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Mi Señor por CaedesDarkParadaise

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El príncipe heredero y rey de Gryffindor James Potter solo habia caído en depresión una vez en su vida y fue cuando sus padres murieron en aquel accidente en tierras extranjeras. Cuando James recibió la noticia de la boca de su consejero, protector y mejor amigo Sir Remus John Lupin se derrumbó. Estuvo semanas sin hablar con nadie, ni siquiera con su grupo los merodeadores, quienes vanamente intentaron que recuperara su habitual alegría y rebeldía. Y la presion aumento ante las exigencias de los consejeros reales.

Y un día tuvo un sueño, él estaba en los jardines de palacio, corriendo y jugando de niño, con sus padres siguiéndole entre risas. James recordaba que por entonces tendría siete años y sus padres eran jóvenes y vivaces. Ese era uno de los recuerdos más felices de James, y por lo que nunca olvido las palabras que le acompañarían toda su vida. Las que le dijo su padre cuando en un intento de su subirse a un árbol, James se habia caído dañándose el trasero. Lloro bulliciosamente un rato, y su padre suspirando le levanto de la hierba, sacudió sus pantalones y limpio sus lágrimas. Luego le miro con amabilidad y pronuncio con cuidado:

- James. - empezó Charlus. - Algún día este reino será tuyo, desde las colinas de Godric hasta el horizonte de los Peverell. - señalo un punto donde el sol comenzaba a esconderse dando paso a la noche. - Sera difícil, hijo mío, nosotros no siempre estaremos a tu lado. - y sonrió a su esposa, Dorea. - lloraras como lo has hecho ahora, de rabia y tristeza. Hasta cierto punto te hartaras del mundo que naciste porque tu pueblo depende mucho de ti. Querrás escapar, pero, y escúchame atentamente. - James le miraba con los ojos abiertos y la garganta seca. - Allá donde vallas, tu reino siempre estará, donde se encuentra tu corazón. Rígete por esto. - presiono su pecho pequeño y henchido. - E intenta guiarlos a la prosperidad sin rendirte por cualquier caída. Álzate con orgullo y continua, y aunque falles de nuevo, y fallarás. - aseguro. - te levantaras, sacudirás tus pantalones y proseguirás tu marcha. Este consejo me lo dio mi padre, y a él el suyo, y así sucesivamente. Ahora me dirijo a ti, y tú, James, lo harás con mis nietos. Confiamos en ti, sabemos que nunca nos decepcionaras.

Después de aquel sueño, recuerda haber despertado abruptamente y comenzado a llorar como un bebe. Luego, más calmado y melancólico, paso la noche en vela con miles de pensamientos corriendo en su mente. Y la mañana siguiente, se bañó, se puso sus mejores ropas y salió lleno de esperanzas. Fue nombrado rey ante el asombro de sus confidentes, prometiendo nunca fallar a sus padres y puso mucho empeño para recuperarse completamente. Sustituyo a los antiguos consejeros de sus padres por los suyos propios y coloco a su primo Kingsley como el primero. Y continuo con sus mejores amigos, mano derecha y defensores de Gryffindor.

- ¿Desde hace cuánto que no te acuestas con un hombre, Tonks? - le pregunto James con picardía a su guardiana y amiga en la cena de los viernes. Ese día era sagrado para ellos pues era el día en que se conocieron, y siempre dejaban todo lo que hacían para comer juntos.

Lily se atraganto con su sopa, Remus se aclaró la garganta, Peter se mordió la lengua sin querer, Frank palmeo la espalda de Lily, Arthur carraspeo, Tonks se sonrojo, Amos se colocó las gafas, Kingsley apretó los puños bajo la mesa, Sirius rio entre dientes y Fabian y Gideon escondieron una sonrisa divertida.

El único propósito de aquella pregunta indiscreta era ayudar a dos ciegos enamorados a declararse mutuamente su amor.

- ¿Cómo dices, James? - dijo Tonks, con el pelo rojo de vergüenza.

James iba a abrir la boca, pero Kingsley golpeo la mesa bruscamente con la copa. Y comprendió que no debía agotar la paciencia de su primo Kingsley pues este era famoso por esa cualidad, excepto tal vez cuando se trataba de algo referido a Tonks.

- No hagas caso a James, Tonks. - Kingsley le envió una de sus miradas más amables. - Todos sabemos que el cambio de hormonas le está afectando el cerebro.

Y James boqueo indignado.

- ¡Yo no tengo esos cambios hormonales, idiota! - chillo James. Sirius soltó una carcajada perruna.

- Debo decir. - comenzó Remus sutilmente. - en defensa de nuestra querida Tonks, que desde que James recibió su herencia está un poco más susceptible.

James arrugo los labios.

Fue incomodo el haber descubierto una herencia que le toco llevar a varios de sus antepasados, la fertilidad masculina. Y James era el décimo noveno en la lista. Y por lo tanto condenadamente fértil. Y aunque algunos de sus amigos también eran fértiles, ellos parecían haberlo sobrellevado mejor de lo que lo hacía James.

- He oído que los recién declarados fértiles pasan por varias fases; negación, enfado y aceptación. - les explico Amos en alto.

- Y también. - tosió Peter. - Que la transformación de su cuerpo produce ciertos cambios en los aspectos habituales del fértil como la bipolaridad y llega hasta el límite de querer lanzarse encima de cualquier hombre, pero sabiendo que James es James. - y este refunfuño. - se esconderá hasta que pasen los efectos de su deseo sexual.

- Es cierto eso. - continuo Frank con gesto pensativo. - la otra noche, pasando por su habitación, oí unos ruidos raros como los de un perrito gimoteando en época de celo.

- Más bien parece un gato arañando las paredes. - coincidió Arthur.

- Y mira que le sugerí las duchas de agua fría. - replico Lily.

- ¡Me moriré de pulmonía! - exclamo con enojo.

- Eso o el trabajo manual. - rio Sirius bebiendo un trago de cerveza de mantequilla.

- Habláis de mi como si yo no estuviera. - bufo. - los días que me ausento me pondréis de mal en peor.

- Oh, pobre James. - canturrearon los gemelos Prettew. - se siente traicionado.

- Deberías apoyarme, ¡Remus! ¡Peter! - estos le ignoraron. - ¡Frank! ¡Arthur! - ellos le sonrieron con disculpa. - Traidores. - susurro.

- ¡Te adoramos, James! - gritaron todos de pronto. Y James solo pudo sonreír ante eso.

Eran su familia, pensó satisfecho cuando todos soltaron sonoras carcajadas para largar a reír.

Al día siguiente.

- Es necesario forjar una alianza con el reino de Slytherin, James. - le indico Kingsley en la reunión de consejo. - Romperemos las rivalidades de una vez por todas.

-Estoy de acuerdo con Kings. - afirmo Remus seriamente. - La paz es nuestro mejor aliado con los reinos de Hufflepuff y Ravenclaw. ¿Porque no con Slytherin?

- No sé qué decirte, Remus. - dudo James. - Ya oíste a Rosier, ahora que ha muerto el rey tirano, su hijo podría tener los mismos pensamientos. No hemos tenido noticias de él desde hace una semana. Es preocupante. Y más porque no conocemos al susodicho heredero.

- Tu mismo lo has dicho, James. - replico Amos. - No lo conocemos. Que el padre haya sido un...

- Dilo, dilo. - le insto Sirius a Amos. - Un capullo, un hijo de...

- ¡Sirius ya basta! - gruño Lily, cerrándole la boca con la varita.

- Bueno...

Amos se removió incómodo.

- Lo que quiere decir Amos es que los pecados del padre no los tiene porque cometer el hijo. - termino Peter bajo la agradecida mirada de Amos.

- Ha sido nombrado rey hace muy poco, James. - siguió Frank. - Puede que, aunque no haya dado señales de querer firmar un tratado de paz no significa que no lo haga dentro de un mes.

- Yo no me fio. - replico James.

- ¿Y porque no esperamos a que venga, Rosier? - les sugirió Arthur. - …l nos comunicara realmente lo que está sucediendo en Slytherin. Por eso mismo le mandamos que le diera ese mensaje escrito de tu puño y letra.

- Te he sugerido muchas veces que no te fíes de todo lo que te dice, James. - le dijo Remus con una ceja alzada. - No confió en él.

- Uhmm. - James se removió con nerviosismo. - Intentemos darle una oportunidad, él fue el mensajero de mis padres por años y no pareció dar señales de traicionarlos.

Remus asintió en silencio.

Un estruendo se oyó tras las puertas del despacho principal. Sirius se levantó con la varita preparada encaminándose hasta ella. Pero fue abierto por uno de los gemelos Prettew, que llevaba a un Evan Rosier desmayado y sangrante.

- ¡Por merlín! - juró Lily al verlo. - ¿Qué demonios ha pasado?

- Mi rey. - jadeo Evan. - nos están traicionando.

- ¿¡Se puede saber de qué estás hablando!?- rugió James. - ¡Habla claro, Rosier!

- El nuevo rey de Slytherin ordeno que me encerraran en cuanto les di vuestra carta. Me han torturado todos estos días. - murmuro con voz débil. - Logre huir cuando mis captores se distrajeron, mi señor. Deben saber que he huido. - Y James oyó lo que más temía. - Alguien de vuestro reino os está traicionando, les pasa información secreta de vuestro consejo. Se burlaban de nuestra lealtad gryffindor, del tratado y de un momento a otro lo dejaron escapar. Desconfían de vuestras buenas intenciones, mi rey.

James sintió una punzada en la cabeza.

- Planean atacar el castillo. - anuncio Evan sin más.

Sirius y Lily corrieron hacia las ventanas para asegurarse de no ver a nadie sospechoso rondando por la entrada principal de Gryffindor.

- ¿Quién es el traidor? - le exigió furioso.

- No lo sé, señor.

- ¿Has conseguido más información? - Remus se apresuró a cerrar la puerta. - No podemos dejar que alguien del servicio lo oiga y cunda el pánico. - les explico rápidamente ante la pregunta de su mirada por ese impulso.

- No, señor.

- Lleváoslo, y llamad al médico. - les ordeno James a Gideon y a Tonks. Y ellos tiraron a Rosier fuera de la habitación para luego cerrar. Fabian se quedó quieto esperando ordenes de James. - ¡VIGILAD LOS ALREDEDORES! ¡NO QUIERO UN HUECO SIN SEGURIDAD! ¡SED CAUTELOSOS, NO QUIERO QUE EL PUEBLO SE ENTERE!

Fabian cabeceo rápidamente y marcho sin mirar atrás.

- ¡Y ahora que haremos! - exclamo James con preocupación. Remus y Arthur parecían ausentes, y pensativos.

- Yo iré ahora mismo a asegurar los hechizos del reino. - Kingsley cogió su varita. - Tened cuidado desde ahora con quien habláis. Dejadme a mí la búsqueda del traidor.

Y no espero respuesta.

- Tenemos que idear un plan de contrataque, por si acaso, James. - comenzó Amos cogiendo mapas y papeles de la estantería. - Y un plan B por si el plan A no funciona.

- Déjanoslo a nosotros, James. - le dijo Peter, desenvolviendo los mapas.

- Sirius necesito que hagas un plan de seguridad para el pueblo con Lily. - ordeno Remus, porque James se habia quedado mudo. Sirius asintió mientras ayudaba a Lily a coger los planos del reino. - Frank tendrás que empezar a entrenar a los aurores junto a Arthur, y desde ahora. Sera mejor mantenernos en alerta. - Remus se acercó hasta James, y le dio un fuerte abrazo que sorprendió al segundo. - Lo necesitabas, ¿verdad? - James no dijo nada. - No estás solo. Ahora recomponte y ayúdame a dirigir a los merodeadores. - carraspeo. - Hay que ayudar a Kingsley a encontrar el nombre del traidor.

James inhalo aire y lo echo fuertemente.

- Tengo un plan. - soltó de pronto.

Remus se golpeó en la cabeza pues los planes de James solían tener cierto peligroso impulso que los llevaba a más de un castigo cuando eran pequeños. Pero eran un noventa por ciento buenos, y la mayoría de veces se salía con la suya. ¿Porque iba a desconfiar ahora de esos alocados planes?

Lo que no sabían los merodeadores es que las ideas disparatadas de James les cambiaría la vida para siempre.

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