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¡Ten hijos para esto! por Fullbuster

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El sol se elevaba en el cielo pero las nubes lo cubrieron enseguida dejando un día nublado y triste. Al abrir los ojos Izuna, se giró en la cama buscando con su brazo la añorada cintura de Kazuto, dándose cuenta al caer el brazo sobre el colchón que su esposo no estaba allí. Miró preocupado abriendo aún más los ojos e incorporándose. Aquello no era normal, Kazuto solía ser el chico más perezoso de todos, siempre le costaba salir de la cama y más cuando sabía que al día siguiente tenían el día libre los dos y podía despertar con una buena sesión de sexo, tal y como la noche anterior habían tenido.


Izuna decidió levantarse, seguramente su novio le habría dejado una nota o algo, él no acostumbraba a irse sin más sin decirle lo que ocurría. Allí estaba pasando algo extraño, así que se levantó con rapidez vistiéndose para salir hacia el comedor.


Todas las puertas correderas estaban cerradas, algo que tampoco encajaba con su esposo, él solía abrir unas cuantas al despertarse para ventilar las salas. ¿Dónde diablos se había metido ese Namikaze terco y cabezota? Izuna caminó por toda la casa descalzo buscando sin cesar a su novio, abriendo y cerrando todas las puertas hasta que encontró en la cocina la bandeja con el desayuno. Hacía tiempo que debía haberse marchado porque al tocar el arroz con el dedo lo sintió frío.


- ¿Qué narices pasa aquí? – se preguntó Izuna en voz alta sin entender nada hasta que vio aquella nota bajo el vaso de arcilla.


Sus dedos no esperaron ni un solo segundo a desplegar aquel papel doblado a conciencia. Cómo odiaba cuando Kazuto hacía esas cosas, doblar y redoblar los papeles como si fuera el mayor de los secretos lo que quisiera ocultar bajo tanto pliegue. Su humor empeoraba por momentos aquella mañana. No saber lo que ocurría, perder el control de la situación le hacía tensarse.


Las letras aparecieron frente a él al desplegar el último pliegue del papel. Sin duda era la letra de Kazuto, aquellos símbolos eran de Kazuto, podía identificar su estilo cuando los dibujaba, era muy característico. Leyó los símbolos descubriendo que su esposo se había marchado a una misión fuera de la villa, una misión de la que tendría que volver en unas horas.


Aquello no le encajaba en absoluto a Izuna. Kazuto no debería estar en ninguna misión. Era profesor de la academia desde hacía cuatro años, como mucho entrenaba equipos de chiquillos de doce años que hacían sus primeras misiones dentro de los muros de la villa y les preparaba para el examen a Chunnin. ¿Qué hacía él fuera en una misión? Desde luego una cosa tenía clara y más al ver parte de un pergamino quemado en la chimenea que se apagaba con lentitud. Cogió el trozo de pergamino y lo apretó con fuerza en su mano. La base ANBU había contactado con él.


Enfadado como estaba, corrió hasta la entrada calzándose, tenía que ir de inmediato a buscar al responsable directo de aquella misión, a Tobirama, líder del escuadrón. Estaba convencido de que él debía saber todo acerca de aquella misión y en ese momento, necesitaba respuestas y urgentemente. Para nada le había gustado aquel presentimiento que su esposo había tenido la noche anterior y desde luego, menos le gustaba saber que estaba ahí fuera en una misión bajo ese presentimiento. Ahora él mismo tenía esa mala corazonada metida en el cuerpo.


Apenas tardó unos minutos en llegar a la base. Todo el edificio estaba en completa calma, algo muy extraño tratándose de la base más importante de la villa. Sólo algunos ninjas murmuraban por los rincones hablando sobre algunas misiones con sus compañeros, pero toda la sala principal se silenció al ver entrar a Izuna Uchiha por allí. Todos sabían de su rivalidad con Tobirama y que estuviera allí precisamente después de cuatro años de absoluta tranquilidad, no era buena señal para nadie.


Izuna subió al piso superior en busca del líder del escuadrón. Ni siquiera se molestó en tocar la puerta, la abrió sin más, sin importarle si interrumpía alguna de sus típicas reuniones o cualquier otra cosa. Estaba tan enfadado con aquel suceso que no podía evitar que se le notase.


- ¿Dónde le has enviado? – preguntó alterado Izuna escuchando cómo la puerta se cerraba tras él de un portazo.


- Vaya… buenos días a ti también – sonrió Tobirama.


- Ya me has oído.


- Le he mandado a una misión. Volverá en unas horas.


- No juegues conmigo, Tobirama, sabes tan bien como yo que Kazuto estaba fuera del escuadrón. ¿Por qué le has mandado? ¿Por qué aceptó ir?


- Siéntate y te explicaré las cosas.


- No quiero sentarme. Empieza a explicar antes de que barra el suelo con tu cara, porque en este momento no estoy dispuesto a entrar en tus juegos, ni a escuchar tus mentiras ni tus tonterías. Quiero saber dónde está mi esposo.


- Está cerca de la aldea de las olas, al otro lado del bosque. Recibí un comunicado peligroso y no puedo confiar en nadie. Pedí a los únicos que sabían que eran leales.


- Debiste llamarme a mí en vez de a él.


- Todo el mundo sabe que tus ojos no están en condiciones. Kazuto tenía más posibilidades de salir con vida que tú.


- Espera… ¿Qué? ¿Cómo que con vida? ¿Dónde narices lo has mandado?


- Es una misión clasificada. Siéntate, por favor… porque la información que voy a darte no puede salir de aquí.


Izuna trató de calmarse aunque sabía que sería imposible. Miró la silla frente a él en la que tenía sus manos apoyadas y finalmente, la apartó para sentarse. Sabía que tenía que ser algo grave para que hubieran llamado a Kazuto.


- Tenemos un traidor en las filas – comentó Tobirama sorprendiendo a Izuna.


- Eso es imposible. ¿Quién querría herir a los nuestros? Es imposible.


- Desde hace un tiempo, se está filtrando información.


- Quizá seas tú mismo y me cuentes esto para que no se sospeche de ti.


- Sigues dudando de mí… es increíble. Mandé a Kazuto adrede para que investigase. Era de los pocos en los que podía confiar plenamente.


- Los dos sabemos que no aprecias precisamente a Kazuto y mucho menos a un Uchiha.


- Eso no es cierto. Tengo mis dudas sobre el clan Uchiha y eso jamás te lo desmentiré, pero no deseo ningún daño a tu esposo ni a nadie del clan. No podía mandar a ningún ANBU a esa misión y lo sabes bien, podía ser el traidor.


- Es una misión suicida si tenéis un infiltrado. Si se entera que has mandado un equipo irán a por ellos.


- Señor – se escuchó al otro lado de la puerta.


Ambos dejaron de hablar al momento viendo cómo un ninja con la máscara ANBU entraba por la oficina. Tobirama se levantó de inmediato al ver lo angustiada que sonaba la voz de su secuaz.


- ¿Qué ocurre?


- Acaban de traer el cuerpo de Sakumo y de Ren, están muertos, señor.


- ¿Y Kazuto? – preguntó Izuna levantándose de inmediato.


El ninja pensó si debía seguir hablando o no sobre aquella misión que parecía estar fracasando por momentos.


- ¿Qué ocurre con Kazuto? – preguntó Tobirama también preocupado.


- Desaparecido, señor. Lo siento. Hemos mandado a todos los escuadrones posibles, estamos rastreando todo el bosque pero no le hemos encontrado por el momento.


- Joder – se escuchó a Izuna – Kazuto está ahí fuera con el nombre que necesitas saber y van a matarle para evitar que esa información te llegue – le aclaró – le has mandado a la maldita boca del lobo por una información.


- Era en el que más confiaba, Izuna. Sabes que Kazuto jamás haría nada en contra de la villa. Ahora encontrémosle antes de que lo hagan ellos.


Aún no había terminado de decir las cosas cuando Izuna ya había salido de allí para ir a buscar a su esposo. Sabía que Kazuto era rápido, era inteligente y trataría de evitar caminos donde fuera fácil atraparle, pero sus enemigos también podían saber sus tácticas.


Tras más de tres horas de incesante búsqueda, Izuna se encontró con el escuadrón de su sobrino Itachi, también estaban allí buscando a Kazuto. A Itachi se le notaba tan nervioso y preocupado como él, pero no sólo era Itachi, el escuadrón de Madara y el propio Minato estaban rastreando el bosque. Izuna se colocó de inmediato al lado de su hermano.


- ¿Qué zonas habéis rastreado? – preguntó.


- Toda la parte norte – le respondió – ve hacia el este con tu equipo, Itachi irá al sur. Le encontraremos.


- Sabes de sobra que si Kazuto tiene el nombre que buscan en la base, el enemigo no se detendrá hasta aniquilarlo. No dejarán que ese secreto pueda llegar a la villa.


- Cálmate, Izuna. No sabemos lo que sabe Kazuto y desde luego la mayoría de aquí no saben nada de esa misión. Si hay un traidor, lo mejor es que finjamos que no sabemos nada por nuestra seguridad. Encontremos a Kazuto.


- ¿Y si no lo encontramos? – preguntó Izuna preocupado.


- Entonces tendremos que investigar por nuestra cuenta pero solos, cuanta más gente sepa de qué va esto, más gente correrá peligro.


 


Dos semanas pasaron desde el primer rastreo del bosque. La mayoría de los equipos fueron abandonando paulatinamente la incesante búsqueda dando por perdido a otro de sus ninjas. Lo único que consiguió llegar a las manos de Izuna por medio de un miembro de otro equipo de búsqueda fue uno de los kunais de Kazuto. Desde aquel día, rastreó todo el este del bosque desde donde encontraron el kunai. Algo dentro de él le decía que Kazuto estaba vivo, lo estaba en algún lugar, aún podía recordar en el subconsciente aquellas palabras cuando le decía que volvería.


Madara y Minato le ayudaron un tiempo a rastrear el bosque, pero no se encontró nada. Al final la única deducción que consiguieron sacar es que alguien se lo habría llevado y si estaba vivo… sería por alguna artimaña que Kazuto consiguiera hacer evitando su muerte, porque el traidor no descansaría hasta verle muerto y que su secreto descansase finalmente.


Izuna seguía sospechando de Tobirama, era tan extraño que mandase a su esposo a una misión suicida de ese estilo y que encima… saliera mal. Algo tenía que ver en todo aquello pero no tenía pruebas para verificar que él estuviera tras todo lo que ocurría. Minato por otra parte, había mandado a algunos de los mejores ninjas de la villa a investigar en secreto quién podría ser el traidor, entre ellos, se encontraba Madara y el propio Izuna, hasta Itachi estaba metido.


Pese a lo afectado que estaba Izuna con la pérdida de su esposo, no le quedó más remedio que entrar en la gran farsa que habían ideado Madara y Minato. Dijeron a todos que Kazuto había muerto pese a que ellos seguían buscando a las personas que pudieron llevárselo. Izuna tardó meses en recuperar su estado de ánimo y aun así, ni siquiera llegó a ser el mismo que antes. Kazuto se había llevado su alegría, sus ganas de vivir, ahora vivía con una única obsesión, encontrar a Kazuto.


Siete largos y sufridos años pasaron para Izuna sin tener noticias de su esposo. Algunos días al levantarse, pensaba que realmente Kazuto estaba muerto en algún lugar otros días pensaba que aún podía encontrarle. Había pasado más años sin Kazuto desde que se casó que con él. Había visto crecer a Naruto hasta sus dieciséis años, hasta alcanzar el nivel chunnin, había visto a Itachi crear su equipo y mejorar, vio a Sasuke convertirse en todo un Uchiha arrogante y orgulloso, le vio despertar su sharingan mientras el suyo se consumía en silencio. Ahora apenas era capaz de ver.


Miraba sus medicinas en la mano, no funcionaban ni lo harían. El clan Uchiha estaba maldito, siempre lo había estado, esa maldición que pasaba de padres a hijos, que dejaba ciegos a todos cuanto más utilizaba el sharingan. Un vaso de arcilla con té verde se colocó a su lado en la tarima del pasillo, detrás Minato se sentó también a su lado.


- Tómatelo, te hará bien.


- ¿Crees que volverá? – le preguntó Izuna - ¿Crees que un día aparecerá de nuevo?


- Hay que tener fe. Es un chico fuerte. Si está vivo, aún podrá escaparse. Seguimos buscando, Izuna.


- Sólo el clan Uchiha sigue buscando.


- Es suficiente. Le encontraremos. Ese kunai apareció cerca de la villa, él estaba cerca de llegar. Este kunai apareció por algo, tiene esos sellos extraños.


- Que no has conseguido desvelar aún.


- Lo haré. Kazuto era inteligente, seguro que la información está ahí, encontraré lo que quería decirme. Te lo prometo.


 


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