Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

¡Ten hijos para esto! por Fullbuster

[Reviews - 345]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Los azules ojos de Kazuto miraban tras las rejas, fijos en la luz de las antorchas que se aproximaba por el oscuro pasillo. Apretó lo que tenía en su mano con fuerza sin apartar su fría mirada de la reja.


El sonido de los pasos retumbaba por toda la zona. Firmes y contundentes, Kazuto sabía que ya habían dado la orden para acabar con él. Tenían lo que querían, un pequeño Uchiha. Tocó con su mano libre el vientre donde durante nueve meses llevó a su hijo, ahora lo sentía vacío, le habían arrebatado algo, lo más importante que tenía en aquel lugar, lo único por lo que durante esos últimos nueve meses había merecido la pena luchar. Todo el cuerpo le dolía, el parto estaba aún demasiado reciente y las cicatrices no habían cicatrizado pero aun así, su mirada se endureció todavía más al ver la luz llegar hasta su celda.


El ruido metálico de la puerta al abrirse le incitó a ponerse en pie, pero no lo hizo. El dolor de su abdomen era intenso y debía reservar fuerzas todo lo que pudiera. Dos guardias se acercaron a él mientras un tercero se quedaba fuera de la celda custodiando la salida. Por primera vez en mucho tiempo, sus ojos pasaron de la reja a las manos de uno de los hombres que sacaba una jeringuilla. Seguramente para inyectarle aquella sustancia mortal que le haría dejar aquel mundo finalmente.


Miró el nudillo de su dedo gordo en la mano derecha y sabía que ese sello tenía que significar algo, algo que él mismo había hecho y que no podía recordar, no recordaba prácticamente nada. Sus enemigos le habían tenido que enseñar a hablar de nuevo pese a que él se rehusaba a aprender. No quería hablar con ellos, no lo necesitaba porque algo dentro de sí mismo le decía que no le soltarían pese a conseguir lo que querían de él.


El hombre se acercó hasta Kazuto y cogió su cuello con fuerza exponiéndolo para la inyección. Estaba a punto la jeringuilla de tocar la piel de Kazuto cuando éste movió su brazo con fuerza golpeando con su muñeca la del contrario, obligándole así a perder el equilibrio. Abrió su mano dejando ver los largos clavos que había sacado de la bisagra de una de las puertas metálicas y sin previo aviso, se lo clavó en el cuello al hombre viendo cómo empezaba a desangrarse frente a él.


El segundo hombre se acercó con rapidez intentando recuperar la jeringuilla que había caído al suelo. Seguramente ninguno se esperaba que aquel chico pudiera defenderse, todos sus recuerdos de lucha los había guardado pero por algún motivo, hoy parecían estar de vuelta.


Tal y como se agachó el enemigo hacia la jeringuilla del suelo, Kazuto aprovechó para darle un rodillazo en el rostro levantándolo para darle la patada justo en la nuca y empotrarlo contra la pared del fondo, dejándole inconsciente prácticamente al momento.


El tercer hombre que entraba en aquel momento a inmovilizar al detenido al ver caídos a sus compañeros, se paralizó unos segundos al ver que Kazuto se giraba hacia él con aquella fría mirada fija en sus ojos. Ambos reaccionaron enseguida, el guardia tratando de llegar hasta la jeringuilla y Kazuto lanzándose hacia el suelo con el brazo extendido también tratando de llegar antes. Ambos cayeron al frío suelo, pero fue Kazuto quien tras el leve forcejeo recuperó la jeringuilla. Inmovilizó a su enemigo clavándole la jeringuilla y con un rápido movimiento de sus manos, le rompió el cuello tirando el cuerpo inerte a un lateral antes de levantarse.


Viendo la puerta abierta de su celda, salió de allí cogiendo la antorcha que se había caído al suelo y rebuscando entre los cajones de la mesa sus kunais. Los había visto por allí y lo sabía. Todos allí creían que él era simplemente un chico inocente que no sería capaz de hacer nada con los pocos recuerdos que tenía, quizá fuera precisamente eso lo que los llevaría a la tumba.


Al coger uno de sus kunais, el dolor de cabeza se intensificó de golpe obligándole a soltar el arma encima de la mesa y agarrarse la cabeza. Sus recuerdos venían por partes, cada recuerdo lo había guardado bajo una clave diferente evitando que salieran todos al descubrirse una. No podía permitir que esos secretos cayeran en malas manos.


Los secretos sobre aquellos kunais se abrió como cuando una neblina se levanta en el más espeso de los lagos. Recordaba cómo se utilizaban, recordaba aquellos sellos pero pese a mirar el sello en su pulgar, no consiguió descifrar el resto del tatuaje. Unos segundos observó aquel sello, vio cómo una parte de él desaparecía de su piel al haber destruido la clave que mantenía oculto el secreto de los Namikaze. Guardar aquel secreto en sus kunais fue una de las ideas más brillantes que se le ocurrió en los pocos segundos en los que tuvo que realizar la técnica, ningún enemigo en su sano juicio le dejaría tocar sus armas una vez fuera capturado.


Cuando el dolor de cabeza empezó a ceder, miró el kunai encima de la mesa y lo cogió con mayor decisión que antes. Al menos tenía una oportunidad de salir de allí pero necesitaba encontrar a su hijo lo primero. No pensaba dejarle en ese lugar.


Caminó por toda la guarida matando con sumo sigilo a todos y cada uno de los secuaces que encontró en su camino. Sus manos estaban llenas de sangre igual que sus kunais, hasta su rostro tenía gotas de sangre que habían salpicado en algún momento pero no le importó. Sólo quería encontrar a su hijo y marcharse de allí.


Tras más de veinte minutos caminando por la guarida, finalmente escuchó un llanto que venía de una de las salas del fondo. No cabía duda alguna que debía ser de su hijo, por lo que puso rumbo hacia aquella puerta entreabierta, caminando despacio pero con decisión.


Empujó la puerta con suavidad tratando de hacer el mínimo ruido posible, observando a Orochimaru sentado en aquella silla con su hijo en brazos. Apretó los puños lleno de ira y rabia, lleno de repulsión por ver a su hijo en los brazos de aquel ser. Ni siquiera se lo pensó pese al dolor que sentía, cruzó la sala matando a los guardias que se interpusieron en su camino al verle entrar corriendo y tratando de llegar hasta su jefe. Ninguno de los guardias fue capaz de frenarle, quizá porque tras tantos años, tras tanto dolor y sufrimiento le daba igual morir en aquel momento, era recuperar a su hijo o morir, no tenía otro pensamiento en la cabeza.


No detuvo aquella sangría que estaba dejando a su espalda, le daba igual estar completamente lleno de sangre y ver el miedo en los enemigos que se acercaban a él, estaba decidido y nadie le podría parar, al menos eso pensaba él hasta que se vio completamente rodeado, observando indignado cómo Orochimaru se marchaba con su hijo por el otro extremo de la habitación aprovechando el caos de la batalla. Sabía que estaría perdido, todo el cuerpo le dolía demasiado como para seguir enfrentándose solo pero cuando un kunai fue directo hacia su cabeza, escuchó el ruido metálico cuando golpeó contra otro kunai.


Abrió los ojos sorprendido al ver a uno de los secuaces que ocultaba su rostro a su lado. Había detenido aquel kunai con el suyo y no entendió lo que ocurría hasta que pudo ver cuando el trozo de venda de su brazo cayó el símbolo tatuado de los ANBU de Konoha. Ni siquiera recordaba el escuadrón o la villa, pero sí reconocía ese símbolo, era el mismo que Izuna llevaba y de Izuna se acordaba perfectamente.


Al sentir la mano de aquel hombre agarrar la parte trasera del cuello de su chaqueta supo lo que iba a ocurrir y trató de soltarse. Él no se marcharía de allí sin su hijo. El ANBU sintió el tirón de Kazuto tratando de soltarse pero agarró con mayor fuerza la chaqueta impidiéndoselo.


- No puedes hacer nada por él, no ahora mismo. Tengo que sacarte de aquí.


- No me voy sin él – le dijo Kazuto con aquel tono serio y decidido.


- Te prometo que sacaré a tu hijo, pero no hoy, no podemos solos y lo sabes. Orochimaru ya se lo ha llevado. No saldremos vivos de esta guarida si no nos vamos ahora.


Fue a hablar pero nada salió de su boca. El ANBU había lanzado contra el suelo una bomba de humo que les hizo desaparecer al instante. Sólo sentía cómo tiraban de él hacia abajo, por un hueco en el suelo hasta el nivel inferior y volvía a tirar de él para que corriera.


Kazuto se detuvo en seco al escuchar un fuerte sonido a su espalda. El misterioso ANBU que estaba allí, al ver que ya no conseguía moverle más, se detuvo también observando cómo sus ojos trataban de ubicar algo, un ruido que ahora llegaba también a sus oídos.


- Corre – le gritó el ANBU viendo que realmente, Kazuto no se había percatado de lo que era. Quizá los rumores que había escuchado esos meses infiltrado en la base enemiga eran ciertos, ya no era un ANBU de Konoha, era un chiquillo que había perdido todos los recuerdos, no conocía nada fuera de esas mazmorras, no reconocía las cosas que debería haber reconocido al instante.


Kazuto corrió tras aquel ninja entre todos esos tubos hasta que el gran ruido les atrapó, una fuerte corriente de agua los derribó empujándoles y arrastrándoles consigo a gran velocidad entre las gruesas tuberías.


Todo estaba oscuro pero entre toda aquella masa de agua que les empujaba sin remedio, el ANBU consiguió coger a Kazuto evitando perderle de vista. El agua les empujó fuera de las instalaciones lanzándoles en una caída de casi veinte metros a un lago bajo ellos.


El ANBU fue el primero en sacar la cabeza para coger oxígeno. Sostuvo unos segundos sus costillas, era posible que se hubiera fracturado una en la caída pero aun así, buscó a su alrededor a Kazuto. No le veía por lo que buscó aún con más desesperación. Izuna le mataría si no le llevaba con vida, no sabría cómo mirar al clan si no conseguía salvar a ese chico. Estaba claro que tras siete años en aquellas mazmorras y sin recuerdos de su vida anterior, ese chico no sabría nadar, ni siquiera recordaría lo que era ver tanta agua junta. Se sumergió buscándole hasta que consiguió dar con él y sacarle para que respirase.


Escuchó con alegría el toser de Kazuto, al menos estaba vivo y respirando pese a tener que escupir el exceso de agua que había tragado. Lo acercó hacia la orilla para descansar un momento cuando sintió el filo de una katana rozando su cuello a la espalda. Ni siquiera se puso en pie por miedo a cortarse, les habían atrapado y sólo pudo chasquear los labios en señal de frustración. Su mano se acercaba hacia uno de los kunais con cuidado de no ser visto cuando el ninja que sostenía la katana cayó al suelo en un charco de sangre.


Se giró con rapidez para ver en la espalda del mutilado ninja el sello de los Namikaze, Kazuto se había teleportado hasta él asesinándolo sin darle tiempo a hacer ningún movimiento más. Sacó su katana para ayudar pero sólo veía caer cuerpos a su alrededor. No estaba seguro si Izuna sabría todo aquello o si estaría muy contento pero… aquel ya no era el Kazuto inocente y amable que una vez conocieron.


Más ninjas venían en su busca pero ambos se detuvieron al ver que eran asesinados por alguien oculto entre los árboles. El ANBU sonrió, los refuerzos de Konoha llegaban aunque Kazuto no tenía ni idea de lo que ocurría allí. Cuando sintió que alguien tocaba su hombro por la espalda, se giró con rapidez arremetiendo contra él con el kunai en la mano. El ninja, más rápido de lo esperado, activando su sharingan, consiguió agacharse dejando que el brazo de Kazuto con el kunai pasase por encima de él. Con el brazo libre, Kazuto sacó otro kunai de su cinturón dispuesto a clavarlo a esa figura cuando otra se puso en medio agarrando su brazo con fuerza obligándole a detenerse.


Detuvo el brazo de Kazuto cuando prácticamente estaba rozando su rostro. Aquella mirada impasible, sus ojos rojos como la sangre fijos en las manchas rojas que embadurnaban completamente a ese chico rubio y la decisión con que agarró sus muñecas, le hizo a Kazuto abrir los ojos de golpe. No lo había reconocido hasta aquel momento.


- I- Zu… - se escuchó un leve susurro de los labios de Kazuto que soltó el kunai al momento tirándolo al suelo, confundido por ver a su esposo allí.


Todas aquellas emociones, los ojos de los ninjas clavados en él y cómo le escrutaban en un tenso silencio sumado al cansancio y el dolor de su cuerpo, hizo que se desmayase allí mismo siendo cogido por Izuna y acercado a su pecho en un cálido abrazo que él ya no podía sentir.


Minato arrodillado bajo ellos y confuso por el primer ataque que Kazuto había realizado en su contra, no sabía muy bien cómo reaccionar. Su mejor amigo no había sido capaz de reconocerle, le había atacado por sólo poner su mano en el hombro y si no llega a ser por Izuna que se había puesto en medio frenando el segundo brazo de Kazuto, éste no habría dudado en matarle ni por un segundo.


- No me ha reconocido – murmuró Minato.


- ¿Qué narices le han hecho ahí dentro? – preguntó confuso Izuna con su esposo brazos. Por la sangre que llevaba la ropa y la piel de Kazuto, sabía que no había sido nada fácil salir de allí.


- Me lo encontré en la sala principal – dijo Shisui, el ANBU que lo había sacado de allí – si no llego a estar allí, ahora estaría muerto. Lo siento, no he podido sacar a su hijo – se disculpó Shisui – Orochimaru lo alejó rápido de nuestra posición. Creí que era conveniente sacar primero a Kazuto, al niño no querrán hacerle daño, no por el momento hasta que desarrolle el sharingan.


- Hiciste bien, Shisui – le explicó Madara – Kazuto ya no les hacía falta. Él era quien corría mayor peligro. Recuperaremos a ese niño, por el momento sabemos que estará a salvo. Orochimaru lo necesita. Llevémosle al hospital cuanto antes y que lo revisen entero.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).