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¿Tu dolor o el mío? por only_hope

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Notas del capitulo:

Aquí está el siguiente capitulo xD 
No sé si quedó algo corto o así, según yo lo iba a hacer más largo y esto es lo que resultó, ¿qué se le puede hacer? :DD

Sin más qué decir, disfruten:3

¿Hasta dónde puede llegar una persona con tal de jugar una broma cruel? ¿Vale tanto la pena jugar con los sentimientos de alguien? ¿Aun cuando este “alguien” no sea más que un insignificante y patético esclavo?

Emett no lo entendía, pero tenía bastante miedo como para hacer las preguntas que estaban atoradas ya en el dintel de sus labios. Su amo ya lo tenía todo de él… ¿qué más quería?
Se recargó mejor en la ventana, sin poder evitar sentir curiosidad al ver al castaño salir de su auto con varias bolsas en las manos. Entrecerró  los ojos para ver mejor, arqueando una ceja en tanto reconoció algunos artículos que había en las bolsas que su amo traía.

Ropa de bebé…

-¿Emett? – Logan le llamó al abrir la puerta de la casa, encontrándose con el esclavo que salía de la cocina con la cabeza agachada.  – Ven, traje algunas cosas que quiero mostrarte.

- S…sí. – Quizá si le hubiese ordenado que alzara la vista se habría encontrado con el sutil sonrojo que el esclavo trataba de ocultar. Le siguió hasta uno de los sillones, sin atreverse del todo a ver directamente cómo el mayor iba sacando cosas.

Logan suspiró. Esas mierdas sentimentalistas nunca habían sido lo suyo. Sólo que… después de haberse disculpado con el esclavo, seguía sintiendo que le debía algo. Y como el muchacho mimado que era, había optado por comprarle cosas. Dudaba mucho que un par de baberos y ropa para el rubio pudiesen compensar el golpe que le había dado… por no hablar de todo lo que le había hecho ya en el tiempo que llevaban conociéndose. Pero eso era lo único que se le ocurría.

Se sentía incómodo con la actitud asustadiza de Emett, aunque comenzaba a entender que ese era su estado natural después de todo lo que le había pasado. – Mira – Indicó, entregándole un paquete con algunos pijamas para recién nacido, entre muchas otras cosas más que el otro recibió lentamente. – Ábrelas, si quieres.

Emett veía fijamente las prendas. - ¿Puedo? – Preguntó bajito, y ante el asentimiento del otro empezó a sacarlas. Una sonrisa se fue dibujando en sus labios de sólo imaginar al pequeño que había visto en el ultrasonido vistiendo algo de lo que estaba viendo. De sólo imaginarlo ya entre sus brazos…

-Pedí de distintas tallas, leí en una estúpida revista que me dieron en la tienda y en los carteles del hospital que el feto crece mucho en el séptimo mes, además del octavo y noveno, así que… - La imagen paternal que trataba de dar seguramente era patética. –… no sabía qué talla podría tomar…

-Están bien estas, creo  - El esclavo trató de contener una risita, nunca había visto al castaño así, ni se esperaba algo como lo que estaba recibiendo. – Gracias – Susurró.

Logan negó con la cabeza. – Eso es para tu bebé – Contestó, para en seguida sacar otra bolsa, con el logo de alguna tienda departamental.- Y esto es para ti –  Sonrió de medio lado ante la mirada pasmada de Emett.

¿Para él? Hizo a un lado las cajas que estaban en sus piernas, con cuidado de que nada se cayera o dañara, tomando entonces la bolsa. Si antes sus mejillas ardían ahora bien podría salirle humo por todo el calor que sentía en la cara.
¿Qué tan lejos puede llegar una broma así? Ante la afirmación de su amo sacó la costosa ropa que había dentro, sin poder creerse aquello.

-Si sigue creciendo necesitarás más ropa – Soltó Logan, viéndolo extender el traje que le había comprado. – Supuse que te quedaría. – Se encogió de hombros. – Igual y otro día podríamos ir a comprarte más.

-¿Más? – Sus ojos se aguaron, todo eso era tan irreal. Se había levantado para ver bien el largo de la ropa nueva. Agachó la mirada. – P-pero… ¿no es muy caro? – Dijo en el tono más bajo que pudo, temiendo que sus preguntas fueran a romper el ambiente que su amo había creado.

Logan se levantó también del sillón. - ¿Por qué sería muy caro? – La respuesta probablemente era muy obvia, pero viendo al rubio así, tan sonriente y fascinado con los regalos, nada podría ser caro. – Además, te lo debo, después de lo del otro día… - Hizo una mueca. – Lo siento.

-Amo… - “¿Por qué se disculpa?”, posiblemente eso habría dicho, de no ser por el sonido de la puerta al ser golpeada por algo de forma rápida y continua.

-¡Logan!, ¿estás en casa? – No sabía quién era la mujer que hablaba  y tocaba desde el otro lado de la puerta, pero por la expresión de su amo, debía ser alguien a quien no quería ver. - ¡Cariño, ábrenos!

-Maldita sea – Dijo Logan entre dientes, acercándose a la puerta para ver si, efectivamente, era su madre quien le hablaba.

Y no estaba sola ahí.

-A lo mejor está ocupado, Sofía, no es para que estés gritando a media calle – Recriminaba su padre, tocando con más discreción. - ¡Logan!

El castaño se fijó en el esclavo que lo veía esperando órdenes, fue hasta él, tomando lo que pudo del sillón y metiéndolo en una de las bolsas. – Entra al cuarto y no salgas hasta que se vayan. – Indicó a toda velocidad.

Emett tomó las cosas que el otro se apresuró a darle, incluso más confundido de lo que ya estaba. Sólo bastó con la insistencia de su amo para que se tragara todas sus dudas y obedeciera tan rápido como le era posible.

Logan respiró hondo. Sintiendo algo de empatía con James por el modo en que había llegado a su casa así como así el día anterior. Y se dirigió a la puerta para recibir a sus inoportunos padres.

-¿Qué hacen aquí? – Ese no era el saludo que los mayores se esperaban, lo supo por la expresión resentida de la mujer que de cualquier manera lo ahorcó en un abrazo.

-¿Qué clase de saludo es ese, jovencito? – Dijo su madre. Entrando a la casa. – Tú procuras visitarnos, ¿por qué nosotros no podemos hacer lo mismo?

-Linda casa que te conseguiste – Dijo su padre con un gesto de aprobación. – No habíamos venido para acá… ¿o sí?

-No, no lo habían hecho. – Sonrió sin querer hacerlo realmente. Después de la última vez había decidido no volver a poner un pie en la casa de sus padres, era imposible el pensar que si no iba, estos irrumpirían ahí de igual forma.

-Está muy limpia – Observó su madre. – Nada mal. Tengo entendido que sólo tienes un sirviente… - La mujer se fijó entonces en algo que parecía un pedazo de tela tirado en el piso.

-Sí, les dije que era eficiente – Soltó Logan, resignado. – Siéntense si gustan. Por el momento él no está disponible, pero les puedo traer algo de tomar.

-Claro – Asintieron sus padres, viéndolo a él desparecer por la puerta de la cocina y volver minutos después con los vasos.

Sintió la sangre bajar de su rostro en tanto vio a su madre mostrarle a su padre una de las frazadas que había comprado.

-Mira nada más – Dijo Sofía con emoción. - ¿Y esto? – Preguntó a su hijo, sonriendo de forma radiante.

-Oh – Dejó lo que traía en la mesa de noche, aprovechando  esos momentos de distracción para pensar en lo que diría. – Eso. Derek ya les había comentado de mi novio, ¿no?

-Ah, sí – Dijo ella en seguida. – De ese muchacho misterioso con el que tienes “encuentros casuales”. – Hizo una mueca al decir eso último, sin estar convencida aún acerca de ese tema.

“¿El amo tiene un novio?”, Emett, quien había  estado contra la puerta de la habitación para escuchar el momento en que las visitas se iban, se quedó estático un momento con lo que había escuchado. Sabía que no debía estar espiando a su amo, y que este estaría en todo su derecho de castigarle si le descubría, pero no podía moverse de ahí después de esa noticia.

-¿Y esto es de él? – Insistió Sofía. Doblando la frazada de tonos azules con cariño. – ¿Lo sigues ayudando o es algo más?

-Sofía… - Louis negó con la cabeza, pero pasando la mirada de la prenda infantil hasta su hijo. - ¿Es algo más, Logan? – En arqueó una ceja, conocía lo suficientemente bien al menor como para saber que este no iba regalando cosas sólo por tener buenas intenciones.

-Bueno… sí, es algo más – Bien. Estaba jodido. Fue lo único que pasó por su cabeza en ese momento. Justo cuando su madre parecía estar por reventar de la emoción y su padre respiraba hondo.

-No me lo puedo creer – Sofía estaba incluso más feliz de lo que había estado la primera vez que le habían dicho aquello. Ahora, que estaba confirmado, no dudó en abrazar a su primogénito. - ¡No sabes lo dichosa que me haces al  decirme eso, Logan!

-Si eso es oficial, entonces habrías de formalizar esa relación, ¿no crees? – Dijo su padre, apareciendo justo detrás de la emocionada “futura abuela”. – Esas cosas no se toman tan a la ligera, muchacho.

-Lo sé – Asintió Logan en tono serio. Sonaba seguro, pero ahora no sabía qué más debería decir.

-James tenía razón al decir que viniéramos aquí – Comentó Sofía a toda velocidad. – Dijo que tú tenías algo qué decirnos… ¡Oh, por dios! ¡Tienes que llevarlo a la casa para conocer al afortunado!

Logan en arqueó las cejas. - ¿James les dijo?

Louis asintió – Me dijo hoy en la mañana que habías ido a su casa para darle una noticia que luego nos dirías a nosotros.

Él tragó saliva, pensando en todos los insultos existentes para su hermano menor. – No planeaba decirles tan pronto – Dijo entre dientes.

-¿Y cuándo planeabas decirnos, joven? – La castaña negó con la cabeza. – Tú y tu hermano, siempre ocultándonos cosas, ¿qué no habíamos quedado que la comunicación va primero?

El esclavo escuchaba todo aquello a medias, la distancia no era muy favorable, pero alcanzaba a entender la situación. Si hacía unos segundos sus ojos se habían aguado por ver a su amo siendo tan atento con él… ahora se aguaban con todo aquello que les oía decir.
Claro… el amo podía enamorarse, tener alguna pareja… formalizar una relación y todo lo demás. Eso es lo que pasa entre las personas libres, después de todo. Y, de proponérselo, el castaño podía ser la pareja ideal de cualquiera, con sus tratos amables y todos sus detalles.

En cambio… ¿quién se enamoraría de una puta como él?

-Tienes que llevarlo a la casa, definitivamente – Sofía no paraba de decir, sin darle tregua por más que lo intentaba.

-No creo que le guste – Trató de zafarse por tercera vez – Él con su embarazo y… estudios, yo con mi trabajo… casi nunca coincidimos ya. La falta de tiempo, eso….

-Oh, vamos. Tu madre se muere por conocer al chico – Insistió Louis.  - ¿Qué tal el sábado de la otra semana?  Ese día tú no tienes pendientes del trabajo, no me puedes mentir al respecto – La actitud tan reacia del menor le pareció sospechosa, muy a pesar de que Logan acostumbraba ser así… resultaba muy raro que insistiera tanto en mantener oculta la identidad de algún amante, por muy insignificante que fuese dicha relación…

-Sí, yo no tengo pendientes. – Cedió en eso, sin dar su brazo a torcer de todas maneras. – Pero no puedo disponer del tiempo de él y decirles que…

-Logan Laferty  - Empezó su madre en tono medianamente severo. – No más excusas, muchacho. ¿Cómo es posible que ni siquiera conozcamos el nombre de ese chico que en cualquier momento podría hacerme abuela? Eso no es posible. Lo llevarás a la casa el sábado por la mañana a almorzar y no quiero peros al respecto.

Él bufó. ¿Qué pretendía James con echarle a sus padres? ¡Todavía ni siquiera tenía clara la clase de relación extraña que estaba llevando con el esclavo y ahora lo obligaban a presentarlo como su novio y quién sabe qué más!
Su madre seguía parloteando acerca de la poca confianza que parecía tenerle todo el mundo para contarle temas importantes, su padre, en cambio, lo veía con sospecha.
-¿A qué hora? –Soltó de mala gana.

La pareja se vio entre sí, para luego, con un asentimiento Louis dijera – A eso de las diez está bien. Procura ser puntual, que tu madre sí tendrá que cancelar compromisos por esto.

-Bien, como sea – Suspiró. Muy probablemente sus “compromisos” eran esas ridículas clases de cualquier cosa que tomaba la mayor para perder el tiempo.

-Si no lo llevas me veré obligada a buscarlo yo por internet o en el directorio y contactarlo para que me dé razones – Amenazó ella, para en seguida tomar uno de los vasos que había sacado su hijo y servirse de lo que había traído también, siendo seguida por su esposo.

Louis no dejaba de inspeccionarle con la mirada, suspirando del mismo modo a como su hijo lo había hecho, derrotado por no encontrar razón alguna al comportamiento de Logan. – Bien, si esa era la noticia que querías darnos, nos marchamos.

-No queremos irrumpir más, de todas maneras – Añadió Sofía. - ¿Te importa si nos llevamos los vasos?

Negó con la cabeza, aliviado por la despedida de ambos. – Adelante.

La mujer le extendió la sabanita infantil que había doblado, sin borrar su radiante sonrisa. -Me has dado la mejor noticia que haya podido recibir en la vida.

-En verdad lo dudo, madre – Siseó una vez que estuviesen ya alejándose en su auto. Ya solo en la sala de estar, se llevó una mano al cabello, frustrado por esa inoportuna visita.
James, James, James… maldito hijo de puta. Pensaba, no podía simplemente decirle que no compartía su forma de pensar, no podía tratar de cambiar de opinión o al menos negarle el apoyo y dejarle trabajar solo. ¡No! ¡Tenía que mandarle a sus padres y condenarlo!

Dejó su molestia para otro momento al escuchar unos tenues sollozos que conocía bastante bien. Bajó la vista, apenas para ver el trozo de tela que ya estaba siendo estrujado por sus manos ya cerradas en puños.  Suspiró, derrotado con sólo pensar en el rubio y el niño de las ecografías - ¿Qué voy a hacer con ustedes? – Las palabras de esa esclava desconocida también le recordaban ese problema. Fue entonces a seguir el sonido de esos sollozos.

-¿Emett? – El mencionado estaba llorando suavemente, cosa que de cierto modo no le sorprendía mucho, lo que sí lo hizo fue la poca distancia que este tenía con el marco de la puerta. - ¿Estás bien? – Le veía asentir, pero al no dejar de llorar supo que estaba asustado. Le acarició el cabello, entendiendo la razón por la que estaba ahí. –Escuchaste lo que pasó, ¿cierto?

El esclavo no podía estar más asustado en ese momento, estaba esperando ya el momento en que esa caricia se volviera un brusco jalón de pelo. – T-tenía miedo de que me llamara y yo no escuchara… - Admitió, alzó la vista con más agua humedeciendo sus mejillas. – Lo siento…

-No pasa nada – Le dijo con voz calmada, suponiendo que su esclavo estaba así por el miedo. – Bueno, si lo escuchaste todo, ahora sabes que tendremos que ir a esa casa. – La mirada confundida de Emett le hizo dudar.

-¿Tendremos? – Repitió. – P-pero… dijo que… iría con su novio… - ¿Había escuchado mal? No, no tenía sentido… ¿Por qué diría que iría con un esclavo a casa de esas personas?

Logan rio por lo bajo, secando entonces la carita del menor. - ¿Y a quién presento siempre como mi novio en lugar de decir que es mi esclavo? – Nunca antes le había enternecido así una expresión confusa, aunque no podía entender la razón.

-¿Puedo preguntar por qué? – Balbuceó, decidiéndose a tentar esa suerte que había estado teniendo. Las manos de su amo se paseaban por su piel de ese modo tan… amable.
¿Cómo podían unas manos ser tan crueles y tan dulces a la vez?

Suspiró, soltándole y yendo a la cama para sentarse ahí. – Mi madre se enteró de que será abuela – Le explicó. – No quería que ellos supieran, pero pasó, y ahora quieren conocer al “chico misterioso con el que he estado saliendo”.

Emett asintió, entendiendo ahora mejor la situación, pero sin dejar de sentirse asustado. - ¿Iremos? – Los padres de su amo… no creía conocerla a ella, pero, al menos de vista, lo conocía a él, y considerando lo que los entrenadores decían de ese hombre…

-Quisiera decir que no, pero mi padre sospecha que algo pasa, y si no se entera por mi cuenta, lo será por otros – Frunció el ceño de sólo pensar en James. – Entonces las cosas empeorarían. – El rubio temblaba en su lugar, tal vez pensando en las consecuencias. – Emett...

-Está bien – Susurró. Si su amo le tenía que presentar como alguien que no era estaba bien. Aunque fuese a personas que podrían lastimarlo a él o a su bebé, suponía que de no ser así ellos lo conocerían de otras maneras.

-Ven – Le indicó suavemente, viéndolo entonces obedecer. Ni bien el esclavo se sentó en la cama, le abrazó. – No dejaré que te lastimen, ¿de acuerdo?, sólo iremos para que te vean, y nos vamos. – Le susurró en el oído, sintiendo al cuerpo debajo de él destensarse poco a poco.

Emett asintió una vez más, y por alguna razón ese gesto le recordó a Logan algo más que iba a darle. – Antes de que se me olvide de nuevo – Empezó a decir, liberándole. Se rebuscó en el bolsillo de su pantalón bajo la atenta mirada del otro, hasta que sacó el pequeño paquete que había comprado en una farmacia. – Creo que también te debía esto – Hizo una mueca al decirlo.

-¿Qué cosa? - ¿Deber? ¿Por qué el castaño le debería algo a él? Más siendo su amo…
Esos pensamientos quedaron inconclusos cuando Logan fue abriendo un frasco que estaba dentro de aquel paquete, una especie de crema con la que se llenó los dedos y empezó a untar el puente de la nariz del esclavo.

La pomada estaba fría, y estaba consciente de que en esa zona había una gruesa marca provocada por la hebilla en aquella ocasión. Emett vio con los ojos muy abiertos aquel acto, la mirada concentrada de Logan mientras untaba otros moretones con la pomada.
-Ah… - Gimió bajito al sentir algo de dolor en una área especialmente herida.

-¿Te duele? – Preguntó Logan, suavizando el contacto.

-N-no es nada – Respondió, sintiendo el rubor colorear su cara en tanto ambas miradas chocaron. Agachó al instante la suya, cohibido – No debería estar haciendo esto…

-No debí haberte golpeado así – Negó Logan, poniendo un poco más de la pomada en donde creía que debería dolerle más al otro.  – Ni siquiera te dejé explicarme nada, sólo me importó estar enojado y herirte, eso no fue muy justo.

-Amo… - “¿Está arrepentido?” Habían tantas cosas que quería preguntarle, pero… ¿y si estaba mal? ¿Y si esa amabilidad se iba?... Se mordió el labio, sintiendo esas malditas ganas de llorar de nuevo.
No sabía qué le daba más miedo, si recibir más agresiones, o perder esos detalles que había estado recibiendo. Pero la confusión lo estaba matando. Y eso su amo pareció notarlo.

-Dime – Pidió, haciendo que lo mirara. Esos ojos acuosos le hacían sentir más culpa.

-Yo… - Vio el borde de la cama unos segundos para armarse de valor - ¿Por qué hace esto? – Preguntó tan quedo que ni él mismo se habría escuchado.

-¿Por qué? – Fue lo único que le escuchó, pero sobreentendía lo que quería decirle.

-¿Por qué se disculpa? – Le aclaró, la voz se le rompía del miedo y el llanto, de la confusión y la frustración por no entender. - ¿Por qué me da regalos o… me da el día libre?... ¿Por qué me avisa cosas o me presenta como su novio? Yo… - ¿Qué estaba haciendo? ¿Y si su amo se molestaba de nuevo? Tembló ante esa posibilidad. Negó con la cabeza. – No entiendo…

Lo rodeó con los brazos de nueva cuenta, cuidando no quitarle la pomada que había estado poniéndole y escuchando esos sollozos. Lo curioso del caso era que él no tenía ni idea de qué responderle. El esclavo siempre le había tenido miedo, desde el primer encuentro que habían tenido, desde mucho antes del embarazo, y resultaba obvio que un par de días sin agresiones lo podrían contrariar así. Soltó aire, acariciándole la espalda. – No lo sé – Susurró. – Te he lastimado, y mucho, ¿no es así?... Cada herida que tienes te la he provocado yo, grito y tú te asustas… pero ya no quiero que sea así, no te lo mereces, y tardé mucho en comprender eso. Quisiera decirte que todo está bien, y que tú pienses que así será, pero tienes moretones en la cara que dicen otra cosa. Quisiera darte una buena explicación y que te la creas… pero sólo te estaría mintiendo.

El esclavo sentía los dedos de su amo haciendo movimientos circulares en su espalda, escuchando todo aquello sin saber qué debería decir o hacer al respecto. Se acomodó mejor donde estaba, dejándose hacer. – Amo… - Dijo finalmente, escuchando de su parte un sonido que daba a entender que le estaba escuchando. Se separó un poco, apenas lo suficiente para verle. – Y-yo no le volveré a pedir una explicación… no debería, de todos modos. Ni tampoco le exigiría que me diga que todo estará bien… pero… - No sabía si era buena idea decirle eso o no…- Le puedo… ¿pedir un favor?...

 - ¿Qué favor? – Preguntó él, asintiendo extrañado. ¿Qué cosa podría pedirle, de cualquier manera?

Emett se mordió el labio. – Si usted… cambia de opinión, si llega a pensar que me merezco otra vez los castigos y demás… ¿Podría avisarme antes de…? – No quería ilusionarse con ese cambio tan repentino para después llevarse una sorpresa. No cuando todo pareciera ser perfecto. – ¿Antes de… volver a ser como antes conmigo?... – Terminó de preguntar con voz bajita y llorosa, se sorbió la nariz, suponiendo que su amo se tomaría muy mal aquel favor. - Entiendo si no quiere, yo sólo…

Logan besó los labios del chico, sin poder resistir ante esa petición. – Lo haré – Respondió al separarse. – Te lo prometo.
Sus padres esperaban ver junto a él a una persona distinguida, o por lo menos a algún joven que estuviese estudiando o en proceso de una carrera,  no necesitaba preguntarles, ya lo sabía. Sin embargo, la visión del esclavo que tenía, sonriendo muy sutilmente por algo tan simple como una promesa, o un par de regalos, valía mucho más que cualquier visión que sus padres podían tener para su pareja ideal.

El rubio lo miraba con curiosidad, su amo de un tiempo para acá había dejado atrás las miradas despectivas y rigurosas que le echaba, siempre advirtiéndole que estaba pendiente del momento en que se equivocara, siempre recordándole el asco que él le inspiraba. Y ahora no, ahora su amo se concentraba en sus heridas y se disculpaba. Le besaba con dulzura y sus dedos bajaban de su cara embadurnada por la pomada hacia la clavícula y luego a sus hombros.

“Relájate” Se pidió Emett, el otro la acaba de prometer que todo estaría bien, ¿qué no?
Logan acicaló su pelo mientras que le tentaba a otro beso. Relájate, se destensó, dejándose hacer por las manos a las que su cuerpo les pertenecía, cuando estas siguieron bajando y mimando a su modo su pecho por encima de la ropa. Relájate, pero dejó escapar un gritito de miedo cuando, por muy cerrados que tuviese los ojos, sintió que su amo se posicionaba encima de él, de un modo en que no pudiese dañar al bebé.

Logan se separó en seguida, viendo con preocupación cómo el menor se encogía en la cama. -¿Qué? ¿Te lastimé? – Preguntó, sin saber muy bien la razón por la que había decidido hacer aquello, quizá presionó demasiado el vientre del menor o…

-N-no – Emett hizo por sentarse, reteniendo los suaves temblores que querían invadir su cuerpo. – L-lo siento, yo… puede continuar si lo desea…

-No. – El esclavo había agachado la cabeza en señal de sumisión, acicaló más su cabello, tratando de calmarle. – Te asustaste…

-N-no es nada… - Su voz salió quebrada, pero, ¿qué más daba? Esas caricias no eran como lo que el mayor solía hacerle meses… días, atrás. ¿Por qué, de todas formas, el miedo seguía ahí? – No es nada… - Repitió, más para convencerse a sí mismo que para su amo.

-¿No? - ¿Estaba molesto? Emett reprimió un sollozo, alzando la vista para verle.
En lugar de ver fastidio o burla en el otro se topó con una expresión extraña… ¿de confusión? ¿De tristeza? Negó con la cabeza a la pregunta del castaño, quien asintió, levantándose de la cama. – Bien – Decía este al salir.

-Amo… - El esclavo se levantó de la cama con más dificultad que el amo, quiso seguirle, pero el otro se giró, haciendo que él retrocediera asustado.

-Tal vez no sepa qué es lo que quiero hacer contigo – Dijo Logan, encogiéndose de hombros. – Pero te acabo de hacer una promesa, no quieres que te toque y está bien. No quieres que te haga daño. Yo… ahora vengo.

Logan se metió al baño de su casa, aventando al piso lo primero que tuvo la mala suerte de topársele en su camino. Lo que le había dicho era verdad, y no podía forzarlo a hacer algo que anteriormente había sido doloroso para el menor.
Estaba confundido, y mucho, pero esos actos sólo confundirían también a Emett.

Se recargó en la puerta, pensándose mejor la situación, quería calmar al chico, pero lo que hacía lo estaba tentando a él.
Además, tenía una semana para prepararle y llevarle a casa de sus padres. Como si no tuviese ya muchas cosas de las qué preocuparse.

Emett se acomodó en la cama, paseando la mirada por los regalos que serían para su bebé. Lo arruinaste, se dijo para sus adentros, “él estaba haciendo por ti algo que nadie se había tomado la molestia de hacer y, ¿qué haces? Gritas y te haces un ovillo para que no lo haga”. Se reprochaba una y otra vez, el amo le dio una promesa, que podía no ser nada, pero él se tenía que aferrar a esa promesa para no caer de nuevo.

Observó fijamente la puerta por la que había salido, eventualmente iba a volver, y una parte suya comenzaba a sentirse ansiosa de eso. Ansiosa de una disculpa y de más tratos bonitos. Soltó el aire que había en sus pulmones, disculpas o no, buenos tratos o no, él tenía que estar ahí dispuesto de todas maneras. Y al parecer le iba a llevar a presentarse en frente de sus padres.

Sólo esperaba que a lo largo de la semana no fuera a arruinarlo otra vez.


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