Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

EXTRAS por KeepKhanAndKlingOn

[Reviews - 54]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Me da un poco de apuro titular de este modo el capítulo, la verdad. Que sirva de guiño a los fans de la serie original Star Trek... espero que no se sientan demasiado defraudados al leerlo, tened en cuenta que Anton es solamente un octavo vulcano.

 


LA ÉPOCA DE AMOK


 


                                                                                              Hacía mucho tiempo que Jim no le pedía algo así. Por supuesto fue incapaz de negarse, seguiría a aquel hombre hasta más allá de los límites de la Galaxia... ¿o eso ya lo había hecho? Así que aceptó acompañarle en su viaje, aunque a Pavel y a Khan la idea no les hizo la más mínima gracia.


 - No pasará nada, es una misión más diplomática que otra cosa. - El japonés llenaba su maleta de pantalones de gala, chaquetas de uniforme, bandas, medallas y demás cosas que pudieran hacerle falta. - Estaremos de vuelta en un par de semanas, a lo sumo.


 - Pues son dos semanas más de lo que deberías faltar de casa. - El ruso se dedicaba a sacar la última prenda que Sulu hubiera guardado en la maleta.


 - ¿Quieres dejar eso ahí? ¡Estate quieto, Pasha! - Volviendo a doblar la camisa golpeó a Khan en el muslo con su cadera. - Anda, id abajo y preparadme una taza de té antes de irme. A saber qué clase de infusiones llevan a bordo de la Olympia.


 - Tienes ya sesenta años, anata. *(cariño) ¿No deberías dejar el servicio activo? - Khan tampoco quería que se marchara al espacio, por muy tranquila que fuese la misión, él estaría lejos si su jardinero le necesitaba. - No sé por qué Jim ha ordenado a Peter que os acompañe en lugar de pedírmelo a mí.


 - Porque prefiere que tú te quedes al mando en Inteligenssia mientras él está ausente. - Respondió el ruso, robando un pantalón de la maleta cuando Sulu no miraba. - Te está preparando para que le sustituyas cuando se jubile.


 - Aún le quedan unos cuantos años para eso, Pavel. - Al moreno no le gustaba pensar en ello, pero lo cierto era que conocía perfectamente los planes de su suegro.


 - Un momento... soy tres años menor que él. - Sulu vio la tela negra que su amante, torpemente, intentaba ocultar a su espalda y tiró de ella recuperando así los pantalones. - ¿Por qué tengo yo que quedarme en casa y a Jim aún le das vidilla al mando en Inteligencia?


 - Ay, moy drug... *(amigo mío) Porque Khan no quiere ser su relevo, por eso. – Explicó hurtando esta vez las bandas condecoradas.


 - ¡Bueno, ya está bien! - Protestó el japonés quitándole sus cosas de la mano al ruso - ¡Los dos fuera de la habitación ahora mismo!


 - Sulu... - La voz de Anton sonaba triste, apoyado en el marco de la puerta del dormitorio les miraba a los tres con una melancólica sonrisa en los labios. - Yo tampoco quiero que te vayas lejos, además ni mamá ni tío David están ya en la Olympia. Tú, dedushka *(abuelo, en ruso) y el tío Peter, estaréis solos. Papá debería ir contigo para protegerte si pasara algo.


 - ¿Crees que soy un ser indefenso? ¿Alguien que necesita protección? - El japonés le miró con enojo. - ¡Anton, mucho antes de que tú nacieras, yo ya mataba klingons y romulanos por ahí!


 - ¿Lo hacías como deporte o como afición? - Preguntó con ironía al tiempo que se metía las manos en los bolsillos y se daba la vuelta. - De todos modos solamente he subido para deciros que no dormiré en casa.


 - ¡Alto ahí! - Sulu lo alcanzó dejando caer su mano de águila encima de las enclenques espaldas del chico. - ¿De qué estás hablando?


 - Ya se lo dije a “papa” esta mañana... - Encogió los hombros probando a soltarse del japonés, fue inútil. - Tengo un trabajo de ciencias que hacer con otro compañero.


 - Pues que venga él aquí, tenemos un dormitorio libre. - Agregó Khan, a él tampoco le agradaba que su hijo durmiese fuera.


 - ¿Y trabajar en el sótano, con todas las cosas de “papa” por ahí tiradas? Estaremos mejor en su taller. - Retorciendo la cintura y sacando fuerzas no sabía de dónde, se zafó al fin del agarre de Sulu. - ¡No voy a irme de juerga, sólo a hacer los putos deberes!


 - No se dissen palabrotas, Anton. - Pavel le reprendió. - Y no recuerdo que me hayas comentado nada de ningún trabajo esta mañana.


 - ¡Pues claro que lo hice! Y me diste permiso. Estarías pensando en tus cosas, como siempre, por eso no te acuerdas. Bueno, yo me largo. - Remató. - Ya voy tarde. Hasta mañana, papás y... que tengas buen viaje, Sulu.


       Se dejó abrazar por un buen rato, el chico parecía no ir a soltarse nunca. El japonés le acarició los rizos, oliendo el champú de rosas en su coronilla que ya le quedaba a la altura de la nariz, en los últimos meses Anton había vuelto a pegar otro estirón.


 - Cuando estés cerca de Sirio no te apartes del tío Peter, por favor. - Le susurró alzando la barbilla y clavándole los ojos aguamarina, las puntas de sus narices se rozaban. - Promételo.


 - Todo va a ir bien, es sólo una reunión de mandamases... - Intentó tranquilizarle. - Peligrosamente cerca de la frontera cardassiana. - Pensó para sí separándose unos centímetros atrás. - Seguro que me aburriré como una ostra. - Añadió en voz alta.


 - Tú prométemelo, Sulu. - Insistió en un ruego sin soltarle. - Cuando estéis cerca de Sirio, no lo olvides.


 - Está bien, ichiban. *(número uno) Lo prometo. - Afirmó besándolo en la frente. - Y tú no te metas en ningún lío, ¿entendido?


 - Es sólo un trabajo de ciencias... - Se despidió con una sonrisa. - ¿Qué puede pasar?


       Decidió bajar las escaleras y correr calle arriba con la moto caitiana de su madre, antes de que sus padres se diesen cuenta: había vuelto a salirse con la suya. Toda una noche fuera, sin preguntas, por su cara bonita. Tenía planes con Jadzia y no quería llegar tarde.


 


 


                                                              El viaje iba a ser largo, duraría dos días enteros. Tras el primero llegaron al cuadrante Delta en la USS Excelsior, pilotada con maestría por la joven alférez Demora Sulu. La muchacha, recién graduada y alistada en la Flota, estaba orgullosa de haber llevado a bordo a su propio padre como parte de aquella expedición diplomática. Cuando se cruzaron con la USS Olympia le costó bastante no llorar al despedirse.


 - Como diría mi marido, que tengas una larga y próspera vida, querida. - Le decía adiós Jim, subido en las plataformas del transportador. - Con una Sulu al timón, a la Excelsior no le puede ocurrir nada malo.


 - Cuídate mucho, Demora. - Peter la besó en la mejilla. - Le diré a tu hermano lo bien que te sienta el rojo... sé que se morirá de envidia.


 - Oh, Anton no tardará mucho en embarcarse, estoy segura. - Sonrió la alférez Sulu. - Con esas notas tan excepcionales que saca...


 - Todavía es un niño, mi vida. - Hikaru envolvió a su hija en un largo y cálido abrazo. - No hagas que me arrepienta por haberte consentido entrar en la Academia, si te pasara algo tu madre me mataría.


 - Tened cuidado vosotros también. - Demora se separó de su padre y se obligó a sonreír de nuevo. - He oído que vais a la zona límite con el Imperio Cardassiano.


 - No te preocupes, preciosa. - Jim le devolvía el gesto con su boca retorcida. - Lo más peligroso que tendremos que afrontar, serán la comidas de los gorn. Espero que las negociaciones con esos lagartos no sean demasiado frías... ¿lo pillas, Peter? “Frías”... ¡Como su sangre! - Rió a carcajadas sujetándose una incipiente barriguita.


 - Sí tío Jim... los gorn tienen la sangre fría. - Suspiró con paciencia, se estaba cansando ya del “festival del humor” de James T. Kirk. - Y aún queda otro día de viaje para llegar a la frontera con el cuadrante Gamma... - Murmuró entre dientes.


       La joven Demora se echó a reír. Peter había puesto los ojos en blanco antes de que sus moléculas desapareciesen, junto a las de Jim y su padre, de las plataformas del transportador.


 


 


                                                                      No sabía ya qué darle, ningún antipirético le hacía efecto y temía tener que verse obligado a sedarle. No era una infección, estaba convencido, sin embargo sus anticuerpos andaban como locos por toda su sangre... era casi como una efervescencia sin explicación.


 - Sus niveles hormonales, debe ser eso Bones. - Alex repasaba por tercera vez las lecturas de su tricorder. - Seguro que crece después de estas extrañas fiebres, es la pubertad, imagino...


 - ¡Somos médicos, Alex, no jugamos a los adivinos! - Le espetó McCoy con su característica mala leche. - Creo que la razón de esta calentura es más vulcana que otra cosa, aunque ciertamente tiene que ver con sus hormonas, la producción de adrenalina es anormal...


 - ¡Cuidado! - Khan apartó a ambos doctores del lecho de su hijo, un grueso tomo de la vieja enciclopedia que Jim le había regalado, atravesó el cuarto volando por los aires directo a la cabeza del noruego. - ¡Al suelo!


 - Pero ¿qué narices...? - Alex se tendió a los pies de la cama, Bones ya se arrastraba hacia la puerta.


 - ¡Hay que salir de aquí! ¿Dónde está Pavel? - McCoy se puso en pie al otro lado, en el pasillo. - Tal vez él pueda controlarle...


        No lo hacía adrede, era la fiebre. Los más de cuarenta grados le tenían fuera de sí, como en un mundo difuso donde todo flotase a su alrededor. Anton no controlaba aquel poder, apenas logró doblar un tenedor cuando su padre intentó enseñarle cómo activar su telequinesia, y ahora se había hecho más fuerte de repente, cuando el chico sufría un raro síndrome y perdía la consciencia ardiendo en la cama.


 - Has dicho que se debe a su herencia vulcana, Bones... - Khan bajó las escaleras de un salto. - Mejor voy a buscar a Spock.


 - ¡Estoy de acuerdo! - Aprobó Alex cerrando la puerta, al entornar la hoja vio cómo todo lo que podía moverse en la habitación, flotaba en espiral sobre la cabeza del chiquillo. - De todas maneras... ¿dónde se ha metido el imbécil de Pavel?


 


                             El timbre sonó por segunda vez y no dudó en pulsarlo una tercera y aún una cuarta. Los fuertes pasos del propietario de la vivienda se oyeron al otro lado, acercándose para abrir. La cara de Klaa, con los pelos revueltos y los ojos pegados, asomó de mala gana por la portezuela de la mirilla, tras el hierro forjado con forma de M... por la casa de Mogh.


 - ¡Chekov! ¿Cómo no? Vuélvete a la cama, luna de mi vida, es sólo un imbécil... - Le dijo a su esposa que debía estar a su espalda. - Por si no te has dado cuenta, ingeniero chiflado, son las tres de la mañana.


 - ¿Está tu hijo? Pressiso hablar con él...


 - Duerme, como deberíamos hacer tú y yo.


 - ¡Abre de una vess, klingon cabessota! - Pavel golpeó la madera con furia sin llegar a tocarla con la palma de su mano. - ¿Es que no entiendes que es una emergenssia? ¡Tengo que hablar con Jadssia!


      Klaa se armó de paciencia antes de abrir, en cuanto el ruso puso un pie en la casa se quitó las botas, subió las escaleras en un suspiro y dudó a qué puerta llamar ahora.


 - ¿Jadssia? - Le nombró en el pasillo. - ¡Anton te nessesita! - Gritó con algo de desesperación en la voz.


 - ¿Anton? - El muchacho salió en pijama frotándose la cara para despejarse. - ¿Qué ocurre, señor Chekov?


 - Tiene la fiebre... He pasado con él todo el día, ni Bones ni Alex pueden hasser que baje su temperatura.


 - ¿Y qué tiene eso que ver con mi hijo? - El klingon les chillaba desde el recibidor, toda la casa retumbó con su voz.


 - Es su novio, Klaa. - Bazthum salía otra vez de la habitación, anudando a su cintura la bata de seda con estampado floral, presta a consolar a su hija de cinco años que la llamaba sin parar. - Ya habéis despertado a Kha'Lesh con vuestros gritos. Pavel... ¿qué es lo que le pasa a tu hijo?


 - Pon farr, creo... no estoy muy seguro. Pero le oí dessir el nombre de Jadssia en sus sueños, deliraba... - El ruso apeló a aquella abnegada madre. - Pozhaluysta... *(por favor) Permite que lleve a tu hijo a mi casa, debe estar con Anton, le nessesita.


 - ¿Para qué? - Preguntó el muchacho.


 - Hijo mío, ve con él... - Su madre le animó a entrar al dormitorio y vestirse. - Sólo sé que el pon far es algo de su naturaleza vulcana, si está sufriendo debes estar a su lado.


 - No es un tema del dominio público, a Spock no le oirás hablar de ello jamás. Pero he leído cosas, y Jim sí que me ha contado algo. Moy syn *(mi hijo) está pasando por la época de Amok... - Pavel había seguido al muchacho hasta que éste le dio con la puerta de su cuarto en las narices. - Y por Amok se entiende un episodio febril, aparentemente provocado por la nessesidad de aparearse... - Bazthum tenía ya en brazos a la pequeña Ka'Lesh, Pavel se volvió a mirarlas esperando que el chico se cambiase de ropa. - Lo que conlleva un comportamiento violento y destrusstor hassia los demás y finalmente hassia uno mismo, si no se satisfasse ese impulso natural... es dessir: o te acuestas esta noche con mi hijo, Jadssia... - el chico acababa de abrir su puerta terminando de ponerse un jersey, - ...o Anton podría acabar muerto.


        Se miraron en silencio durante unos segundos, aquello era verdaderamente grave. El joven klingon se ató el pelo tras la nuca con una goma elástica, besó a su hermana pequeña y a su madre antes de descender las escaleras seguido del ruso. Klaa hizo amago de no apartarse de la puerta, los fieros ojos azul grisáceo de Jadzia le hicieron bajar la mirada y hacerse a un lado.


 - Mañana por la mañana te quiero en casa. ¿Entendido? - Poniendo la mano sobre el hombro de su hijo, le sonrió. - Lugh Doch Qu'. *(haz lo correcto)


 - Yo mismo le traeré, no te preocupes. - Decía Pavel calzándose las botas. - Si todo va bien, por la mañana le tendréis de vuelta.


 - Vaj vISujlu'be'. *(irá bien) - Sonrió Bazthum dejando a la niña en el suelo. - Jadzia y Anton están hechos el uno para el otro.


 


                                Para que Alex pudiese acudir a casa de Sulu y atender junto a McCoy al pobre Anton, Spock se había tenido que quedar en la del médico. Sentado en el salón, a oscuras, intentaba recordar cómo Christine lo tenía decorado.


 - Allí había una lámpara... - Pensaba en susurros, Freya y Sam dormían en el piso de arriba. - Y en ese rincón, un perchero. Jim solía colgar su gorra en él.


        Peter y Alex le compraron la casa a McCoy hacía ya más de diez años, meses antes de que les dieran a Freya en adopción, todo había cambiado bastante. De pronto alguien llamó con los nudillos a la puerta. Era Khan, aunque no sudaba ni le faltaba el aliento, se notaba que había venido corriendo por lo revuelto que traía el pelo.


 - Spock, es mejor que vayas a mi casa. - Le dijo entrando al recibidor. - Ya me quedo yo con los hijos de Alex. Anton tiene el Pon...


 - Te estaba esperando, Leonard me lo ha transmitido a través de nuestro vínculo. - Le interrumpió incómodo, antes de que pronunciase la palabra completa.


 - Quizá puedas ayudarle con tu tacto-telepatía. - Khan hizo una mueca de preocupación. - Si no te abre la cabeza lanzándote algo con su telequinesia, ten cuidado.


 - ¿Dónde ha ido Pavel? - Imaginó que el ruso podría ocuparse de los poderes de Anton, pero por McCoy sabía que no estaba allí. - ¿Por qué no está en tu casa?


 - Tío Khan, abuelo Spock... - Freya había bajado las escaleras en completo sigilo. - Yo puedo vigilar a Sam si queréis. Ya tengo doce años... Papá volverá cuando el primo Anton esté mejor, ¿verdad?


 - No vamos a dejaros solos, nada de eso, cariño. - El sobrehumano la tomó en brazos sin ningún esfuerzo. - Tú a dormir, yo vigilaré. Spock, vete ya. Y no te preocupes por Pavel, está de camino... con “ayuda”.


      Al decir la última palabra le guiñó un ojo, esperaba que el vulcano captase la idea pero su ceja levantada le hizo entender que no.


 - Ha ido a buscar a Jadzia... - Se explicó tras chasquear la lengua.


 - Comprendo. - De pronto un rubor verdoso se le subió a las mejillas. - Me daré prisa entonces, su mente ha de ser preparada y no sé si un klingon poseerá algo parecido al katra. *(combinación de alma y memoria)


 - Buena suerte con eso, sa'mekh'al *(abuelo, en vulcano) yo dudo que tenga cerebro siquiera. - Murmuró Freya agarrada al cuello de su tío Khan. - Por favor, ¿puedes bajarme? Me siento ridícula aquí arriba, no soy una niña.


          La opinión de Freya acerca del novio de su primo, y hacía casi un año ya que le conocía, era que se trataba de un chico musculoso y atractivo, mono para ser un klingon, sí, pero sin pizca de inteligencia. La perfecta combinación de fuerza y belleza heredadas de su padre y su madre, respectivamente.


 

Notas finales:

Primer capítulo de los cinco que conforman una especie de OVA dentro de Extras... son capítulos extras dentro de los extras de T'HY'LA... sé que es algo enrevesado pero digamos que forman un todo dentro del todo, por eso los he numerado.

Lesek t'hyle, dif-tor heh smusma.

Hoy, dos de noviembre, he cometido un error garrafal a la hora de actualizar el fic, el resultado es que todo fue eliminado. La memoria caché del navegador no me ha permitido rescatar los comentarios a este capítulo. Lo lamento.

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).