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Te Amo y Por Eso Tienes el Poder Para Destruirme por Arwen Diosa

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Notas del capitulo:

Muchas gracias por los mensajes, son la bateria que necesito para cada capitulo, me alegra tanto poder leerlos.

Arregle un problemilla que habia, el capi "DEBASTADO" se subio 3 veces por error. 

Aqui con una nueva entrega de este bello fic, de esta histora que sale del fondo de mi alma. Espero que les guste tanto como yo disfruto vaciando todo mi corazon en cada letra.

Te Amo y Por Eso Tienes el Poder Para Destruirme,

 Pero Confió en que No Lo Harás…

 

Capitulo 8: “El Tiempo… Tiempo Tiene”

 

Sin duda se estaba divirtiendo, no estaba seguro como empezó esa conversación pero desde que había iniciado no dejaba de reír. Se sujetó el estomago cayendo sentado sobre una de las bancas de ese hermoso jardín, se arregló el cabello cuando recuperó el aire y se agotaron sus carcajadas.

- ¡Por favor basta! - Pidió Camus como suplica para impedir que Hades continuare haciendo otra de sus bromas - Si continúas…

“Orinare de la risa” pensó, pero no lo dijo. Era inesperado el encuentro con Hades, últimamente ese dios estaba más seguido por los alrededores del Santuario pero era difícil hallarlo solo o con intenciones de entablar una conversación.           

- Si estuviéramos en mi reino en este mismo momento te invitaría algo de beber - comentó Hades pensando en las probabilidades de bajar al pueblito aledaño al Santuario y compartir un jugo de frutas y una merienda con el Caballero que tenía en frente - Pero mi tiempo es muy limitado.

- El mío también - contestó Camus, era apenas medio día y tenía que retomar sus labores en los Archivos del Santuario una vez acabada la hora del almuerzo, justo estaba yendo a su Templo para preparárselo cuando se topó con Hades que subía la escalinata.

¿Y si invitaba a Hades a compartir la hora del almuerzo? ¿Sería mal interpretado? Eran dos personas que tenían que almorzar y existía la posibilidad de hacerlo en el mismo lugar, al mismo tiempo… la misma comida… sin que sea visto como algo extraño o comprometido… Camus pensaba que Hades en definitiva no entraba a la categoría de amigo, pero tampoco lo consideraba algo diferente a un conocido… ¿Sería extraño invitarlo? No quería que NADIE mal interprete sus intenciones… pero invitarlo a su Templo era muy intimo ¿O no? Miró a Hades en nueva cuenta pensando que no quería que éste se considere un “galán” por ser invitado a almorzar… entonces…

- Disculpe señor Hades - sus pensamientos fueron estrepitosamente detenidos por la presencia de Shion en la escena - ¡Camus!

- Patriarca buenas tardes - saludó Camus.

- Disculpe señor pero la señorita Athena lo espera para el almuerzo - Shion y su tono formal impidieron que Camus demuestre su bochorno al considerarse un tonto por estar escudriñando la posibilidad de almorzar acompañado por Hades sin que sea mal interpretado y desde el principio el dios no tenía intenciones de almorzar con él. 

- Gracias, en un momento voy - dijo Hades con educación

Shion manejaba bien su papel de “Patriarca Mayordomo” pero su sonrisa estaba cada vez más tensa y estresada a causa de las decisiones infantiles de su diosa, en verdad estaba pensando en mandar a Saori con los Caballeros de Bronce y olvidarse de ella un tiempo.

Fueron otra vez dejados solos en el pequeño jardincito, Camus entendiendo que debía irse a su Templo se puso de pie y caminó con Hades hasta la escalinata.

- Siempre quise conocer el pueblito cercano al Santuario, tal vez puedas guiarme y de paso comemos algo.

- ¿Nunca fue?

- Nunca - reconoció.

- Tiene que comer en la “Cabañita de Cerdo”, es el lugar favorito de muchos - dijo Camus recordando las costillitas ahumadas de cerdo que tanto le gustaban - No es lejos, pero si hay que ir con anticipación para hacer una reservación.

- Entonces es un trato - dijo Hades - Tú me guías por los mejores lugares y yo invito la cena.

Camus parpadeo contrariado un momento, no había aceptado la invitación, pero los pasos presurosos de Hades hacia el encuentro con Athena lo alejaban cada vez más.

“No quiero salir en una cita” fueron los primeros pensamientos de Camus, pero como si Hades leyera la mente dijo las palabras mágicas.

- Como amigos ¿Ok? No quiero sonar descortés pero será como un negocio, tú me guías y yo conozco. ¿El viernes al atardecer?

- Nada mejor para mí - contestó Camus, luego Hades se perdió de su vista tras la fila de pilares que caracterizaban el Santuario.

Quieto unos segundos en el mismo lugar desde donde vio que se iba Hades se preguntaba cómo había acabado en verse con Hades el viernes al atardecer… no quería nada de salidas que no sean informales y con amigos… alto… Su único amigo era Shura y no solían salir mucho porque más se dedicaban a desembocar sus caóticos pensamientos y melodramas. No salía con nadie ni con intenciones románticas o solo desinteresada compañía… ¿tenía algo de malo salir entonces?

Pensó en Milo de nuevo… esa conducta coartada tenía su explicación en cómo Milo le “enseño” a comportarse, alejando de su lado cualquier compañía que pudiere significar un pretendiente aun si no mostraba esas intenciones. Milo en si no era celoso, nunca lo demostró… era tal su indiferencia hacia las criaturas que se acercaban a Camus que a veces molestaba, un poco de celos no cae mal ¿Verdad? La falta de interés en esos temas provocaba inseguridad en Camus sobre si Milo lo quería, porque era normal querer proteger lo que uno considera suyo ¿O no? Pero tal y como era Milo parecía demasiado confiado en que nadie se acercaría a Camus y si lo hacia la culpa era de Camus y bueno… Milo lo hostigaba con su forma maldita de manejar los problemas y amenazaba con terminar…

Recordaba claramente el último cumpleaños de Shura y la fiesta que tuvo en su Templo organizada por Aioria. Esa noche en específico Milo tenía un fuerte dolor de cabeza y no quería ir… Camus angustiado por perderse la fiesta de su mejor amigo no dudo en insistir el acudir a la susodicha fiesta al menos un momento, pero cuando Milo decía no, nada podía hacerlo cambiar de opinión. Camus fue llamado egoísta e infantil por interesarse más en la fiesta de Shura que en el terrible dolor de cabeza de Milo… los argumentos de Camus para defenderse no sirvieron y fue tachado de “mal novio”. Al final Milo le dijo… “-Ve tu solo”. Quedarse con Milo en su Templo a acompañarlo no era opción porque este no lo quería ahí y terminó yendo a Capricornio solo y con la cabeza hecha girones por su discusión. No era la primera vez que Milo lo dejaba solo en acontecimientos como esos, donde los dos podían asistir y pasarla bien… Camus terminaba yendo solo y la pasaba sentado la mayor parte de la noche porque, los demás estaban en parejas o bailando con alguno de sus compañeros… entre copa y copa Camus pensaba en qué pasaría si alguno que los presentes que estaban en la misma fiesta aprovecharía la ausencia de Milo y prácticamente se lo robarían. ¿Milo había pensado eso alguna vez? Pero la fantasía de ser “robado” terminaba con él mismo rechazando a cualquiera que lo invitara a bailar pensando en el gran amor que tenía por Milo. Llegaba solo a su Templo soñando con ver a su amado en su lecho, esperándolo en vela por la preocupación de su tardanza y pidiendo disculpas por su ausencia… El desaire de Milo no terminaba ahí, lo peor vino aquella vez del cumpleaños de Shura que no pudo ir por su dolor de cabeza y al día siguiente se fue con Mascara de Muerte y Kanon a un bar del pueblo hasta el amanecer. Ante los obvios reclamos de Camus vino la Sentencia de Milo “- Es mi vida, déjame hacer lo que yo quiera y deja de querer controlarme”.

Camus agitó la cabeza a los lados, traído a la realidad, aun con la vista en dirección por donde Hades se había marchado. Recordar las desgracias que Milo le dejó en el corazón se había hecho costumbre más que todo para no revocar su decisión de terminar la relación y reprochándose por no haber puesto en su lugar antes a Milo.

No queriendo pensar más en esas heridas abiertas dejadas por el escorpiano, Camus llegó a una decisión:

SALIR, resumida en una sola palabra. No iba a carcomer tanto su cerebro en otra oportunidad que se presentara de poder salir o invitar a alguien en compartir algo en común, como algo tan simple que era comer. Ya no iba a pensar tanto si era mal interpretado o no… tenía tanto tiempo que no se divertía en una fiesta que era vergonzoso. Y pensó de nuevo en otra decisión: Adiós al Camus bien portado.

Había sido tan entregado en su relación con Milo que fue catalogado sin remordimientos como: mal novio, hostigante, egoísta, controlador, decepcionante, infantil, malvado, enojón, dependiente, caprichoso, mentiroso, inútil, avasallador; y los infaltables - me aburres, - me cansas, - ya no quiero verte, - me das vergüenza, - no te soporto, - me haces la vida más difícil, - ya no te aguanto. Y quizá muchas otras cosas que no lograba recordar por el increíble número de heridas que traía encima del corazón, le daban la rabia y el valor para volver de nuevo frente a Milo y terminarle de nuevo.

Se limpio las lagrimas que salieron sin su permiso a mojar sus mejillas y suspiró volviendo a recalcar a su mente que se permitiría romper sus propias barreras y prejuicios, llevaría algún tiempo pero lo lograría. No tendría más miedo de salir al mundo y conocer nuevas personas, de hacer amigos. No quería estar en una relación, pero saldría sí alguien se lo proponía, sería precavido y cauto manejando las intenciones amorosas y las rechazaría con educación si estas se presentaban pero antes de eso sería feliz y se divertiría.

Se volvió a decir de nuevo: Adiós Camus bien portado.

 

Ordenaba unas fichas de cartulina amarilla y tinta azul de mediano tamaño en orden trascendente y primordial. El cumpleaños de Saori estaba cada vez más cerca y aun faltaban algunas cosas por hacer. Para ese día tenía que ir al pueblito a comprar las indumentarias para el ornamentado del salón de fiestas y apartar la vajilla antes que sea demasiado tarde. Shura volvió a repasar las fichas que el mismo se había hecho para no olvidar ninguna de las tareas para un acontecimiento de esa magnitud.

Un suspiro y reprimió las ganas de estrujar el papelito en mano que tenía como título: “Invitaciones a otros dioses”. En verdad que Saori podía cambiar de lista tantas veces como de vestidos en un solo día. Ya había perdido la cuenta de las veces que había tachado a un invitado para tener que agregarlo de nuevo.

Tomó de otro pequeño montoncito sobre su escritorio un grupo igual de numeroso de fichitas de cartulina pero de color blanco y tinta azul que eran de actividades más “felices” como le decía Shura, eran los planes para su boda, que estaba igual de cerca si consideraba las cosas que aun faltaban por hacer. Sería una boda sencilla, con reducidos invitados por la escases de familiares, exceptuando a sus compañeros de armas. De ese grupo de fichitas lo más complicado estaba arreglado… con excepción un punto muy importante…

- ¿Shura? Disculpa de que interrumpa.

El aludido volteó con el ceño fruncido al percatarse de quien se trataba.

- ¿Milo?

- Si, disculpa que entre a tu Templo - el de cabello azul entendía que no eran amigos en todo el sentido de la palabra, pero algo los unía además de ser compañeros de la misma orden y haber librado batallas bajo la misma bandera. Se respetaban. Además, los dos también tenían en común que sus parejas los tenían como amigos, Camus de Shura y Milo de Aioria, el vínculo radicaba ahí - Tienes algo de tiempo, quiero conversar de algo importante.

- No hablare de Camus - cortó Shura pensando que era lo único que podía querer Milo ahí, no pretendía sonar descortés pero la frente arrugada de Milo lo corroboró.

Bajo la mirada al sentirse tan obvio, pero la desesperación de perder a Camus lo llevaron hasta Capricornio, queriendo encontrar tal vez esperanzas en el mejor amigo de su amado.

Tan derrotado lo vio que no pudo evitar sentir empatía por Milo y con la duda flotando y casi mordiéndose la legua lo invitó a pasar.

- Entra a mi sala, traeré algo de jugo.

Con una sonrisa animada que surgió de la nada, Milo se adentró tan rápido que parecía que temía que Shura cambie de opinión y revoque la invitación. Se sentó en los mullidos sillones plomo oscuro y recibió la copa de jugo de naranja, Milo se perdió unos instantes al ver en el fondo de su copa unos cuantos cubos de hielo sin poder evitar pensar en Camus… ¡Todo le recordaba a Camus! ¡Todo! Y ante esos pensamientos, estaba de nuevo ahí, esa presencia del nudo en su garganta atormentándole, haciéndole recuerdo que aun tenía tantas lagrimas que llorar… pero que no había llorado ni la pizca que provocó que llorara Camus.

- Milo - llamó Shura al verlo ensimismado con los cubos de hielo.

- Perdona - se disculpó - Estoy… que no me entiendo - intentó sonreír pero era inútil.

- ¿Qué te trae a mi Templo? Es decir, se que quieres hablar de Camus, pero ¿Qué quieres hablar? No prometo ser de ayuda, pero si puedo… lo haré.

- Sólo… ¿Yo lo arruine verdad?

La pregunta le sonó a castigo, era claro que Milo se estaba torturando con la idea de ser el culpable y responsable de tan fatídico desenlace, sus ojeras notorias decían que las ideas dolorosas lo atormentaban hasta el punto de no dejarlo dormir.

- Camus estaba como tú hace tan poco - reconoció Shura -  Culpándose, todo deprimido y maltrecho ¿No te diste cuenta?

- Fui tan ciego e idiota ¿Realmente era yo? Todo esto me hace pensar que era otra persona la que era tal maldito con Camus ¿Cómo pude decir tantas estupideces?

- Milo… no fue una vez solamente, se las repetías varias veces.

- ¡Lo sé! - el escorpiano se agarraba la cabeza al escuchar de otra voz lo que su consciencia le repetía a diario - Estoy tan arrepentido… una sola oportunidad.

Shura tuvo que morderse la lengua… sabia de primera mano que Camus aun amaba a Milo, lo amaba… pero no iba a decirlo y tampoco iba a darle esperanzas a Milo, por mucho que tengan fundamento, pero tampoco quería latiguearlo con reproches.

- Te diré que Camus se está renovando, básicamente se está rehabilitando del daño ocasionado… déjalo ser Milo. Que Camus se libere del daño recibido y encuentre la mejor versión de sí mismo; por tu parte, haz lo mismo… si fuiste capaz de hacer ese daño a alguien que dices amar, pues tienes serios problemas de control de la ira, busca ayuda para superar tus conflictos que sabes que tienes y también encuentra la mejor versión de ti… reinvéntate y deja de llorar por el pasado… es mierda el cliché pero tiene fundamento…

Shura se arregló la garganta al conmoverse por el brillo en los ojos de Milo y la forma que ponía su expresión al recibir sus palabras.

- No sé cómo será el futuro, nadie lo sabe, el tiempo lo dirá todo y quiero dejarte en claro que Camus no me dijo nada sobre si volverán o no… No voy a darte esperanzas, pero trabaja en tu personalidad Milo, Camus lo está haciendo… al final de cuentas es lo que tú tanto le reclamabas.

Una pausa donde Milo se enjuagó las lagrimas que salían por sus mejillas, llevadas por la gravedad.

- Si al final de este difícil camino, si bien toma su tiempo, Camus está ahí… espero que tú también estés para él.

Se guardó para sí mismo sus promesas de esperar a Camus, el tiempo que lleve y necesite para curar sus heridas. Y una promesa interna de cambiar su forma de ser, tan ruda de manejar los problemas que la mayoría de las veces no se resumía a Camus, si no a todos los que le rodeaban.

- Gracias por las palabras - le dijo con media sonrisa y luego se llevó el jugo a la boca.

- De nada… - Shura suspiró des estresando su cerebro de la labor de dar consejos, esperaba con toda su alma que estos fueran acertados y no lleve por oscuros caminos a sus interlocutores. De todas formas, él mantenía una sana y muy estable relación con Aioria, tenían sus problemas como las parejas normales y esa quietud sólo la había hallado atravesando tormentas, con tiempo de paz y de reflexión. No fue de la noche a la mañana, era una prueba constante a su conocimiento y estabilidad de aprender a manejar las situaciones.

Amaba a Aioria y por eso era su fututo esposo, miró de nueva cuenta la fichita blanca que tenía en la mano, sus pensamientos estaban centrados en ellos antes de la aparición de Milo.

- ¿Organizando la boda? - preguntó Milo.

- Algunos detalles y  estará lista - agitó la fichita y luego la dejó sobre la mesita de centro, con un rápido vistazo Milo pudo leer la corta oración que contenía.

- Regalo de noche de bodas - dijo y Shura levantó rápidamente la fichita - Descuida no se lo diré a nadie, menos a Aioria.

- Bueno, ese no es el problema - Admitió Shura - No tengo idea que le puedo regalar esa noche. Tiene que ser algo especial.

Apretando los labios a Milo se le ocurrió una idea.

- Gracias por las palabras Shura, en verdad gracias. De alguna forma me diste una perspectiva que necesitaba para salir de mi hoyo de autocompasión y muerte… no creo que me sienta mejor y seguirá doliendo como el infierno, pero ahora tengo un rumbo. Gracias. Por tu incomparable ayuda creo que puedo darte una idea de un regalo perfecto y sería perfecto porque el mismo Aioria me lo dijo una vez…

Shura se tentó al instante con la información, no sería solamente un regalo, sería el regalo perfecto. Miró a Milo expectante esperando que soltara esa valiosa información y una vez que lo escuchó sonrió victorioso al reconocer que el detalle a preparar era a cabalidad con los gustos de su amado león dorado.

Milo salió de Capricornio cuando los primeros rayos del sol claudicaban la superficie y no pudo evitar mirar al Templo de Acuario y sentir que su estomago sufría un vuelco al recordar lo sucedido el día anterior, cuando vio a Saga salir de ahí… ¿Celos? Si, eran celos, esa molesta, odiosa y torturante sensación de que perdía a Camus para siempre.  Pero no debía rendirse ante ningún oponente ni circunstancia, iba a luchar por Camus.

Ascendió las primeras gradas pensando en que sólo quería verlo, preguntarle cómo había estado su día y saber si estaba bien. Cuando llegó a la entrada vino el suplicio de los recuerdos y lo que había perdido por su conducta. Antes podía entrar como a su propio Templo y hacer despertar a Camus de su sueño, comerlo a besos y tantas otras cosas más. Ahora tenía que tocar la puerta y esperar por ser atendido.

Tenía esa presión en el corazón cuando los recuerdos lo acechaban pero la melancolía se disipó al ver el rostro amado de Camus asomarse por la entrada.

- Milo ¿Qué haces aquí?

- No quería molestarte… perdón por venir sin decirte nada, pero sólo quería saber cómo estabas - logró esbozar una sonrisa a pesar de tener el rostro entumido por la angustia de su corazón, deseaba tanto que Camus lo invitara a pasar al  interior de su Templo.

- Estoy bien, gracias.

- Que bueno ¿Qué tal el trabajo en los Archivos?

- Ya casi acabamos pero hay tan interesante información ahí, creo que me quedaré a leer para siempre.

Ambos rieron.

- Que gusto. A ver si me avisas sobre esos detalles que hablábamos  hace tanto tiempo atrás, ¿recuerdas? sobre la historia de las primeras armaduras. Cómo me hubiera gustado estar en la misión de los Archivos, Camus.

 - ¿Qué? - Camus arrugó la frente, molesto por el último cometario.

- Perdón, me arrepiento tanto de haber tomado una misión diferente - admitió comprobando que con sus palabras simplemente lograba enojar mas a Camus.

- Milo no me molestes ¡Si la idea de tener la misma misión te parecía repulsiva!

- Camus - Milo quiso sujetarle pero el otro hizo distancia - Se que fui un idiota, un mal nacido que no supo medir sus actos ni palabras y por eso te perdí. Me di cuenta de mis errores.

 Milo retrocedió dejando a Camus su preciado espacio personal. En cuento a Camus, quería tanto seguir reprochando a Milo sobre sus propias heridas dejadas, tantos desaires y noches de lágrimas… pero… no terminó la relación para castigar a Milo… no, nunca fue su plan ejercerle dolor. Así que los reproches estaban de mas, Camus no sentía ningún tipo de satisfacción restregándole sus recuerdos dolorosos, el “terminar” no era una lección que Milo tenía que aprender, había tomado ese difícil camino porque era lo mejor para él, no para Milo… el daño colateral era una verdadera sorpresa.

- Milo, ya no seguiré con esto - dijo Camus serio - Ya no te repetiré los errores que cometiste entre nosotros. Primero porque no era mi intención castigarte al decidir terminar lo nuestro, nunca quise provocarte algún daño, creí que no me amabas y el terminar lo hacía por mí, no para castigarte. Segundo, no te repetiré mas el pasado porque también tengo culpa en cada paso que dimos, no eres el único responsable de este desenlace, tengo tanta culpa como tú. Tercero, no me gusta verte sufrir, nunca pensé que al terminar te provocaría tanto daño, y al repetirte tus errores se que te lastiman porque sé que tú mismo los recuerdas sin necesidad que yo lo haga. Cuarto… no puedo estar recordando el pasado, cada vez que algo me recuerda a algo malo que me hiciste, retrocedo. Aprendí pero es hasta ahí, no debo dejar que la amargura me coma, y es lo mismo para ti, recordando el dolor, siento que retrocedemos, al decirte mis heridas te hago retroceder también, no quiero eso… esto que nos sirva para el futuro Milo, aprendiste de tus graves errores, ahora ya sabes que no debes cometerlos…

- Si Camus, no los cometeré de nuevo. Te lo prometo mi vida mía, dame otra oportunidad…

 - No Milo, aprendiste para otro amor que no sea yo. Alguien que no esté podrido por tus desgracias y con tanto trauma que me avergüenzo de mí mismo. Alguien que sea como una pizarra en blanco y puedas hacer las cosas bien desde el inicio.

 Milo se mordió el labio y bajo la cabeza sin poder evitar las lagrimillas… pero recordó las palabras de Shura sobre Camus que quería rehabilitarse… y con sus palabras se lo confirmaba, Camus sólo quería sanar, quería volver a ser el mismo y Milo no iba a entorpecerlo.

- Camus te amo, y para mi seguirás siendo mi amado, mi novio y mi vida entera. Aunque muera cada día un poco y me sienta incompleto voy a estar a tu lado, aunque este lejos… luchando por tu amor, porque sé que dentro de ese corazoncito tuyo aún me amas. Camus…

- ¿Qué?

- Te amo.

Sin más se dio vuelta y descendió escaleras abajo, dejando a Camus con los labios separados sin pronunciar palabra, sin darse cuenta una mano fue sobre su pecho, dando con los latidos pronunciados de su corazón contra su piel.

“Milo… yo también”

Se le antojaba tanto decirlo con todo el corazón, pero sólo era una pequeña parte que pujaba en su corazón y la misma que le taladraba la mente por las noches rondando sobre la última oportunidad de Milo y el remordimiento de no concederle su deseada oportunidad.

 Pero la decisión estaba tomada y su relación terminada. No iba a retroceder, tenía que avanzar.

- ¿Camus estas bien?

La voz en su espalda le recordó que estaba bajando de los Archivos con Saga hasta que escucharon la voz de Milo y el geminiano se quedó atrás, sin ser visto.   

- Estoy bien - respondió ingresando a su Templo una vez que perdió de vista a Milo - Me dieron fuerza las caídas.

Fue a la concina del Templo de Acuario siguiendo a Camus y su sería mirada, seguramente concentrada en sus propias cavilaciones amorosas… Saga tenía un leve impulso de tener a Camus entre sus brazos y ceñidos en un abrazo, sentirlo cálido y darle ánimo en la dura etapa de su vida que estaba atravesando, lo haría pero llegado a ese punto no estaba seguro cómo proceder ante sus propios sentimientos. En definitiva Milo estaba convencido en volver con Camus ¿Y si lo conseguía? ¿En qué quedaba él? No quería ser una segunda opción ¡No!

Camus le gustaba, su esencia era especial y única, eso lograba atraerle increíblemente a diferencia del resto de sus compañeros o la gente que conocía. Pero reconocía que todo dependía de la convivencia, si pasaba más tiempo con Camus iba a terminar enamorándose de él… no quería enamorarse de alguien que amaba a otra persona. Además la relación de Camus y Milo, por mucho que se haya roto por innumerables heridas, tenía un kilometraje de 5 años ¿Cómo competir contra eso?

- Sírvete - Camus le ofreció una copa de gaseosa - Es lo único que tengo.

- Gracias. Tranquilo Camus, se que todo te afecta aún - Saga se acercó un poco y pasando un brazo por su espalda logro un abrazo a medias - Pero reconozco tu fortaleza y sé que pronto hallaras la paz que necesitas para poder continuar tu camino, aun si es al lado de Milo.

- ¿De qué hablas? ¿Al lado de Milo? - repitió sin creer a sus oídos.

Le levantó la mirada con una mano, uniendo sus ojos en la penumbra opaca que rodeaba de a poco la noche, entrando por las ventanas de la casa de Acuario. Sus rostros estaban demasiado cerca…

- Camus de Acuario, no eres indiferente a lo que siento, es especial y muy profundo mi cariño hacia ti. Basta decir que estoy a un paso de enamorarme… a la par de eso se que apenas estas saliendo de una relación y una muy compleja, estoy seguro que Milo te ama, no lo dudes…

- Pero…

- No, también se que tú lo amas… no puedes perdonarlo pero el tiempo hará que sí.

- Saga.

- Sólo unas palabras más, sólo el tiempo sabe si volverás o no con Milo, pero yo no puedo dejar de pensar en ti.

La intensidad de sus palabras hizo que sus miradas no se aparten siendo estas lo único que brillaba a la oscuridad profunda de la entrada noche. Saga lo sabía… quería… no podía desaprovechar esa única y deseada oportunidad. Camus lanzó un suspiro ahogado sin advertir lo que provocaba en Saga, que supo que era el momento.

Cerró los ojos y anulando la distancia entre sus rostros atrapó los labios de Camus con los suyos, en una unión ávida y húmeda sin ser necesario que la legua se asome. Sintió en su abrazo que el cuerpo de Camus se tensaba y no correspondía ni un milímetro, pero tampoco lo alejó o soltó algún quejido, sólo se quedó de pie mientras la boca de Saga sacudía como un terremoto sus pensamientos.

Saga rompió el contacto dejando un último beso corto sobre la boca que se le antojaba. Esperaba encontrar sobre las mejillas de Camus un rubor adorable pero en cambio lo vio pálido como la muerte.

- Sólo el tiempo sabe cuales serán las decisiones que tu corazón tome Camus - dijo Saga sin que sonara a un discurso - Hasta entonces yo estaré ahí… Te pido que me entiendas Camus, si parece que a veces me alejo. Lo hago porque no quiero sufrir y algo dentro de mí me dice que si me enamoro de ti, te veré ir al lado de Milo…

Sin que obtuviera respuesta alguna de los labios que brillaban con los rayos de luna, decidió marcharse gravando en su memoria el primer beso de los labios de Camus, aun sin saber si su corazón latía caótico o emocionado. No quería sufrir pero sin embargo, Saga sentía que iba a ese rumbo.

Sólo el tiempo lo dirá…

En ese caso él también necesitaba tiempo.

 

Continuará…                     

 

   

Notas finales:

Saga... Saga... ¿Que hare contigo? ¿Que hara Camus? ¿Que harian ustedes en su lugar?

Su mejor colaboracion en los reviews para esta historia sacada de los recuerdos. 


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