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Mi Señor por CaedesDarkParadaise

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¡Maldita sea!, rugió Remus en su mente.

Cómo era posible que le hubiera tocado a Lord Malfoy como elección para servirle de nuevo.

De entre todos los arrogantes lores de Slytherin hubiera preferido al tirano rey Thomas que al mismísimo Malfoy.

Sir Remus John Lupin no guardaba precisamente buenos recuerdos de los Malfoy desde la infancia, su padre Lyall Lupin había sido criado en las tierras de los Malfoy y a su vez sirviente de Lord Abraxas por años a causa de una deuda. Solo para pagar los desastres que causaba Remus cada vez que la Luna llena salía, y sacaba lo peor de él.

El señor Malfoy sabía su secreto y también chantajeaba a Lyall con ello.

¿Qué haría si se enteraban de que su hijo tenía cierto problema peludo?

Remus no podría vivir como un niño normal, y Lyall Lupin no iba a permitir que su precioso hijo se convirtiera en una paria.

El pequeño Remus había visto a su padre molerse a palos por aguantar las humillaciones, los extensos caprichos y envejecer prematuramente por el temor y la preocupación que le causaban las sangrantes peticiones del Señor Malfoy.

Lord Abraxas Malfoy tenía un hijo varón cuatro años mayor que Remus, el cual ordenado por el señor estuvo sirviendo al arrogante, caprichoso y frío muchacho de sus recuerdos. Lucius Malfoy solo veía por sí mismo, despreciaba a Remus y utilizaba cada bochornoso momento para burlarse de sus malos servicios.

"¡Que torpe!- exclamó un joven Lucius con aburrimiento.- ¿Como puedes tropezarte con tus propios pies?"

El pequeño de ojos dorados era un inexperto en ese campo, por lo que algunas cosas simples las hacía más difíciles y Lucius no intentaba aligerar su carga.

Y Remus no se quejo, no solo por evitar darle cierta satisfacción a Lucius Malfoy sino para ayudar en ciertas ocasiones a su pobre padre, a quien apenas veía ir a su casa por servir al Lord.

Remus Lupin no comprendía la magnitud de maldad de los Malfoy.

Hasta que un día, Lyall Lupin se hartó, revelándose contra quien le había asegurado una estable vida para su familia todo ese tiempo. Y obviamente, debido a la falta de moral del Lord.

Este, al morir su esposa, había obtenido varias amantes de los burdeles cercanos de Slytherin y cuando vio a la hermosa mujer de Lyall, Hope, entrar con el pequeño Remus a sus tierras a pesar de las réplicas de su marido, decidió con satisfecho y macabro placer:

- Entrégame a tu mujer. - le propuso Abraxas, indiferente.- Y nuestra deuda estará saldada.

Lyall no lo soporto.

Podrían meterse con él, con su dignidad pero nunca con su sencilla y amorosa familia.

En cuanto le propuso aquella atrocidad, le despachó con una furia nunca vista por el Señor Malfoy y huyó rápidamente del salón principal con su esposa e hijo. Recogió las pocas pertenencias que tenían en su pequeño hogar, le explicó a su esposa sus planes y los tres escaparon del reino de Slytherin apenas entrada la noche. Remus recordaba haber pasado hambre durante esos dos días de viaje sin rumbo fijo aunque Lyall tenía la vaga esperanza de encontrarse con un primo suyo en las tierras de Gryffindor. Pero Lyall jamás había ido de viaje al reino por lo que se perdieron por los bosques, cansados y adormilados, decidieron descansar cerca de un arroyo. Aquello dio pie para que los guardianes del reino de Slytherin y el mismo Lord Malfoy les alcanzaran pero no solo ellos les encontraron.

El Rey Charlus Potter de Gryffindor andaba de paseo a caballo con su más fiel guardián Lord Neville Longbottom por los alrededores de sus tierras, oyeron gritos y lloros y alarmados fueron en busca de aquellos lastimeros ruidos. Cuando llegó al lugar, el rey de Gryffindor se espantó al ver como esos guardianes de Slytherin, reconocibles por sus ropas, propinaban palizas a un hombre y una mujer, que intentaban defenderse con uñas y dientes. Mientras un pequeño y delicado niño, quien era sujetado por el despreciable enemigo segundo del rey de Gryffindor, Abraxas Malfoy, chillaba hacia sus padres con las mejillas bañadas de lágrimas. El rey no tuvo que esperar demasiado para actuar porque sus pies caminaron por si solos con la brillante varita empuñada en su mano izquierda. Neville le siguió segundos después y los dos atacaron a los guardias con sendos hechizos defensores. Charlus corrió a por el niño a la vez que Neville comenzaba a dirigirse al tercer guardia.

- ¡Cobarde!- rugió Charlus a un asqueado Abraxas Malfoy.- ¡Como te atreves a ocupar la violencia contra inocentes y cruzar mis tierras para ese fin!

- ¡Lárgate, Potter! - el desprecio y odio en el tono de Abraxas no amedrento a Charlus. - Estas sucias ratas no tienen nada que ver contigo, ellos me pertenecen.

- ¡Ningún ser humano es de tu propiedad, maldito! - Neville Longbottom intentó atacarle pero Charlus se lo impidió señalando al asustado pequeño. - ¡Suelta al chico y podrás irte como la rata de alcantarilla que realmente eres!

Abraxas Malfoy escupió a sus pies, Remus se revolvió con fuerza consiguiendo darle una patada y Charlus aprovechó esa distracción para atacarlo con todas sus fuerzas consiguiendo reducir al malvado Lord y atrapar al niño en sus brazos.

- ¡Ellos me pertenecen! ¡Tienen una deuda de dinero conmigo!- chilló adolorido.- ¡Deben saldarla según las leyes de Slytherin!

- Esto es Gryffindor.- Charlus se adelantó dos pasos dejando al pequeño con Neville y sus padres.- Vuestras asquerosas leyes no sirven en mi reino, y no permitiré que vengas a exigir. Yo no escucho a seres despreciables.- levantó la varita hacia arriba y llamo a los aurores de Gryffindor. En menos de un segundo aparecieron dos auroras y dos aurores con las varitas alzadas.- ¡Llevad a este hombre y sus secuaces lo más lejos de mi reino! Oh, Malfoy.- le llamó.- Toma.- Abrió el maletín que colgaba de su caballo y sacó una bolsa de monedas de ella para luego echarla a los pies de Abraxas. Lord Malfoy lo miró con un odio infinito.- Espero que sea suficiente, más seria abusar.

- ¡Me las pagaras, Potter!- y se volvió a Lyall.- Nunca te olvides de mi, Lupin. Tarde o temprano me vengare de ti, y la bestia de tu hijo será el primero en caer.

- ¡Aléjate de mi familia!- gritó Lyall abrazando a su hijo y esposa.

- ¡Lleváoslo!- ordenó Charlus.

Los aurores asintieron, y antes de que se fueran Neville le propinó un puñetazo al pálido Malfoy pues estaba rabioso por el trato hacia esa familia. Lord Neville había sentido empatía por el hombre pues él también tenía un hijo llamado Frank de la misma edad que el adorable pequeño de ojos dorados.

- Muchas gracias.- le dijo Hope, besando su mano con agradecimiento. Charlus se negó a aquel trato, la levantó sobre sus pies para luego besar el dorso de su mano con cortesía.- Le debo la vida por salvar a mi hijo y esposo.

- ¿Cómo puedo agradecérselo, mi señor?- Lyall ocupó una pequeña sonrisa.- Haré lo que sea.

- Con que viváis me basta.- suspiro.- Veo que tenias problemas con Malfoy.- Lyall bajo la cabeza.- no se acercara más por Gryffindor pero no os aconsejo que salgáis del reino. Podéis quedaros en mis tierras, no los lastimaran.- y rió.- Tampoco soy mal rey.

- Gracias por su hospitalidad, mi señor. Pero no podemos aceptar....- Hope asintió hacia su esposo.

Charlus frunció el ceño.

- ¿Y cómo se llama el niño?

- Remus, mi señor.- le presento Lyall apretando el hombro de Remus.- Es mi único hijo.

- Tengo un niño de su edad llamado James.- se agacho cara a cara con Remus.- ¡Cuantas cicatrices tienes muchacho! ¡Tan pequeño!

Lyall con los hombros cuadrados se adelantó.

- Hope llévate a Remus.- ella cabeceo y cargo a su pequeño para darle algunos mimos.- Mi señor.- tosió.- una de las razones por las que no podemos aceptar vivir en su reino es la enfermedad de Remus.

- ¿Qué le ocurre?- reviso al niño de pies a cabeza.

- Cuando tenía tres años, un hombre lobo se plantó en nuestra casa y mordió a mi hijo, mi señor.- Lyall suspiro con tristeza.- Si yo hubiera estado ahí para protegerlo.

- Ya veo.- Charlus acarició su barbilla, pensativo.- ¿Solo ocurre una vez al mes?

- Sí, mi señor. Pero cuando ocurre intentamos atarlo con cadenas para que no se escape, mi mujer sufre cada vez que lo ve.

- No os echare de mis tierras,...- El señor Lupin se apresuró a dar su nombre.- Lyall. El pequeño no tiene culpa de nada, ni tu ni tu esposa. Yo también haría lo que fuera para proteger a mi hijo.- observo a Remus.- ¿Sabes luchar cuerpo a cuerpo con varita, Lyall?

- No muy bien, señor.

Charlus no se rindió.

- Necesito más guardias en mi reino, y tu esposa parece ser una mujer de armas tomar como la mía. - Hope levantó la cabeza asombrada ante sus palabras.- Os daré casa y comida si trabajáis como guardianes en Gryffindor. Aprenderéis del mejor por supuesto, mi cuñado Johan Shacklebolt es el mejor en su rama. Aparte hay un lugar seguro para que Remus pueda transformarse, uno que solo yo conozco y el pequeño se sentirá cómodo. Es un sauce boxeador escondido en el jardín, nadie se atreve a pasar por ahí.

- Mi señor, yo...- Charlus le miro seriamente.- no sé si...

- Es normal estar indeciso.- le cortó.- Quieres proteger a tu familia a toda costa por eso yo te ayudo en tu decisión. Acepta. Te prometo que no te arrepentirás.

El pequeño Lupin supo que su pobre padre nunca se arrepintió de aquello.

Remus encontró amigos que lo comprendían y querían, y un hogar en Gryffindor más allá de las opresoras tierras de Slytherin bajo el yugo de Lord Malfoy.

Y ahora él volvía por su propia voluntad.

"Por James, Charlus y Gryffindor"- repitió en su cabeza.

Remus entró a la habitación del Lord con un resoplido resignado. Qué más podía hacer si era necesario arrodillarse ante él como si jamás hubiera ocurrido nada, como si una parte de Remus no recordará los constantes abusos que sufrió su padre. Y esperaba que Lucius Malfoy no intentara causarle los mismos daños o pagaría aunque todo se fuera al infierno.

- ¡Te puedes creer que mi madre le tiro a mi padre un jarrón chino a la cabeza!- gritó Severus con enfado.- ¡Ya no son niños!

Lucius Malfoy soltó una sonora carcajada bajo la enfadada mirada de Severus.

- ¿Y solo porque tu madre creyó que tu padre había observado con demasiado interés el trasero de una mujer?

- ¡Sí!- Severus bufó.- Llevan juntos 25 años. ¡Por Merlín! No deberían enfadarse por tonterías. Deberían sentirse orgullosos de llevar enamorados tanto tiempo....o por lo menos de aguantarse.

- Vamos, Sev...- Snape lo fulmino con los ojos.- Severus. Tus padres se aman a su forma y paciencia. Ellos sabrán lo que hacen.

- Pero lo que más me irrita es que a mi padre parecen divertirle los celos de mi madre.- boqueo horrorizado.- ¿Sabes lo que hizo delante de mí?

- No.- negó Lucius pero ya se lo imaginaba por el carácter juguetón de Tobías.

- A la par que se agachaba por el jarrón, que por cierto era caro, se lanzó sobre mi madre, la cargó sobre su hombro cual cavernícola y le dio una nalgada en el trasero para luego decirme.- e imitando el porte de Tobías cargando un saco cualquiera de su estudio, dijo:- "Cariño, me llevo a tu celosa, hermosa y enfadada madre a nuestros aposentos para demostrarle que soy solo suyo y no he querido a otra mujer en todos estos años que llevo junto a ella. No vengas en una semana si no quieres encontrarte a tus padres...reconciliándose." Y se fue tan campante.- Lucius ocultó una sonrisa.- ¡Te lo puedes creer! Llevo dos días sin saber de ellos.

Y Lucius no pudo ocultar más su diversión.

- ¡No te rías!

- Si, si.- y se levantó de un salto ignorando el puchero de Severus.- Me retiro, quiero descansar.

- Si, vete.- refunfuño.- Tengo que acabar una poción y solo me interrumpes.

Lucius Malfoy camino por el extenso pasillo de la torre norte, con aire despreocupado y paso arrogante pues llevaba semanas liberado de esa carga opresora que le había impuesto Abraxas Malfoy desde que nació. Estaba satisfecho de haber elegido el bando correcto la primera vez que se lo propuso su fiel compañero y amigo Thomas Riddle. Las cosas habían terminado como se esperaba, no todos los días un hijo encerraba a su propio padre en una cárcel de máxima seguridad y podía sentir la alegría corriendo en sus venas.

Era libre.

De maltratos físicos a través de los crucios de su padre, insultos y responsabilidades que no quería tomar.

Silbando, colocó su capa sobre los hombros lentamente y estiro las arrugas que había en él.

Tal vez podría salir mañana a buscarse un muchacho para pasar la tarde, uno fino y atractivo con quien jugar un rato.

Cuando llegó a la puerta de su habitación, Lucius Malfoy se puso en alerta al escuchar unos ruidos raros dentro de este.

…l no dejaba entrar a nadie sin su permiso.

Desenvainó la varita rápidamente, y cambiando el semblante, giró el picaporte con cuidado. Al hartarse de lo que hacía, ya que era su cuarto, abrió de golpe la puerta.

Y Lucius divisó un joven al lado del balcón con una expresión de asombro en su bonito rostro.

- ¿Qué...?

- ¡Quién eres!- exigió saber.- ¿¡Qué demonios haces en mis aposentos!?

Remus vio el reconocible rostro de Lucius Malfoy más maduro y atractivo, que haya visto jamás. Eso fue lo que más disgustó a Remus pues los Malfoy siempre habían sido caracterizados por su extrema belleza. Lucius Malfoy tenía el pelo rubio largo atado con una cuerda de cuero, vestía totalmente de negro y sus penetrantes ojos grises no cambiaron ese fulgor frío imperturbable. Estos le analizaron lentamente.

Estuvo a punto de ruborizarse pero ganó la pelea cuando noto la arrogancia brotando de sus poros.

Lucius evitó impresionarse por el adorable fruncimiento de labios rojos del extraño, y el brillo astuto de sus ojos dorados. Dio dos zancadas y llegó hasta él mientras notaba que el cuerpo del joven se tensaba, levantaba la barbilla y pronunciaba con cuidado:

- Me llamo Remus.- se presentó.- Soy su nuevo sirviente.

Lucius le contempló de pies a cabeza.

Remus era mucho más bajo que él, tenía el pelo castaño corto, de rostro delicado y piel de porcelana sin ningún rastro de barba con marcas de cicatrices sin quitar su hermoso atractivo.

Una especie de sopor placentero recorrió el cuerpo de Lucius, como un ardor calentando sus venas y toda la sangre bajó a su entrepierna y al oler su perfume, más fino de lo que podría parecer por su vestimenta, le deleito. Remus dio el ademán de estirar la mano en señal de saludo pero la bajo rápidamente, y Lucius escondió mejor la bragueta de su pantalón con el dobladillo de la capa.

Abochornado por haber perdido el control, se dio la vuelta y avanzó hasta el escritorio.

- ¿Y por qué no me han informado del cambio de criado?

- No lo sé.- Remus encogió sus hombros.- He empezado recién hoy...señor.

- Uhmm.- Lucius utilizó una de sus mejores caras asesinas para mirar a Remus, quien pareció no intimidarse ante ella. Lord Malfoy alzó una ceja.- Ya hablare con el ama de llaves.

- Por supuesto.- asintió.- Terminaré de limpiar su cuarto.

- No hace falta.- Y Remus ando por su lado sin darse cuenta del zapato que estaba tirado en el suelo, logrando que se tropezara y casi cayera de no ser por Lucius, quien con los reflejos ampliados por su trabajo de auror le agarró por la estrecha cintura y con delicadeza le puso de pie.

- ¡Que torpe!- bufó Lucius.- ¿Como puedes tropezarte con tus propios pies?

Remus le miró fijamente, y Lucius supo que se había perdido algo sin saberlo.

- ¿Nos conocemos?

- No.- susurro. Se soltó de las fuertes manos de Lucius mientras colocaba el zapato en una caja con su par, y enderezaba su espalda prestando más atención a sus manos. Sin decir más se adelantó hacia la puerta.- He terminado, si ya no me necesita, me retiro.

- Bien.- gruñó.- No me gusta tener gente extraña en mis aposentos, criado. Espero que hayas limpiado bien.

Remus apretó los dientes, se giró con aire furioso e iba a soltarle unas cuantas cosas cuando se detuvo al recordar la imagen del rostro de James.

No podía decirle sus cuatro verdades.

- Como los chorros del oro, mi señor.- pronunció con el tono de voz dulcificado.

Y salió dando un pequeño portazo que hizo que Lucius ampliará los ojos por el carácter indebido del sirviente.

Nunca habría creído ver a alguien con esos humos.

Lucius no estaba acostumbrado a que le dieran la razón como los tontos.

Este parecía tener la apariencia y habitual sumisión que todos los sirvientes que tuvo Lucius desde que era un bebé.

¿Porque Remus, el criado, iba a ser distinto?

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