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¡Ten hijos para esto! por Fullbuster

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Madara se miró el kimono rasgado por el ataque de Minato, incluso siendo un ataque aún incompleto no era para tomárselo a la ligera. Le dolía la mejilla por el impacto y se llevó la mano hacia la boca viendo al limpiarse que el guante se manchaba con algo de sangre y sonrió, hacía mucho que no sangraba por un enemigo y todavía menos por un chiquillo de dieciocho años.

 

- No está mal, hacía años que nadie conseguía ni tocarme. Tienes una velocidad envidiable, no te lo voy a negar, aún así lamento informarte que no me iré de aquí sin ese cuerpo.

 

Minato cada vez estaba más convencido que el hombre que estaba frente a él podría ser el asesino que andaba buscando. ¿Por qué tenía tanta cabezonería por llevarse el cuerpo? Minato aprovechó que su enemigo estaba algo confuso para meter la mano en su bolsa ninja y sacar ocho kunais lanzándolos en direcciones opuestas. Madara observó los kunais clavarse algunos en el suelo y otros en los troncos de los árboles sin entender nada, simples kunais. ¿Por qué lo hacía? Madara sonrió y utilizando su velocidad hizo los sellos para su mejor habilidad… el fuego característico de los Uchiha lanzando la bola de fuego hacia él.

 

Minato rodó un kunai en su mano y mostrándolo frente a él absorbió la bola de fuego sacándola por uno de los kunais del suelo en dirección a un sorprendido Madara que lo esquivó de milagro intentando entender la habilidad de ese chico. En su vida había visto cosas raras, pero como las de este chico… ninguna. Sonrió y es que al menos… era un chico interesante en cuanto a combate se podía decir, porque en su carácter… al fin y al cabo seguía siendo un chiquillo de dieciocho años.

 

Estaban haciendo tanto ruido, que Madara supo enseguida que medio clan aparecería allí en nada para ayudar a ese chiquillo, de hecho no se equivocó cuando escuchó cómo le llamaban y se sorprendió aunque más se sorprendió Minato al oír su nombre y girarse a ver quién le llamaba, momento que aprovechó Madara a cogerle del cuello de su camiseta arrastrándole con él hasta el cuerpo del difunto y cogiendo a ambos… Madara utilizó su Kamui transfiriéndose los tres a otra dimensión saliendo a las afueras de la villa.

 

Minato cayó a pocos metros de él tosiendo y cogiéndose el cuello por lo brusco que le había agarrado Madara, pero al menos había conseguido lo que quería, sacar el cuerpo del difunto del clan, claro… que llevarse a Minato no era precisamente su interés. ¿Qué iba a hacer ahora con ese crío que tosía en el suelo de la cueva en la que estaban?

 

Madara quiso pasar de ese chiquillo, quizá meterlo de nuevo en el Kamui y lanzarlo en su clan pero ahora mismo todos allí estarían buscando pruebas en la batalla y si volvía a utilizarlo sabrían que el clan Uchiha estaba involucrado al ver esa habilidad única de los Uchiha, era mejor aguantar un poco. Tener a Minato allí no era precisamente la mejor idea… porque encima había escuchado claramente que le llamaban Minato y ese es precisamente el nombre que su padre les comentó cuando hablaban del genio Namikaze, ahora todo empezaba a encajar… sus extrañas habilidades, que fuera capaz de frenar o mantener ocupado a un Uchiha veterano… tenía que ser el genio, no había otra opción.

 

- ¿Estás bien, chico? – preguntó aunque realmente no tenía mucho interés en él. Era una mera pregunta por cortesía, no quería ser el causante de que le ocurriera algo malo al genio de los Namikaze precisamente, menudo revuelo se armaría.

 

- Devuelve el cuerpo.

 

- ¿No sabes decir otra cosa? Estamos muy lejos de casa.

 

- Puedo llegar enseguida con mi velocidad.

 

- ¿Vas a salir tú solo ahí fuera? ¿Con los asesinos de tu clan? En cuanto te vean irán a por ti.

 

- Es tu culpa por sacarme del clan.

 

- No me culpes a mí, tú me has obligado, podías haberte quedado en casa durmiendo tranquilamente y esperar a tu matrimonio.

 

Aquello hizo que Minato se callase de golpe pensando en sus palabras. No había caído en aquello o al menos, trataba de no pensar en su futuro matrimonio.

 

- Además… no sé si sabrías volver, nunca has estado fuera.

 

- Con mi habilidad puedo volver, no tengo problema.

 

- Tu extraña habilidad… ¿Cómo funciona? – preguntó Madara curioso.

 

- No pienso decírtelo, eres un Uchiha, sólo sabéis robar habilidades y es mi invención, invéntate tú las tuyas propias.

 

- Qué egoísta eres, qué problemas tendrá tu futuro marido contigo – dijo Madara – eres terco, un cabezón, sabes pelear y te gusta tu independencia, no sé si tu matrimonio funcionará. Aunque teniendo en cuenta que los rumores comentan que podría ser Sakumo Hatake tu futuro marido… es posible que él sí consiga amaestrarte un poco.

 

- A mí nadie me tiene que amaestrar. ¿Quién te ha dicho lo de Sakumo?

 

- Se habla por toda la villa, dicen que es el más probable pero al fin y al cabo el Hokage elegirá. ¿Ni siquiera te han dicho con quién vas a casarte? – preguntó y él agachó la cabeza, al fin y al cabo… prodigio o no seguía siendo un chiquillo.

 

- No – comentó – pero da igual quién sea, sólo es por la alianza.

 

- Eso no quita el hecho de que sigue siendo conveniencia. ¿Crees que es fácil amar a alguien a quien jamás has visto? No lo es.

 

- ¿Quién te ha dicho que no le conozco? Sakumo era el mejor ANBU, ha hecho misiones con mi padre cuando eran más jóvenes. A veces viene al clan para hablar con él.

 

Madara se sorprendió, desde luego cada vez estaba más claro para él con quién iban a casar a Minato Namikaze y por qué el mismo Sakumo  había decidido voluntariamente casarse con ese genio. Era posible que por agradecimiento y respeto a su padre, pudiera ser que Sakumo se hubiera enamorado de ese chiquillo en sus numerosas visitas, le conocía desde niño.

 

- No sé por qué te tengo que dar explicaciones… sólo eres un asesino – le recriminó.

 

- Te repito que no fui yo… además si lo fuera tú ya estarías muerto.

 

- No es cierto, primero los violas, luego los torturas y finalmente los mutilas, además… ya te he pillado, podrías dejarme vivo solamente para demostrar que tú no eres aunque en realidad sí lo seas.

 

- ¿Tu cabeza nunca para de pensar o qué? – preguntó Madara – tienes mucha imaginación chico. Si fuera el asesino no querría que me descubrieras y la mejor forma de conseguirlo y cerrarte la boca, sería matarte.

 

- Pero podrías dejar huellas en mi cadáver y sabes que soy el genio Namikaze, la investigación de mi cuerpo no quedaría en el olvido, podrían pillarte, así que es mejor dejarme vivo y fingir que no eres tú para que eliminen las sospechas, pero a mí no me engañas. Sé que sois los Uchiha.

 

- Quizá sea alguien del clan Namikaze, al fin y al cabo parecen conoceros muy bien.

 

- Enséñame tu mano – le pidió Minato al ver un trozo de vendaje que sobresalía por lo alto de la muñeca del guante.

 

- No – dijo Madara enfadado – ahora quédate en un lateral tranquilo y no molestes.

 

- Enséñamela. ¿Qué tienes que ocultar?

 

- He dicho que no – gritó Madara justo cuando sentía el chakra de aquel chico volver a lanzarse en su dirección, ni siquiera le dio tiempo a esquivar su furioso ataque cuando sintió que el guante le era arrebatado dejándole ver la venda aún con los puntos de sangre seca marcada.

 

Minato se detuvo en seco demasiado cerca de Madara mirando los puntos de sangre, tres puntos. Los miró con horror y Madara supo en aquel momento que había encontrado un enlace.

 

- Es… un kunai Namikaze – susurró Minato antes de desplomarse por el golpe de Madara en su nuca.

 

Madara maldecía una y otra vez sosteniendo el cuerpo inconsciente de ese chico para que no cayese al suelo y es que era cierto que se lo había hecho con un kunai Namikaze y es que los Namikaze no tenían otra cosa que hacer que diseñar sus propias armas. Sus kunais no eran normales, tenían tres picos, iguales a la forma que tenía la herida de su mano, tres punzadas. Fácilmente reconocible para un Namikaze.

 

- No tenías que haberlo visto, chico – le susurró sacando de la tierra unos gruesos látigos de madera y atando al chico en una esquina de la cueva.

 

Al menos no volvería a molestarle aquel chico y esperaba acabar de revisar el cuerpo antes de que despertase. Lo mandaría a su clan en cuanto todo el revuelo hubiera pasado, lo único malo era que podía reconocerle aunque no supiera su nombre, podía decirles que era un Uchiha aunque claro… tampoco tenía pruebas de ellos, tendría que encontrarle y eso sería complicado si no le dejaban salir de su clan.

 

Madara revisó el cuerpo y pudo ver las costuras donde habían tenido que coser las partes que le habían mutilado. Aquel chico tendría la edad de su hermano. Activó su sharingan y le abrió aquellos ojos azules tan característicos de los Namikaze intentando encontrar sus últimos pensamientos, sólo veía dolor y paranoias, tenía razón su hermano en que estaba loco, seguramente por algún genjutsu fuerte y todos sabían quién eran los expertos en genjutsu, caerían sobre los Uchiha si eso salía a la luz, así que borró la información. Además tenía un peculiar olor a humo, típico también de las técnicas de fuego del clan Uchiha, algo que trató de eliminar limpiando el cadáver. Sólo esperaba que Minato no despertase mientras limpiaba huellas, porque le traería el doble de problemas de los que ya tenía con él.

 

Una vez acabó, se levantó del suelo y miró a Minato aún atado contra la pared de la cueva donde una antorcha iluminaba su cabello rubio y su rostro angelical. Madara debía reconocer una cosa del clan Namikaze viendo al joven difunto y a Minato… los Namikaze eran atractivos y menudo carácter tenían también, no eran en absoluto un clan débil, ahí estaba Minato… un ninja que jamás había salido de misión y se había enfrentado al hijo del líder de los Uchiha con maestría y coraje. No eran unos cobardes.

 

- Te llevaré al clan, chico – dijo Madara uniendo su frente a la de él y pese a que no podía escucharle, Madara siguió hablando dejando su mano con el guante apoyada en la fría mejilla del joven – no es tu hora, eres un buen ninja.

 

Madara abrió los ojos del color de la sangre y activando el Kamui absorbió tanto a Minato como al difunto ya limpio de pruebas devolviéndolos al clan tirados ambos en el parque donde todo empezó, frente a la tumba abierta del chico. Luego se teleportó a su casa y sin dar explicaciones de su ausencia cenó y se fue a dormir.

 

Los miembros del clan Namikaze habían estado muy preocupados desde que vieron la explosión del Rasengan inacabado de Minato estallar en el cementerio, sabían que algo ocurría y habían ido a ver si necesitaba ayuda, eso se pasaba más allá de un simple entrenamiento. Cuando llegaron, consiguieron ver a Minato siendo agarrado por una sombra que se movía a gran velocidad y que lo secuestró sin miramiento alguno. Todos pensaban lo peor, que lo encontrarían muerto. Antes desaparecían fuera de los muros de la villa, ahora incluso se atrevían a secuestrar al prodigio Namikaze dentro de las murallas, la situación se complicaba.

 

Cuando escucharon horas después la segunda explosión en el mismo lugar, fueron allí preocupados. El padre de Minato tuvo que hacerse hueco entre los presentes atemorizado de encontrarse a su hijo mutilado y violado, pero no, el médico que lo atendía le comunicó que estaba inconsciente, nada grave. Su padre suspiró aliviado llorando a lágrima tendida por la noticia.

 

- Mi niño – susurró acercándose hasta el cuerpo de su hijo arrodillándose frente a él para abrazarle.

 

- Está bien… lo llevaremos al hospital y mañana podrá irse a casa – le comentó el médico.

 

- Vale, hagan lo que tengan que hacer – comentó el consejero acompañando a los médicos hacia el hospital del clan.

 

 


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