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¡Ten hijos para esto! por Fullbuster

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Aquella mañana, Kazuto se despertó sin muchas ganas. Se había quedado hasta tarde con Izuna y es que el tiempo con él pasaba volando. Miró unos segundos por la ventana intentando desperezarse. Los pájaros de su ventana ya cantaban dando los buenos días y no tuvo más remedio que levantarse para ir a la ducha.


Desde que había salido del hospital, todo se había convertido en un infierno. Tenía tantos secretos frente a Izuna. Sabía que estaba mal, que no debía guardarse todo el dolor para sí mismo, pero no quería poner en peligro a Izuna, así que simplemente, callaba todo lo que ocurría en su trabajo.


Siempre había querido ser ANBU, pertenecer a la élite. Tantos años practicando con Minato para no poder salir del clan por culpa de aquellos asesinatos. Ahora que por fin realizaba su sueño, se daba cuenta que ser ANBU no era lo que esperaba. Él mismo se consideraba débil, su grupo se reía y susurraba a las espaldas, les daba igual cómo se sintiera él, no dejarían de hacerlo. Sólo sabían de él que había estado saliendo con el traidor, con Sakumo Hatake, sabían que ahora salía con un Uchiha. No podía evitar que la gente pensara mal de él.


Al salir de la ducha, caminó hasta el armario y observó en silencio durante unos tensos segundos su ropa ANBU. Resopló y cerró los párpados resignándose antes de empezar a vestirse. Tras colocarse el chaleco, tal y como siempre había llevado su clan, se puso encima de él la chaqueta blanca con rayas negras aunque ni siquiera quiso abrochar la cremallera. Ya estaba en la puerta de salida sentado en el peldaño de madera terminando de calzarse cuando apareció su madre tras él.


- ¿Ya te marchas? – le preguntó con una agradable sonrisa.


- Sí, hoy tenemos una misión fuera. No me esperéis despiertos, es posible que tardemos en volver.


- Vale. Ten cuidado ahí fuera.


- Lo tendré.


Kazuto salió colgándose los kunais al cinturón y caminó hasta la torre de los ANBU. Abrió las puertas entrando en el impresionante edificio y siguió hasta llegar al centro donde estaban reunidos algunos ninjas. En breve explicarían la misión. A su derecha estaban los tres compañeros de su equipo pero lejos de acercarse a ellos, se mantuvo a cierta distancia observando cómo le miraban y cuchicheaban, algo típico en ellos.


Sentía los ojos de todo el mundo fijos en él aunque trataba de no acercarse mucho a ninguno. Pese a sus intentos por pasar desapercibido, uno de los ANBU que entraba en aquel momento por el edificio hacia la sala principal golpeó la parte trasera de su hombro moviéndolo ligeramente hacia delante, por suerte, no perdió el equilibrio y se mantuvo allí de pie sin mirarle.


- ¿Aún estás aquí, Namikaze? – preguntó el chico saliendo de su espalda con una sonrisa en sus labios - ¿Dónde está tu chico? Ah, perdona… es cierto, te acostabas con el traidor de la villa y ahora te has colado en la cama del Uchiha. ¿Cómo lo consigues?


- Debe de ser muy bueno en la cama – comentó otro compañero riéndose.


- Será en lo único en lo que es bueno. ¿Cómo podemos saber que no estás recogiendo información para llevársela al Hatake? – le susurró al oído aquel chico pero Kazuto mantuvo el silencio.


- Pierdes el tiempo con él, no te dirá nada – dijo uno de sus compañeros.


- Olvídate de él, sólo es otro chico débil del clan Namikaze. Lo único que saben hacer es ligarse a los Uchiha. ¿Qué crees que verán los Uchiha en ellos? – preguntó otro riéndose.


- ¿Sabes una cosa, mosquita muerta? – le preguntó aun susurrando en su oído – Todos los de aquí y yo odiamos que os metáis en nuestros asuntos. No deberías estar con un Uchiha, eres demasiado débil para alguien de ese clan. ¿Por qué no nos haces un favor a todos y te apartas del medio? Cualquiera de nosotros sería mejor partido para un Uchiha que un simple Namikaze. No estás a la altura de las expectativas de un Uchiha.


Los ninjas se marcharon entre risas alejándose de Kazuto. No pasaba desapercibido para nadie lo que pensaban. Todos aquí intentaban ser los más fuertes, trataban de alcanzar a los Uchiha y trataban de llamar su atención. Una alianza con su clan era muy provechosa y él se había interpuesto en los deseos de muchos. Nadie entendía qué había visto Izuna en él, todos le consideraban débil y si hubieran podido quitarlo de su camino, lo habrían hecho sin dudarlo con tal de acercarse a un Uchiha. Quizá lo que menos soportaban era el hecho de saber cómo se había dejado engañar por Sakumo Hatake, nadie en aquel edificio le consideraba apto para estar con Izuna Uchiha.


- Debiste haber muerto aquel día – escuchó a su espalda de uno de sus compañeros de equipo que se había acercado ligeramente – De todas formas… en las misiones siempre hay lamentables accidentes.


Aquellas palabras le hicieron abrir los ojos por la sorpresa. No esperaba escuchar algo así aunque miles de veces se había preguntado por qué él estaba vivo, por qué tantos Namikazes habían muerto y él seguía allí. Quizá porque Minato le ayudó, porque apareció frente a los enemigos y les impidió acabar con él al ver cómo venían más ninjas. Ni siquiera debería estar vivo pero aquí estaba y para más irritación de la gente, se había ido a enamorar de Izuna Uchiha.


Ibiki, líder del grupo de Interrogación y tortura de la villa fue el que salió frente a todos ellos para explicar la misión. Kazuto prestó atención, su grupo estaría en la línea delantera pero no era una misión demasiado complicada. Iban a recuperar unos documentos y salir de allí, debería haber vuelto antes del anochecer si se daban prisa.


Al terminar de relatarles la misión, todos los equipos se pusieron en marcha pasando frente a Kazuto que permanecía inmóvil esperando a que todos salieran. No tenía ganas de ir con todos ellos, sabía que no dejarían de molestarle. Salió el último y viendo cómo su equipo ya había saltado a los primeros árboles para marcharse, se puso en camino también manteniendo cierta distancia con todos ellos.


- Creo que tenemos al Namikaze más lento de la villa – escuchó que decía uno de sus compañeros, pero le ignoró y mantuvo las distancias con ellos.


Tardaron varias horas en llegar hasta su destino, un antiguo castillo feudal con fuerte seguridad. Era posible que les estuvieran esperando. El resto de equipos habían comenzado su maniobra de distracción, ellos tan sólo debían acceder al interior y robar ese documento. El líder del equipo ordenó la entrada aunque cuando iban a alcanzar las ventanas para entrar, una andanada de flechas voló hacia ellos. El líder ordenó dispersarse a su equipo pero Kazuto, ya casi tocando el cristal de la ventana, lanzó el kunai al interior teleportándose dentro contra la pared del fondo donde el kunai se había clavado.


Aún le dio tiempo a ver al resto de su grupo maniobrar hacia atrás evitando las flechas. Suspiró resignado sabiendo que estaba solo y buscó por el recinto el documento antes de que llegasen a por él los enemigos. No debían estar lejos, escuchaba los gritos pidiendo que le encontrasen y las pisadas acercándose hacia la sala.


El pergamino estaba en uno de las estanterías y al dudar cual sería de los dos, decidió coger ambos. Al guardarlos en su bolsillo, se dio cuenta que su brazo sangraba, seguramente por los cristales que había roto al entrar. Cogió el kunai con su mano derecha y lo lanzó nuevamente hacia la ventana sacándolo en dirección al bosque. Los guardias entraban por la torre y al disparar… las flechas golpearon el suelo, Kazuto ya estaba cogiendo el kunai cerca del bosque saliendo de allí con los pergaminos.


El kunai se clavó en uno de los troncos de un árbol cercano y Kazuto, colocando chakra en las suelas de sus zapatos, se agarró al tronco bocabajo intentando sacarlo cuando vio el sello explosivo. Aquello no debía estar allí pero viendo a la distancia cómo sus compañeros se marchaban a gran velocidad del lugar con cierta sonrisa, entendió que aquel explosivo iba específicamente para él. Lanzó un segundo kunai al suelo dejando abandonado el del tronco y se volvió a teleportar. Al menos consiguió librarse de la explosión aunque la onda lo derribó con violencia contra el suelo.


Se tapó el rostro con los brazos hasta que el fogonazo de la explosión finalizó y luego trató de ponerse en pie sin conseguirlo. El dolor en la pierna era intenso, tanto… que su mano fue directamente hasta su muslo y sus ojos se centraron en aquella rama que se había clavado. Tocó la rama con sus dedos moviéndola ligeramente sintiendo el doble de dolor, teniendo que ahogar el grito para que los enemigos no le encontrasen.


- Vale… esto va a doler – se dijo a sí mismo antes de sacar la rama de golpe sin poder evitar el grito de dolor.


Su respiración se intensificó y pese a intentar reducirla, era incapaz de calmarse, la pierna le dolía como mil demonios, aun así, sabía que el enemigo podría haber escuchado su grito y debía moverse rápido antes de que le descubrieran y vinieran por él. Desató la bandana de su frente y la ató con fuerza en la pierna tratando de bloquear la salida de la sangre, luego se levantó lanzando la madera lejos de él y lanzó un kunai teleportándose hacia él. Al menos podría moverse con su chakra sin tener que utilizar en demasía la pierna.


Consiguió alcanzar a sus sorprendidos compañeros, uno de ellos aprovechó en quitarle los pergaminos pero no dijo nada al ver que el grupo de Ibiki y los demás aparecían por allí. Quizá tenía que contarlo, quizá era mejor decir que habían tratado de matarle pero algo se lo impedía. Sabía que tenía que solucionar el asunto él  mismo, era su trabajo, iba a convivir con esos chicos demasiado tiempo y soltar algo así, le pondría en contra de los demás también aunque ya de por sí… los tenía en contra.


- Estás herido – le comentó Ibiki al ver la pierna.


- Estoy bien.


- ¿Tenéis los pergaminos?


- Claro que sí, somos ANBU. Aquí están – comentó uno de los compañeros de Kazuto lanzándoselos a Ibiki.


- Bien hecho.


Kazuto miró cómo todos elogiaban a sus tres compañeros olvidándose de él, era algo a lo que se estaba acostumbrando. No le dio importancia y siguió hacia la villa. Ibiki le observó tomar la delantera con su velocidad mientras se teleportaba de kunai en kunai, habría sido imposible alcanzarle, así que ni lo intentó.


Llegaron a Konoha al anochecer. Todos se marcharon a sus casas contentos, pero Ibiki detuvo con la voz a Kazuto que también empezaba a andar cojeando para irse a su clan.


- Fuiste tú, ¿verdad? – le preguntó mirando los pergaminos en su mano.


- ¿Qué más da? – preguntó dando un paso para marcharse.


- Kazuto – le hizo detenerse con aquella voz grave – Eres bueno y lo sabes. ¿Por qué siempre te veo tan solitario?


- No lo sé – comentó mirando al cielo que empezaba a dejar ver alguna estrella – A veces pienso que no debería estar aquí.


- ¿En los ANBU? – preguntó Ibiki y Kazuto sonrió, se refería en general a la vida, pero tampoco le habría disgustado renunciar al escuadrón ANBU.


Kazuto dio las buenas noches sin dar más información y se marchó a casa. Por suerte disimuló la herida de la pierna forzándose a caminar normal y guardándose las quejas de dolor para sí mismo. Se encerró en la habitación hasta la hora de la cena y aprovechó para buscar las vendas. Aún no había podido ponérselas cuando su madre le gritó desde abajo que Izuna estaba allí. Aquello le sorprendió, no podía verle así, no estando herido. ¿Qué podría pensar un Uchiha? No quería que le vieran débil, no podía permitírselo frente a los Uchiha. Volvió a levantarse cojeando hasta la puerta y trató de aparentar estar bien guardándose de nuevo cualquier gesto de dolor para bajar a ver a Izuna.


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