— ¡¡¡Ah!!! - ¡vamos a morir!
— ¿Hijo? ¿Peter? ¿Son ustedes? – esa voz la reconozco.
— ¿Papá? / ¿Señor Osborn? – ambos reconocimos la voz de esa figura ¿aterradora?.
— ¿Qué está pasando aquí? – de pronto vuelve la luz, creo que estamos en una situación algo incómoda.
— ¡No es lo que parece! – nos defendemos al unísono mientras nos separamos de aquel nervioso abrazo.
— ¿De qué hablan? – nos observa confundido – Lo que quiero saber es qué pasó con la energía, además, ¿Por qué hay rebanadas de pizza en mi alfombra nueva? – estamos muertos.
— Papá, fue un accidente.
— No importa que haya sido, Harry. Quiero esa alfombra tal y como estaba, sino estarás castigado todo el mes.
— Pero . . . – No Harry, no le respondas.
— ¿Tienes algo que agregar, jovencito? – en verdad que es aterrador el señor Osborn.
— No papá. – pobre Harry, está cabizbajo, tal como en la limo.
— Peter, me da gusto verte - ¿enserio?, primero regaña de tal forma a su hijo y ahora . . .
— Igualmente, señor Osborn. – dilemas morales – Perdone a Harry, yo grité muy fuerte cuando se fue la luz, por eso tiró la pizza al suelo.
— Eres un chico valiente, Peter. Tal vez debas aprender algo de él, hijo. – facepalm!!!, no lo arruine más señor.
— Si papá – me da mucha tristeza verlo así. Está comenzando a recoger nuestro desastre.
— Tendrán que disculparme, chicos. Debo averiguar qué pasó con el generador de emergencia, además de arreglar unos asuntos de la compañía. Peter, estás en tu casa. Si necesitas que te lleven, no dudes en llamar al chofer.
— Muchas gracias, señor - ¿lo ven?, nunca se porta grosero conmigo. Así ni siquiera puedo sentir rencor.
— Ah, y Harry . . . - ¿no puede dejarlo en paz? – espero no volver a recibir quejas sobre ti en la escuela. – la cara de mi amigo, parece que vio un fantasma.
— No papá – mi mejor amigo tartamudeando en el suelo, mientras recoge comida del suelo, esto no se puede quedar así.
El señor Osborn por fin sale de la habitación, me quedo viendo la puerta por un rato. ¿Por qué será así de cruel? En verdad, si yo fuera el padre de Harry, me sentiría tan orgulloso de haber criado a una persona tan amable, divertida, fuerte . . .
— ¿Peter?
— ¿Eh? – creo que me perdí en mis pensamientos, volteo la mirada y veo que mi triste amigo espera mi respuesta.
— Te la pasas en la luna.
— No, es sólo qué . . .
— Perdón por otra escena familiar – todavía se disculpa, en verdad que lo aprecio.
— No tienes por qué disculparte. – me siento en la alfombra junto a él.
— Sí quieres irte, llamo a Roland (el chofer).
— ¿Estás loco?, primero te ayudaré con el huracán de queso y pepperoni que atacó tú alfombra – le sonrío con amabilidad. El me agradece con la mirada, hace tiempo que no necesitamos palabras para entendernos.
Después de un par de minutos, por fin logramos limpiar la alfombra (dejamos un par de moronas pero, ¿qué se le va a hacer?). Llamamos a su mayordomo para que se encargara de tirar la basura que juntamos, nos sentamos en el mismo sillón para descansar un momento.
— Mi papá va a matarme – interrumpe el silencio con un tono de miedo.
— ¿Por lo de la escuela? – respondo sin voltear a verlo.
— Si, nunca terminaré el trabajo del profesor Connors – en verdad está preocupado, creo que tengo la solución.
— No te preocupes, Harry. Yo puedo ayudarte. – esta vez soy yo quien toma su hombro.
— ¿En verdad me ayudarás? – pareciera que le voy a donar un órgano.
— Claro, te lo debo por abandonarte tanto tiempo.
— ¡Eres lo máximo! - ¿otro abrazo, Harry? . . . está bien, ¿para qué son los amigos?
Después de nuestra cursi escena de amistad, Harry llamó a Roland para que me llevara a casa. Ya estoy en la limo, aunque es muy tarde, me siento muy enérgico. Amo ver las luces de la ciudad, me siento parte de ella.
Por fin llego a mi casa, como siempre, mi adorada tía se encuentra esperándome en la sala. Parece que fue buena idea contratar el servicio de Netflix.
— Peter, ¿cómo te fue? – me siento junto a ella, acaba de poner pausa a su serie.
— Bien, un poco raro.
— ¿Por?
— Veíamos películas de terror y se fue la luz, todo un cliché, ¿no?
— Hay Peter, me imagino tu cara de espanto - ¿se está burlando de mí?
— Yo no me espanté – ni yo me la creo.
— Te creo, cariño. Y dime, ¿cómo está Harry?
— Bien, un poco triste – frunzo un poco el ceño.
— Su padre, ¿verdad? – asiento con la cabeza – Pobre muchacho, tan lindo y amable.
— Si . . . – un momento, ¿ella dijo lindo? ¿ y yo asentí? – Cambiando de tema, ¿ya cenaste?
— No, me entretuve viendo las series que ven los chicos de ahora. ¿Habías oído de Teen Wolf? Me recuerda a las películas que veía de adolescente.
— Si la he visto, no es mala.
— Luego, hay un muchacho muy guapo y misterioso. Un policía, se apellida Paris, Percy . . .
— ¿Parrish?
— ¡Parrish!
— ¿Qué hay con él?
— Nadie sabe lo qué es, ni siquiera él. Además, es un muchacho muy atractivo.
— Eso ya lo dijiste, tía – un momento, ¿Parrish? - ¿Cuántas temporadas viste hoy?
— Creo que voy por la cuarta . . .
— ¿Cuatro temporadas? Creo que deberíamos cenar, mañana podrás ver a tu novio el policía.
— Supongo que tienes razón, ordenaré una pizza. - ¡¿pizza?!
— ¡No! – la detengo antes de que llame.
— ¿Qué pasa, Peter? – creo que la asusté.
— Mejor deberíamos pedir comida china – me llevo las manos al vientre, no podría comer otra pizza.
— Pero sí tú amas la pizza.
— Si, pero ya sabes, quiero cuidarme – sí como no.
— Como tú quieras – uff.
Después de la cena, seguí mi rutina nocturna. Hice mi tarea, me lavé los dientes, me desvestí y me dispuse a dormir. Sin embargo, llevo casi una hora acostado sin poder cerrar los ojos (un consejo, nunca se coman dieciséis rebanadas de pizza, son pésimas para el sueño).
— Tal vez debería dar una vuelta.
Salgo de la cama, me pongo mi traje y salgo por la ventana, cuidando de no despertar a mi tía, debe estar soñando con el chico Hellbound (no le digan sobre el spoiler, se pondrá muy triste).
Una hora después.
No saben cómo amo la vista de la ciudad desde el Empire State, es un lugar mágico. Dirán que me siento DiCaprio pero, me siento como el rey del mundo. La brisa de la noche, las luces que nunca dejan de brillar, el ruido de los autos, los lunáticos con brazos mecánicos . . . esperen, ¡¿qué?!
— ¿Cuál es el gusto de arruinar una tranquila noche de otoño?
Bajo lo más rápido que puedo, al parecer, Doc Oc tiene una cita de trabajo en Industrias Oscorp.
— ¿Sí sabes que no aceptan lunáticos para el puesto de conserje?, política de la compañía – me interpongo entre él y el edificio.
— Hombre Araña, que desagradable sorpresa – la rutina de supervillano, deberían darle un Óscar.
— ¿Y qué hay Doc, necesitas medicinas para la fealdad?
— Búrlate, engendro arácnido – ese insulto es nuevo – No tengo tiempo para jugar contigo. – me tumba con un golpe de sus tentáculos y destruye la entrada de la Torre Oscorp.
— ¡Qué pasa! ¿Has encontrado otro compañero de juegos? – le lanzó telarañas a la cabeza, odia que haga eso.
— ¡Tú lo pediste! – ahora sí comienza la diversión.
El señor simpatía me ataca con sus tentáculos modificados con cuchillas, esta vez no le es tan fácil acertar. Me escabullo entre los golpes, me acercó a su rostro y le doy un clásico combo de puño-patada (mañana le dolerá). Creo tener la victoria asegurada pero, el muy tramposo me ataca por la espalda con un tentáculo cargado con corriente eléctrica (saben, eso en verdad duele). Aún shockeado, me ataca con un duro golpe en la cabeza, lo último que veo es a Octopus entrando al edificio.
Un par de minutos después . . .
— ¿Estás bien chico? – comienzo a abrir los ojos, parece que un policía me despertó.
— ¿Anotaron la matrícula . . .? – auch, mi cabeza.
— Debes irte, pronto llegarán más policías, a los demás no les agradas.
— Gr. . . gracias, ¿y Octopus? – me incorporo con dificultad.
— ¿El loco de los tentáculos? – no pude haberlo dicho mejor – Acaba de salir, tratamos de detenerlo pero . . . – me señala un par de patrullas destruidas.
— Si, así es como juega el tipo. – lanzo una telaraña a un edificio cercano – Entonces me voy, de nuevo gracias, viejo.
Me alejo de la escena, trato de buscar al molusco desde las alturas, pero nada. Detesto que se escapen, detesto ser un novato. Sin embargo, hay algo extraño aquí, ¿qué quería el Doc en Oscorp? Algo raro está pasando . . .
Al día siguiente.
Demonios, acaba de sonar mi alarma y les juro que no pude descansar. Anoche regresé a casa después de mi encuentro con el señor de los mariscos, me recosté, tomé un analgésico y me dormí.
Está mañana es como cualquier otra; me levanto, me doy una ducha me lavo los dientes, desayuno un poco y me dirijo a la preparatoria. Acabo de caminar un par de cuadras cuando . . .
— ¡Ey Pete! ¿Te llevo? – volteo hacia mi izquierda y observo una lujosa limosina negra.
— ¿Harry? - ¿qué hace aquí?
— Pasaba por aquí . . . – detenemos nuestro andar (bueno, el detiene la limo), yo tengo una cara de escepticismo que no puedo con ella – pues decidí darte un aventón, eso sí no te molesta.
— No, no me molesta.
— Entonces, ¿qué esperas?, sube – abro la puerta y entro al auto más lujoso que hayan visto. Ya adentró me atrevo a preguntar . . .
— Ya enserio, Harry. ¿A qué debo el gusto? – el da un pequeño suspiro.
— Pues no sé, siento que desde . . . – ya sé por dónde va.
— Desde que murió mi tío – le ayudo.
— Si, desde ese momento, siento . . . - ¿qué? – siento que te has alejado de tus amigos – ¡a caso sabe que no tengo corazón para negarme a su mirada de cachorro malnutrido?
— ¿Mis amigos?
— Bueno, de mí. – nos quedamos callados un momento.
— Lo lamento – no puedo ni verlo a los ojos, él tiene razón.
— Sabes qué puedes contar conmigo, ¿verdad? – de nuevo toca mi hombro, ¿ya les había dicho que no me agrada? (me pone nervioso).
— Lo sé, y tú también puedes contar conmigo – le sonrío, trato de no hacer notar mi incomodidad.
— Eres mi mejor . . . eres mi único amigo – me da un cálido abrazo, esta vez correspondo su gentil gesto (aunque la tela de su chaleco me pica).
— Harry.
— . . . – no me ignores.
— Harry.
— ¿Si? – aun sigo apresado entre sus brazos, ¿nunca han abrazado a un cachorro?, ¿sienten ese calor tan grande?
— ¿Me devuelves mi cuerpo? – murmuro casi pegado a su pecho.
— Oh – me suelta rápidamente – lo siento – lleva su mano a su nuca, mientras, acomodo mi ropa.
— ¿Ya comenzaste el trabajo de bioquímica? – cambio la conversación, no estoy muy acostumbrado a derramar miel (ustedes saben, no es cool).
— También de eso quería hablar contigo – saca su cuaderno de la mochila, me muestra hojas con dibujos malhechos, notas ilegibles y uno que otro juego de gato (tic –tac - toe).
— Debe ser una broma – lo miro con desaprobación, él solo niega con la cabeza – Creo que será más difícil de lo que esperaba.
— Por eso vine por ti – alzo mi ceja.
— ¿De qué hablas?
— No te hagas, Pete. Siempre que trato de hablar contigo en la escuela, me ignoras por estar con Mary Jane – cruza los brazos, jamás cruza los brazos. Un momento, ¿está enojado?
— ¿Estás celoso? – lo molesto con una broma.
— ¡¿Estás loco?! - ¿por qué tartamudea? Está sudando, ¿por qué?