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¿Tu dolor o el mío? por only_hope

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Notas del capitulo:

Primero que nada, antes de este cap hay otro que también acabo de subir:D, he notado que cuando subo doble capitulo hay más vistas en el segundo que en el primero u.u pero en fin!

Espero igual les guste:D

Despertó con la respiración agitada y viendo a todas partes, sintiendo el rastro interminable de lágrimas que surcaban sus mejillas sin parar.
Sentado ahí en la cama se hizo un ovillo, seguía sintiéndose extraño, en aquel cuarto que, aunque el doctor le había asignado como suyo, no podía sentirlo como tal.

Abrazó sus rodillas, las últimas escenas de aquella pesadilla se paseaban por su cabeza, atormentándole. No pasó mucho tiempo para que al final optara por salirse de la cama, caminando a tientas hasta la cuna de su pequeño.

Si había algo que pudiese tranquilizarlo lo suficiente, eso sería el estar cerca del bebé, no se atrevió a prender las luces, con cuidado lo tomó entre sus brazos, acarició su carita, aliviado de que sus molestas pesadillas no le hubiesen despertado.

-Hola, mi amor… - Susurró, enjugándose el llanto que se quería formar en  sus ojos. El bebecito se acurrucó mejor entre sus brazos, completamente dormido. Le meció un poco, sintiéndose un poco mejor. Aquella oscuridad no le ayudaba mucho, pero por muy permisivo que era el doctor Derek con él, no se sentía muy cómodo prendiendo y apagando luces si este no estaba ahí para autorizarle. Había costumbres que simplemente no se irían así como así.

No sabía muy bien qué hora era, pero no tenía ánimos para dormir de nuevo y el bebé bien podría despertar con hambre, salió de ahí con esa excusa camino a la cocina, procurando ser silencioso, sin mucho éxito.

No había pasado ni por el primer pasillo cuando la luz del cuarto del pelinegro se encendió.

Derek observó aún con sueño al muchacho lloroso frente a él, bostezó. – Emett, faltan dos horas para que el bebé coma de nuevo – Explicó con indulgencia, dándole una sonrisa tranquila. - ¿Qué haces despierto?

El rubio bajó la vista, pasando sus dedos por los suaves cabellos castaños que estaban creciendo en la cabecita de su bebé. – L-lo siento… - Sabía que tenía que decirle amo, lo había intentado en los dos meses que llevaba perteneciéndole, pero... le era tan difícil llamarle de esa manera a alguien más, casi como si estuviese traicionando al otro…

Derek suspiró, fue a la alacena, buscando un par de tazas y encendió la cafetera, escuchando al menor sorberse el llanto. - ¿Tuviste una pesadilla? – Preguntó, entendiendo la razón por la que estaba así.

Emett asintió en silencio, sin atreverse a responder con palabras, y agradeció mucho el que el doctor respetara aquello.

-¿Prefieres café o chocolate? – Preguntó el pelinegro, escuchando un susurro que con dificultad entendió como un “lo que usted guste”, por lo que sacó también la leche y el frasco de chocolate en polvo. – Todo esto ha sido muy duro para ti, ¿verdad? – Comentó.

-¿D-disculpe? – Levantó la vista, sin entender esas palabras.

El doctor le daba la espalda, haciendo las bebidas que luego ingerirían. – Lo que pasó entre tú y Logan, debió de ser muy duro para ti– No necesitaba girarse para saberlo, desde que el castaño lo había dejado solo en el hospital, el rubio no mantenía la cabeza más que encogida entre los hombros, viendo hacia abajo, y únicamente cambiando de posición cuando se trataba del bebé, pero de ahí en más nada. - ¿Sabes, Emett? Nunca he tratado con Logan demasiado, pero lo conozco desde que usaba pañales. – Admitió. – Es… prepotente, impulsivo y sé también lo engreído que puede llegar a ser, igual que todos los Laferty. – Fijó su vista en la cafetera encendida, terminando de llenar la taza que le daría al menor. – Es por eso que puedo decir que él es una persona… que no sabe amar a nadie. Pero que aun así, intentaba amarte a ti.

Emett le escuchaba en silencio, sin saber muy bien cómo reaccionar a aquello, apenas atinó a negar con la cabeza. - ¿Por qué él haría tal cosa? – Preguntó en un murmullo. Aunque no era así la pregunta que se había formulado en su mente.
¿Por qué alguien, quién fuese, haría por amarle?
Rio con amargura, limpiándose las nuevas lágrimas que se desbordaban de sus ojos, cuidando no despertar a su pequeño. Nadie podría amarlo, nunca. Mucho menos su am… mucho menos el castaño.

Derek se encogió de hombros, aun dándole la espalda. – No creo haberlo visto antes portarse así con alguien,  y esa vez, cuando me pidió ir a buscarte al hospital… nunca le había escuchado tan angustiado como entonces… tal vez también sea duro para él

El menor lo pensó un poco, antes de decir lo que estaba pasando por su mente. Negó una vez más con la cabeza. – He tenido pesadillas… en las que está él… golpeándome o… forzándome a hacer cosas que no quiero… las tenía muy seguido, pero… ahora todas mis pesadillas son de él, dejándome atrás y yo… no quiero que se vaya, corro pero no puedo alcanzarlo y… - Dejó escapar un sollozo, sintiendo miedo de que el bebé fuese a despertar y de las reacciones que su nuevo amo pudiese tener al respecto – en verdad no quiero que se vaya.

Derek pareció entender lo que el menor temía, dejó lo que estaba haciendo de lado, para tomar al bebé y que el rubio pudiese llorar con más comodidad. Emett sollozó con más fuerza apenas sus brazos quedaron solos, optando por abrazarse a sí mismo.

-S-sé que estoy mal – Dijo entre gimoteos. – Y-yo… lo siento, pero no puedo evitarlo… no debería decir que él trató de amarme… sé que no es así, él no lo haría, él… - Se cubrió la cara, encogiéndose en la silla. Se sentía aún en esa habitación de hospital, viendo al mayor irse mientras que él se quedaba ahí. – Él no me amaría nunca… - Terminó por susurrar.

Derek apagó la cafetera y la estufa, sentándose entonces al lado del desconsolado esclavo. Se lo pensó un poco, creyendo que era el momento de decirle a Emett lo que sabía, sino este acabaría por desmoronarse solo. – Hace poco hablé con él. – Indicó, escuchando los sollozos parar en seco.

-¿E-en verdad? – Alzó la vista para ver al otro, con los ojos muy abiertos. Su ilusión quedó a medidas, ¿para qué? No sabía lo que su amo anterior podría decir él, pero no podían ser cosas buenas… ¿cierto?

Derek sonrió. – Me preguntó por ti, estaba preocupado por tu recuperación y por la de tu bebé. Pensé que me preguntaría si era un doncel o un varón, quise contárselo pero se negó a saberlo. – Admitió.

-Y… ¿qué dijo usted? – Preguntó en voz queda, le costaba un poco el imaginarle haciendo tal cosa, aunque… si consideraba las cortas llamadas que le hacía para avisarle sus demoras…

-Le dije que estaban bien. – El doctor notó el cambio en la expresión del menor, que se había iluminado un poco… ahora estaba más sombría. – Emett…

Logan le había llamado ese día… poco antes de mandarle a esas personas…
Alzó la vista en tanto escuchó el llamado, sin poder mantener del todo la calma. - ¿S-sí? – Su cara debía ser demasiado obvia, juzgando la preocupación que veía en el adulto.

-Logan no hizo nada, esa vez, al menos – Dijo suavemente, esperando las reacciones que Emett pudiese tener. – Él no mandó a tus entrenadores.

La sola mención de ello le paralizó, aun cuando él seguía pensándolo, el estar hablando de eso lo ponía peor. Sus ojos se humedecieron más, entendiendo las palabras de su nuevo amo. –Eso no es verdad – No quería contradecirle, pero esas palabras sólo le hacían sal en la herida – Fue él, yo… yo tampoco lo quería creer, pero ellos venían con su hermano y este lo corroboró, hasta… hasta tenían sus llaves y… - Un sollozo le interrumpió, recordando todas esas cosas horribles que le habían dicho y hecho. – Cuando todo terminó le hablaron, estuvieron riéndose con él y diciéndole que… que a “esta puta” no le iban a quedar ganas de jugar al papá y a la mamá con su amo de nuevo. – La imagen de su amo llamando por teléfono, preguntando si él o su bebé estaban bien se borró en seguida, tomando lugar esa otra imagen que él se había formado en su cabeza aquella vez, del castaño riéndose y respondiendo gustoso de recibir tal noticia.

-Emett… - Derek acomodó al bebé de modo que con una mano libre pudiese acariciar el hombro del muchacho. Debió de haber sido terrible todo lo que había tenido que pasar. – Hijo, lo que te digo él no me lo dijo… no pude hacer que me dijera tal cosa porque apenas le pregunté él me colgó. – Le explicó.

-¿Q-qué? – El toque de ese señor era bastante cálido, casi tanto como esas palabras que le costaba aceptar.

-Estuve buscando respuestas, y su madre me contó lo que pasó. – Dijo con suavidad. – El hermano de Logan y su padre lo planearon todo… le robaron las llaves a Logan, y lo entretuvieron en su trabajo para ir y hacerte todo eso. Después le amenazaron con llevarte si él no quería deshacerse de ti.

La información entró despacio, tardó varios segundos en entenderla. Negó con la cabeza, viéndose forzado de nuevo a contradecir a su nuevo amo.  –E-eso no es verdad. – Se apresuró a decir. El mayor volvió a llamarlo, pero él empezó a decirle antes de que siguiera mintiéndole. – Eso no es cierto, n-no tiene sentido… ¿por qué tendrían que hacer eso sus familiares para que me dejara?... yo no valgo tanto y… - La llamada para avisarle que llegaría tarde, las lágrimas del castaño cuando lo encontró en el piso… “Es que yo no le hice nada”… -Eso n-no es verdad… - Dijo en un débil susurro. – Él… él me lo habría dicho, él… - La expresión de su amo al darle esa última orden… No… la expresión que tenía cuando él empezó a rechazar su contacto… - yo… no dejé que me dijera…

Derek lo vio sin entender, Emett parecía querer desmoronarse al decir aquello, hecho un mar de llanto todavía más grande que el anterior. Hizo por abrazarle, aun sosteniendo al bebé que en medio de esos movimientos empezó a llorar. – No te digo esto para que te culpes… - Empezó a decirle.

Emett se enjugó el llanto, tomando a su bebé para consolarle, aun cuando él se encontraba peor. – L-lo que dice… ¿es verdad?, pero es que… ¿por qué no dijo nada? Yo… yo le habría creído y… - Se quedó callado al decir aquello, dándose cuenta de que sus palabras eran mentira.

Ni todas las acciones o explicaciones que su amo pudiese haberle dado en ese momento habrían podido con el torrente de dolorosos recuerdos y heridas que él traía encima.

Sus labios temblaron, los mordió. Fijando su vista entonces en el pequeño. – C-creo que es muy pronto para darle el biberón… - susurró. - ¿O se lo doy ya?

-¿Estás bien? – Asintió a la pregunta, las nuevas posibilidades rebotaban a su cabeza, entre lo que debió de haber pasado ese día, con lo que debía de estar pasando ahora. Derek se arrepintió de haberle dicho aquello justo a esas horas. – Creo que es por esto que él no quería que lo supieras.

-¿Ah? – Le miró con curiosidad, levantándose para ir en busca de un biberón para su hijito.

Derek le sentó de nuevo, tomándole por los hombros. – Emett, nada de lo que te pasó fue tu culpa, estar al lado de Logan, con la familia y los ideales que tienen, sólo te haría más daño. Quería mantenerte lejos, y que tú creyeras que era por causa suya era lo mejor.

-¿Lo mejor? – Afianzó un poco el agarre con el que sostenía al bebé, ni toda la calidez de ese adulto parecía calmar el frío que le invadía. Bajó la cabeza, con respeto. - ¿A quién le importa lo que es mejor para un esclavo? Mi deber estaba con él… fui entrenado para él… no sé hacer nada más… - Su voz se fue debilitándose, referirse al castaño de un modo que no fuese “amo” le era tan… extraño y tan incómodo. Sintió una de las manos del adulto soltar su hombro, secándole la cara.

-Tú eres más que un esclavo, Emett – Le dijo con convicción. Y antes de que el menor negara las palabras añadió. – Vamos a intentar una cosa, ¿de acuerdo?

El rubio levantó la vista, sus ojos estaban ya irritados por culpa de las lágrimas. Asintió, suponiendo que la propuesta era una especie de orden, y el mayor sonrió gustoso.

-Tienes que pensar, que Logan hizo esto para que te sientas mejor. Tú lo vas a intentar, tienes un bebé por el que has estado peleando, y no puedes quedarte a medias con él, ¿sabes?, tienes que ser un ejemplo a seguir para Danny, y probarle a esa familia que eres más fuerte.

-Yo no soy fuerte… - Admitió con pena.

-Sí lo eres. - ¿Ese tipo de ideas les metían a las personas que acababan siendo esclavos? Cada vez le enfermaban más esas divisiones sociales. – En la mañana iremos a registro civil, y te liberamos. ¿Está bien?

-¿L-liberarme? – Le miró con pánico, negando con la cabeza asustado. – N-no, yo… soy un esclavo, tengo que seguir órdenes sino… no sabría qué hacer, además… - Se mordió el labio de nuevo, agachando la mirada. – No tendría a dónde ir con mi bebé…

-Te quedarías conmigo, Emett – Le explicó. – No tengo planeado echarte, pero tampoco tengo planeado que sigas siendo mi esclavo, no quiero ser tu amo y sé bien que tú tampoco lo deseas mucho. – Le vio removerse con incomodidad, había acertado con ello. – Vivirías aquí cuanto quieras, por aquí hay centros de reintegración para libertos, incluso dan clases para quienes quieren aprender…

Emett respiró con nerviosismo, eso era demasiado para procesar, y el doctor pareció entenderlo, porque le tomó por los hombros de nuevo, haciendo que le viera a los ojos. – Un paso a la vez, ¿no? – Asintió lentamente, haciendo por tomar mucho aire y corresponder a la mirada azul del pelinegro. - ¿Lo intentarías por tu bebé?

El rubio bajó la vista de inmediato, el pequeño había parado de llorar por sí sólo, quizá porque aún tenía sueño, o más bien se había cansado de que no le prestasen atención. Aquel pensamiento le llenó de remordimiento, meciendo al pequeñito, prometiéndose estar pendiente de él si volvía a despertar. -¿Sería… como su ejemplo a seguir? – Preguntó en voz queda.
Una vida con personas que le quieren, asistiendo a una escuela, rodeado de amigos y posibilidades… esa era la vida que quería para el niñito que tenía en brazos. Siempre lo había sido…

-El mejor ejemplo a seguir – Sonrió con verle asentir de a poco.

-E-está bien… - Soltó, acicalando esos cabellos y viéndole removerse entre sus brazos. - ¿S-seria mañana? - ¿Eso no era muy pronto?

El adulto asintió, levantándose de ahí para ir a terminar lo que había dejado en la estufa y en la cafetera. – Seguro. Y después de eso… ¿te importaría acompañarme a algunas tiendas? – Le dijo con incomodidad.

-¿Tiendas? – Repitió. No acostumbraba salir mucho… y… las veces en que había salido con su otro amo…

Derek sonrió sin siquiera verle. – Vanesa… ¿te hablé de ella? Es… mi hija, ella… vendrá en unas semanas de visita y me gustaría comprarle algunas cosas – Le explicó. – Le he hablado de ti, así que creo que se llevarán muy bien, está emocionada por conocerte a ti y a Danny.

Emett hizo que sí con la cabeza, sonriendo por la felicidad por la que estaba pasando el doctor. Aunque por dentro él era todo un caos.
Esas nuevas posibilidades… ¿realmente las merecía un “sucio esclavo” como él?... ¿Eran realmente esos los motivos por los que el castaño le había dejado?
La falsa sonrisa iba decayendo, mientras escuchaba los planes que el pelinegro tenía para pasar con su hija.

¿Por qué… a pesar de que había pasado días enteros exigiéndose una explicación… sentía que esta no le había ayudado en nada?...

Las posibilidades, así como esa nueva vida eran… tan atemorizantes.

El día siguiente a aquella noche había salido del enorme edificio que suponía el “Registro civil” con las piernas temblorosas, sosteniendo la nueva carpeta que le hacía ser un ciudadano más.

-¿No quieres seguir llamándote “Backery”? – Preguntó Derek, leyendo los papeles en tanto el menor se los extendió. Negó con la cabeza, agachándola cuanto podía con sólo pensar que el adulto estaba leyendo el apellido que pidió que le pusieran.

Esperaba alguna mueca molesta o hasta de conformación, en lugar del sutil abrazo que había recibido del hombre. - ¿Era por esto que no querías que te acompañara hasta esa oficina? – Preguntó Derek con una sonrisa conmovida, supuso que el agarre incomodó al menor, por lo que le soltó, releyendo el nombre del que ahora sería “Emett Smith”.

-¿N-no le molesta? – Preguntó con sincera sorpresa. Lo habían puesto en el registro porque él en verdad, en verdad que no quería seguir llamándose a sí mismo con el apellido de su madre, pero en tanto había salido de la oficina deseó tanto echarse para atrás por miedo a las reacciones que el mayor pudiese tener al respecto.

Pero todas esas reacciones imaginarias no tenían relación alguna con las que parecía estar teniendo el otro. – Por algo firmé tu libertad, ¿no? – Respondió. – No me molesta en lo absoluto… a lo que es más, tampoco me importaría que le agregaras el apellido a tu bebé.

Emett asintió, fijándose en la carreola donde llevaban al mencionado, para en seguida sacarlo de ahí y abrazarle como quería. - ¿P-puede ser otro día? – Preguntó en voz queda, esperando no molestar al otro.

Por alguna razón, aquella idea le había hecho sentir extraño, como tantas acciones que ahora estaría llevando.
Había algo en todas esas nuevas elecciones que quizá no le gustarían al castaño.

De esa vez pasaron otras dos semanas, quizá tres, y seguía posponiendo la fecha para cambiar el registro de propiedad a uno de civil del pequeño.

Durante el camino al aeropuerto donde recogerían a la hija del doctor, lo había pasado leyendo sus propios papeles, había hecho algo parecido el día que salió del hospital, pero no con tanta insistencia.

Ese día se había sentido desprotegido de un modo diferente, se había sentido usado y traicionado por el amo en el que había empezado a confiar y a querer… ahora sentía que era más bien él el que estaba traicionando, y el sentimiento de vulnerabilidad no había hecho más que acrecentarse ahora que no podría llamar a nadie más “amo”, ni tampoco tendría el deber de seguir órdenes.

Elegir era aterrador para alguien que llevaba gran parte de su vida haciendo la voluntad de otras personas.

-¿Quieres esperar aquí o vienes? – Se sobresaltó al escuchar la voz del adulto desde la puerta del vehículo abierta. Cerró la carpeta de golpe, viéndole. – Vanesa llamó, dice que están bajando, así que no tardaríamos mucho, si quieres…

Asomó la cabeza, viendo a todos los autos que estaban ahí estacionados y suponiendo que el doble de esa cantidad sería el número de personas que habría dentro del aeropuerto… por no contar a los que estarían llegando o los que trabajaban ahí.
Tomó aire. – E-está bien. Creo… creo que puedo bajarme.

-¿Estás seguro? – Las palabras de Emett y sus acciones no parecían estar muy coordinadas. Le vio asentir, sacando de entre los asientos la carreola y desplegándola con las manos temblorosas.

-Seguro – Asintió de nuevo cuando por fin pudo acomodar el objeto y poniendo al bebé ahí. – Yo… - Hizo por sonreír. – En verdad… en verdad quiero ser un ejemplo para él. – Admitió. – Danny no puede ver a su mamá asustada todo el tiempo… ¿verdad?

El adulto cerró la puerta de la camioneta. – No tienes que forzarte así, ¿sabes? – Espetó, camino al enorme aeropuerto frente a ellos.

Emett mantuvo la vista en la carreola, negando con la cabeza.- Es que… si no lo hago no avanzo – Explicó. – Estoy intentando… pero no puedo entender por qué importa lo que quiero o… que sea feliz… -¿Estaba expresándose bien? No lo sabía, pero así era como se sentía. – Sólo lo hago por mi hijo, pero…por más que trate… sólo me siento más asustado.

No le veía el caso de tener que estar haciendo todas esas cosas, no le veía el caso a ser liberado, o el que le propusiera terapias… le abrumaba. El que le dieran un cuarto propio o tratos y cuidados amables…

El que le dejasen tirado sin explicación alguna, con palabras como “sé feliz” como único consuelo.
¿Por qué importaba su felicidad? Ni siquiera sabía cómo tenerla…

Derek suspiró, entrando al lugar. No sabía muy bien cómo abordarle sin decirle algo que no le hubiese dicho ya. Cuando alcanzó a ver una silueta que le pareció conocida. – Ya llegó. – Anunció.

El rubio se fijó en la dirección a la que estaba viendo Derek, sin ver a la persona de la que estaba hablando. Recordaba haberla visto en esa fotografía, y en las noches el adulto se ponía a hablar con ella por computadora, sólo que… seguía sin encontrarla. Y no fue sino hasta que vio a la muchacha rubia tirar las maletas y correr en su dirección que la pudo identificar.

El doctor avanzó un poco más, sin ser tan efusivo como su hija, abrió los brazos y ambos se recibieron entre risas que él nunca le había escuchado al adulto.

-El vuelo fue horrible – Decía ella en un marcado acento francés. – Estuve mareada todo el rato, ¡Por no hablar de las turbulencias!

-Lo importante es que llegaste con bien – Respondió el otro con una sonrisa, acomodando algunos de los mechones desordenados de ese largo cabello.

Emett los observaba en silencio, sosteniendo con fuerza el mango de la carreola. Un encuentro así… se dijo. El adulto estaba con la muchacha que había querido proteger y mimar por mucho tiempo, y ella estaba con el padre al que había querido ver desde hacía bastante.
Estar extrañando tanto, tanto a una persona… y poderla ver después, con abrazos, comentarios simples que ambos se decían, riéndose con complicidad, alguna que otra caricia…

Todas las personas que él había extrañado eran personas que, daba por seguro, no volvería a ver nunca.

Vanessa reía con emoción por todo lo que estaba viendo, para luego fijarse en el jovencito que los observaba a unos pasos detrás. Se separó del adulto, acercándosele. – Tú debes ser Emett, ¿verdad? – Empezó a decirle. – Mi papá me ha hablado de ti, un gusto, soy Vanessa.

-E-Emett – Balbuceó con torpeza, sin levantar del todo la vista. – El gusto es mío.

Ella se agachó, para ver al bebé dentro de la carreola. – Y tú debes ser Danny. Hola, mi amor – Se fijó de nuevo en el rubio. - ¿Lo puedo cargar?

-Eh… claro. – Titubeó, intimidado por ese entusiasmo que ella tenía.

-¿Es todo lo que trajiste? – Preguntaba Derek al acercarse a ellos, llevando las maletas que la menor había tirado en el piso a medio camino.

La muchacha rio un poco más, acicalando al bebé que en respuesta a los mimos reía también – Sí, es todo lo que traigo… Emett, tu bebé es precioso, y yo tengo tanta hambre que podría comérmelo a besos – Decía ella.

-¿G-gracias? – Respondió, sin saber muy bien cómo reaccionar a eso.
El estar viéndola ahí, haciéndole caras al bebé e insistiendo del hambre que sentía por culpa de la mala comida que había en el avión, le causaba mucha curiosidad. ¿Cómo era que el doctor hubiese siquiera pensado en compararlos a ellos dos?
No había ningún parecido, que él pudiese ver, al menos.

-Bueno, nosotros aún no comemos, ¿les gustaría ir a algún restaurant, entonces? – Propuso Derek, notando el modo en que Emett veía a su hija.

-Seguro, pero por ser en parte mi idea, yo pagaré – Aclaró la rubia. Escuchando ya las protestas de su padre. Abrazo un poco más al niño, antes de entregárselo a su madre. – Es realmente hermoso, ¡Y tan pequeño!

-Gracias – Emett sonrió sutilmente, empezando a seguirles, tratando de ignorar al tumulto de personas que se cernían a su alrededor. Agradeció que Vanesa empujara la carreola, de modo que él podía sostener al bebé sin dificultades.

-Dejamos inconclusa nuestra plática, Emett – Se giró para ver al adulto, en tanto este se le emparejó.

-Yo… - Empezó a decirle, confundido, pero Derek le interrumpió.

-A ti no te importará tu felicidad, pero a mí sí, porque te aprecio y me preocupo por ti. – Le explicó, viendo ya los ojos verdes del muchacho irse aguando. – He de suponer que a Logan le pasó lo mismo ese día, y a Danny le pasará en tanto crezca. Danny… ¿no te hace feliz?

-Sí – Reconoció en voz queda. Sonrió. – Desde el día en que me dejaron verlo… desde el día que supe que vendría…

-Bueno, eso ya es un comienzo. – Le indicó el adulto. – Por el momento será aterrador, pero a medida en que pasen los días… verás que puedes seguir avanzando.

Alzó la vista, notando que la hija del doctor ya les estaba esperando en la camioneta. Se fijó entonces en este. – Gracias… - Balbuceó, notando la curiosidad de este – Gracias por… preocuparse por mí cuando nadie más lo hizo… sólo soy una carga para usted, pero actúa como si no lo fuera… gracias…

Sintió el cálido abrazo en el que el adulto los rodeó a él y al bebé. Sí, esos brazos no eran los de su amo anterior… pero no sólo era ese calor el que necesitaba.
Y estando ahí, le dio por preguntarse si así sentía cuando un padre te daba un abrazo.

Notas finales:

Rw?

 


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