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¡Ten hijos para esto! por Fullbuster

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Izuna se quedó toda la mañana durmiendo con el pequeño Naruto rodeado entre sus brazos. La casa de Minato y de su hermano era cálida y acogedora, seguramente Minato la mantenía así porque Madara siempre fue más desastre cuando vivía solo. Ahora todo estaba ordenado, limpio y recogido. Imaginarse al ninja más temido del mundo como el perfecto amo de casa era algo que le hacía gracia a Izuna. Poca gente conocería la amabilidad de Minato, su dulzura y su simpatía. Los Namikaze eran extrañamente atrayentes.


Era cierto que nunca se les había considerado un clan fuerte y poderoso, había pasado desapercibido durante años, bajo un anonimato silencioso y siendo imperceptibles, pero ahí estaban ahora con su carisma, con su saber comportarse en todas y cada una de las situaciones de la vida, cariñosos, amables pero valientes. Era un clan increíble que había llegado a conseguir que los Uchiha posaran sus ojos en ellos.


Izuna sonrió en el momento de abrir los ojos. Pensar en esos pequeños Namikaze le hacía sonreír sin remedio. Miró hacia Naruto, aún dormido entre sus brazos y pensó durante unos segundos lo maravilloso que habría sido tener un hijo así de rubio y espabilado como era Naruto. Era una lástima que Kazuto no pudiera tener hijos porque estaba convencido de que habrían sido buenos padres o al menos lo habrían intentado.


- Menudo par – comentó Madara sonriendo mientras se apoyaba contra el marco de la puerta – y yo que esperaba que mi hijo saliera corriendo a abrazarme y me lo encuentro durmiendo con su tío – sonrió.


- Estaba cansado y yo más aún – le explicó Izuna con una gran sonrisa – es un niño fantástico.


- Un rebelde como su padre – dijo Madara – dentro de poco le veré escapándose por la ventana de su cuarto para ir a pintarrajear la cara de los Hokage como hacía Minato a su edad.


- No intentes engañarme, hermanito, si sale como Minato estarás orgulloso de él y le querrás con locura.


- Ya le quiero con locura – susurró acercándose hasta él para cogerle en brazos – aunque esperaba que hubiera salido moreno como yo.


- Rubio es más guapo – le susurró Izuna.


- Tú dices eso porque siempre quisiste un “rubito” desde que me casé con Minato.


- Por supuesto – sonrió Izuna.


- ¿Cómo te va con él? – preguntó ahora un poco más serio Madara sentándose en el colchón con su hijo en brazos y un Izuna aún tumbado.


Izuna se dio la vuelta para ponerse bocarriba mirando el techo de madera y resopló. Ni siquiera sabía por dónde empezar a contarle a su hermano todos los problemas que estaba teniendo esa relación. Ya no sólo los de ellos, sino también todos los que la gente de fuera estaba volcando en esa relación destruyéndola lentamente o al menos… intentándolo.


- No sabría qué contestarte a eso.


- ¿Ha ocurrido algo?


- El clan Uchiha está bastante tranquilo al respecto de nuestra relación y los Namikaze parece que ven esta unión como algo “rentable” así que no se oponen… pero el resto de la villa, eso es otra historia. Siempre hay rumores y cuchicheos sobre nosotros. Cuando vuelvo de las misiones y paso por la calle principal, siempre me llega algún molesto rumor y no le doy importancia porque sé que lo importante es que yo esté bien con mi novio pero…


- Molestan.


- Sí – dijo Izuna - ¿Por qué no pueden meterse en sus asuntos y dejar los míos tranquilos?


- Porque eres un Uchiha, siempre estarás en boca de todos y arrastrarás a Kazuto a esa vida.


- Yo no quiero arrastrarle a eso.


- Yo arrastré a Minato. Media villa estaba en contra de nuestro matrimonio, todos me veían como un asesino sanguinario, un ser sin escrúpulos. Le arrastré conmigo a la soledad y a la reclusión en este clan. Tan sólo los Uchiha son capaces de entender el destierro que sufrimos pese a estar en la misma ciudad todos. No se fían de nosotros y eso hará que tampoco se fíen de quienes estén de nuestro lado.


- Eso es precisamente lo que no quiero para Kazuto. Siento que es mi culpa que esté tan extraño últimamente. Está ocurriendo algo y no sé qué es porque no me cuenta las cosas.


- Me pasó con Minato un tiempo, tampoco me contaba las cosas. No confiaba en mí en aquel entonces.


- ¿Estás diciendo que no confía en mí? Yo no le he hecho nada.


- Tú no, pero la gente en la que confiaba le traicionó, aún guarda eso dentro de él. Necesita tiempo para superar lo que ocurrió y sobre todo… necesita volver a saber que puede hacer las cosas por sí solo. Le abandonaron para que le matasen, necesita darse cuenta de que es bueno y puede conseguir lo que quiera, pero ahora mismo está tan asustado que no puede ver lo bueno que es realmente. No puedes ayudarle, Izuna, tiene que darse cuenta por sí mismo.


- Es fuerte – corrigió enseguida Izuna.


- No he dicho lo contrario, pero ahora mismo él no lo cree. Además de eso… tengo una mala noticia que darte. Vengo del despacho de Minato, ha estado conversando con Tobirama de la sección de los ANBU, acaban de soltar a Sakumo y ha habido algún altercado entre él y Kazuto. Deberías ir a verle. Itachi se lo ha llevado del edificio.


- Voy ahora mismo – se apresuró a decir buscando su ropa ANBU y colocándosela con rapidez para marcharse.


- Estaba en el parque del clan.


Izuna salió todo lo rápido que pudo terminando de abrocharse el chaleco por el camino debido a  la prisa que llevaba. La gente le miraba con cierta melancolía cuando pasaba y sabía perfectamente que los rumores habían llegado ya al clan aunque ninguno de ellos se atrevería a juzgar. Los Uchiha para bien o para mal, estaban demasiado unidos por un mismo dolor que compartían, la indiferencia y la desconfianza de la gente de la villa había hecho que se entendieran y se apoyasen. No era una mirada lastimera, sino una mirada de comprensión a lo que estaba sucediendo con ambos, a lo que la villa estaba haciendo en esa relación.


El parque apareció frente a él, había algunos Uchiha disfrutando de aquel maravilloso día pese a que la época de flor de los cerezos estaba finalizando. El verde de las hojas empezaba a pasar a un marrón rojizo, unas hojas que se movían con suavidad creando una sinfonía por el suave aire que corría en esta zona del clan. Muchos niños venían aquí para hacer volar sus cometas y hoy no era una excepción.


Frente a la rocalla del lago, sentado en uno de los bancos de piedra estaba Kazuto. Itachi permanecía de pie tras aquel chico rubio, apoyado contra el árbol y mirando hacia el lago donde solían practicar todos los niños sus habilidades con el fuego. Al ver cómo Izuna se acercaba, Itachi retrocedió marchándose del lugar para dejarles a solas. Izuna se aproximó a su novio agachándose frente a él y cogiendo aquellas temblorosas y ensangrentadas manos entre las suyas. Estaba llorando.


- Lo siento – se disculpó Kazuto.


- Ey, no te preocupes – intentó calmarle Izuna acariciando con suavidad aquellos nudillos que se había destrozado al golpear a Sakumo – yo te entiendo, es frustrante y es incomprensible que le hayan liberado. Pediré explicaciones sobre esto.


- Es Tobirama – dijo Kazuto – le ha asignado en mi equipo. Ibiki ha dicho que hablaría con él, no quiere que esté en el equipo y él es el superior directo de mi escuadrón.


- Sí, pero Tobirama es el líder de todos los escuadrones, Ibiki no tendrá más remedio que incorporarle si no consigue convencerle de lo contrario y dudo que cambie de opinión.


- Parece que le conoces bien.


- Más de lo que me gustaría – dijo Izuna – Lo siento, Kazuto, es un problema personal entre los Senju y los Uchiha, se remonta a antes de que la villa fuera creada, antes de que Hashirama y Madara decidieran crear Konoha. Esto va de cuando éramos clanes independientes y siempre estábamos en continuas guerras.


- ¿Por qué la está tomando conmigo? ¿Es por ti? -  preguntó Kazuto - ¿Han sacado a Sakumo de prisión y lo colocan en mi equipo sólo para fastidiarte a ti?


- Voy a hablar con Tobirama. Cálmate, ¿vale? No vas a trabajar con Sakumo. Yo no lo permitiré – le aclaró Izuna limpiando las lágrimas de su novio antes de levantarse para ir a mantener unas palabras con Tobirama.


- Vale.


Izuna cabreado con la situación que se estaba viviendo decidió marcharse hacia el edificio ANBU. Había mantenido su silencio mucho tiempo, ni siquiera se había quejado cuando no coincidían sus días libres pero esto ya era pasarse y Tobirama tendría que responder ante esa acción. Sakumo no podía estar en el mismo equipo que Kazuto, no después de la traumática experiencia que le hizo vivir. Estar con él en el mismo equipo sólo empeoraría las cosas para un Kazuto que lo único que deseaba era olvidar todo lo ocurrido, olvidarse que una vez existió ese hombre.


Enfadado como estaba, accedió por el edificio de los ANBU sorprendiendo a los ninjas allí reunidos que no esperaban para nada verle en su día libre. El silencio se hizo presente de inmediato pero obviándolo, siguió su camino hacia las escaleras que conducían al segundo piso. Desde allí los líderes de los diferentes equipos y escuadrones tomaban sus decisiones. Él no estaba incluido en esos planes, ni siquiera se había planteado nunca ser líder de alguno de los departamentos.


Ibiki al verle allí se alarmó sabiendo claramente a qué venía y el motivo que le había traído hasta aquí. Izuna decidido como estaba en acabar aquel asunto, pasó de largo de Ibiki hasta que éste le agarró del brazo impidiéndole continuar.


- Izuna, piensa las cosas antes de actuar – le comentó.


- ¿Quieres que deje que metan a Sakumo en el equipo de Kazuto sólo porque Tobirama tenga una venganza personal contra mí? – preguntó.


- No he dicho eso, simplemente que pienses en frío. Hablaré con él, yo soy el supervisor del equipo de Kazuto, puedo impedirle a Sakumo estar en este equipo y hacer misiones juntos.


- Tobirama ya ha decidido que estará bajo tu supervisión.


- Tengo más de un equipo en funcionamiento, no tengo por qué meterle con Kazuto.


- Hablaré con él igualmente, aunque agradezco tu ayuda.


Ibiki le soltó el brazo con mayor suavidad de como se lo había agarrado. Sabía que cuando a un Uchiha se le metía algo en la cabeza era imposible hacerle cambiar de opinión y mucho menos tratándose de alguien importante para ellos. Tobirama se estaba metiendo en un gran problema desafiando a ese chico. Ibiki sabía que si esa rivalidad no se detenía, la guerra entre esos dos clanes podía desatarse de nuevo y todos sabían las consecuencias que traerían, muchas muertes como ocurrió en el pasado.


Izuna entró en el despacho de Tobirama sin siquiera llamar a la puerta, algo que molestó bastante a Tobirama aunque intentó disimular bajo su capa de frialdad y seriedad. Escrutó al Uchiha de arriba abajo observando su rostro enfadado y una leve sonrisa se le escapó.


- ¿Vienes por lo de tu chico? – preguntó – Sólo ha sido una pequeña pelea, se le pasará.


- Saca a Sakumo de su equipo – le dijo Izuna.


- Creo que harán un buen equipo. ¿Tú no lo crees? Parecían llevarse bastante bien en la cama hace unos meses – sonrió irónico.


- Sácalo ahora mismo.


- ¿Qué pasa, Izuna? ¿Estás molesto, celoso o quizá desconfías de tu novio?


- Ni lo uno ni lo otro – le remarcó – Me da igual con quién esté en el equipo, confío ciegamente en él, en eso consiste amar a alguien, pero no dejaré que por una venganza personal contra mí lo pagues con él. Sabes perfectamente lo que le hizo Sakumo y estás jugando con su trauma.


- Algún día tendrá que superarlo. No necesitamos ANBU que no sepan trabajar en equipo.


- Sabe trabajar muy bien en equipo, pero Sakumo no es del equipo, es un traidor que trató de asesinarle. ¿Podrías tú confiar en él? Deja que yo te responda, no puedes, ni siquiera puedes trabajar conmigo, estamos en escuadrones separados porque no te fías de mí.


- Eso es cierto. Lo pensaré, Izuna.


- Pues más vale que lo pienses detenidamente, porque si Sakumo se queda en ese equipo, te aseguro que yo también me cambiaré y no te gustará dónde iré.


Izuna salió de allí aún con el enfado pero al menos, ver la última cara que había puesto Tobirama le había relajado un poco. Sabía perfectamente que podía cambiarse al escuadrón de su hermanito Hashirama. Todo lo que él estaba haciendo en la unidad ANBU quedaría al descubierto si Izuna hablaba con su hermano y todos sabían que Hashirama tomaría cartas en el asunto. Tobirama jamás querría un enfrentamiento directo con su hermano.


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