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Tú eres el principe y yo tu sirviente soy, destinos divididos, lamento de los dos, sí es para protegerte, sí es por esa razón... No importa lo que he de hacer, yo el malvado seré...
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- ¡Zoro-san! - llamó un chico rubio, cruzandose de brazos. El principe Aoi*.
- ¿Qué sucede, Sanji-ojisama*? - le preguntó un chico de cabellos verdes en tono suave y haciendo una reverencia (ya lo sé, cambié a Zoro por uno más amable xD).
- ¿Quién demonios es el siguiente?
- De nuevo, Killer.
- ¡Qué molesto! - gritó enojado. se levanto del gran trono color zafiro - que pase.
Como ordenó, dejaron pasar a un chico rubio de cabellos largos, Killer.
- ¿Qué mierda quieres, Killer? - se paro enfrente de él, señalando a los guardias para que lo arrodillaran.
- Porfavor, le pido uno de sus mejores doctores para Trafalgar - juntó sus manos - porfavor.
- Hahaha... - se rió - ¿y piensas que lo ayudare...? - le dio una fuerte patada, botandolo lejos - ¡¿después de lo que hizo?! - se dio la vuelta para volverse a sentar - llevenselo.
- ¡No, porfavor! - lo tomaron de los brazos - ¡no las pagaras algun día Aku no oji*.
- Sí, sí, lo que tú digas.
- ¡Ya veras! - se lo llevaron.
- ¡Ah, que molestía!
Se sentó, sin embargo, sono aquella campana de hace 11 años atrás... de aquella vez...
- Sanji-ojisama, es hora de la merienda - ya que a las 3 de la tarde suena la campana de la iglesia y es buen momento de comer - ¿Sanji-ojisama? - le preguntó en tono suave y dandole la mano derecha.
- ¿Ah?... sí, vamos Zoro-san - sonrió. La sonrisa que le encantaba a Zoro, pues prometió hacerle feliz, sin importar nada...
<< Terraza >>
- ¿Ha recordado... lo que sucedio hace 11 años? - dijo al momento que servía un té verde y dejaba varios postres.
- Eh, no, no te preocupes Zoro-san - contestó con nerviosismo.
- ¿Está seguro?
- ¡Sí, no te preocupes! - le sonrió, tomando un pastelillo - por cierto ¿cuándo iremos al país vecino? - mordió el pastelillo.
- Mañana Sanji-ojisama.
- ¿De nuevo iras al puerto?
- Por supuesto, ¿me acompañara de nuevo? - se le notaba feliz.
- Claro Zoro-san ¡pero primero la merienda! - le dijo alegre el rubio.
<< Puerto >>
- No se que le vez al mar Zoro-san - se sentó en una roca.
- ¿Acaso no ha escuchado de la leyenda? - tomo un papel y escribió algo.
- ¿Cuál leyenda?
- Es una leyenda muy antigua - se paro al lado del rubio, observando el mar - dicen que sí escribes un deso en un papel, lo embotellas y lo lanzas al mar, ese deseo, puede que que cumpla. ¿Cré en esa en esa leyenda, Sanji-ojisama? - lo miró.
Se levanto y cruzo sus brazos - No necesito creer en algo tan estúpido... - sonrió de oreja a oreja - además... Zoro-san cumplirá todos mis deseos ¿no?
- Está bien, es hora de volver al castillo - lanzo la botella.
- ¿Qué es lo que deseas, Zoro-san?
- Haha... que Sanji-ojisama sea una mujer con pechos grandes - rió.
- ¡¿EH?!
- Solo bromeaba... sólo deseo que mi principe sea feliz.
- El deseo se cumplió...
- ¿Ah?
- Yo soy feliz si Zoro-san está junto a mí - lo abrazo.
- Gracias - lo abrazo de igual forma - regresemos al castillo - beso su frente.
- Sí, Zoro-san.