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Mi Señor por CaedesDarkParadaise

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Arthur Weasley aprendió lo que era el amor cuando su madre, una adolescente de quince años, le dio a luz después de que el padre de este, mucho más mayor que ella, la abandonara a su suerte.

Arthur Weasley aprendió a callar y a resignarse con el hecho de que su madre se casara con un hombre que no le gustaba.

Arthur Weasley aprendió a defenderse cuando su padrastro, un borracho, empezó a golpearles cada noche.

Arthur Weasley aprendió a cuidar de si mismo cuando su madre enfermo al cumplir él seis años.

Arthur Weasley aprendió a sobrevivir en el momento que los ojos de su madre se cerraron para siempre.

Arthur Weasley aprendió a huir al percibir las horribles y pervertidas intenciones de su padrastro.

Con solo unos pocos años de vida, Arthur era muy escurridizo e inteligente por lo que podía notar la tensión que corría de par en par en el mundo mágico por el poder que estaba tomando el reino de Slytherin. Mas de una vez había tenido que esconderse de los carroñeros al servicio del Rey Thomas por los bosques donde se abastecía de frutos. …l aún no tenia la varita reglamentaria para valerse por si mismo, por lo tanto debía esperar unos años para aprender a utilizarla.

Los niños del mundo mágico, una vez cumplidos los once años, tenían que estudiar en casa y manejar la varita para llegar al límite del saber de un mago.

En el caso de Arthur, por el momento, solo mantenía bajo control el poder de sus manos.

Y con suerte.

Pero pocas veces podía practicar pues trabajaba todo el día en la panadería de una tirana que le hacia hacer más barras de pan que a un panadero normal. Arthur empezaba a acostumbrarse al dolor de sus pequeños brazos.

Debía aguantarse.

Había logrado conseguir comida caliente y una cama que no fueran solo muelles.

A duras penas.

También había ahorrado un poco de dinero para comprarse libros, calderos y una varita cuando llegara el momento indicado.

Si es que alguna vez llegaba.

- ¡Mueve tu trasero pelirrojo!- le chillo la Señora Cattlemore al oído para despertarlo de sus dulces sueños que con abrir los ojos se convirtieron en pesadillas.- ¡Hoy tienes que repartir panes por todo Ravenclaw!

- ¿Porque a mi?- pregunto en un susurro al cielo y al mismo merlín si le escuchaba.

- ¿Que has dicho?- Los ojos de la Señora Cattlemore se abrieron de par en par como la mandíbula de un basilisco apunto de atacar.- ¡Repitelo!

- ¿Quien lo ha dicho?- pregunto mirando hacia los lados.- Yo no he sido.

La señora Cattlemore gruño pero no añadió nada mas mientras se iba de su armario, es decir, de su habitación. Se puso los zapatos con rapidez y plancho con sus manos los arrugados pantalones de ayer, anteayer y de hace dos días.

- Maldita sea.- masculló.- Llevaba tres noches intentando soñar lo mismo de la vez pasada y ahora que lo había conseguido, me despiertan. ¡Eran unos pastelillos buenísimos, incluso en sueños!

- ¡Pelirrojo!

- Tengo nombre.- murmuró mientras se colocaba su gorra tweet.- Bruja.

Con un resoplido airado y mucho cansancio se lavo la cara por segunda vez pues su rostro mostraba que solo había dormido...

- Cuatro horas.- murmuró viendo el reloj de la pared.- Solo cuatro horas.

- ¡Pelirrojo!

- Me afeitare la cabeza, lo juro.- gruño.- Y estoy seguro de que aun así encontraría otro mote.

Y salio maldiciendo entre dientes.

Al mediodía, Arthur aprovecho para descansar bajo la sombra de un árbol cogiendo unos minutos del reparto para dormir sin que viniera la tirana Señora Cattlemore a regañarle.

- Es la gloria.- dijo para sí.- No había descansado así desde hace un mes.

- Así que esta es la vida de un empleado.- hablo una voz desde la rama de un árbol.- Pobre pequeño.

Arthur salto del susto, tan veloz y torpe, que oyó la risa burlona y estridente del intruso.

- Cálmate, pequeño.- le dijo.- Te has movido tan deprisa que tu pelo parecía una llama de fuego.

El ceño de Arthur se frunció con fuerza.

- ¿Que les ocurre últimamente a las personas? Se meten innecesariamente con mi pelo.- rumió en voz baja. Recogió la caja llena de barras de pan y se volvió hacia el chico. Este tenía el cabello de un marrón rojizo que brillaba con el sol de otoño, un rostro atractivo y los ojos azules turquesas más hermosos que había visto en su corta vida. El corazón de Arthur dio un vuelco.- M-Me voy.

- Es una pena.- El joven salto de la rama y cayó al lado de Arthur con un "Plof" a la vez que mordía un trozo de manzana verde.- Llevaba mucho tiempo sin ver nada nuevo por Ravenclaw. Quédate a divertirme.

"Un precioso pelirrojo"- saboreo el chico.

Los ojos azul cielo del pelirrojo resplandecieron levemente, y removieron el estomago de Ethan con fuerza. El joven le miró de arriba a abajo analizandole lentamente mientras se quedaba con cada parte de su pequeño y esbelto cuerpo.

- No soy tu bufón.- Arthur alzo una ceja.

El joven sonrió de forma tan arrogante que Arthur sintió que los pensamientos del extraño decían todo lo contrario.

- Me llamo Ethan Nott, ¿y tú?

"Un niño rico" - pensó Arthur.- "Por esta zona hay muchos"

- No soy nadie.- contestó.- Adiós.

Ethan le agarro el brazo con molestia, Arthur entonces supuso que al más alto no le gustaba que le ignorasen.

- No voy a llamarte nadie.- le dijo Nott con enfado.- Dime tu nombre.

- ¡Suéltame!- Arthur le propino una patada en la espinilla.- ¿¡Quien te has creído que eres!?

Nott se doblo de dolor con un gruñido.

- Soy Ethan Nott.- se presento.- dueño de estas tierras que ahora estas pisando sin permiso.

- Así que ahora voy a necesitar su permiso, majestad.- se burló Arthur.- ¡Por merlín! Solo reparto pan por los reinos.

- ¿Y?- bufó.- Si quieres continuar repartiendo pan en mis tierras debes pagar un precio.

Arthur temió lo peor.

- ¿De que estas hablando?

- Niños.- escupió.- Un favor por otro favor.

Nott se acerco despacio hacia él como un depredador encerrando a su presa, y eso es lo que consiguió al acorralarle contra el árbol.

- Te dejo entrar en mis tierras con la condición...- Arthur alzó la barbilla.- de que me beses ahora.

Arthur se sonrojo hasta la raíz del pelo, y tomando toda la fuerza de su cuerpo empujo al chico sinvergüenza por los hombros.

- Te llamabas Nott, ¿no?- Ethan levanto una ceja.- Muy bien, Nott. ¡Podrías dejarme en paz! ¡No voy a besarte por entrar a estas tierras porque nadie es dueño de nada! ¡Mimado!

"Sera posible" pensó Arthur pasando por su lado sin detenerse a mirarlo.




"¿Porque ha vuelto ese recuerdo a mi?"- se pregunto Arthur Weasley saliendo al jardín desde la cocina de Slytherin. - "Estoy loco"

Formo con su varita una luz blanca, preciosa y radiante, que poco a poco fue transformándose en una comadreja. A Arthur siempre le divertía ver su patronus. Era tan adorable y peculiar, que le encantaba.

- ¿Donde demonios están?- gruño Arthur con voz baja.- No os entretengáis con tonterías y poner aquí vuestro doble trasero.

Unos pasos resonaron a su espalda, y Arthur con el cuerpo tenso se giro apuntando al extraño.

- ¡Vaya!- Ethan frunció el ceño.- ¿Un hábil cocinero proyectando los típicos reflejos de un experto duelista? ¡Que ven mis ojos!

Ethan Nott había bajado al jardín para relajarse después de un exhaustivo día ideando planes de ataque contra morfífagos. Esos malditos lo agotaban enormemente, y todo después de que su mejor amigo Thomas realizara uno de los mejores movimientos para derrocar a su tirano padre.

- Lamento haberle apuntado, mi señor.- siseo Arthur con ojos serios a la vez que bajaba su varita.- Me retiro.

"¿Me habrá oído?"

- ¿Huyes de mi?- le dijo burlón. Arthur se puso rojo de enfado.- Vamos, vamos. No te enfades.

- Me retiro.

"Maldito Lord"

Arthur tenía que renunciar a la idea de avisar de nuevo a los gemelos Prewett e irse rápido de ahí por si llegaba algún mensaje.

Obviamente no quería que se enteraran de sus planes.

El hombre le miro fijamente.

- ¿Nos hemos visto antes, pelirrojo?- le interrogo de pronto. Arthur se quedo clavado en el suelo a dos pasos de él.- Siento que nos hemos visto alguna vez.

"¿En alguna batalla entre mortífagos?- quiso saber Arthur.- ¿O tal vez en un duelo?"

Arthur miro de nuevo al hombre con los ojos entrecerrados para reconocer algún aspecto de él que despertara su memoria, pero solo veía unas cuantas cicatrices marcando su apuesto rostro y....

"Apuesto rostro"- repitió esas palabras una y otra vez en su mente.

- Te he visto antes.- soltó Ethan regresandole a la realidad.- Sé que te he visto. Yo nunca olvido una cara, pero por el momento lo dejare así.- Arthur trago en seco.- En cualquier momento te recordare.

Arthur lo observo una última vez para luego marcharse sin decir nada.

"Merlín"- lloriqueó Arthur.-"No le dejes imaginar tonterías porque sino nos meteremos en un lío muy grande y de esta no podremos salir"

- Precioso.- fue lo primero que salió de la boca de Ethan.- pero extraño.

"¿Quién eres tú?¿Y que ocultas?"




Ethan Nott maldecía su lengua por usar ese tono de voz tan arrogante y bocazas con las personas que le llamaban la atención.

Volvió a contemplar el camino de hierba del bosque por donde se había ido el niño pelirrojo con la esperanza de que regresara para disculparse.

- ¿Porque siempre tengo que meter la pata?

Ethan negó con cansancio.

- ¡Mira a quien tenemos aquí! ¡Al traidor! - Ethan cerró los ojos al escuchar la odiosa voz de Amycus Carrow, y como siempre, junto a su inseparable hermana Alecto.- No te da vergüenza haber defendido a ese inmundo sangre sucia.

Recordaba la semana pasada cuando por error, un niño muggle, cruzo la barrera mágica después de haberse perdido por el bosque. Llegó a los límites de Ravenclaw, y como no, se encontró con lo mejorcito del pueblo.

Sangre puras, malvados y sin principios.

El niño, totalmente perdido, fue a preguntar a las personas equivocadas.

Los Carrow.


Flash back

- Un asqueroso muggle me esta hablando, Alecto.- escucho decir Ethan desde el piano de la Señora Jordan.- ¿Porque no le enseñamos las reglas del mundo mágico?

Las risas de los amigos de los Carrow retumbaron por la plaza cerca de la casa de los Jordan.

Ethan apretó los dientes e hizo un sonido grave al golpear sus dedos en distintas teclas que no eran las correctas. Se levanto del banquillo y se dirigió a la salida.

- ¡Ahora vuelvo, señora!- le grito Ethan a la anciana y sorda Señora Jordan.

Dejo que la puerta se entreabriera, y continuó su marcha en busca de los Carrow.

- ¡Carrow!- grito Ethan controlando el tono de enfado.- ¿Se puede saber porque demonios oigo tu asquerosa voz y la de tus inútiles amigos por toda la plaza?

Este apretó sus puños con dureza.

- ¡Deja de ser tan amargado, Nott!- le grito Avery a Ethan.- ¿Porque no te unes a nosotros?

Ethan compuso la típica máscara neutra de los Nott. Sin ninguna expresión que constatara sentimiento alguno, y eso es lo que más irritaba a los que veían esa parte de ellos. Miró al asustadizo niño, que por su rostro rojizo, estaba a punto de llorar.

- ¿Porque no dejas de jugar a juegos de niños, Carrow?- Amycus gruño.- Pensaba que habías crecido un poco durante el verano.- le dijo burlón.- O quizás no.

- ¿Porque no cierras la boca, Nott?- Alecto desenvaino su varita a la vez que le fulminaba con la mirada.- Vuelve con tus partituras.

- Te atreves a hablarme.- siseo Ethan amenazante.

Alecto gruño de rabia, y Ethan estuvo a punto de sonreír.

- Déjate de estupideces.- soltó Macnair.- ¡Eres un cobarde, Nott!

- Vuelve a repetirlo.- escupió Ethan avanzando hacia él con la varita empuñada en su mano izquierda.- Si eres tan valiente, Macnair.

- Nott...

- ¿Buscas un duelo?- le corto.- Quieres que vuelva a derrotarte. ¡Que patético! ¿Vas a dejar que tus amigos te ayuden otra vez?

- Tú.- siseo Macnair.

Walden Macnair estuvo a punto de enviarle un hechizo pero una mano en el hombro le detuvo.

- ¡Dejemos a este traidor, amigo de sangre sucias!- le dijo Amycus a Macnair.- No vale la pena.

Y todos se fueron calle abajo sin evitar echarle una mirada de desprecio al muggle y a Nott.

Ethan aprovecho para acercarse al niño.

- ¿Que demonios voy a hacer contigo, pequeño?- Nott le sonrió quedamente.- ¿Como te llamas?

- Ambrosius Greengrass.- pronunció con las lágrimas agolpándose en sus ojos.- ¿Donde esta mi madre?¿Donde estoy?

- No hace falta que sepas donde estas.- Nott se arrodillo a su altura sintiendo lastima por él.- Mañana no te acordaras. Te ayudare.

Ambrosius le observo con ojos inocentes sin enterarse muy bien de sus palabras.

- Gracias.- sonrió de todos modos.

Y los años de duro entrenamiento en oclumancia sirvieron para que Ethan viera los recuerdos de Ambrosius. El niño vivía al otro lado del río de Helena Ravenclaw, a unos cuantos kilómetros del bosque, pero no tan lejos si sabias donde ir.

- Vamos, Greengrass.- le estiro la mano, y el pequeño la cogió.- Una cosa.- Ambrosius se quedo quieto.- Este es nuestro secreto.

- Prometido.- juró, con la mano en el pecho.

Fin Flash back

- El único inmundo que hay aquí, eres tú.- dijo Ethan con indiferencia dejando de lado sus pensamientos, y eso fue lo que más molesto a Amycus. - ¡Largaos de mis tierras! No sois bienvenidos.

Alecto se adelanto dos pasos, amenazante.

- Vas a dejar que este asqueroso impuro nos hable así.- siseo.

Amycus le envió una mirada enfadada.

- Cálmate, hermana.- le susurro.- Nos ocuparemos de este sucio perro.

- No hagas que me arrepienta de haber dejado que saliera alguna palabra de tu boca para dirigirme la palabra.- siseo.- Mi paciencia se esta agotando. ¡Iros!

Se dio la vuelta claramente para volver a su casa y lamerse las heridas de su orgullo pero no llegó a dar dos pasos cuando un rayo de luz amarillo rozo su oreja. Ethan desenvaino la varita sin apenas pensarlo y lanzó un hechizo sin girarse.

- ¡Oh!- sonrió maqueavelicamente.- ¿Queréis jugar? Bien, me apunto.



Arthur buscaba a sus espaldas el rastro de algún espía. No podía dejar ningún cabo suelto de ese castillo. No podía fiarse, ¿Como era posible que ese hombre llegara sin ni siquiera darse cuenta?

¿En que momento?

Su reflejos de auror le habían fallado por completo.

No podía descuidarse de esa manera, y al parecer tenía que tener mucho cuidado con ese Lord.




Arthur Weasley silbaba contento de vuelta a la Panadería Cattlemore después de haber recibido un pastelillo del Señor Abbott en agradecimiento.

- ¡Te vas a enterar, Nott!- chillaron de pronto, Arthur agudizo el oído.- ¡Vayámonos hermano!

- ¿Que..?

- ¡Cobardes!- vocifero Ethan cogiéndose el costado desde el punto de vista de Arthur.

- ¿Que te ocurre?- le pregunto Arthur llegando a su encuentro con aire socarrón.- ¿Le has preguntado a otro si queria besarte?

Nott se dio la vuelta viendo de nuevo al precioso pelirrojo.

- ¿Otra vez tú, pelirrojo?- Nott apretó los dientes de dolor.- No estoy para bromas.

- Ya veo.

Arthur vio como en la manga del brazo derecho de Nott se formaba una marca redonda de color sangre.

El pelirrojo suspiro.

- No mereces que te ayude.- alzo un dedo acusador.- Pero lo haré.

Sacó un pañuelo de tela de sus bolsillos derruidos, y Ethan vio como comenzaba a doblarlo para formar un simple torniquete con el que detener la hemorragia de su brazo. En cuanto la mano de Arthur, pequeña y suave, toco la piel de Nott sintió un estremecimiento frío y electrizante mientras volvía a sonrojarse.

"¿Que me ocurre?" pensó un avergonzado Arthur, terminando de ajustar la tela.

- Ya esta.- se aclaro la garganta.

- Muchas gracias.- murmuró Nott mirando a otro lado.

Lo que le causo risa a Arthur.

- No, si al final voy a creer que los lords saben decir gracias.- se dijo a si mismo pero Ethan pareció oírle.

- ¡Claro que se decir gracias!- gritó Ethan.

Arthur le acribillo con los ojos.

- ¿Me estas gritando?- Por un segundo la expresión de Nott le mostró a Arthur que le había sorprendido su contestación.- No me gusta que me griten. He aguantado tonterías, y ahora esto.

- Esta bien, esta bien.- soltó al ver que Arthur se ponía en marcha.- Siento lo de antes.

- Igualmente me tengo que ir.

Arthur miro su pastelillo con ansias y se lo entrego a Ethan a pesar del asombro de este.

- No me gustan los pastelillos.

- Este no te disgustara.

- Antes podrías decirme.- tosió.- ¿Como te llamas?

- Ya te lo dije.- sonrió brillantemente.- Soy Nadie.

El pelirrojo se perdió por el bosque.

Ethan no era muy amigo de los dulces, pero con el pastelillo en la mano decidió probarlo. El sabor dulce y empalagoso le entro fuerte en el paladar aunque no fue un total disgusto, es más, probo otro bocado hasta que desapareció de sus manos. Y de pronto la imagen del pelirrojo le llegó a la cabeza.

- No.- Ethan se lamió un dedo.- No me disgusta para nada, "Nadie".



- ¿Que me esta pasando?- dijeron Arthur y Ethan al unísono, una vez el recuerdo se disperso tan pronto como vino, desde dos puntos distintos del castillo de Slytherin.- ¡Maldita sea!

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