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¡Ten hijos para esto! por Fullbuster

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Minato se despertó a mitad noche, apenas podía dormir desde hacía meses y es que el niño que llevaba en su interior no le daba cuartel, iba a ser un niño muy movido. Minato se dio la vuelta dándole la espalda a su esposo y mirando hacia la ventana. Tocó su vientre con suavidad y entrecerró los ojos al sentir otra patada.


Era imposible dormir con ese dolor y la incomodidad al notar al niño moverse intentando encontrar una buena postura. Aquellos ojos azules se clavaron en las nubes que se movían intentando tapar la luna prácticamente llena que hoy se asomaba entre los frondosos árboles del clan Uchiha. Respiró y se centró en tratar de relajarse pese al dolor que sentía hasta que la cálida mano de Madara se colocó sobre la suya. Se giró mirando a Madara que apoyaba su barbilla en su hombro y besaba su cuello con ternura despidiendo algo de chakra de su mano hacia el vientre de Minato.


- Ey, pequeño… deja dormir a tu padre – susurró acariciando su vientre.


- Gracias – le dijo Minato sonriendo colocando su mano encima de la de Madara dejando que tocase su vientre – aún no entiendo cómo consigues calmarle.


- Sabe que no es conveniente enfadar a un Uchiha – le dijo Madara sonriendo y Minato sonrió.


- Eres un cascarrabias, pero también muy dulce. Él sabe que le quieres.


- Os quiero a ambos.


- Madara… - susurró mirando hacia la ventana de nuevo – Ese sello que me pusiste…


- No te preocupes, Minato, no dejaré que ocurra nada malo.


- Pero, he estado investigando sobre él, se debilita a medida que el embarazo avanza. ¿Qué pasará en el parto?


- Lo entiendo – dijo Madara abrazándole – entiendo tu miedo. Lamento que tengas que pasar por esto y que tengas que pasar por esa cirugía pero… yo estaré a tu lado y todo saldrá bien.


- Tengo miedo de que ese demonio acabe en mi hijo y no pueda controlarle, tengo miedo que pueda hacerle algo, los dos están dentro de mí.


- No le pasará nada. Todos están tratando de encontrar un sello más firme.


- A veces… siento que él me controla, está probándome.


- Confío en ti, Minato.


- No puedo mantenerle atrapado eternamente. Yo no… puedo controlarlo – dijo derramando un par de lágrimas.


- Falta poco, Minato. No le pasará nada a nuestro hijo y conseguiré un sellado mejor para evitarlo. Aguanta un poco más.


- Yo… prométeme que si me descontrolo… acabarás conmigo, no permitas que ese demonio salga y destruya más vidas. Mátalo aunque tengas que matarme a mí.


- No lo haré, Minato. No voy a matarte. He encontrado un sello que puede servir pero necesito un poco de tiempo para perfeccionarlo. Te prometo que todo irá bien. Confías en mí, ¿verdad?


- Sí.


- Es nuestro hijo y va a estar bien. Os cuidaré a los dos y cuando consiga sellar a esa bestia definitivamente, todo volverá a la normalidad. Te lo prometo. Jamás dejaré que os ocurra algo a ninguno de los dos. Venga, Minato, trata de descansar y deja que yo me ocupe de tus preocupaciones.


- Vale. Te amo – le dijo intentando sonreír y girando la cabeza para mirarle.


- Y yo a ti – comentó besándole antes de seguir acariciando su vientre para calmar a ese hijo que venía en camino.


Las semanas pasaron y Minato sabía perfectamente que su esposo se había encerrado en la biblioteca de la villa intentando encontrar un sello lo suficientemente fuerte para contener todo ese chakra, pero él seguía teniendo miedo. Había días que no recordaba nada de lo que había hecho y sabía que él había estado muy lejos de su conciencia, ese demonio se apoderaba de su cuerpo durante minutos… durante horas y no estaba seguro si sólo estaba probando lo que podía hacer pero lo que tenía claro, es que le estaba dominando y ese astuto zorro lo sabía, cada vez lo hacía con mayor frecuencia.


Aquel día, asustado como estaba por la proximidad del parto, Minato decidió irse al estanque del clan Uchiha, a ese lugar donde le dio la mejor de las noticias a Madara, le contó de su embarazo y que le iba a hacer padre. Tener aquel chakra en su interior le había cambiado la vida. Jamás esperó quedarse embarazado, era algo impensable en un hombre, pero el chakra del Kyuubi aún era un completo misterio para la mayoría de los ninjas. Sólo los Namikaze habían ocultado el secreto del contenedor del Kyuubi y sabían lo que era capaz de hacer, pero Minato tampoco había hablado con ellos movido por el miedo que sentía de salir del clan Uchiha. Sabía que le buscaban, tanto a él como a su esposo así que decidió quedarse al resguardo del clan Uchiha. Los que siempre habían sido sus enemigos ahora eran sus mayores aliados, no quería separarse de su protección.


Las mujeres del clan le miraban extrañadas, sólo algunas pocas que no estaban obsesionadas con Madara le hablaban con educación y cortesía, al menos la mujer del médico le había invitado a tomar algo con ella por las tardes y conversar. El resto de muchachas seguían resentidas por cómo un Namikaze se había colado en el corazón de Madara y encima ahora… esperaba un hijo suyo, un hijo que jamás esperó poder darle si no hubiera sido porque su esposo metió aquel chakra en él.


Metió los pies en el agua tras descalzarse y sintió el alivio de la hinchazón. Suspiró aliviado al sentir la fría agua en sus doloridos pies y miró allí sentado en el embarcadero hacia el horizonte. La mujer del médico, Sora, llegó hasta él sentándose a su lado sin meter los pies, odiaba el agua fría pero permaneció allí a su lado.


- Es un lugar tranquilo – le dijo sonriendo.


- Sí – comentó Minato tocando su vientre – al menos aquí no escucho los rumores que corren por el clan sobre mí.


- Sólo de las muchachas más jóvenes y porque tienen envidia. No les hagas caso. Aprenderán a quererte, ya lo verás. Los Uchiha somos difíciles pero no son malas personas.


- Lo sé – dijo sonriendo.


- ¿Aún te preocupa? – preguntó.


- Sí. Tengo miedo de perder el control, de que le pase algo a nuestro hijo, de que me pase algo a mí. Tengo miedo de no poder ver a nuestro hijo y no quiero dejar solo a Madara con él.


- No vas a morir, Minato – le dijo sonriendo – Madara no lo permitiría. Él haría lo que sea con tal de que estés con vuestro hijo.


- Yo ni siquiera sabía la cualidad de este chakra y Madara… supongo que llevábamos tanto tiempo teniendo relaciones pensando que no podíamos tener descendencia que… se nos olvidó que tenía este chakra dentro de mí cuando me salvó.


- Aunque fuera un accidente y no lo pensaseis, es un niño que deseabais ambos. Sois afortunados, nadie va a tener esta posibilidad que se os ha brindado a vosotros. ¿Has pensado sobre la propuesta del Hokage?


- Lo he pensado mucho pero con este niño… no creí que fuera el momento oportuno para hacer un cambio. Bastante hormonas revolucionadas tengo ya como para que ellas controlasen la villa – sonrió – esperaba a que se me pasase un poco y volver a ser yo mismo. Además el Kyuubi… ¿Cómo voy a ser Hokage sabiendo que tengo un arma en mi interior que podría destruir toda la villa?


- Eres la persona ideal para ser Hokage. Siempre te preocupas por todo el mundo, eres un gran ninja, fuiste capaz de perdonar a Sakumo después del daño que te hizo.


- Madara no lo ha perdonado.


- No podrá, él sólo ve que casi te perdió por lo que hizo.


- Habían amenazado a su hijo… quizá yo hubiera hecho lo mismo en su lugar.


- No lo creo. Habrías puesto a tu hijo a salvo.


- Si creyera que no estaría a salvo… habría hecho lo que fuera por protegerle. Entiendo por qué lo hizo Sakumo y sé que… en el fondo es un buen hombre aunque Madara no pueda perdonarlo también sé que él lo entiende. Madara haría lo que fuera por su hijo – dijo tocándose el vientre y mirándolo – lo va a proteger siempre, lo sé.


- Claro que lo hará.


- Creo que iré a hablar con el Hokage.


- ¿Vas a decirle que aceptas? – preguntó entusiasmada Sora.


- Sí – dijo Minato sonriendo – pero para empezar funciones cuando haya dado a luz.


- ¿Qué crees que será? ¿Niño o niña? – preguntó contenta.


- No lo sé. Quizá Madara prefiera un niño para que sea el líder del clan.


- Madara amaría lo que sea – le dijo – si es una niña será la niña de sus ojos, la protegerá de todos los Uchiha moscardones y si es un niño… le enseñará todo lo necesario para ser un gran líder entre los suyos.


- Gracias – le dijo Minato sonriendo por los ánimos y se levantó para calzarse.


Sora tuvo que ayudarle a calzarse y es que Minato se sentía tan torpe con esa barriga y con ese niño que sólo sabía darle patadas. Cogió de su lado el libro que Jiraiya le había regalado, su nueva novela y es que a él siempre le había gustado leer y su profesor, le pasaba todos sus libros. Este último tenía de protagonista a un gran ninja llamado “Naruto”. Lo primero que pensó Minato, es que si era un niño… le llamaría Naruto.


Salía del clan por una de las calles secundarias cuando vio a Fugaku entrenando con su hijo primogénito. Había escuchado que Mikoto, su mujer, estaba embarazada también. Desde luego ese hombre no había perdido el tiempo desde que volvió de su misión o eso pensaba Minato que sonreía al ver a Itachi tan feliz de tener a su padre de nuevo en casa y alegre por la noticia de tener un hermano correteando por la casa. Quizá en un futuro, ese niño que llevaba Minato consiguiera ser un gran amigo para el niño que llevaba Mikoto.


Mikoto que observaba el entrenamiento de su esposo y su hijo en el jardín de su casa, saludó a Minato en la distancia siendo correspondida por el rubio. Siguió caminando hacia la salida y se dirigió a las calles centrales de la villa en dirección a la torre del Hokage. Madara había estado todos esos meses enfrascado en la búsqueda de los asesinos aunque habían parado los asesinatos, todos los enemigos sabían ya lo que buscaban… a ellos dos, no les hacía falta buscar más. Minato estaba preocupado, no sólo con su reciente parto sino con Madara, temía por él, si algo malo le ocurriese no sabría qué hacer, le amaba y era el padre de ese niño que llevaba dentro de él y que cada día crecía más.


Estaba ensimismado en aquello cuando un hombre se acercó hacia él preguntándole por una dirección. Se quedó unos segundos dudando, pocas veces había salido del clan y aunque conocía un par de caminos en la villa, muchas de las calles aún le eran desconocidas. Se giró pensando cómo indicarle el lugar al que quería ir cuando sintió cómo sus ojos empezaban a cerrarse. Cogió el kunai lo más rápido que pudo trasladándose lejos de allí, marchándose a la pequeña cabaña a las afueras donde Madara había colado otro de sus kunais. Era el sitio donde realizarían el parto y sellarían definitivamente a aquella bestia, Minato pensó que allí nadie le encontraría y tenía razón, el enemigo no pudo seguirle hasta allí.


Se creyó a salvo cuando sintió que el enemigo real no estaba fuera, sino dentro de él. Cayó al suelo aún medio adormecido por aquella habilidad que su enemigo le había lanzado descubriendo que cuanto más se debilitaba él y perdía la conciencia, más fuerte se hacía el Kyuubi empezando a emerger de lo más profundo de él tomando el control de su cuerpo.


Cuando abrió los ojos, se encontraba encerrado en si mismo, un charco de agua bajo sus pies y una enorme puerta con un sello en ella bloqueando la salida. Supo que ya no tenía poder para volver a enjaular a ese bicho, era él quien estaba enjaulado y gritó para que le dejase salir, claro que el Kyuubi una vez en la posesión de su nuevo cuerpo, se rió ignorando a Minato que se agarraba a los barrotes de aquella gran celda de su interior.


- ¿Minato? – escuchó la voz de Madara en el exterior obligándole a abrir los ojos, viendo a Madara detenido frente a su cuerpo ahora en posesión del Kyuubi.


- ¿Madara? – preguntó en susurro sabiendo que no podía escucharle.


- Por fin has venido – escuchó la grave voz del Kyuubi y Madara se tensó – vas a pagar el haberme mantenido bajo ese contrato de invocación tanto tiempo.


- Lo estabas destruyendo todo – dijo Madara hablando con él – si supieras comportarte quizá no pensaría la gente en encerrarte.


- No estás en posición de protestar ni de tratar de retarme, tengo a tu esposo y a tu hijo.


- Déjame hablar con Minato.


- No – dijo sonriendo – está muy bien encerrado y no permitiré que nadie vuelva a encerrarme.


- No le hagas daño – susurró Minato cayendo de rodillas al suelo aún agarrando aquellos barrotes – por favor.


No sirvió de mucho su súplica, el Kyuubi rió antes de lanzarse a atacar a Madara con el cuerpo de Minato. Madara esquivó los ataques tratando de no golpearle, no podía hacerlo sabiendo que encima estaba embarazado. Pensaba cómo iba a liberar la mente de Minato y era una solución muy clara, encerrar a ese demonio pero para ello, tendría que acercarse lo suficiente como para poner el sello y eso no se lo pondría fácil el Kyuubi.


Esquivó todos sus ataques y trató de inmovilizarlo de mil maneras intentando hacer el menor daño posible, se jugaba la vida de su esposo y de su hijo en aquella batalla, no podía permitirse ni un fallo o ellos serían las víctimas. Jiraiya se unió al combate en cuanto pudo y es que le había retenido fuera Orochimaru, discípulo del maestro que deseaba el poder de aquel zorro para destruir el sueño de su maestro, destruir la villa y llevarse sus secretos, buscaba la inmortalidad.


Aunque Jiraiya estaba allí para ayudar a Madara, Orochimaru no tardó tampoco en aparecer herido colocándose a la espalda de Minato. Madara chasqueó los labios frustrado por la aparición de ese nuevo enemigo, ni siquiera podía tocar al Kyuubi mientras tuviera a su esposo y ahora aparecía aquel personaje.


- Yo me ocuparé de Orochimaru – le dijo Jiraiya.


- Id a por Minato – se escuchó a Izuna tras ellos que venía con Fugaku y con el pequeño Itachi – nosotros nos ocuparemos de Orochimaru – les comentó.


Tanto Fugaku como Izuna e Itachi activaron los sharingan haciendo que Orochimaru se relamiera cual serpiente rastrera deseosa de obtener el poder de esos ojos, centrándose en el pequeño Itachi pensando que sería la presa más débil. Se lanzó hacia él dándose cuenta tarde que ya había caído en su genjutsu haciendo que Fugaku sonriera.


- Jamás subestimes a un Uchiha – susurró – Itachi es el genio del clan Uchiha – le aclaró.


Orochimaru miró a aquel pequeño frente a él con el sharingan activado, apenas tendría seis años de edad pero ya combatía como si fuera un experto. Izuna se colocó delante de Itachi evitando que Orochimaru pudiera atacarle por sorpresa y ambos adultos atacaron a la vez una vez Itachi lo mantenía retenido en aquella ilusión.


Mientras tanto, Madara se lanzó hacia Minato tratando de bloquear sus ataques, cogiendo su muñeca para evitar que siguiera moviéndose pero Minato era más rápido que él escapándose una y otra vez de sus agarres. Jiraiya no conseguía acercarse lo suficiente como para poner aquel sello hasta que se le ocurrió algo a Madara y suspiró frustrado.


- Ponle el sello cuando me haya cogido – le dijo Madara susurrando.


- ¿Qué? – preguntó asustado Jiraiya - ¿En qué estás pensando?


- Ese demonio me quiere ver muerto, me atacará a mí, ponle el sello mientras se distrae conmigo. Lo retendré lo suficiente para que puedas hacerlo.


- No lo hagas, te matará si te enfrentas un uno contra uno, Minato es más rápido que tu y tiene el Rasengan completo.


- No hay otra forma para liberar a Minato. Hagámoslo.


No dio tiempo a que Jiraiya se opusiera porque Madara ya se había lanzado hacia el Kyuubi viendo cómo Minato sonreía y se lanzaba también hacia él activando el Rasengan en su mano. Apenas tendría un segundo para hacer los sellos y de la tierra empezaron a salir unas raíces de madera tratando de coger a Minato antes de que le diera a él. No lo consiguió, Minato desapareció de sus ojos teleportándose al sello de su pecho ante la sorpresa de Madara y hundiendo el Rasengan en él.


La mano le había atravesado por completo el abdomen y aunque todos miraron sorprendiéndose de aquello preocupados por él, Madara sacó fuerzas para coger el brazo de Minato y evitar que lo sacase, dejándole inmovilizado frente a él.


- Se acabó – le dijo al Kyuubi mirándole desafiante.


Jiraiya que estaba tras Minato aprovechó que estaba inmovilizado para agacharse y colocar el sello en su vientre devolviendo al Kyuubi a su jaula y liberando a Minato. Madara soltó el brazo de su esposo con lentitud viendo cómo aquellos ojos rojos volvían a ser azules, viendo cómo su esposo regresaba frente a él.


Minato sacó el brazo ensangrentado con rapidez de él llorando y cogiendo el cuerpo de su esposo que caía al suelo de rodillas. Tan sólo el desgarrador grito de Minato al ver lo que le había hecho a su esposo se escuchó por todo el recinto mientras todos observaban cómo intentaba parar la sangre que brotaba del abdomen de Madara. Aquel momento fue él único que pudo aprovechar un herido Orochimaru para escapar mientras todos veían cómo Minato derramaba sus lágrimas sobre el cuerpo de Madara.


- No… llores – escuchó a su esposo tocando el vientre de Minato.


- Lo siento – se escuchaba a Minato llorando sin poder parar – lo siento mucho.


- Cuídale, Minato. Serás un buen padre. Naruto – dijo sonriendo – me gusta el nombre.


- No me dejes, por favor. Te quiero, quiero estar contigo y con nuestro hijo, por favor.


- Eres lo mejor que he tenido en mi vida – fueron las últimas palabras que escuchó de Madara cuando empezó a cerrar los ojos.


Minato aún con las fuerzas que tenía, se teleportó con él hasta el patio de fuera del hospital de Konoha pidiendo ayuda a los enfermeros de allí que no tardaron en salir a recoger el cuerpo ensangrentado. Le dejaron esperando en la sala de espera mientras se lo llevaban al quirófano. Horas más tarde, el resto de Uchihas con Jiraiya entraban por el hospital viendo a Minato allí sentado aún cubierto con la sangre de su esposo.


 


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