara – comentó seria mirando a Madara en la cocina tirando botes – me avisó porque estaba preocupado por ti. Ese chico haría lo que sea por ti.


Su madre caminó hacia la cocina sonriendo a Madara comentándole que le ayudaría a deshacerse de todo lo que había allí. Fue de las pocas veces que Minato había visto sonreír a Madara y por un momento, se dio cuenta que quizá había estado siendo algo injusto con él, le había tachado de asesino sin tener pruebas pese a que siempre parecía estar en medio de todo, quizá era momento de empezar a darle una oportunidad, había sido capaz hasta de traer a su madre aquí y eso pocos lo habrían hecho por él.


Quizá aún sintiera algo por Sakumo, pero cada vez lo sentía más lejano, su realidad era Madara, el sentimiento que estaba naciendo por él con lentitud pero que cada día crecía más. Al fin y al cabo era su esposo y puede que fuera un matrimonio concertado pero… no podía negar que sentía cierta atracción por aquel misterioso hombre que últimamente… hasta se atrevía a dormir con él.


Desde que se habían casado no habían intimado ni una sola vez. Creía que Madara le engañaba con otras pero no era así, ahora se daba cuenta que ese chico se estaba conteniendo demasiado por él. Llevaba semanas sin tocarle y él aún no había buscado a otra para satisfacer sus necesidades, seguía allí esperándole a él, a que estuviera preparado. Sonrió al verle, debía estar para subirse por las paredes, no creía que Madara jamás hubiera estado tanto tiempo sin sexo como esta vez.


La madre de Minato no tardó en marcharse, aún tenía cosas que hacer en su casa, así que se despidió de ambos y Madara ordenó que la escoltasen hasta su clan para que nada le ocurriera. Minato se quedó mirando desde la puerta de la casa cómo cruzaba su madre el jardín y se despedía en la última puerta de salida a la calle. Madara había prohibido a todo el mundo cruzar aquella última puerta y los guardias no se atrevían a desobedecer aquella orden.


- ¿Qué te ocurre? – preguntó Madara a su espalda.


- Supongo que añoro mi clan – comentó Minato – No puedo ir con ellos, ¿verdad?


- No, no puedes, lo siento.


- Al menos la has traído aquí. Con eso me basta, por ahora.


- Cuando todo termine, aunque tengas que vivir aquí en el clan Uchiha, podrás al menos ir a verles cuando quieras.


- Espero que encuentren pronto a los asesinos – dijo apoyando la cabeza contra el marco de la puerta mirando aún la puerta principal ahora vacía.


Madara continuó registrando toda la casa hasta casi el anochecer y aunque Minato trató de ayudarle, no le dejó. Con la excusa de que aún estaba débil, le mandó a descansar pero no podía apartar los ojos de su esposo que trabajaba oliendo todos los botes y activando el sharingan intentando detectar algo. Sonreía sin poder evitarlo, en el fondo se preocupaba por él pese a que intentase aparentar ser tan frío y duro. Quizá era cierto que a los Uchiha les entrenaban de otra forma muy diferente a los Namikaze, les entrenaban para no demostrar sentimientos y Madara no era una excepción. Que no fuera capaz de demostrarlos no implicaba que no los tuviera.


Por la noche, Minato se alegró de tener a su esposo a su lado pero seguía preocupado. Sabía que nunca estaba por las noches y eso le intrigaba ya que estaba allí con él. Se acercó hasta su pecho motivando que tenía frío y se acurrucó entre sus brazos cerrando los ojos, dejándose invadir por aquel aroma a jazmín que tenía su esposo y que extrañamente… le relajaba.


- ¿No trabajas hoy? – preguntó Minato aún con los ojos cerrados.


- No. Pedí unos días para poder estar contigo.


- ¿Te los concedieron?


- Sólo tres días – dijo abrazándole contra su pecho – no te preocupes. Para entonces seguro que ya estás mejor.


- Me gusta cuando duermes en casa.


- Y a mí pero… el trabajo siempre está por delante. Lo siento.


- No pasa nada. Eres ANBU, lo entiendo. Por favor… necesito saber qué estás haciendo por las noches.


- Ya te dije que no puedo contártelo, es un secreto, me han pedido que no lo hablara con nadie.


- No lo diré pero soy tu esposo, necesito saberlo para estar más tranquilo.


- De acuerdo. Te contaré lo que necesitas saber – dijo al final resignado mirándose la mano con la herida ya casi cicatrizada del kunai Namikaze – Estoy buscando a alguien.


- ¿A quién?


- Un antiguo alumno del Hokage. Se llevó un par de secretos de la villa y le pillaron asesinando a algunos ninjas tratando de obtener la inmortalidad. Un traidor. Me han pedido que lo cace.


- ¿Tiene algo que ver con el caso de los Namikaze? – preguntó Minato.


- En principio no. Vuestro caso me lo asignaron cuando me casé contigo.


- ¿Llevas dos casos a la vez? – preguntó Minato sorprendido.


- Sí, ahora mismo sí. Por eso es por lo que no puedo venir por las noches. A veces voy al bar un rato, me dejo ver y así mantengo los rumores de que estoy por allí en vez de trabajando. A mis padres les digo que estoy entrenando.


- ¿Y la herida de tu mano?


- Fue antes de que me asignasen la misión de los Namikaze – dijo mirándosela – volvía del bosque, de recoger información sobre el traidor cuando vi a aquel ninja herido contra un árbol sentado. Me acerqué a él para ayudarle y me di cuenta que era un Namikaze. Aún estaba vivo cuando traté de ayudarle. Creo que me confundió con algún enemigo y…me atacó – comentó enseñando su mano – murió a los pocos segundos frente a mí y aún así, avisé al Hokage en cuanto pude y fueron a buscarle. Me pidieron que me mantuviera al margen. Me preocupó haber dejado huellas mías en el cuerpo y que me relacionasen, así que tuve que volver para eliminar mis pruebas y tú me pillaste en el cementerio.


- Creí que eras el asesino.


- Ya… no hace falta que me lo digas, llevo viviendo contigo un tiempo y te he visto registrar mis cosas.


- Lo siento – dijo Minato – creí que eras tú.


- No te preocupes. Supongo que me lo gané a pulso. No podía contarte la misión, de hecho sigo sin poder contártelo.


- No se lo diré a nadie.


- Espero porque no podré acabar la misión si alguien se entera. Es muy escurridizo el traidor – sonrió.


- Podría ayudarte.


- No, mejor que no. Si te ocurriera algo no podría perdonármelo. Esperemos a que se arregle lo del clan Namikaze y luego ya veremos, ¿vale?


- Vale. Madara… - le llamó incorporándose levemente para mirarle a los ojos – yo… gracias, por confiar en mí y contármelo. Supone mucho para mí, así que gracias.


Minato se acercó hasta Madara rozando sus labios con los de él en un dulce y calmado beso que Madara correspondió al momento pasando su mano por la nuca del rubio acariciándole con suavidad. Minato sonrió y Madara también lo hizo enseguida.


- No puedo creerme que me beses voluntariamente – dijo Madara sonriendo.


- Creo… que ya has aguantado bastante sin mí – dijo Minato bajando su mano hacia el miembro de su esposo – déjame complacerte, por favor.


- No te diré que no – dijo Madara sonriendo – llevo semanas soñando contigo y ya estaba en mi límite. He tenido que controlar mucho mis impulsos.


- Lo sé. Lo siento. Debí haber pensando un poco más en ti, eras mi esposo y también era mi deber.


- Creías que era un asesino, lo entiendo, tranquilo. Sabía que no querías tocarme y no quería forzarte a asimilar algo así tan rápido. Me alegra al menos saber que por fin estamos mejor, al menos no intentamos matarnos – sonrió.


Minato sonrió un segundo antes de volver a atrapar sus labios con suavidad pero Madara, cansado de tanto esperar y excitado por todo el tiempo que llevaba sin haber mantenido relaciones teniendo que soportar a Minato tan cerca sin poder tocarle, le cogió por la cintura tumbándole bajo él iniciando un beso mucho más pasional.


 


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